miércoles, 13 de noviembre de 2013

DÍA DE LA TRADICIÓN



El día de la tradición se celebra en la Argentina el 10 de noviembre, fecha que fue elegida en conmemoración del nacimiento del poeta argentino José Hernández (1834 - 1886), que escribió El gaucho Martín Fierro, relato en forma de verso de la experiencia de un gaucho argentino, su estilo de vida, sus costumbres, su lengua y códigos de honor.
Historia
La idea de propender a la institucionalización de un día que conmemore las tradiciones gauchas, correspondió al poeta Francisco Timpone, que la propuso en la noche del 13 de diciembre de 1937, en una reunión de la Agrupación llamada Bases, institución que homenajeaba a Juan Bautista Alberdi y que tenía su sede en La Plata, provincia de Buenos Aires.
El 6 de junio de 1938 la agrupación presentó ante el Senado de la Provincia de Buenos Aires una nota pidiendo que se declare el 10 de noviembre como «Día de la Tradición», por el natalicio en dicha fecha de José Hernández. En la nota se propuso la peregrinación cívica al Museo Gaucho Ricardo Güiraldes, de San Antonio de Areco, en homenaje y como consagración efectiva de ese día.
La aprobación ante la Cámara de Senadores y Diputados fue unánime, declarada bajo la ley Nº 4756 / 39, promulgada el 18 de agosto de 1939, y se publicó en el Boletín Oficial (entrando en vigencia), el 9 de septiembre del mismo año. La referida ley se originó en el Senado y fueron sus autores D. Edgardo J. Míguenz y D. Atilio Roncoroni.
En su primera celebración los intendentes municipales de La Plata y San Antonio de Areco, realizaron el primer festejo de las tradiciones. A partir de 1940, La Plata contendrá en su seno la fiesta. La Agrupación publicaba cada año un libro, resumen de todo lo acontecido.
La Ley 10220/84 modificó a la Ley 4756/39 el Art. 3° original, que pasó a decir: Declárase sede provincial permanente de la tradición a la localidad de San Antonio de Areco.
Por otro lado, por Ley Nacional N° 21154 de 1975, el Congreso Nacional extendió a todo el territorio argentino, la vigencia del 10 de noviembre como «Día de la Tradición» (cumpliéndose lo que fue una aspiración inconclusa de la agrupación Bases) y declaró Ciudad de la Tradición a la Ciudad de San Martín, por ser ésta el pago natal de José Hernández.

                                                                   Maximiliano Reimondi


SALVADOR MAZZA



Salvador Mazza (Buenos Aires, 6 de junio de 1886 – Monterrey, México, 9 de noviembre de 1946)

Nació en la ciudad de Buenos Aires aunque su infancia transcurrió en la ciudad bonaerense de Rauch. Era hijo de Francesco Mazza y Giuseppa Alfise, inmigrantes italianos procedentes de la ciudad siciliana de Palermo.
Aventajado alumno, Salvador Mazza, a los diez años pudo iniciar sus estudios medios en el Colegio Nacional Buenos Aires. Al concluir sus estudios medios intentó ingresar en la Escuela Naval Militar pero fue rechazado durante la revisión médica. Decidió entonces inscribirse en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, lo cual concretó en 1903.
En 1914 se casó con Clorinda Brígida Razori, quien sería su compañera y asistente por toda la vida.

Investigación y trabajo

Mientras cursaba sus estudios de grado fue inspector sanitario y se abocó a la organización y realización de campañas de profilaxis y vacunación en la provincia de Buenos Aires. Al graduarse se especializó en microbiología clínica y anatomopatología. Tras haber sido por un tiempo el director del laboratorio del lazareto de la Isla Martín García efectuó una gira de estudios por varios países europeos, en la cual profundizó sus conocimientos sobre enfermedades infectocontagiosas, la sanidad militar y la microfotografía.
En 1910 logró obtener el título de doctor médico, casi al mismo tiempo en que junto a Rodolfo Kraus desarrolló una vacuna anti-tifoidea de una sola aplicación. En 1916, en plena Primera Guerra Mundial, revistando como Teniente 1º Médico del Ejército Argentino, se le encargó realizar un estudio de enfermedades infecciosas en Alemania y el Imperio austrohúngaro; en ese momento conoció a su colega Carlos Chagas, el cual recientemente había descubierto al agente parasitario (Trypanosoma cruzi) causante de la tripanosomosis americana.
Mazza al retornar a su país en 1920 fue nombrado director del laboratorio central del Hospital Nacional de Clínicas y titular de la cátedra de bacteriología de la Facultad de Medicina de la UBA. Junto a su esposa en 1923 se dirigió a Francia para efectuar nuevos estudios de perfeccionamiento. Con tal motivo marchó a Túnez, entonces colonia francesa, estudiando en la sede tunecina del Instituto Pasteur dirigida por el bacteriólogo y entomólogo Charles Nicolle, quien había sido galardonado con el Premio Nobel de Medicina el año 1928. Nicolle era célebre por sus estudios atinentes al tifus exantemático epidémico y considerado un "segundo Pasteur".
Salvador Mazza regresó a la Argentina en 1925 y fue nombrado director del laboratorio y del museo del Instituto de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de la UBA. A fines de 1925 Mazza invitó y hospedó en Argentina a Charles Nicolle quien se hallaba interesado en las enfermedades endémicas que existían en el norte argentino. Nicolle advirtió la forma inadecuada con que se enfrentaban tales afecciones en esas regiones y por esto ayudó a Mazza en su intención de fundar un instituto para la investigación y la diagnosis de las enfermedades endémicas americanas, muchas de ellas poco o nada conocidas. En 1926 la Facultad de Medicina de la UBA a instancias de José Arce estableció la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA), llamada coloquialmente misión Mazza ya que Mazza fue su director. La MEPRA, con sede central en Jujuy, funcionó en el famoso "E.600", un laboratorio y hospital móvil instalado en un tren ferroviario. De este modo tal institución pudo trasladarse por la extensa red ferroviaria argentina llegando incluso a Bolivia y Chile.
En 1926 Mazza fundó la Sociedad Científica de Jujuy, cuyo primer presidente fue el malariólogo Guillermo Paterson. En ese mismo año realizó los primeros diagnósticos de tripanosomosis americana y leishmaniosis tegumentaria americana en Argentina. Dondequiera se encontrase, la MEPRA difundía las novedades y descubrimientos atinentes a la cura o profilaxis de enfermedades contagiosas entre los médicos y poblaciones rurales. La labor principal de Mazza en este punto fue el ataque al vector de la tripanosomosis americana, la vinchuca (Triatoma infestans). Por tal motivo alertó a las autoridades que uno de los principales factores para la expansión o existencia de la tripanosomosis y afecciones semejantes se encontraba en las precarias condiciones económicas, educativas e higiénicas de las poblaciones rurales y rururbanas del norte argentino. En 1936 junto a C. Benítez describió un síntoma que puede (o no) aparecer al momento de la infección con el tripanosoma, la dacrioadenitis, y por ello se lo denomina signo de Mazza-Benítez.
En 1942 se contactó con el escocés Alexander Fleming con el objeto de organizar la producción de penicilina en Argentina y un año después obtuvo junto a su equipo la primera producción argentina de tal antibiótico. Sin embargo el gobierno de entonces ignoró los descubrimientos y esfuerzos de Salvador Mazza y le retaceó de un modo casi absoluto todo apoyo económico, pese a que la producción extranjera de penicilina tampoco estaba disponible ya que casi en su totalidad se utilizaba para atender las necesidades en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial.
Salvador Mazza falleció de un infarto cardíaco mientras se encontraba participando de un congreso médico en Monterrey, México. Aunque hubo versiones de que fue a causa de la tripanosomosis en la forma cardíaco-crónica, no hay constancia de ello en el acta de defunción, que se conserva en el RNP de la Ciudad de Buenos Aires. Fue sepultado en el cementerio de Olivos, en la provincia de Buenos Aires. En homenaje a su memoria, la ciudad más septentrional de Argentina lo recuerda con el nombre de Profesor Salvador Mazza.

En el cine

El actor Miguel Ángel Solá interpretó a Mazza en la película sobre el doctor, Casas de fuego, dirigida por Juan Bautista Stagnaro.


                                                            Maximiliano Reimondi
HISTORIA

MURO DE BERLÍN


La construcción del Muro de Berlín y, especialmente su caída, han formado parte de los momentos más importantes de la historia del siglo XX. Este muro dividió Berlín en dos partes durante 28 años, separando a familias y amigos.

Muro de Berlín en la Topografía del Terror

Al finalizar la II Guerra Mundial, tras la división de Alemania, Berlín también quedó dividida en cuatro sectores de ocupación: soviético, estadounidense, francés e inglés. Las malas relaciones entre los comunistas y los aliados fueron creciendo hasta llegar al punto en que surgieron dos monedas, dos ideales políticos y, finalmente, dos alemanias.
En 1949, los tres sectores occidentales (estadounidense, francés y británico) pasaron a llamarse República Federal Alemana (RFA) y el sector oriental (soviético) se convirtió en la República Democrática Alemana (RDA).
Berlín quedó dividida y se crearon 81 puntos de paso entre las dos zonas de la ciudad.

La construcción del muro

La maltrecha economía soviética y la floreciente Berlín occidental hicieron que hasta el año 1961 casi 3 millones de personas dejaran atrás la Alemania Oriental para adentrarse en el capitalismo.
La RDA comenzó a darse cuenta de la pérdida de población que sufría (especialmente de altos perfiles) y, la noche del 12 de agosto de 1961, decidió levantar un muro provisional y cerrar 69 puntos de control, dejando abiertos sólo 12.
A la mañana siguiente, se había colocado una alambrada provisional de 155 kilómetros que separaba las dos partes de Berlín. Los medios de transporte se vieron interrumpidos y ninguno podía cruzar de una parte a otra.
Durante los días siguientes, comenzó la construcción de un muro de ladrillo y las personas cuyas casas estaban en la línea de construcción fueron desalojadas.
Con el paso de los años, hubo muchos intentos de escape, algunos con éxito, de forma que el muro fue ampliándose hasta límites insospechados para aumentar su seguridad.
El Muro de Berlín acabó por convertirse en una pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura, con un interior formado por cables de acero para aumentar su resistencia. En la parte superior colocaron una superficie semiesférica para que nadie pudiera agarrarse a ella.
Acompañando al muro, se creó la llamada "franja de la muerte", formada por un foso, una alambrada, una carretera por la que circulaban constantemente vehículos militares, sistemas de alarma, armas automáticas, torres de vigilancia y patrullas acompañadas por perros las 24 horas del día. Tratar de escapar era similar a jugar a la ruleta rusa con el depósito cargado de balas. Aun así, fueron muchos los que lo intentaron.
En 1975, 43 kilómetros del muro estaban acompañados de las medidas de seguridad de la franja de la muerte, y el resto estaba protegido por vallas.

 Cruzando al muro

Entre 1961 y 1989 más de 5.000 personas trataron de cruzar el muro y más de 3.000 fueron detenidas. Alrededor de 100 personas murieron en el intento, la última de ellas el 5 de febrero de 1989.
En el Museo del Muro de Checkpoint Charlie se narran las historias más curiosas de cómo la gente consiguió cruzar el muro.

La caída del muro de Berlín

La caída del muro vino motivada por la apertura de fronteras entre Austria y Hungría en mayo de 1989, ya que cada vez más alemanes viajaban a Hungría para pedir asilo en las distintas embajadas de la República Federal Alemana. Este hecho, motivó enormes manifestaciones en Alexanderplatz que llevaron a que, el 9 de noviembre de 1989 el gobierno de la RDA afirmara que el paso hacia el oeste estaba permitido.
Ese mismo día, miles de personas se agolparon en los puntos de control para poder cruzar al otro lado y nadie pudo detenerlos, de forma que se produjo un éxodo masivo.
Al día siguiente, se abrieron las primeras brechas en el muro y comenzó la cuenta atrás para el final de sus días.
Una vez liberados, familias y amigos pudieron volver a verse después de 28 años de separación forzosa.

Dónde ver los restos del muro de Berlín

La parte más importante que se ha mantenido en pie se encuentra en la zona conocida como East Side Gallery. Allí se pueden recorrer 1,3 kilómetros del muro decorado con impresionantes pinturas que reflejan multitud de acontecimientos relacionados con el muro.
En la exposición denominada Topografía del Terror, situada junto a Checkpoint Charlie, también se pueden encontrar importantes restos del muro.


                                                                                Maximiliano Reimondi

jueves, 7 de noviembre de 2013

HUMOR

JUAN CARLOS CALABRÓ




El cómico nacido el 3 de febrero de 1934 en Buenos Aires, creó personajes como “El Contra”, “Aníbal” Y “Johnny Tolengo”, tres de sus más populares creaciones televisivas.
Pero además de alcanzar masividad en la pantalla chica, el artista desplegó una larga y exitosa trayectoria en cine y teatro que fue reconocida, por caso, en agosto pasado durante la entrega de los premios Martín Fierro donde tuvo su última aparición pública.
Calabró hizo sus últimas actuaciones regulares con “El Contra” en 2003, en recordada dupla con Antonio Carrizo, y tuvo intervenciones como actor dramático en "Padre Coraje" (2004), además de alguna aparición como invitado en ciclos ajenos.
El actor iba así tomándose un largo descanso de las cámaras parecido a una jubilación. Hizo, mientras tanto, apariciones en el teatro de revistas junto a Flavio Mendoza en "El Gran Burlesque... mucho más que una revista", en Mar del Plata, y en "Carnaval de estrellas", en el porteño Broadway.
Casado con Aída Elena Picardi, a la que hizo conocida por su apodo de "Coca" con quien tuvo a las mediáticas Iliana, de 47 años, y Marina, de 39, en 2009 se le animó al "stand up" con "Vení a reírte con Cala", en el Multiteatro, también sobre la avenida Corrientes.
Coetáneo del boxeador Horacio Accavallo y el periodista Enrique Macaya Márquez, a principios de 1960 apareció en el programa radial "Farandulandia" -suerte de edición oral de la revista "Radiolandia"- y dos años después pasó a la TV.
En la pantalla chica se destacó entre los humoristas de "Telecómicos" por su presencia y su excelente dicción, donde los autores Délfor Dicásolo y Aldo Cammarotta eran dedicados sostenes de su actuación.
En el elenco figuraban Nelly Beltrán, Jorge Porcel, Osvaldo Canónico, Calígula, Horacio Bruno, Mariel Comber, Julio López, Iván Grey, Atilio Pozzobón y una jovencísima Luisina Brando, con la que el actor jugaba divertidas peripecias.
Además de alcanzar masividad en la pantalla chica, Calabró desplegó una larga y exitosa trayectoria en cine y teatro
El ciclo se extendió algunos años, Calabró participó de "Circus Show" (1972), junto a Carlos Balá, Mario Sánchez y otros, y en 1978 comenzó a jugar en primera línea con "Calabromas", un programa a su medida donde aparecieron sus personajes más emblemáticos.
A través de las temporadas "Calabromas" incluyó a “Gran Valor”, a “Johnny Tolengo, el Majestuoso”, y al ingenuo “Aníbal”, que luego pasó al cine en "Mingo y Aníbal, dos pelotazos en contra" (1984) y su secuela "Mingo y Aníbal en la mansión embrujada" (1986), en compañía del recordado Juan Carlos Altavista.
“El Contra” fue otro de los personajes que le agregaron popularidad, capaz de liquidar la paciencia de sus invitados, que constantemente se veían confundidos con otros -a veces ni siquiera parecidos- y cuestionados a cada paso.
A lo largo de los años la Asociación de Periodistas de la Televisión y Radio Argentinas (APTRA) lo consagró como actor cómico en 1975, lo incluyó en esa terna en 1990 y un año después le dio el Martín Fierro como protagonista de comedia por "Campeones de la vida".
Calabró le tenía pavor a los aviones y por eso nunca salió del país, al que gustaba recorrer en su auto, aun cuando tenía que actuar en Mar del Plata u otros escenarios, en los que el público lo acompañaba gustoso ya que encontraba en él la figura con la que convivía frente a la pantalla chica.
Fue uno de los protagonistas de la primera versión argentina de "Extraña pareja" en escenarios porteños, mientras el cine lo incorporaba en "Escala musical" (1966), de Leo Fleider, a la que siguió "Las pirañas" (1967), dirigida por el español Juan Antonio Bardem.
Su cartel empezó a crecer con "Villa Cariño está que arde" (1968), "La guerra de los sostenes" (1976), dirigida por Gerardo Sofovich, "Yo también tengo fiaca" y "La fiesta de todos" (1978), "Frutilla" (1980) y "Abierto día y noche" (1981).
También se lo vio en "¿Los piolas no se casan...?" (1981), "Diablito de barrio" (1983, junto a Lorena Paola), "Me sobra un marido" y "Johnny Tolengo, el Majestuoso (1987) y en 2003 actuó en "Sangre", a las órdenes de Pablo César, un director de culto.
Como si viera cercano su fin, no hace mucho declaró en un reportaje: “A la edad que tengo, uno piensa en la muerte”, tras dar detalles sobre la anemia que lo acompañaba en sus últimos años y los inquietantes resultados que surgían de sus exámenes médicos.





                                                                         Maximiliano Reimondi
CINE

HANNAH ARENDT



Dirección:       Margarethe Von Trotta
Guión: Pam Katz, Margarethe von Trotta
Producción:    Bettina Brokemper, Johannes Rexin
Música:           André Mergenthaler
Fotografía:      Caroline Champetier
Montaje:         Bettina Böhler
Diseño de producción:           Volker Schäfer
Vestuario:       Frauke Firl

Reparto
Barbara Sukowa: Hannah Arendt
Axel Milberg: Heinrich Blücher
Janet McTeer: Mary McCarthy
Julia Jentsch: Lotte Köhler
Ulrich Noethen: Hans Jonas
Michael Degen: Kurt Blumenfeld
Nicholas Woodeson:  William Shawn
Victoria Trauttmansdorff:      Charlotte Beradt
Klaus Pohl:     Martin Heidegger
Friederike Becht:        Hannah joven
Harvey Friedman:      Thomas Miller
Megan Gay:    Francis Wells
Claire Johnston:          Ms Serkin


Calificación: Muy buena

La cineasta Margarethe von Trotta retrata el momento en que la filósofa alemana asiste al juicio de Adolf Eichmann en Israel, y hace la cobertura para The New Yorker, centrándose en la controversia que desató su concepto "la banalidad del mal". La película sobre Hannah Arendt ofrece la posibilidad de atender nuevamente algunas cuestiones referidas a la violación del sentido y al conocimiento de la condición humana. No es que el film alcance la profundidad que debería tener una pieza precisa de reflexión sobre la violencia y el significado de lo humano, pues finalmente está hecho de imágenes y éstas llegan a los conceptos apenas rozándolos. Pero en este film se hacen presentes los dilemas de la justicia y la pena, dignamente tratados, casi a la manera de un drama judicial, viejo género del cine contemporáneo. Pero no sin ciertas concesiones mínimas que su directora acostumbra a otorgar a un público interesado en las peripecias intelectuales del siglo XX, ni tampoco sin pequeños ingredientes sentimentales y algún que otro desliz más cercano a ciertos tonos de comedia que al rigor áspero de la tragedia. Comenzando, sin duda, por la imposibilidad de recrear el rostro real de la filósofa alemana –si bien la actriz que lo representa posee en sus facciones una distante belleza moral– y sin dejar de mencionar algún lugar común innecesario: Heidegger llorando en el regazo de su pálida discípula. Además, su albacea, la escritora Mary McCarthy, no convence mucho al espectador.
La crítica de Hannah Arendt recae en las grandes deficiencias del juicio llevado a cabo en Jerusalén y las acciones de los comités judíos que se relacionan con el Estado nazi en términos del “mal menor”. Sus observaciones son de una serena mordacidad: se trataba de un crimen contra la humanidad y, por lo tanto, había una dificultad moral que consistía en no considerar un concepto nuevo en torno de la producción del mal, cual era su condición de ser portado por un burócrata menor del Estado que hablaba con el lenguaje propio de la administración y los flujos de instrumentalidad que correspondían a la lengua oficial de cualquier organización técnica. Si un solo burócrata podía ser juzgado, había que crear un juicio basado en la relación entre el orden burocrático y las planificadas masacres. Se trataba de la célebre cuestión de la banalidad del mal, que sin duda tiene su raíz en trabajos heideggerianos como Qué significa pensar (el pensar es lo contrario al cálculo, al aditamento, a lo indiferente, a la donación) y en cierta anticipación en Adorno con su clásica crítica a la cultura como “administración”.




                                                              Maximiliano Reimondi
                                           30 AÑOS DE DEMOCRACIA



El concepto conocido en español como democracia tiene sus bases en el antiguo griego y se forma al combinar los vocablos demos (que se traduce como “pueblo”) y kratós (que puede entenderse como “poder” y “gobierno”). La noción comenzó a ser empleada en el siglo V A.C., en Atenas. Los griegos definían a la democracia con un sentido político más que filosófico y decían que era “la doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno y al mejoramiento de la condición del pueblo”.Los argentinos hemos aprendido esta verdad sencilla, que los griegos ya sabían hace mucho más de veintiún siglos, a través de años de frustración, de dolor, de violencia y de sangre. La democracia es entonces, más que una filosofía o una doctrina, un estilo de vida que impulsa el respeto a la dignidad humana, garantiza la libertad y el derecho de todos y cada uno de los miembros de una comunidad.
Estoy orgulloso de ser protagonista de un país que goza 30 años de democracia. Un país donde mis abuelos y mis padres sufrieron golpes de estado de una forma continua. En el año 1983 comencé a militar políticamente porque supe, pese a que tenía 13 años, que la política es una herramienta fundamental para transformar la sociedad. Hasta tuve que enfrentarme con mi padre ya que tenía una ideología política opuesta y él no aceptaba que yo pensara diferente. Eso me incentivó a estudiar, aprender y pensar la historia argentina. El gobierno de Raúl Alfonsín expiró por errores propios y por la presión de los grandes grupos mediáticos y económicos. Carlos Saúl Menem encabezó un gobierno neoliberal donde esos grupos gobernaban la Argentina y la política fue bastardeada y estigmatizada. Todo explotó en 2001 con la ineptitud de Fernando de la Rúa. Con este hecho fundamental, renació la convicción de muchos jóvenes de tener militancia política para ser protagonistas de un país distinto. Esto fue plasmado con Néstor Kirchner que heredó un país en ruinas. Estos últimos diez años de democracia, el gobierno nacional tuvo grandes aciertos y cometió errores. Se debe trabajar mucho en las cosas que faltan. Lo que es indiscutible es que se ha logrado 30 años donde el ciudadano elige, mediante el voto, a sus representantes cada dos años. La persona que no tiene militancia política, el voto es una herramienta fundamental para definir el futuro de su ciudad, provincia y país. Es un mito que todos los políticos son corruptos. Existen buenos y malos políticos como en todas las profesiones. Celebro que los adolescentes de 16 años tengan la opción del voto a nivel nacional, ya que es una forma de incentivar a ser un nuevo militante político de acuerdo con su ideología. Soy testigo de que muchos ya están ejerciendo una función excelente en muchos barrios de la ciudad de Rosario y de todo el país.
Debemos celebrar estos 30 años de democracia y poner como objetivo final, que logremos una República con soberanía política, justicia social e independencia económica.


                                                                     Maximiliano Reimondi
ALDO BARBERO




El actor Aldo Barbero falleció el domingo 27 de octubre a los 76 años, según informó la Asociación Argentina de Actores (AAA). Su último trabajo en teatro fue la obra "Gris de ausencia", un homenaje a Teatro Abierto, dirigido por su gran amigo Agustín Alezzo, que se presentaba en el Picadero.
Además, el artista con una larga trayectoria actuó en importantes obras como "Jettatore", "Las D´ Enfrente", "En familia", "Cuentos de amor a la hora del té", "Así es la vida" y "El día que llegó Gardel", entre muchos otras.
En televisión, formó parte de programas y ficciones muy populares, entre ellos, Teatro Palmolive del Aire, Las Grandes Novelas, Alta Comedia, Andrea Celeste, Los especiales de ATC, Nosotros y los miedos, La extraña dama, Estrellita mía, Mi nombre es Coraje, El oro y el barro, María de Nadie y Alén, luz de luna.
También se desempeñaba como secretario de interior de la AAA, donde participaba activamente desde hace varias décadas como un gran defensor de los derechos laborales de los actores. En 2012, recibió la medalla por los 50 años de afiliación al sindicato en la entrega de los Premios Podestá.
Barbero tuvo una destacada carrera cinematográfica. Entre las películas de las que participó se encuentran El Santo de la Espada, La venganza del sexo, Bajo el signo de la patria, La tregua, Volver, La isla, Tiempo de revancha, Los extermineitors, Un muro de silencio, La patria equivocada y La cola.
Además, Aldo también trabajó como actor de doblaje, bridando su voz en series y películas como Cuero crudo, Yo amo a Lucy, Condor Crux, Comisario Ferro, Bahía Mágica, Expreso a la emboscada y La República Perdida II, entre tantas otras.


                                                                  Maximiliano Reimondi