lunes, 5 de octubre de 2015





Cuando el mundo
era más mundo
uno no entendía
como Dios
se había enojado con el hombre.

Las palabras pintadas
se pierden entre las sombras
que comen las frases y las banderas
queriendo enterrar en el pasado, el dolor.

Si quisiéramos cerrar los ojos
deberíamos abrir las almas para sentir
la patria de la verdad.

Quiero pintar una poesía
con gaviotas llenas de colores
y en cada pluma, un canto a la vida.

Deseo borrar todo el dolor
con caricias fuera del tiempo.

                                                            Maximiliano Reimondi


EDUARDO PAVLOVSKY


Murió el reconocido dramaturgo y psicoanalista Eduardo "Tato" Pavlovsky
Escribió célebres obras como El señor Galindez, Potestad y La muerte de Margueritte Duras; su última producción dramática fue Asuntos pendientes

DOMINGO 04 DE OCTUBRE DE 2015 • 

Eduardo "Tato" Pavlovsky, dramaturgo, psicoanalista, actor y autor de piezas memorables de la escena nacional como El señor Galíndez, Potestad La muerte de Margueritte Duras, entre otras, falleció hoy a los 81 años.
Tato Pavlovsky nació en Buenos en Buenos Aires en 1933. Médico y terapeuta, fue pionero del psicodrama en América latina, mientras en forma paralela desarrolló una prolífica obra en dramaturgia, con textos comprometidos con los temas sociopolíticos de su tiempo. Exiliado en España a fines de la década del '70, con reconocimientos y distinciones a nivel nacional e internacional, su mirada psicoanalítica sobre la historia y sus protagonistas, atravesó sus obras.
Su última producción dramática, Asuntos pendientes, se repuso este año en el Centro Cultural de la Cooperación. En escena, acompañaban a Tato Susy Evans, Eduardo Misch, Paula Marrón y Lucía Allende. La dirección es responsabilidad de Elvira Onetto.El señor Galindez es la obra que lo consagró como autor, en 1973. Allí, retrata la vida de un torturador que mantiene un trabajo tradicional sin que nadie perciba su doble vida.
Pavlovsky, una de las voces más intensas de la dramaturgia nacional desde la década de los 60, continuó hasta el final desarrollado una intensa labor no sólo en el campo escénico, sino además como psicoanalista. Su capacidad para observar la historia de su tiempo y trasladarla al escenario siempre demostró una profunda lucidez y lo hizo con unos procedimientos sumamente inquietantes. Otros de sus textos más emblemáticos son Telarañas,Paso de dos y Rojos globos rojos.
Fuente: Diario "La Nación".

domingo, 4 de octubre de 2015

LIBROS

El Banquete de la araña (Novela)
Esther Cross


 Sinopsis
Durante generaciones, la familia de Celina Dorval mantiene con orgullo dos rasgos distintivos: las orejas en punta y la pasión por las obras de arte. Pero los Dorval no son críticos ni coleccionistas sino fetichistas bizarros y entusiastas, responsables del robo o la mutilación de grandes íconos de la cultura como La Gioconda, La Piedad o La Ronda Nocturna. Heredera de las orejas de duende, Celina reniega del vandalismo familiar y se dedica a rastrear sus causas. En esa búsqueda, descubrirá el amor, un puñado de verdades amargas y un atisbo de sí misma.


Calificación: Buena.

Crítica
Es una crítica sobre el mundo del arte y tiene un humor sutil. Nos hace reflexionar                                         sobre las relaciones humanas. Celina se rebela ante la hipocresía familiar y busca su                                     propio camino. Así, disfrutamos el devenir de su existencia.

Sobre la autora


Esther Cross (Buenos Aires, 1961)
Estudió Letras y es licenciada en Psicología. Ha publicado las novelas Crónica de alados y aprendices (1992), considerada una de las revelaciones literarias del año y La inundación (1993), ganadora del Premio Fortabat ; el volumen de relatos La divina proporción y otros cuentos (1994), algunos de los cuales han recibido importantes distinciones en el país y en el extranjero ; y, junto a Félix Della Paolera, Bioy Casares a la hora de escribir (1988, Tusquets, Ensayo 2), libro de entrevistas con el gran narrador argentino. En 1998, obtuvo la Beca Fullbright.

                                                                        Maximiliano Reimondi

jueves, 1 de octubre de 2015

DÍA ESPECIAL   


Un Domingo solo
es un túnel oscuro.
Llueve este poema,
con el alma llena de pasión.

He comprendido

como una familia
reunida en una mesa

de Domingo,
derrumba murallas infinitas.


Un Domingo de sol
sana una herida
que nos duele en el centro de la vida.
El Domingo
gira como un lejano carrusel;
tan cerca están mis recuerdos
hechos de palabras y sueños.

Voces pasadas inventan mis Domingos
y la sonrisa como una espada
cayendo del rostro de mi hijo.

Con su magia volando  hacia el infinito,
el Domingo familiar

tiene esa magia
del aire donde hubo antes una rosa;
yo estoy aquí rodeado de amor

y disfrutando de la vida.


                                            Maximiliano Reimondi
                               






Pablo Rojas Paz



Pablo Rojas Paz (n. en San Miguel de Tucumán el 26 de junio de 1896 - f. en Buenos Aires el 1 de octubre de 1956)
Escritor argentino. Publicó ensayos, poesía, relatos, novelas y biografías. Por su libro de relatos El patio de la noche fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura, en 1940. También escribió crónicas deportivas, firmando con el seudónimo "El negro de la tribuna". Pidió se sepultados en los cerros de su Tucumán natal, su tumba se encuentra en la ruta 340 en un lugar donde a modo de palco se observa el Gran San Miguel de Tucumán.


                                                 Maximiliano Reimondi
Emilio Pettoruti



Emilio Pettoruti (1 de octubre de 1892; La Plata - 16 de octubre de 1971; París)
Desde pequeño es alentado por su abuelo en dibujo y la pintura. Estudió Bellas Artes en su ciudad natal, con maestros como Atilio Boveri y Emilio Coutaret, con quien aprendió la perspectiva. En el año 1911 participó en una exposición de caricaturas, gracias a una que representaba a Rodolfo Sarrat.

Viaje a Europa

En el año 1913 se embarca becado hacia Europa. Se instaló en Florencia y a pesar de su intención de copiar el arte clásico su destino fue completamente diferente. En la librería de Ferrante Gonelli, adhesor a los futuristas, adquiere un ejemplar de la revista “Lacerba”, perteneciente al Movimiento Futurista el cual pretende el progreso a través de la utilización de la máquina, tiempo después en una exposición del grupo tuvo acceso a su Manifiesto de 1909, desarrollado por Marinetti. Luego Pettoruti conoce a los exponentes futuristas gracias a Gonelli. Este es el primer movimiento que transforma tanto su vida como su obra, al punto tal de realizar una exposición en el año 1914, llamada Primera Exposición Invernal de Toscana, presentado cuatro obras, dos de las cuales se titulaban “Armonia-Movimiento Espacio (diseño abstracto)”, aquí presenta los conceptos de los futuristas representando el movimiento en forma abstracta. Esta etapa concluyó cuando Pettoruti conoce el Cubismo.
Por estos años también experimentó con el collage, técnica utilizada por los vanguardistas y los Cubistas para la realización de sus obras. El Futurismo ya no cumplía con las expectativas de Pettoruti, la pintura debía ser “construcción y color” y el Cubismo cumplía estos requisitos, permitiéndole pintar los objetos que el amaba, como sifones, instrumentos musicales, soles, botellas, fruteras, etc.
Entre 1916 y 1917 reside en Roma, allí su concepción cambia nuevamente, luego de la Primera Guerra Mundial se dio en Europa un retorno a lo clásico en contraposición a los movimientos de vanguardia, donde entabla amistad con los artistas del círculo vanguardista de las revistas Cronache d'Attualitá y Valori Pastici, entre ellos Giacomo Balla, Enrico Prampolini, Giorgio De Chirico, Carlo Carrá y otros, que concurrían a los encuentros de los cafés Aragno e Il Greco. Pettoruti adhirió a esta concepción. De esa época son sus obras Mujer en el café (1917) y El filósofo (1918).
En 1916 conoce a Xul Solar con el cual años más tarde serían los pioneros en la vanguardia argentina. Ese mismo año expone en la Galería Gonelli, por primera vez en forma individual. En los años subsiguientes expuso en Milán y Roma (1922) y luego Alemania (1923).
En 1924 viaja a París donde conoce al cubista, Juan Gris, luego retorna junto a Xul Solar a la Argentina. Ese mismo año, en el mes de octubre, expone en la Galería Witcomb, en forma individual, generando un escándalo, por un lado, sus detractores, acostumbrados a la pintura costumbrista, naturalista que se desarrollaba en el país en ese momento consideraron a las obras como “Una grave ofensa inferida a la dignidad del país”. Por otra parte, los progresistas consideraban a Pettoruti como lo nuevo. Hasta el año 1952 el pintor permaneció en el país.

Regreso a Argentina

En el año 1930 se le ofreció el cargo de director del Museo de Bellas Artes de La Plata, el cual se propuso profesionalizar, aumentando su patrimonio pictórico, comprando obras de artistas como Xul Solar.
Realizó series de pinturas como sus soles, arlequines y copas, siendo de características menos abstractas, teñido de características del retorno al orden, siendo obras más claras y geométricas.

Radicación en Europa

Por desavenencias con el peronismo, renuncia al cargo y en 1952, se instaló nuevamente en Europa realizando exposiciones a lo largo del continente, volviendo a la abstracción con temas como, las noches de verano, el crepúsculo marino, soles ovalados, en palabras de Roger Bissiere el artista aspira a “la certidumbre, el orden, la pureza, la espiritualidad”.
En 1970 decide retornar a su patria pero fallece sin poder lograrlo el 16 de octubre de 1971, en la ciudad de París, víctima de una infección hepato-renal.


                                                                       
                                                             Maximiliano Reimondi


Batalla de Vilcapugio



La Batalla de Vilcapugio fue una contienda librada durante la Guerra de Independencia de la Argentina, en la Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú, en la que las tropas rioplatenses al mando del general Manuel Belgrano fueron derrotadas por las tropas realistas comandadas por el general Joaquín de la Pezuela, el 1 de octubre de 1813.
Luego de los dos triunfos del Ejército del Norte en las batallas de Tucumán y Salta, el gobierno de Buenos Aires instó al general Manuel Belgrano a continuar con la campaña en el Alto Perú. Belgrano, por entonces ya enfermo de paludismo, y con dificultades para abastecer el ejército a su mando con muchos reclutas nuevos y deficiente artillería -pues escaseaban las mulas-acató sin embargo la orden desde su establecimiento en Jujuy.
El ejército armado por Belgrano contaba con el coronel Baltasar Cárdenas, que tenía a su mando a 2000 indios mal organizados y armados, y a las fuerzas de la ciudad de Cochabamba, bajo las órdenes del coronel Cornelio Zelaya. Ambos tuvieron órdenes de sublevar las poblaciones indígenas situadas a espaldas de los realistas. Belgrano, a su vez, sabedor de que el ejército realista no tenía casi mulas para mover su artillería y provisiones, planeaba atacar por el frente, intentando realizar el clásico movimiento de pinzas, con la seguridad de que el general Pezuela no se atrevería a jugarse en una batalla el destino de la campaña.
A fines de septiembre de 1813, el grueso del ejército comandado por Belgrano arribó a la pampa de Vilcapugio, que es una meseta circundada por montañas de altas cumbres, unos 140 km al norte de la ciudad de Potosí. En la aldea de Condocondo, ubicada a orillas del lago Poopó estaban establecidas las tropas realistas al mando del propio de la Pezuela y de su comandante, el salteño Saturnino Castro. Este logró cerrar el paso a las tropas de Cárdenas, cortando así las comunicaciones entre el campamento de Belgrano y las tropas del gobierno de Buenos Aires en Cochabamba. Entre los papeles de Cárdenas, Castro logró secuestrar las instrucciones secretas de Belgrano.
De la Pezuela, que se encontraba en una estricta defensiva debido a la desmoralización de su ejército realista, gracias a los documentos caídos en su poder, se enteró de los planes de Belgrano. Gracias a ello hizo planeó dos posibles opciones militares. Una primera posibilidad era resistir en sus posiciones los esperados ataques de Belgrano y Zelaya, plan que con seguridad a la larga le traería la derrota. Contra todo lo esperado, tomó una segunda opción, y avanzó por las montañas, presentando batalla en Vilcapugio el 1 de octubre.
La lucha tomó por sorpresa a las tropas rioplatenses. Aun así, las secciones veteranas del Ejército del Norte contuvieron e hicieron retroceder el ala izquierda y centro realista, hasta el punto que el mismo Pezuela reconocería en sus partes al virrey de Lima que daba por perdida la batalla, pero su propia ala derecha se mantenía en el campo de acción, y derrotaba a la sección izquierda argentina. Si el Ejército del Norte hubiera continuado la persecución de las deshechas tropas españolas, o atacado la sección del este, que se encontraba en el campo de batalla, la victoria hubiera sido segura.
Pero un toque de reunión, más la llegada de un escuadrón de caballería realista al mando del coronel Saturnino Castro, confundió a los argentinos, quienes se desbandaron. El ejército realista se reorganizó, se adueñó de toda la artillería -incluido su comandante, José Bernaldes Polledo- con la que continuó cañoneando la posición de las pocas tropas de Belgrano que continuaban en el campo de batalla, los cuales debieron procurar salvarse de una completa destrucción. Ante la situación y la sorpresa de Belgrano, el mismo general subió a un morro asido de la bandera y llamó a reunión de su tropa. Únicamente acudieron trescientos. Entre ellos, el mayor general Eustoquio Díaz Vélez, Gregorio Perdiel y Lorenzo Lugones. Por la noche Belgrano pudo evadir a los realistas y emprender la retirada.
Acordó con Díaz Vélez que fuese este quien tomara la ruta hacia Potosí y reuniera a los otros hombres dispersos.
El resultado de la batalla fueron más de 1500 bajas, más de 400 fusiles perdidos y casi todo el parque de artillería.
Con posterioridad, Díaz Vélez se posicionaría en Potosí a la cabeza de un cuerpo de tropas, gran parte de las dispersas luego de Vilcapugio. Belgrano, con el resto del ejército, se ubicó sobre el flanco izquierdo del enemigo. Las tropas se reorganizaban para proseguir la Campaña del Alto Perú, según las órdenes del gobierno de Buenos Aires.
A pesar de que se puede pensar que una fatalidad -la caída de los papeles privados de Cárdenas en manos de Castro-trastocó el plan argentino, no es menos cierto que Belgrano confió demasiado en la supuesta falta de movilidad de su oponente. La ubicación de su campamento tan cerca del de los realistas con demasiada anticipación al resto de sus aliados resultó un error gravísimo, ya que les dio a los españoles la oportunidad de realizar el ataque por sorpresa. Más aún, sabiendo que tres días más le hubieran asegurado rodear el campamento español con la totalidad de sus fuerzas.

                                                                     Maximiliano Reimondi