jueves, 30 de octubre de 2014

José Marrone



José Carlos Marrone (Buenos Aires, Argentina, 25 de octubre de 1915 – Vicente López, Argentina, 27 de junio de 1990)
Hijo de un taxista italiano y una pantalonera de la tienda Gath y Chaves, nació en un caserón de calle Julián Álvarez 1575 —entre Honduras y El Salvador—, del barrio porteño de Palermo. Tuvo una infancia pobre y violenta, debido a los castigos físicos impuestos por su padre, un poco por costumbre y otro porque era un chico rebelde. Su hermano Antonio Nicolás Marrone lo acompañó en todas sus andanzas. Llegó hasta segundo grado del ciclo primario. Fue plomero, carnicero, albañil y levantador de quiniela, antes de sumergirse en cafetines de mala muerte, para rodearse de bataclanas. A estos tipos de lugares —según un reportaje que Marrone concedió a la televisión— se los denominaba «la rascada». Estaban cerca del Tigre y eran llamados así puesto que en esos bodegones o fondas se presentaban durante todo el día sobre un pequeño escenario diferentes números artísticos de comicidad o burlesque, los cuales no eran retribuidos con un sueldo o salario, por lo que los actores «rascaban» durante el día, es decir por la comida que sobraba y les daba el dueño como pago, lo cual podía consistir en un puchero de gallina, un sándwich de milanesa o un plato de polenta. Pero como el tiempo de actuación de los artistas contratados era ininterrumpido —esto es, comenzaban a actuar desde la mañana a altas horas de la noche— y además los números artísticos que había para rotar eran pocos, tal situación les garantizaba a los actores desayuno, almuerzo, merienda y cena.
Fue así como se formó Marrone —a través de horas de trabajo cómico y teniendo que enfrentar en muchos casos un público muy hostil— lo que en el futuro le permitiría desenvolverse con seguridad y solvencia sobre los grandes escenarios revisteriles, haciendo lo que realmente fue: un auténtico payaso e improvisador.
Comenzó trabajando como cómico en el teatro de revistas y en la radio. Más tarde fue la figura estelar de diversos programas televisivos orientados al público infantil, como El circo de Marrone, interpretando al payaso Pepitito. Sus muletillas preferidas eran «¡Che...!», «¡Mamita querida!» (cuando se asustaba) y «me saco el saco y me pongo el pongo».
 Una de las frases populares de Marrone fue:
"Palabras más, palabras menos, un tanto en broma y mucho en serio".
Con Rosa, su primera esposa, tuvo a su hija Coqui. Estando aún casado, en abril de 1950 Marrone se enamoró de la vedette Juanita Martínez (1925-2001), con quien compartió la vida durante los 22 años que vivió la esposa legal de Marrone. Ésta falleció en 1982. Marrone entonces se casó con Martínez, con quien convivió hasta su muerte (de un ataque cardiaco) en su casa de Vicente López (Gran Buenos Aires), el 27 de junio de 1990.
En 2001 Martínez se suicidó, tras una larga lucha contra un cáncer de pulmón. En su mano izquierda tenía una foto de Marrone.

Filmografía
•          1949: Su última pelea
•          1950: La barra de la esquina (Otelo Fatiga Biancchetti)
•          1951: Buenos Aires, mi tierra querida
•          1955: Vida nocturna
•          1961: Rebelde con causa (marinero; primer protagónico)
•          1962: Cristóbal Colón en la Facultad de Medicina (donde trabajó con Juanita Martínez, su amante desde hacía 7 años)
•          1962: El mago de las finanzas (también con Juanita Martínez)
•          1962: La chacota
•          1963: El turista
•          1963: Millonario por un día
•          1965: Alias Flequillo (una de sus películas más recordadas)
•          1966: De profesión sospechosos (con Graciela Borges y Antonio Prieto)
•          1967: La cigarra está que arde
•          1967: Patapúfete (con Pepe Biondi; Marrone hace de sí mismo)
•          1970: Pimienta y Pimentón (Marrone tiene el papel deuterogónico)
•          1971: Balada para un mochilero
•          1972: Todos los pecados del mundo
•          1980: Sujeto volador no identificado (con Ethel Rojo; inconclusa e inédita)
•          1980: Una viuda descocada (de Armando Bó; Marrone hace de Pepe Mangiabróccoli, junto a la Coca Sarli).

Televisión
•          Los trabajos de Marrone (1960/1963)
•          El hogar que nos negamos (1964)
•          El circo de Marrone (1967-1970/1971/1972/1977/1985)
•          Marronadas 66 (1966)
•          Operación Ja Ja (1970)
•          Corrientes y Marrone (1973)
•          El gran Marrone (1974)

Teatro
•          El cabo Scamione (1950) en el Teatro Astral, donde la conoce a Juanita.
•          Vé paisano, llegó Marrone (1950)
•          Miguelito Faringola Boxeador por Carambola (1953), con Juanita, Pepita Muñoz, Félix Mutarelli, Pancho Romano y Oscar Valicelli.
•          La coronación de la risa (1953), compartiendo elenco con Martínez, Tito Lusiardo, y Diana Maggi.
•          Corrientes casi esquina Champs Elysées (1958), con Juanita Martínez, Marcos Zucker, Juan Verdaguer y Vicente Rubino.
•          Esto es Maiporama! (1959), junto Rubino, Martínez, Egle Martin, Argentinita Vélez y Héctor Rivera.
•          Quo Vadis, Arturo (1959), con Rubino, Martínz, Rafael Carret, Nélida Lobato y Pepe Arias.
•          Ritmo 66 (1960) , junto a Juanita y Amelita Vargas.
•          Todo bicho que conintes... va a parar al Otamendi!!! (1960)
•          ¡El que fue a sevilla... perdió su silla! (1960) con Juanita Martínez, Hilda Mayo, Ligia Berg y Rita Varola.
•          Las que defienden al sexo (1964), junto a Juan Verdaguer, Juanita Martínez, Hilda Mayo, Alfredo Barbieri, Vicente Rubino, Julia Alson, Sonia Grey, Rosángela y Susana Rubio.
•          Solo para mayores (1964), con Alfredo Barbieri, Juanita, Virma González, Zulma Faiad, Silvia Scott y Julia Alson.
•          Prohibido (1965), J. Martínez, H. Mayo, Fanny Navarro, V. Rubino, Tito Climent, Norma Pons, entre otros
•          Si no es Maipo, no es revista (1967), con V. Rubino, H. Mayo, las hermanas Pons y Don Pelele.
•          Mujeres 100% (1970), estrenada en el Teatro Maipo, junto a Vicente Rubino, Hilda Mayo, Mimí Pons, Don Pelele, Marcos Zucker y Argentinita Vélez.
•          Las wifanas (1971), con Mariquita Gallegos, H. Mayo, Tito Lusiardo y Juan Carlos Mareco.
•          Buenos Aires al rojo vivo (1972), con Adolfo Stray y Violeta Montenegro.
•          Aleluya Buenos Aires (1975)
•          Teatro de revista con Pepe Marrone (1978)


                                                                                  Maximiliano Reimondi

martes, 28 de octubre de 2014

Alfonsina Storni


La obra literaria de la argentina Alfonsina Storni (1892-1938) ejemplifica una de las más auténticas defensas de la libertad artística e individual. Sin embargo, su vida y obra son usadas por el feminismo radical como mito iconográfico de un activismo resentido contra lo masculino. Su poesía ha sido objeto de una sectaria manipulación ideológica llena de silencios y omisiones. De este modo, el radicalismo feminista ha hecho de la Storni un molde manipulado al gusto de su activismo de género, en el que se enarbola la bandera del odio contra el hombre. En la vida y obra de Alfonsina Storni se conjugan emoción, sentimiento y reflexión. Su poesía es humanamente erótica, anhelante de amor, llena de vivencias, poesía del yo angustiado que se cierra en triste suicidio. Cuando el 25 de octubre de 1938 la Storni se arroja al mar y se quita la vida, entre desengaños y un cáncer de mama, queda atrás una obra literaria donde aparece la mujer, la niña pobre, la madre costurera, la joven obrera en una fábrica de gorras, la cajera de farmacia, la institutriz de niños inadaptados, la madre soltera. Pero queda sobre todo la poeta que como mujer ama, goza, duda y también sufre.
 Alfonsina Storni fue feminista en el más noble sentido de la palabra: buscó la imprescindible igualdad entre hombre y mujer. Tuvo agallas para censurar el doble estándar por el que se exigía la virginidad femenina y no la masculina. Ahí está su poema 'Tú me quieres blanca', heredero del 'Hombres necios' de Sor Juana. Lo mismo ocurre en poemas como 'Hombre pequeñito', 'La que comprende', 'Siglo XX' o 'Veinte siglos', textos todos que apuntan al anhelo de igualdad real para la mujer en la sociedad. Ella misma apoyó los centros feministas, luchó por el derecho al voto y defendió cuestiones que hoy nos parecen obvias. Pero todo lo hizo sin desmerecer el papel del hombre.
 Fue Storni una mujer rebelde para su tiempo, buscadora incansable de la necesaria libertad femenina frente a las imposiciones y prejuicios machistas.
Sin embargo, las críticas del feminismo radical (y el adjetivo es importante) no cesan en su intento de dar una falsa idea de erudición presentando la obra de Storni (y lo mismo de cuantas poetas salgan a su paso) dentro de un galimatías crítico-teórico plagado de pura demagogia: la del enfrentamiento contra "el patriarcado hegemónico transgresor", la de "los eco-feminismos postcoloniales de la otredad", el "desconstruccionismo genérico de subjetividades escriturales feministas", los múltiples ejes de las "interdisciplinariedades de la diversidad", la "coyuntura multicultural femenina" como respuesta a la "presión patriarcal neoliberal y capitalista" que impide la existencia de códigos y "heteronormatividades sexuales", que a su vez se ven filtradas por la ironía que cuestiona tales "cartografías postcoloniales y/o postmodernistas"… y blablabla, blablabla…
 En la Storni está el yo de mujer, el sentimiento encarnado de la hembra que aboga por la igualdad con el varón pero que confiesa también, sin escrúpulos, la necesidad del hombre como compañero. Las radicales feministas del odio, el complejo y el rencor meten a Alfonsina Storni en un saco donde cabe cualquier otra poeta que pinte bien. Y si no, ellas la pintan.
Claro está que en tales lecturas parciales, incompletas y ciegamente demagógicas que se hacen de la poesía de Storni no encontramos nunca aquellos textos donde mujer y hombre aparecen complementados armónicamente. Tampoco se incluyen los textos de la Storni que presenta a la mujer admiradora de la figura masculina, o los que aceptan positivamente el dominio del varón o la supeditación erótica de la mujer. Esos textos no podían encajar en las preestablecidas conclusiones de las tesis feministoides.
Sólo mediante la manipulación del arte puede inventarse una Storni ubicada en las filas del activismo feminista radical. La autenticidad y la originalidad de esta poeta configuran una poética de alto vuelo, poesía que se eleva muy lejos de indeseables agendas extraliterarias y de politiquillas de mediocres falderas y activistas amargadas. Lo justo sería desenmascarar a estas diletantes una por una, con nombres y apellidos, para acabar de una vez con tanta farsa y, sobre todo, para hacer justicia a una auténtica poeta: Alfonsina Storni.

Crítica de la obra de Alfonsina Storni

La obra poética de Alfonsina Storni se divide en dos etapas: a la primera, caracterizada por la influencia de los románticos y modernistas, corresponden La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920) y Ocre (1920).
La segunda etapa, caracterizada por una visión oscura, irónica y angustiosa, se manifiesta en Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Hizo también incursiones en la dramaturgia: en 1927 estrenó en el Teatro Cervantes El amo del mundo y en 1931 aparecieron Dos farsas pirotécnicas, que incluían Cimbellina en 1900 y pico y Polixena y la cocinerita. En 1950 se editó Teatro infantil, pero varias de sus obras para niños permanecen inéditas. En 1936 colaboró en el IV centenario de la fundación de Buenos Aires con el ensayo Desovillando la raíz porteña.
La familia Storni -el padre de Alfonsina y varios hermanos mayores- llegó a la provincia de San Juan desde Lugano, Suiza, en 1880. Fundaron una pequeña empresa familiar, y años después, las botellas de cerveza etiquetadas «Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía», circulan por toda la región.
Hija de un industrial cervecero y cantón italiano del Ticino, Suiza. En 1891 la familia viajó a Suiza y en 1892, el 29 de mayo, nació, en Sala Capriasca, Alfonsina, la tercera hija del matrimonio Storni. Su padre eligió el nombre. Él era un hombre melancólico y raro. Más tarde le diría, Alfonsina, a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez: «me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo».
Alfonsina aprendió a hablar en italiano, y en 1896 vuelven a San Juan, de donde son sus primeros recuerdos. «Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta». En 1901, la familia se trasladó nuevamente, esta vez a la ciudad de Rosario.
Paulina, la madre, abrió una pequeña escuela domiciliaria, y pasa a ser la cabeza de una familia numerosa, pobre y sin timón. Instalaron el «Café Suizo», cerca de la estación de tren, pero el proyecto fracasó. Alfonsina lavaba platos y atendía las mesas a los diez años. Las mujeres comenzaron a trabajar de costureras. Alfonsina decide emplearse como obrera en una fábrica de gorras. En 1907 llega a Rosario la compañía de Manuel Cordero, un director de teatro que recorría las provincias. Alfonsina reemplaza a una actriz que se enferma. Esto la decide a proponerle a su madre que le permita convertirse en actriz y viajar con la compañía. Recorre Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán. Después dirá que representó Espectros, de Henrik Ibsen, La loca de la casa, de Benito Pérez Galdós, y Los muertos, de Florencio Sánchez.
Cuando volvió a Rosario se encuentra con que su madre se ha casado y vive en Bustinza. La poeta decide estudiar la carrera de maestra rural en Coronda, y allí recibe su título profesional. Gana un lugar sobresaliente en la comunidad escolar, consigue un puesto de maestra y se vincula a dos revistas literarias, Mundo Rosarino y Monos y Monadas. Allí aparecen sus poemas durante todo ese año y, si bien no hay testimonio de ellos, se sabe de otros publicados al año siguiente en Mundo Argentino, y que tienen resonancias hispánicas.

Poeta en Buenos Aires

En 1911 se traslada a Buenos Aires, al año siguiente nace su hijo Alejandro, sin padre conocido. Eso la define como mujer que se enfrenta radicalmente a la sociedad. La inquietud del rosal se publica, a pesar de las penurias económicas, en 1916. Trabaja como cajera en una tienda y en la revista Caras y Caretas. Se relaciona con José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Ugarte. Con estos dos últimos su amistad es más profunda. Su situación económica mejora. Hace frecuentes viajes a Montevideo, donde conoce a la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou y al que será su gran amigo, el escritor también uruguayo Horacio Quiroga.
Amado Nervo, el poeta mexicano paladín del modernismo junto con Rubén Darío, publica sus poemas también en Mundo Argentino, y esto da una idea de lo que significaría para ella, una muchacha desconocida, de provincia, el haber llegado hasta aquellas páginas. En 1919 Nervo llega a la Argentina como embajador de su país, y frecuenta las mismas reuniones que Alfonsina. Ella le dedica un ejemplar de La inquietud del rosal, y lo llama en su dedicatoria «poeta divino». Vinculada entonces a lo mejor de la vanguardia novecentista, que empezaba a declinar, en el archivo de la Biblioteca Nacional uruguaya, hay cartas al uruguayo José Enrique Rodó, otro de los escritores principales de la época, modernista, autor de Ariel y de Los motivos de Proteo, ambos libros pilares de una interpretación de la cultura americana. El uruguayo escribía, como ella, en Caras y Caretas y era, junto con Julio Herrera y Reissig, el jefe indiscutido del, ese momento, nuevo pensamiento en el Uruguay. Ambos contribuyeron a esclarecer los lineamientos intelectuales americanos a principios de siglo, como lo hizo también Manuel Ugarte, cuya amistad le llegó a Alfonsina junto con la de José Ingenieros.
Su voluntad no la abandona, y sigue escribiendo. En mejores condiciones publica El dulce daño, en 1918. También en 1918 Alfonsina recibe una medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas, junto con Alicia Moreau de Justo y Enrique del Valle Iberlucea. Años atrás, cuando empezó la guerra, Alfonsina había aparecido como concurrente a un acto en defensa de Bélgica, con motivo de la invasión alemana. Mantiene sus visitas a Montevideo, donde hasta su muerte frecuentará amigos uruguayos. Juana de Ibarbourou lo contó años después de la muerte de la poetisa argentina:
«Su libro Languidez, de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura. Alfonsina también, en 1920, vino por primera vez a Montevideo. Era joven y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante, a veces muy aguda, a veces también sarcástica. Levantó una ola de admiración y simpatía… Un núcleo de lo más granado de la sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina».

Un nuevo camino para la poesía

El 20 de marzo de 1927 se estrena su obra de teatro El amo del mundo, que despertaba las expectativas del público y de la crítica. El día del estreno asistió el presidente Alvear con su esposa, Regina Pacini. Al día siguiente la crítica se ensañó con la obra, y a los tres días tuvo que bajar de cartel. El diario Crítica tituló «Alfonsina Storni dará al teatro nacional obras interesantes cuando la escena le revele nuevos e importantes secretos». La escritora se sintió muy dolida por su fracaso, y trató de explicarlo atribuyéndole la culpa al director y a los actores.

Años de equilibrio

Alfonsina intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y su participación en el gremialismo literario fue intensa. En 1928 viajó a España en compañía de la actriz Blanca de la Vega, y repitió su viaje en 1931, en compañía de su hijo. Allí conoció a otras mujeres escritoras, y la poeta Concha Méndez le dedica algunos poemas. En 1932, publicó sus Dos farsas pirotécnicas: «Cimbelina en 1900 y pico» y «Polixena y la cocinerita». Colabora en el diario Crítica y La Nación; sus clases de teatro son la rutina diaria.
En 1931, el Intendente Municipal nombró a Alfonsina jurado y es la primera vez que ese nombramiento recae en una mujer. Alfonsina se alegra de que comiencen a ser reconocidas las virtudes que la mujer, esforzadamente, demuestra.
Varios viajes a Europa (1930 y 1934) motivaron una evolución hacia un lirismo libre de moldes formales, dramático y descarnado y de una audacia erótica insólita para la época, con nuevas meditaciones feministas: Mundo de siete pozos, 1934 y Mascarilla y trébol. En la Peña del café Tortoni conoció a Federico García Lorca, durante la permanencia del poeta en Buenos Aires entre octubre de 1933 y febrero de 1934. Le dedicó un poema, «Retrato de García Lorca», publicado luego en Mundo de siete pozos 1934. Allí dice: «Irrumpe un griego /por sus ojos distantes (…). Salta su garganta /hacia afuera /pidiendo /la navaja lunada /aguas filosas (…). Dejad volar la cabeza, /la cabeza sola /herida de hondas marinas /negras…».
El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama.
En 1936 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedica un poema de versos conmovedores y que presagian su propio final.

El final

El veintiséis de enero de 1938, en Colonia, Uruguay, Alfonsina recibe una invitación importante. El Ministerio de Instrucción Pública ha organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetisas americanas del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. La invitación pide «que haga en público la confesión de su forma y manera de crear». Tiene que prepararse en un día y, llena de entusiasmo, escribe su conferencia sobre una valija que ha puesto en las rodillas. Divertida, encuentra un título que le parece muy adecuado: «Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj».
Hacia mitad de año apareció Mascarilla y trébol y una Antología poética con sus poemas preferidos. Los meses que siguen fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad. El 23 de octubre de 1938 viajó a Mar del Plata y hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa. A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América». A su entierro asistieron los escritores y artistas Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, López Buchardo y muchos más. Fue sepultada en el Cementerio de la Chacarita.
Actualmente se erige un monumento en la costa de Mar del Plata que la recuerda.


                                                                              Maximiliano Reimondi

martes, 21 de octubre de 2014

Héctor Tizón


Héctor Tizón (Yala, Jujuy 21 de octubre de 1929 - Jujuy, 30 de julio de 2012)

Biografía

Entre 1943 y 1948 vivió en Salta, donde cursó el secundario y publicó sus primeros cuentos en el diario El Intransigente. Formó parte del grupo regional La Carpa grupo formado en la década de 1940 por las provincias del noroeste argentino.
En 1949 se radicó en La Plata. Diplomado en Derecho en el año 1953, inició en 1958 su carrera diplomática. Fue agregado cultural en México, donde se vinculó con los escritores Juan Rulfo, Ernesto Cardenal, Ezequiel Martínez Estrada, Augusto Monterroso y Tomás Segovia, y cónsul en Milán.
Abandonó la diplomacia en 1962 y, de regreso en Argentina, desempeño brevemente el cargo de ministro de Gobierno, Justicia y Educación.
Dirigió el diario Proclama. En 1976 se exilió en España, donde trabajó en editoriales, diarios y revistas.
Afiliado a la Unión Cívica Radical, representó como convencional a su provincia en la Convención Nacional que reunida en Santa Fe sancionó la reforma constitucional de 1994 integrando el bloque radical presidido por Raúl Alfonsín. A mediados de la década de 1990, a instancias de la minoría radical, la legislatura jujeña lo designa Juez del Superior Tribunal de Justicia, como Juez Decano, y vicepresidente del cuerpo.
Viajó largamente por el mundo; como embajador de 1958 a 1962, como exiliado de 1976 a 1982, pero "su lugar en el mundo", al que volvía una y otra vez, fue Yala, provincia de Jujuy, donde se radicó tempranamente cuando su padre fue nombrado jefe de la estación local.
Su primer libro fue publicado en México en 1960, A un costado de los rieles. Parte de su obra, siempre fiel a sus raíces y su lugar de origen con sus mitos e historias, ha sido traducida al francés, inglés, ruso, polaco y alemán. Su obra ha sido distinguida con varios premios,[3] incluyendo el «Konex de Brillante», así como con los de «Consagración Nacional», Academia de Letras, «Gran Premio de Honor» de la Sociedad Argentina de Escritores, y del Fondo Nacional de las Artes; fue declarado ciudadano ilustre y recibió una medalla por su trayectoria, labor y virtud de su extensa obra de gran importancia para la literatura universal.[4]
Recibió la condecoración de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en Francia, el Premio Dos Océanos en 1999 por Luz de las crueles provincias, otorgado por el festival de Biarritz Cinémas et Cultures de l´Amerique Latine, el Gran Premio de Honor de la SADE en 1997 y el Premio Konex de Brillante a las Letras de Argentina en 2004.
Estaba casado con la filóloga Flora Guzmán.
Una calle de Palpalá, Jujuy, lleva su nombre.

Obras

A un costado de los rieles (1960) Relatos
Fuego en Casabindo (1969) Novela
El traidor venerado (1978) Relatos
La España borbónica (1978) Ensayo
La casa y el viento (concluido en España en 1982, publicado en Argentina en 1984) Novela
Recuento (1984) (antología personal) Relatos
El viaje (1988) Novela
El hombre que llegó a un pueblo (1988) Novela breve
El gallo blanco (1992) Cuentos
Luz de las crueles provincias (1995) Novela
La mujer de Strasser (1997) Novela
Tierras de frontera (1998) Ensayo
Obra completa (1998)
Extraño y pálido fulgor (1999) Novela
El viejo soldado (escrito en el exilio, publicada en 2002) Novela
La belleza del mundo (2004) Novela
No es posible callar (2004) Ensayos
Cuentos completos (2006)
El resplandor de la hoguera (2008) Memorias
Memorial de la Puna.

La Puna como lenguaje

En un artículo, se explicó refiriéndose a la obra de Tizón: "El paisaje no es el marco que encuadra la historia o los personajes; el paisaje es la historia misma, porque así como el personaje engendra el paisaje, en un movimiento de endogénesis, también los personajes y sus historias sólo pueden ser concebidos en ese paisaje".
Si bien en la obra de Tizón existen situaciones que se dan en lugares puntuales como la Puna de Atacama, las historias que en sus textos se cuentan exceden cualquier regionalismo y folclore, centrándose más bien en los problemas universales del hombre, esto es, la vida, la muerte, el amor, el sentido de la amistad, el odio, etcétera.
                                                                 Maximiliano Reimondi


lunes, 6 de octubre de 2014

Nicolás Avellaneda


Nicolás Remigio Aurelio Avellaneda (San Miguel de Tucumán, 3 de octubre de 1837 - alta mar, 25 de noviembre de 1885)
Hijo de Marco Manuel de Avellaneda, y Dolores de Silva y Zavaleta, su hermano Marco Aurelio Avellaneda fue un destacado legislador y ministro de la nación en tres oportunidades.
Comenzó en el periodismo como colaborador del diario El Comercio del Plata, que fundara Florencio Varela y también en la redacción de El Nacional, desde 1859 a 1861.
En Buenos Aires se desempeñó, a partir de 1860, como profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires, siendo recordado como un excelente docente y mejor expositor.
En 1865 publicó su libro Estudio sobre las leyes de Tierras, ensayo que versa sobre los derechos de propiedad de los predios rurales.
También fue legislador y ministro de gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

Ministro del Presidente Sarmiento

Al asumir Domingo Faustino Sarmiento como Presidente de la Nación Argentina lo nombró Ministro de Justicia e Instrucción Pública, cargo que desempeñó con gran destreza, entre el 12 de octubre de 1868 hasta el 23 de noviembre de 1874.
Avellaneda participó de las ideas sarmientinas respecto de la educación popular, al que consideró el verdadero basamento para el afianzamiento de la democracia de los pueblos. Durante su ministerio se fundaron las primeras escuelas normales para la formación de maestros de Argentina y se reorganizó también el sistema de enseñanza primaria.
Presidencia de Avellaneda
El 14 de abril de 1874, en medio de una gran tensión política, se realizaron elecciones en las que la fórmula encabezada por Avellaneda se impuso sobre la encabezada por Bartolomé Mitre, quien sólo triunfó en Buenos Aires, Santiago del Estero y San Juan.
Avellaneda fue el tercer y último mandatario del período denominado de las presidencias históricas argentinas. Como presidente compartió con sus antecesores un mismo proyecto de país que resultó fundacional para el estado argentino y que se basó en tres metas: “nación, constitución y libertad”. La nación entendida como la entidad superior que unificó a todas y cada una de las provincias en un estado común. La constitución como un catálogo de derechos que regulan las relaciones de las personas y limita a los tres poderes de estado. La libertad como principio básico del liberalismo.
Políticamente opuesto a las aspiraciones autonomistas de la provincia de Buenos Aires, asumió la presidencia el 12 de octubre de 1874, en medio de acusaciones de fraude y enfrentando una revolución liderada por Bartolomé Mitre, que sofocó en pocos meses.

La economía y la crisis

El permanente déficit presupuestario y la urgencia de afrontar el pago de las deudas públicas fue la causa de la sanción, a principios de 1875, de una Ley de Aduanas que aumentaba un 40 % los derechos de importación de productos industriales. A fines de 1875 se hizo evidente la crisis financiera del gobierno, causada por los desmanejos financieros del gobierno y por la baja de los precios de las materias primas en el mercado mundial. El Banco Nacional fue utilizado para solventar parte de las necesidades de fondos del gobierno nacional, pero para ello debió acudir, a su vez, a un crédito tomado al Banco de la Provincia de Buenos Aires.
Finalmente, tras buscar infructuosamente otras salidas, el presidente se decidió a una reducción masiva del gasto público, despidiendo 6000 empleados públicos y bajando los sueldos en un 15 %. En un discurso muy conocido, afirmó que
Hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros.
No todos estaban de acuerdo con esa solución; existía una fracción del autonomismo –en que sobresalían Dardo Rocha, Miguel Cané, Carlos Pellegrini y Vicente Fidel López– que durante sucesivas discusiones parlamentarias a lo largo del año 1875 propusieron alguna forma de proteccionismo para promover la industrialización, para que el país dejara de depender de las exportaciones de productos primarios y las importaciones de productos industriales. Tras un período durante el cual tuvieron alguna acogida en la prensa, sus propuestas terminarían por ser dejadas de lado ante la progresiva solución de la crisis. Solución que sólo en parte se debió a la austeridad gubernamental: fue el aumento del precio de la lana el que revirtió el déficit comercial.
Apenas tuvo en claro que se estaba saliendo de la crisis, el presidente propuso una Ley de Inmigración y Colonización –la Ley Avellaneda– que promovía activamente un ingreso de personas que hasta entonces era un proceso caótico. Por la misma, se garantizaba a los inmigrantes el alojamiento en el puerto de llegada y en el punto del interior en que decidieran radicarse, y se les facilitaba conseguir su primer trabajo. Se produjo un nuevo aumento del número de inmigrantes, que se instalaron en las colonias agrícolas de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba –e incluso unas pocas en Buenos Aires– en mayor proporción que hasta entonces.
Avellaneda fue el más claro realizador de las ideas del fomento de la inmigración, en especial la europea, que la Constitución de 1853, definió en su famosa "cláusula del progreso". Compartía ese mismo ideario con el politólogo Juan Bautista Alberdi, sostenedor de la frase En América gobernar es poblar y también con su antecesor en el cargo del Poder Ejecutivo Nacional, el expresidente Sarmiento.
En 1876 se realizó el primer embarque de carne congelada hacia Europa, y al año siguiente las primeras exportaciones de cereales. Estas actividades irían creciendo gradualmente hasta convertirse en los dos renglones más importantes de las exportaciones argentinas a partir de la década de 1890.
En 1875 se inauguró la primera Exposición Rural de Buenos Aires, organizada por la Sociedad Rural Argentina, que ha sido continuada anualmente hasta la actualidad. Como consecuencia –y también como condición necesaria– de esa expansión agrícola, la extensión de la red ferroviaria tuvo un gran impulso durante al gobierno de Avellaneda, llegándose a los 2516 kilómetros al final de su mandato, lo que equivale a un aumento del 89 % en seis años. El propio presidente inauguró el ramal hasta San Miguel de Tucumán –iniciado durante la presidencia de Sarmiento– y se extendieron los dos ferrocarriles de la provincia de Buenos Aires: el Oeste y el Sur. También se extendió el ramal que debía ir hacia Chile, llegando hasta Villa Mercedes, en San Luis.

La Conciliación de los Partidos

Al asumir el mando, Avellaneda había nombrado un gabinete formado por cuatro provincianos y un porteño, Adolfo Alsina, que ejercía como Ministro de Guerra.
En 1875, una turba de anticlericales y masones saqueó e incendió la Iglesia del Salvador, de los padres jesuitas. Era una manifestación violenta del crecimiento del anticlericalismo en las clases sociales más altas, en parte provocada por el conocido catolicismo del presidente.
También a principio de ese año se produjeron las elecciones de gobernador en Buenos Aires, en las que el mitrismo se negó a participar; en cambio se enfrentaron dos sectores del autonomismo: uno, sostenido por el presidente, llevó como candidato a Carlos Casares, un estanciero propenso a acercar posiciones con el mitrismo que derrotó al sector más radicalizado, en que figuraban Dardo Rocha, Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem.
Ante la perspectiva de un enfrentamiento permanente con el mitrismo, Avellaneda prefirió pactar con él. Amnistió a los jefes militares de la revolución del 74, incluyó nombres de ese partido en las listas autonomistas para las elecciones de diputados, y en los sucesivos recambios de ministros prefirió nombrar a los amigos de Mitre. Uno estos, Saturnino Laspiur, fue nombrado ministro del Interior. En las elecciones porteñas de 1878, la lista de la Conciliación llevó a la gobernación a un autonomista muy cercano al mitrismo, Carlos Tejedor.
Sin embargo, la muerte del ministro Alsina en enero de 1878 inició el distanciamiento de ambos partidos. La intervención del presidente a favor del gobernador riojano —a mediados de ese año— causó la renuncia de Laspiur, junto al cual se retiraron los demás mitristas. Buscando ampliar sus apoyos, el presidente acudió a Sarmiento, quien fue sucesivamente ministro del Interior y de Relaciones Exteriores, pero finalmente se decidió a apoyarse exclusivamente en su partido y en la Liga de Gobernadores; ésta pasó a llamarse oficialmente Partido Autonomista Nacional. Por su parte, Mitre anunció la creación oficial del Partido Nacionalista. El general Gainza y el gobernador Tejedor se incorporaron al Partido Nacionalista.

La Conquista del Desierto

En 1867 se había promulgado la Ley 215, que ordenaba al gobierno nacional llevar las fronteras al Río Negro; no pudo tener aplicación debido a la Guerra del Paraguay.
La ofensiva contra los indígenas debió esperar hasta el año 1872; ante las señales de que se planeaban ataques contra sus tolderías, el cacique mayor Calfucurá ordenó el malón más grande de la historia, que –en marzo de ese año– atacó y saqueó gran parte del centro de la provincia de Buenos Aires. Una rápida reacción del general Rivas con apoyo de indígenas ranqueles le permitió una completa victoria en la batalla de San Carlos.
A partir de entonces, favorecido el gobierno nacional por la muerte de Calfucurá, se inició una serie de avances en la frontera, especialmente en el oeste de Buenos Aires. A principio de 1876, los caciques Juan José Catriel y Manuel Namuncurá –hijo y sucesor de Calfucurá— lanzaron otro gran malón sobre el sur de la Provincia de Buenos Aires.[18]
El ministro Alsina lanzó entonces una agresiva campaña para ocupar el oeste de la provincia: a lo largo de 1876 avanzó con cinco columnas paralelas sobre los principales asentamientos de avanzada de los indígenas, ocupándolos. Para evitar nuevas incursiones, ordenó la construcción de la llamada Zanja de Alsina: una línea de fortines unidos por una zanja de 3,50 metros de ancho por 2,60 metros de profundidad, que sirvió como límite para los territorios sin conquistar de 374 km entre Italó –en el sur de Córdoba– y Nueva Roma, a corta distancia de Bahía Blanca .[19] [20]
Sin darse cuenta, al tomar las lagunas del oeste, Alsina destruyó las bases de la prosperidad de los indígenas, ya que las lagunas ocupadas eran utilizadas para mantener alimentados a sus caballos y para engordar los animales arreados por los malones; por otro lado, en esos años la población indígena fue atacada por una epidemia de viruela que costó la vida a miles de ellos.[21]
Tras la muerte de Alsina, Avellaneda nombró en su reemplazo al general Julio Argentino Roca, que había criticado la supuesta actitud defensiva de Alsina. En contraste con su antecesor, que había intentado incorporar a los indígenas a la civilización occidental, Roca creía que la única solución contra la amenaza de los indígenas era su sometimiento, su expulsión o su eliminación. En base a esa premisa propuso un proyecto de ley para ocupar todo el territorio indígena hasta los ríos Negro y Neuquén en dos años. La ley fue sancionada el 4 de octubre de 1878, acordando 1 700 000 pesos al proyecto, cuando el plan ya estaba en marcha.[22]
A lo largo del año 1878 se lanzaron sucesivas ofensivas sobre las posiciones indígenas, causando centenares de bajas a las fuerzas de Namuncurá y la captura de los temidos caciques ranqueles Pincén, Catriel y Epumer. Unos 4000 indígenas –en su mayoría mujeres y niños– fueron capturados en estas campañas.[23]
El 11 de octubre de 1878, mediante la Ley 954, se creó la Gobernación de la Patagonia, con sede en Mercedes de Patagones, actual Viedma, cuyo primer gobernador fue el coronel Álvaro Barros; su jurisdicción alcanzaba hasta el cabo de Hornos.[24]
En abril de 1879 se lanzó el ataque final: cinco divisiones que sumaban 6000 hombres –incluyendo 820 indígenas aliados – avanzaron en abanico hacia el río Negro; el ministro Roca festejó el 25 de mayo en la isla Choele Choel.[25] De acuerdo a la Memoria presentada por el ministro de Guerra, 1313 indios de lanza resultaron muertos y 1271 tomados prisioneros; cinco caciques principales fueron tomados prisioneros y uno fue muerto; 10 513 indios de chusma –mujeres y niños– fueron tomados prisioneros, y otros 1049 fueron reducidos.[26]
Así la presidencia de Avellaneda iniciaba la integración geopolítica de aproximadamente un tercio de la actual superficie continental de Argentina.
Luego de la culminación de las exitosas expediciones, la Argentina logró incorporar definitivamente a su soberanía territorial toda la pampa y la Patagonia. Asimismo millones de hectáreas pudieron comenzar a ser utilizadas por la población de raza blanca, formándose pueblos, puertos, estancias, al fomentarse el progreso a través del establecimiento del avance de las comunicaciones, los caminos, las postas y los telégrafos.

La revolución de 1880

Tras el fracaso de la Conciliación, los nacionalistas promovieron la candidatura presidencial de Tejedor, que contaba con el respaldo de Buenos Aires y algunos apoyos provinciales. Tras la muerte de Alsina –candidato natural de los autonomistas– el único personaje suficientemente prestigioso en ese partido era el general Roca, que fue propuesto como candidato por su cuñado, el gobernador cordobés Miguel Juárez Celman, y en Buenos Aires por el médico Eduardo Wilde; pronto tuvo el apoyo de la mayor parte de los gobernadores.
Poco antes, Avellaneda había propuesto la federalización de la ciudad de Buenos Aires como solución definitiva a la "cuestión capital". Gran cantidad de porteños compraron armas y formaron una fuerza militar de voluntarios en el Tiro Federal, mientras Tejedor ordenó la formación de milicias provinciales. Avellaneda respondió prohibiendo por decreto, crear cuerpos armados voluntarios provinciales.
Tras una agresiva manifestación porteña que estuvo a punto de atacar la Casa Rosada, el 17 de febrero Tejedor se reunió con Avellaneda, que se comprometió a no ocupar la capital con el Ejército.
El 11 de abril se realizaron las elecciones para presidente, de las que surgió una amplia victoria para los electores de Roca, excepto en Buenos Aires y Corrientes. Tejedor ofreció a Roca que ambos renunciaran a sus respectivas candidaturas, lo que fue declinado por Roca. El desembarco de 3500 fusiles y miles de municiones en el Riachuelo causó un tiroteo entre fuerzas porteñas y nacionales.
El 13 de junio, Avellaneda decretó el traslado del gobierno federal al pueblo de Belgrano como capital provisional, y el Senado y parte de la Cámara de Diputados se trasladaron allí. Ese mismo día se reunió el Colegio Electoral, que eligió presidente al general Roca.
Cuatro días más tarde comenzaron los combates; tras dos batallas sobre el Riachuelo, las fuerzas porteñas lograron detener por tercera vez a las nacionales en los Corrales, pero terminaron por retirarse ante la amenaza de un nuevo ataque.
Se habían producido unos 3000 muertos, y la situación de Buenos Aires era desesperada: apenas contaba con 4000 hombres y las fuerzas nacionales seguían avanzando, de modo que Tejedor encargó a Mitre negociar con el presidente. El día 25 de junio se firmó un acuerdo que incluía una amplia amnistía, la renuncia de Tejedor, el reconocimiento de la elección presidencial de Roca y la federalización de Buenos Aires si el Congreso así lo decidía. Las milicias fueron desarmadas, y Tejedor renunció el día 30.

La solución de la Cuestión Capital

El 24 de agosto el presidente envió el proyecto de ley para federalizar la ciudad de Buenos Aires, que fue sancionada el 21 de septiembre.
El 12 de octubre de 1880, el general Julio Argentino Roca asumió la presidencia de la Nación, iniciando el período de la República Conservadora. Todavía faltaba –de acuerdo con lo establecido por la reforma constitucional de 1860– la aprobación de la federalización por parte de la legislatura porteña. Ésta inició el debate el 12 de noviembre, destacándose en su defensa el diputado, periodista y poeta José Hernández, mientras que el principal opositor fue Leandro N. Alem, ambos autonomistas. El 25 de noviembre la Ley fue aprobada por mayoría.
La desvinculación política de la capital con la provincia en la que se asentaba había sido una aspiración constante de las provincias argentinas —con excepción de la de Buenos Aires, que reaccionó enérgicamente ante la medida— durante todo el proceso de formación del estado argentino.
Murió en alta mar, de regreso de un viaje a Europa, el 25 de noviembre de 1885. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta.

                                             Maximiliano Reimondi


domingo, 5 de octubre de 2014

Ágatha Christie



Ágatha Mary Clarissa Miller, DBE (Torquay, 15 de septiembre de 1890Wallingford, 12 de enero de 1976), más conocida como Ágatha Christie, fue una escritora británica especializada en el género policial, por cuyo trabajo tuvo reconocimiento a nivel internacional. Además de 66 novelas policiales, también publicó seis novelas rosas bajo el seudónimo de Mary Westmacott y 14 historias cortas e incursionó exitosamente como autora teatral, con obras como La ratonera o Testigo de cargo.
Nacida en una familia de clase media alta, recibió una educación privada hasta su adolescencia y estudió en diversos institutos de París. Mientras se desempeñaba como enfermera durante la Primera Guerra Mundial, publicó su primera novela, El misterioso caso de Styles (1920), donde introdujo por primera vez el personaje del detective Hércules Poirot. Su aparición fue continuada por la de Miss Marple, y Tommy y Tuppence Beresford.
En 1914, había contraído matrimonio con Archibald Christie, de quien se divorció en 1928. Sumida en una larga depresión, en 1926 desapareció misteriosamente luego de que su coche apareciera abandonado cerca de la carretera. Once días más tarde fue hallada con un posible cuadro de amnesia en un hotel bajo el nombre de una amante de su marido. En 1930 se casó con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó en todos sus viajes a Irak y Siria, donde pasó largas temporadas. Sus estadías ahí inspiraron varias de sus novelas posteriores como Asesinato en Mesopotamia (1930), Muerte en el Nilo (1936) y Cita con la muerte (1938). Muchas de sus obras fueron adaptadas al teatro y al cine con relevante aceptación. Fue designada Comendadora de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II en 1971.
El Libro Guinness de los Récords calificó a Christie como la novelista más vendida de todos los tiempos. Sus cuatro mil millones de novelas vendidas conforman una cifra solamente equiparable con la de William Shakespeare y la Biblia. Según el Index Translationum, Christie es la autora individual más traducida con ediciones en al menos 103 idiomas. En 2013, su obra El asesinato de Roger Ackroyd fue votada como la mejor novela de crimen de todos los tiempos por 600 pares de la Asociación de Escritores de Crimen.


                                                                                                                                                                       Maximiliano Reimondi
Era espacial       



La Era espacial es el período que comprende las actividades relacionadas con la Carrera espacial, la exploración espacial, la tecnología espacial y los desarrollos culturales influidos por estos acontecimientos. Se inició con el desarrollo de muchas tecnologías que culminaron el 4 de octubre de 1957, con el lanzamiento de Sputnik I por la Unión Soviética, que fue el primer satélite artificial, orbitaba a la Tierra en 98 minutos, tenía un peso aproximado de 80 kg; reingresó a la Tierra el 4 de enero de 1958. El lanzamiento del Sputnik I desembocó en una nueva era de logros políticos, económicos y tecnológicos que acabaron tomando el nombre de Era espacial.
La Era espacial se caracterizó por el desarrollo rápido de nuevas tecnologías en la llamada Carrera espacial, mantenida entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Se hicieron avances rápidamente en misilería, ciencia de materiales, informática y muchas otras áreas. Gran parte de la tecnología desarrollada originalmente para aplicaciones espaciales ha sido aplicada a otros usos. Hoy, el término "Era espacial" todavía tiene connotaciones de novedad e innovación. La Era espacial alcanzó su auge con el programa Apolo, que sirvió de alimento a la imaginación de buena parte de la población mundial. El aterrizaje del Apolo XI fue un acontecimiento que vieron más de 500 millones de personas a lo largo del globo terráqueo, y está ampliamente reconocido como uno de los momentos clave del siglo XX. Desde entonces, y con el fin de la carrera espacial debido al hundimiento de la Unión Soviética, la atención del público se ha desplazado a otras áreas. Durante la década de 1990, los fondos destinados al ámbito espacial decayeron súbitamente tras la desintegración de la unión Soviética, dado que la NASA no tenía competencia directa. Además, la percepción pública de los peligros y el coste de la exploración espacial en los Estados Unidos se vio gravemente afectada por el desastre del Challenger de 1986. Desde entonces la participación en lanzamientos espaciales ha implicado a más gobiernos y a los intereses comerciales. Desde la década de 1990, el período actual ha recibido el nombre de Era de la información, más que Era espacial, dado que las tecnologías relacionadas con la exploración espacial han pasado a ser algo común para una parte significativa del público. A principios del siglo XXI, se impulsó la competición Ansari X-Prize para ayudar al desarrollo de la exploración espacial comercial. El premio fue obtenido por Space Ship One en 2004, que pasó a ser el primer vehículo espacial no subvencionado por ningún gobierno. En la actualidad, muchos países no tienen programas espaciales. Hay muchos satélites con propósitos científicos y comerciales en uso, y muchos países albergan planes de enviar humanos en órbita.


                                                                                 Maximiliano Reimondi