Joseph Conrad
Józef Teodor Konrad Korzeniowski (Berdyczów, entonces
Polonia, actual Ucrania, 3 de diciembre de 1857 – Bishopsbourne, Inglaterra, 3
de agosto de 1924)
Al tomar la nacionalidad británica adoptó el de Joseph
Conrad. Nació el 3 de diciembre de 1857, en el seno de una familia de la baja
nobleza en Berdyczew, Podolia, hoy situada en Ucrania y por entonces en la
Polonia ocupada por los rusos. Su padre combinaba la actividad literaria como
escritor y traductor de Shakespeare y de Víctor Hugo con el activismo político
al servicio del movimiento nacionalista polaco por el que sufrió una condena a
trabajos forzados en Siberia. La madre de Josef murió de tuberculosis durante
los años de exilio, y cuatro años más tarde el padre, al que se le había permitido
volver a Cracovia.
Al quedar huérfano a los doce años, Conrad hubo de
trasladarse a la casa de su tío Thaddeusa a Lvov, ciudad entonces bajo
administración del imperio austro-húngaro, y luego a Cracovia donde estudió
secundaria. Pero a los 17 años, hastiado de la vida estudiantil, viajó hasta
Italia y luego a Marsella para terminar enrolándose como marinero a bordo del
buque "Mont Blanc" (1875). Esa experiencia cambiaría su vida ya que
con ella nacería una pasión, que no abandonó jamás, por la aventura, por los
viajes, por el mundo del mar y por los barcos.
De los siguientes cuatro años apenas se conocen datos. De
esa etapa, que él se empeñó siempre en mantener en penumbra, se ha documentado,
no obstante, un viaje por el Caribe, su apoyo activo al legitimismo
bonapartista, cierto asunto de contrabando de armas a favor de los carlistas
españoles (del que extrajo algún pasaje para su relato de El tremolino) y,
según parece, hasta un intento de suicidio por razones amorosas.
En 1878, para escapar al reclutamiento militar ruso, se
trasladó a Inglaterra, trabajando como tripulante en barcos de cabotaje en los
puertos de Lowestof y Newcastle, ocupando sus ratos libres a bordo con una
afición un tanto sorprendente para un joven marinero extranjero, la lectura de Shakespeare,
lo que le permitió ya a los 21 años un amplio dominio del idioma inglés, lengua
en la que escribió toda su obra y en la que se consagraría como uno de sus
autores clásicos. En palabras de Javier Marías, "el inglés de Conrad se
convierte en una lengua extraña, densa y transparente a la vez, impostada y
fantasmal, (...) utilizando las palabras en la acepción que les es más
tangencial y por consiguiente en su sentido más ambiguo".
Tras obtener la nacionalidad inglesa, pudo presentarse a los
exámenes de aptitud de oficial de la marina mercante británica, navegando en el
"Duke of Sutherland", "Highland Forest", "Loch
Etive", "Narcissus" y "Palestine" y luego obtuvo el
título de capitán, cargo que desempeñó en los barcos "Torrens" y
"Otago", éste último de bandera australiana.
En el último cuarto del siglo XIX, al llegar el Imperio
británico a su máxima expansión, las necesidades del comercio a gran escala y a
larga distancia por vía marítima entre la metrópoli y el rosario de colonias,
factorías y puertos que se extendía por todas las costas del mundo, junto con
las nuevas tecnologías de la siderurgia y el perfeccionamiento de la máquina de
vapor, produjo una crisis en la técnica secular de la navegación impulsada por
el viento, debido a que los barcos de vela, pese al romántico canto de cisne de
los rápidos clíperes, era incapaz de competir en velocidad, capacidad de carga
y mayor fiabilidad del transporte en los grandes vapores de acero. Enfrentado a
la encrucijada de esos dos mundos que se cruzan sin comprenderse e ignorándose,
uno, el dominado por el imprevisible capricho del viento, el de la dura y
secular técnica de la navegación a vela que tan magistralmente aparece descrita
en "El bello arte" y, el otro, el de la esclavitud por la tiranía de
la puntualidad y la deshumanización de la vida a bordo, Conrad toma partido
ardiente por el primero, aún sabiendo que está irremisiblemente condenado a
sucumbir legándonos, ese es su mayor valor, esa irrepetible galería de tipos
humanos, armadores, oficiales, capitanes, marineros, etc., que lo han
convertido en uno de los clásicos de la literatura del mar, a la altura de
Melville y Stevenson. Como reconoce en el prólogo a la edición de El espejo del
mar, fue gracias al bagaje vital adquirido durante sus años como marino, los
episodios vividos durante esa época, los tipos humanos que pudo conocer y las
historias que oyó en puerto o durante las tediosas horas a bordo, los que
modelaron ese universo geográfico y moral en el que el individuo aparece
confrontado en solitario a las fuerzas desatadas de una naturaleza hostil o
amenazadora, junto a una fuerte carga de pesimismo respecto a la condición
humana y en relación al papel de la civilización, esto último objeto de su
relato El corazón de las tinieblas, en el que narra de forma oblicua las
atrocidades que se estaban cometiendo contra la población indígena en el Estado
Libre del Congo, por cierto denunciadas de forma mucho más abierta y decidida
por el diplomático irlandés Roger Casement, con el que tuvo cierta amistad
personal.
Tras lograr la nacionalidad británica (1886) y escribir su
primera novela La locura de Almayer, en 1894, a la vuelta de su último viaje a
Australia, conoció a su futura mujer, Jessie George, con la que se casó dos
años después, residiendo en los años siguientes en el sur de Inglaterra, ya
dedicado exclusivamente a su labor literaria, trabajando para la Editorial
Unwin, más tarde para el editor Pinker y después para la English Review. Se
publican Un paria de las islas (1896), al año siguiente, Salvamento, El negro
del Narcissus y Una avanzada del progreso.
Durante estos años conoció a Rudyard Kipling, a Henry James
y a H.G. Wells, colaborando con Ford Madox Fox en la novela Los herederos. En
1898 pasa dificultades económicas debido a su afición al juego, por lo que
trata infructuosamente de regresar a la marina. En 1900 escribe Tifon y Lord
Jim, novela en la que evoca el traumático accidente que sufrió a bordo del
vapor "Palestine", y que estuvo a punto de costarle la vida.
Los años siguientes verán la publicación, con suerte
desigual, de Tifón, Nostromo, El espejo del mar y de El agente secreto. No
obstante sufre de depresiones y de otros problemas de salud, además de
continuar sus dificultades económicas. En 1913 lo visita Bertrand Russell y él devuelve
la visita viajando a Cambridge. En 1914, durante un viaje por Polonia, estalla
la Primera Guerra Mundial y los Conrad tienen que regresar a Inglaterra por
Austria e Italia. En 1916 el Almirantazgo le encarga diversas comisiones de
reconocimiento por varios puertos británicos.
Al término de la guerra se traslada a Córcega y en 1923
viaja a Estados Unidos. Poco antes de morir, el 3 de agosto de 1924, aún tiene
tiempo para rechazar un título nobiliario que le ofrece el gobierno inglés. Fue
enterrado en el cementerio de Canterbury, con tres errores en su nombre en la
tumba.
Maximiliano Reimondi