domingo, 17 de enero de 2016

                                                                    CASO NISMAN




A un año de la muerte abrupta de Nisman, nos obliga a repensar la forma en que actúa la justicia, sobretodo su connivencia normalizada -herencia de la dictadura-, cuando los servicios de inteligencia manejaban y silenciaban a su antojo a los tribunales-con estructuras de inteligencia cuyo trabajo linda siempre con la ilegalidad y la vulneración de derechos y garantías-. Para la justicia no hay ni debe haber nunca una escisión entre medios y fines. Los servicios de inteligencia en todo el mundo son secretos (en principio esto los volvería más "eficientes" en sus "tareas") pero sus métodos no son siempre escindibles de los peores métodos de la dictadura: espiar, delatar, extorsionar, amenazar, también a fiscales, defensores y jueces. Los procedimientos y objetivos de los servicios de inteligencia masivos no son compatibles con los principios básicos de una democracia. Ni siquiera con los principios básicos de la diplomacia internacional. Nisman estaba inmerso en una tensión muy grave. La tensión que generaba la reunión en el Congreso prueba esto: la tensión entre lo que la justicia "sabe", (o cree que sabe, en este caso un fiscal, conducido por quienes debían ser los conducidos y no los conductores de su trabajo, sin el conocimiento del juez de la causa, en un curso "desviado", plagado de errores) y lo que la justicia "puede decir", justificar por la forma en que se obtuvo la información, (porque el fin no justifica nunca los medios en una República, aunque el fin sea sagrado no se puede avalar la tortura, o la recolección de pruebas de modo ilegal o inconstitucional) de cara a la sociedad. Nisman estaba en medio de esta tensión grave, más allá de si sus pistas eran verosímiles o eran falsas.
El único peligro en una democracia es la violación de garantías. El único y verdadero peligro que atravesamos en una democracia es la violación de derechos. Por parte de quien sea. Con el motivo que fuere. Aun no hemos comprendido a fondo esto. La violación de garantías nunca tiene argumentación. En 32 años de democracia, no se han podido desterrar ciertas lacras de nuestra cultura política. Los servicios de inteligencia son "carreras" estériles pero muy peligrosas de los Estados democráticos porque generan estructuras que luego se independizan y se convierten en burocracias "paralelas", que desarrollan un poder propio, invisible, capaz de autonomizarse del mandato civil, un poder que no va a elecciones. Son órganos manejados por tecnócratas- desconocidos por la inmensa mayoría de la sociedad pero con un inmenso poder y un enorme presupuesto- capaces de jaquear procesos democráticos o judiciales. Pone en riesgo al Derecho y a la Política. La inteligencia internacional puede y debe servir para prevenir atentados. Pero no para mucho más.
La muerte de Nisman es por cierto un escándalo ético y político. Es un hecho de máxima gravedad institucional. Es una afrenta a nuestro Derecho. Hay que volver a creer en la democracia. La connivencia entre la justicia y el espionaje es siempre nefasta. Y termina mal. Necesitamos una justicia nueva. Que piense y se piense de otra manera, más transparente. Que no apele a métodos que (aunque puedan llegar a ser "eficaces") se contradicen con los postulados de una democracia con garantías. La justicia termina siendo siempre "rehén" de métodos que la degradan. Que la contradicen. Que la vuelven, además, del todo inútil. Porque la causa, a más de dos décadas del atentado, sigue impune. Y no debiera ser así.

                                                                                        Maximiliano Reimondi


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