UNA MAESTRA
REVOLUCIONARIA
“A los niños los queremos libres y en
orden, como en una bandada de pájaros” (Olga Cossettini)
El 27 de mayo de 1987 moría Olga Cossettini. Fue maestra de
maestras. Es más, una maestra visionaria y revolucionaria en su profesión. En
la escuela “Gabriel Carrasco” enseñaba sin filas, campanas ni rígidos horarios,
donde la música marcaba el tiempo del recreo y la solidaridad era el principio
que regía los aprendizajes.
Se
cumplieron 25 años del fallecimiento de la educadora que, junto a su hermana
Leticia y un grupo excepcional de maestras, dio lugar a un proyecto pedagógico
tan innovador que todos querían conocerlo. Por eso visitaron su escuela y hasta
formaron parte de sus clases artistas, educadores y escritores como Alfonsina
Storni, Javier Villafañe, Gabriela Mistral, Ezequiel Martínez Estrada, Bernardo
Canal Feijóo, Emilio Mira y López, Juan Ramón Jiménez y Margarita Xirgu.
Seiscientos chicos, entre 6 y 14 años, aprendían en la
escuela de Alberdi que tenía como principios de trabajo “el respeto por los
niños, basado en la solidaridad, en el acercamiento a la naturaleza y a su
mundo circundante, con la convicción de que sólo se aprende lo que se vive; una
escuela de puertas abiertas, que dio libertad a los alumnos para trabajar y a
los maestros para desarrollarse”.
Había clases de teatro, danzas, hasta un coro de pájaros (los chicos los imitaban), aprendían oficios, cómo formar una cooperativa, debatían en asambleas, y hasta tenían su propio periódico escolar. Las salidas por el barrio y paseos por el río eran parte de las tareas cotidianas. Las disciplinas se aprendían con alegría.
Olga Cossettni tenía una crítica visionaria sobre el sistema educativo y los problemas que del mismo derivaban y afectaban el oficio de enseñar, cuestiones que hasta el día de hoy son parte de la agenda de reivindicaciones docentes. “Es el maestro-cita un escrito de la educadora-sobre el cual operan un sinnúmero de factores, primando la influencia deformadora de la escuela, y más tarde el cúmulo de exigencias de programas, horarios, campanas, y por sobre todo eso la ciencia pedagógica que en forma de preceptos, normas y principios abstractos ha recibido, creando un régimen educativo contrario al principio de educación que consiste en ensanchar la vida”.
La obra de Olga y de su Escuela Serena-como se la conocía-era difundida por todo el mundo. Pero como suele suceder, a toda experiencia innovadora le corresponden los burócratas de turno que se ocuparon de ponerles trabas en su oficio, hasta lograr que finalmente el Ministerio de Educación la deje cesante en 1950 (en ese momento a cargo de Raúl Rapella), “por no cumplir con los planes oficiales”.
Había clases de teatro, danzas, hasta un coro de pájaros (los chicos los imitaban), aprendían oficios, cómo formar una cooperativa, debatían en asambleas, y hasta tenían su propio periódico escolar. Las salidas por el barrio y paseos por el río eran parte de las tareas cotidianas. Las disciplinas se aprendían con alegría.
Olga Cossettni tenía una crítica visionaria sobre el sistema educativo y los problemas que del mismo derivaban y afectaban el oficio de enseñar, cuestiones que hasta el día de hoy son parte de la agenda de reivindicaciones docentes. “Es el maestro-cita un escrito de la educadora-sobre el cual operan un sinnúmero de factores, primando la influencia deformadora de la escuela, y más tarde el cúmulo de exigencias de programas, horarios, campanas, y por sobre todo eso la ciencia pedagógica que en forma de preceptos, normas y principios abstractos ha recibido, creando un régimen educativo contrario al principio de educación que consiste en ensanchar la vida”.
La obra de Olga y de su Escuela Serena-como se la conocía-era difundida por todo el mundo. Pero como suele suceder, a toda experiencia innovadora le corresponden los burócratas de turno que se ocuparon de ponerles trabas en su oficio, hasta lograr que finalmente el Ministerio de Educación la deje cesante en 1950 (en ese momento a cargo de Raúl Rapella), “por no cumplir con los planes oficiales”.
Olga nació en San Jorge en 1898. Fue hija de Alpina Bodello
y Antonio Cossettini (fundadores de escuelas). Inició su carrera docente en
Sunchales, adhiriendo a la primera huelga de maestros de la provincia que se
cumplió en 1921. Luego y antes de arribar a Rosario, fue regente de la Escuela
Normal de Rafaela.
El ministro de Educación Prof. Juan Mantovani estimuló a las
hermanas Cossettini y a partir de 1935 dirigió la “Escuela Experimental Dr.
Gabriel Carrasco” de Rosario, que se constituyó realmente en un centro de
atracción e irradiación de la cultura. Tras las aulas con ventanas y puertas
entreabiertas, los niños empezaron a ensayar sus nuevas actividades al aire
libre: la naturaleza era el escenario propicio para observar, para ver, aprender
y aprehender. Ubicada en el populoso barrio Alberdi, aquella escuela fue
también la simiente de la primera cooperativa escolar que era atendida por los
alumnos lógicamente apoyados por padres y docentes (1935-1940).
La Fundación “Guggenheim” de Estados Unidos le otorgó una
beca (1940-1941); en 1946 integró la representación argentina que participó en
el “Congreso Americano de Maestros” realizado en Méjico. Integró la Junta
Ejecutiva de la “Comisión de Homenaje a la Ley 1420” desempeñándose como
secretaria.
En 1949, fue designada para dictar cursos de actualización en la “Escuela de Verano” de Chile.
Desde mediados de la década del ’40, entre los argentinos se produjeron evidentes cambios político-sociales y el desconocimiento o la falta de tolerancia, provocaron situaciones lamentables: así fue como Olga Cossettini recibió la noticia de su cesantía porque desde el punto de vista de los informantes –y firmantes-, sus actitudes eran opuestas a política educativa impulsada por el gobierno.
En 1949, fue designada para dictar cursos de actualización en la “Escuela de Verano” de Chile.
Desde mediados de la década del ’40, entre los argentinos se produjeron evidentes cambios político-sociales y el desconocimiento o la falta de tolerancia, provocaron situaciones lamentables: así fue como Olga Cossettini recibió la noticia de su cesantía porque desde el punto de vista de los informantes –y firmantes-, sus actitudes eran opuestas a política educativa impulsada por el gobierno.
Era criticada porque aplicaba “doctrinas vanguardistas
estructuradas en el extranjero”.
Olga Cossettini fue declarada cesante durante el año 1950, el “Año del Libertador José de San Martín”.
Olga Cossettini fue declarada cesante durante el año 1950, el “Año del Libertador José de San Martín”.
Como suele suceder entre las personas con talento, enseguida
empezó a trabajar como secretaria del “Colegio de Estudios Superiores”, filial
Rosario (hasta el año 1954).
Producido el 16 de setiembre de 1955 derrocamiento del
presidente Gral. Juan Domingo Perón, se produjo la inmediata reacción: Olga fue
designada Inspectora de Escuelas de Santa Fe (1955-1957); asesora del
departamento de extensión universitaria de la Universidad Nacional del Litoral
-hasta 1964- y desempeñó las funciones de Directora de Escuelas de la Provincia
de Buenos Aires a partir de 1958.
Fue importante el impulso que generó como directora de “una Colección de la Editorial Universitaria de Buenos Aires” y como asesora de esa institución durante el período 1961-1966.
Sus conocimientos –actualizados mediante estudios y experiencias en Italia, Francia e Inglaterra, y sus aptitudes para lograr una eficaz comunicación-eran reconocidos aún más allá de las fronteras del país. Fue designada Delegada oficial al Congreso de Planificación de la Educación de UNESCO en Washington y después, esa organización la designó Experta en Formación de Maestros en Honduras (1969).
Dedicó su vida, junto con su hermana Leticia a transformar la escuela tradicional, la cual recurría al castigo como recurso pedagógico y era ajena a la realidad social. La experiencia, fue llamada Escuela Serena o Escuela Activa, nombre utilizado en la actualidad. La obra de las hermanas Cossettini, estuvo basada en las teorías y aportes de Giuseppe Lombardo Radice , Giovanni Gentile, María Montessori, John Dewey. Éstos impulsaron una educación basada en los niños y niñas, convirtiéndolos en protagonistas del aprendizaje y no sólo los destinatarios. Esto implicaba gran respeto por la personalidad infantil, eliminación de las fronteras entre la escuela y la comunidad, rechazo de toda forma de discriminación, convivencia del maestro con la comunidad lugareña.
Fue importante el impulso que generó como directora de “una Colección de la Editorial Universitaria de Buenos Aires” y como asesora de esa institución durante el período 1961-1966.
Sus conocimientos –actualizados mediante estudios y experiencias en Italia, Francia e Inglaterra, y sus aptitudes para lograr una eficaz comunicación-eran reconocidos aún más allá de las fronteras del país. Fue designada Delegada oficial al Congreso de Planificación de la Educación de UNESCO en Washington y después, esa organización la designó Experta en Formación de Maestros en Honduras (1969).
Dedicó su vida, junto con su hermana Leticia a transformar la escuela tradicional, la cual recurría al castigo como recurso pedagógico y era ajena a la realidad social. La experiencia, fue llamada Escuela Serena o Escuela Activa, nombre utilizado en la actualidad. La obra de las hermanas Cossettini, estuvo basada en las teorías y aportes de Giuseppe Lombardo Radice , Giovanni Gentile, María Montessori, John Dewey. Éstos impulsaron una educación basada en los niños y niñas, convirtiéndolos en protagonistas del aprendizaje y no sólo los destinatarios. Esto implicaba gran respeto por la personalidad infantil, eliminación de las fronteras entre la escuela y la comunidad, rechazo de toda forma de discriminación, convivencia del maestro con la comunidad lugareña.
Sus libros fueron “Escuela Serena” (1935), “El
niño y su expresión” (1940) y “Escuela viva”
(1942). Estos libros son de fuente de consulta obligatoria de
todos los docentes, aspirantes a docentes y padres de familia. En 1985
fue nombrada ciudadana ilustre de Rosario.
El inolvidable Rubén
Naranjo dijo alguna vez: “Olga Cossettini no sólo fue
una maestra sin parangón, sino mucho más: una trabajadora intelectual
comprometida con el pueblo”.
Maximiliano Reimondi
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