miércoles, 28 de noviembre de 2012


Huelga

Hacer una huelga es un derecho constitucional así como el derecho a trabajar. ¿Tuvo sentido el paro del martes 20 de noviembre? No.
Es notable la necedad imperante en muchos sindicalistas argentinos. No quieren reconocer todos los beneficios que les brindó la Democracia, a partir de 2003.
Hugo Moyano fue el principal sostén gremial del kirchnerismo hasta el 2011. Fue uno de los que más se enriqueció gracias a su mentor Néstor Kirchner. Logró el manejo arbitrario de las obras sociales y otros tantos “negocios” que llenaron las arcas de su sindicato. Sin embargo, cuando Cristina Fernández puso un límite al egocentrismo del sindicalista, éste se rebeló.
Al lado de Moyano, se encuentra Jerónimo Venegas, que está al frente de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales desde hace dos décadas y que es el gremio que más tasa-por lejos-tiene de asalariados no registrados (en negro) y no tiene opositores.
Otra de las cuestiones es que, en el complicado escenario político actual, una huelga con piquetes para evitar que la gente viaje al trabajo o circule libremente, es un atropello a sus derechos constitucionales.
No es democrático que Hugo Moyano y su patota sindical se adueñen del espacio público para amedrentar a laburantes que no adhirieron a la protesta.
Hugo Moyano debería reconocer que en 9 años, se consiguieron más de 5 millones de puestos de trabajo y reclamar que finalice el 40% del universo de trabajadores que perciben ingresos en negro, el 70% del empleo rural no registrado, la tercerización laboral, el subempleo y la explotación infantil. Para eso se necesita una dirigencia gremial representativa y de excelencia. En nuestro país no existe.
Aún sueño con un país distinto. Los rencores siguen vigentes y no se respetan las libertades de todos. Debemos aprender que se puede disentir sin enojos, ser coherentes y honestos, superarnos día a día, no caer en la demagogia y exigir que la clase dirigente nos respete como ciudadanos.


                                                 Maximiliano Reimondi
                                               Periodista-Escritor-Poeta
                                                     

lunes, 26 de noviembre de 2012

jueves, 22 de noviembre de 2012


Los falsificadores de Borges
Jaime Correas



Sinopsis

Una lista de condenados por los paramilitares colombianos y un poema que lleva la firma de Borges son hallados en el bolsillo de un hombre acribillado por sicarios. El muerto es el padre del escritor Héctor Abad Faciolince, que hace grabar el soneto de Borges en la lápida. Veinte años después de los hechos publica un libro sobre su padre asesinado, El olvido que seremos, cuyo título reproduce un verso del poema encontrado. Cuando el poeta y crítico Harold Alvarado Tenorio cuestiona la autenticidad del soneto, una polémica feroz se desata en Colombia.

Como si se tratara de una broma urdida por Borges, las versiones sobre la autoría del poema proliferan y se contraponen. ¿Quién lo escribió?, ¿cuándo?, ¿cómo llegó al bolsillo del muerto? Obsesionado por develar la verdad, Hector Abad Faciolince inicia una investigación y se pone en contacto con Jaime Correas, periodista y escritor mendocino que vive en la Argentina y supone tiene la clave para dar con la respuesta. Con la misma pasión que el colombiano, Correas se lanza a la búsqueda de documentos, papeles y personas para reconstruir los hechos que dan lugar a esta novela.


Ficha técnica

Colección: Hispánica Páginas: 304 Publicación: 28/04/2011 Edición: Primera Género: Novela


Crítica: por Maximiliano Reimondi
Calificación: Buena

Borges y cinco sonetos a él atribuidos son la materia y el enigma de dos libros lanzados hace poco, simultáneamente, en Argentina. Uno de ellos, Los falsificadores de Borges, del argentino Jaime Correas, constituye a la vez una novela testimonial de tintes policiales, un homenaje a la poesía borgeana. ¿En qué consiste la peculiar aventura letrada que propone Correas, periodista de profesión, director del diario Uno de Mendoza? Su trabajo excede las reglas de la investigación periodística o académica para sumergirse, de cuerpo entero, en una pesquisa que fascinará, sobre todo, a los muchos borgeanos que van conformando casi una secta de “fans” desperdigada por el planeta.
Los falsificadores de Borges. Jaime Correas Alfaguara 304 páginas
La trama se ramifica en un vértigo de simetrías, correspondencias, coincidencias y desconciertos, sólo posible, como señala Correas, en épocas cibernéticas, que permiten increíbles periplos por tiempo y espacio en un lapso mínimo. El héroe (pero también antihéroe y oponente de esta exploración), Minotauro y Teseo en el tupido laberinto de memorias y escrituras, resulta ser el descomunal, egocéntrico y desbordante Harold Alvarado Tenorio, puente y obstáculo entre Correas y el hijo de Abad Gómez.
En suma, este concierto a cuatro manos y a dos voces es una rareza (y en cierto modo, un lujo editorial) que quizá sólo permite la cada vez más proteica y multifacética figura de Borges. Icono y fetiche literario de tal fuerza y poder de seducción que motiva novelas, testimonios, autoficciones y memorias con lo que –en el caso de cualquier otro literato– apenas se convertiría en objeto de una determinación académica de autoría vertida en alguna revista especializada. Como en algún momento lo señaló (o quizás autopredijo) Borges mismo, un escritor sobrevive verdaderamente no sólo por los valores intrínsecos de su obra, sino cuando construye (o cuando la posteridad le construye) un personaje que se convierte en símbolo. Ese ha sido, y seguirá siendo cada vez más, por lo que parece, su propio destino.


  

viernes, 16 de noviembre de 2012


                                             BAJO AGUA



Durante su infancia, a Luisito siempre se le inundaba su casa y todo el barrio. Era por allá en la década del ´30 que subía la cuenca del río Paraná y no se salvaba ni el techo. Todo quedaba bajo agua y predominaba el barro y la mierda.
Era impresionante como cada familia trataba de salvar lo poco que tenía. Pero aquella inundación de 1935 fue totalmente trágica. Desfilaban las canoas como una bicicleteada. Todo parecía ser un émulo de Venecia. Hasta los pendejos jugaban a pescar mojarritas. La puta, si Luisito aprendió a nadar en la calle porque la pileta era para la aristocracia que podía pagar una cuota alta en un club concheto. El jugaba con todo lo que la naturaleza le ofrecía. Por ejemplo, agarraba el barro y lo usaba para armar montañas y poder jugar con los pocos autitos de colección.
En verano, todos tenían el agua asegurada porque cuando la cortaban desde la Municipalidad, iban a la calle y con los baldes y juntaban toda la que querían, con la bosta incluida. Eso sí, cuando caminaban en el agua, debían recurrir a sus recursos de adivinos para no caerse en alguno de los pozos que podían tragarlos para siempre. Y todo eso era lo habitual en la increíble infancia del pibe.
Eran nueve hermanos. Así, con sus diez años se las podía arreglar con su botecito pequeño y hacer las compras. Hasta don Alfredo se dio cuenta del gran negocio y por dos billetes grandes, alquilaba esas lanchitas modernas para ir al pueblo más cercano.
Las casas eran tan pobres que el techo era de una chapa muy fina. Era terrible cuando llovía fuerte o el invierno castigaba con esos grados bajo cero. El asunto fue cuando Ricardito, uno de los hermanos menores, fue tragado por un pozo y no se pudo hacer nada. Claro, el pibe estaba corriendo carreras con un amiguito y apenas sabía manejar esas lanchitas. No se pudo hacer nada cuando esa mierda se dio vuelta y el agua no perdonó y le pasó la factura.
Cinco años tenía Ricardo. La madre lo fajó de lo lindo a Luis, en medio del dolor y la impotencia, porque según ella, él era el responsable de cuidarlo cuando ella trabajaba en la mercería de su suegra. Lo anormal era si las necesidades básicas podían ser satisfechas. El pibe siempre sufrió como un esclavo. La vieja era una puta que cogía con cualquiera, aunque fuera por unos pocos mangos para comprar algunos gramos de cocaína. Sufría como un condenado cada vez que su madre traía a un tipo para tirarse un polvo y un saque. Toda esa ceremonia traía un sinnúmero de algunas orgías de varios tipos y lesbianas pervertidos.
Cuando llegaba la navidad, los parroquianos del barrio convertían todo en una “fiesta”, pese a todo. Se dejaba de lado la tristeza, el dolor, las cuentas por pagar, reclamos, conflictos, compromisos y demás minucias. Todos festejaban al compás de la música y las anécdotas de lo que llevaban perdido por la altura del volumen del agua. Podía ser un guión bárbaro para una obra genial de Shakespeare.
Es así que Nancy  seducía a dos o tres hombres a la vez y les cobraba una suma exagerada para pasar unas horas de pasión y lujuria disimuladas. Sus hijos estaban siempre descalzos y vestidos con un miserable chiripá. El pendejo se daba cuenta de todo. Se sentía un auténtico infeliz. Para colmo, las viejas del barrio lo cargoseaban y trataban de consolarlo de una forma propia de dementes. Él sabía perfectamente que no lo querían ni los perros. Sólo el Cholo, mozo de un bar cercano, le regalaba tazas de chocolate bien calientes con vainillas. Lo hacía sólo por compasión. También se las rebuscaba para conseguir un cacho de pan para matar el hambre que lo comía a él. En invierno, el mocoso se sorbía los mocos porque no tenía ni idea de lo que era un pañuelo. Se la pasaba llevando baldes repletos de hielo con agua, husmeando en los tachos de basura y juntando latitas para canjearlas por algo de morfi. A pesar de toda esa vida de pesadilla, el nene no perdía la alegría y la simpatía y le encantaba escuchar los tangos cantados por Carlos Gardel.
Pero un día, la turra de la madre, en un estado deplorable, drogadísima y muy alcoholizada, lo fajó terriblemente al pobre Luisito. En ese estado, la hija de puta disfrutaba torturándolo con esas palizas. Al pibe le quedaba la jeta desfigurada. Casi siempre lo golpeaba para sacar el odio, la impotencia y el resentimiento que la habían marcado durante toda su vida. Un día jueves, luego de sufrir tanto y con la cabeza llena de sangre, el pibe corrió hasta la laguna y se tiró de cabeza al agua. Estaba tan mal y depresivo que apenas podía mover los brazos en esa agua helada. Ya estaba exhausto de todo. Se hundía y hundía cada vez más en ese escenario desolado y tétrico. El aire se le terminaba poco a poco. Sí, deseaba suicidarse para escapar de esa vida que le retorcía el cerebro. Pero el viejo que alquilaba las lanchitas lo vio y salio de forma desesperada para salvarlo. Su lancha iba a toda velocidad, en forma endemoniada.
La garganta se le iba cerrando de a poco a Luisito. La vista se le nublaba cada vez más como esas nieblas que van invadiendo todo. El agua estaba contaminada, despedía un olor nauseabundo. Pero eso era lo de menos porque él ya estaba acostumbrado. De pronto, apenas pudo divisar la cara del hombre que expresaba, en su rostro, un terror descomunal. Este no entendía nada por qué, el desgraciado jovencito, había tomado esa trágica decisión. Sabía lo que debía hacer. Se zambulló en ese líquido apestoso pero, al salir a la superficie, el pendejo había desaparecido. Al tantear a su alrededor, rozó una manito y trató de agarrarla. Así lo hizo. Sujetó ese cuerpecito inanimado y lo llevó a la superficie. Aquel viejo, apodado Don Tomasito, de setenta y cinco años, parecía tener un temperamento casi increíble. Lo arrastró hacia la orilla. Sintió que su fuerza decía basta pero quedaba algún resto en lo más hondo de su interior. Al llegar, el pibe lucía el rostro morado y apenas podía respirar.
El anciano le practicó los ejercicios de reanimación y respiración boca a boca pero ese menudo y frágil cuerpo no respondía bajo ningún aspecto. Fueron inútiles los gritos desaforados del viejo pidiendo auxilio. Ni cuenta se dio de los minutos que pasaron pero todos los putos vecinos no le dieron nada de bola.
Volvió a observar ese cuerpecito inerte y la vida se iba esfumando por todos los poros de la piel del desgraciado. Desgraciadamente, ya era demasiado tarde… 


                                                                                           Maximiliano Reimondi







                                                  
                                                


jueves, 15 de noviembre de 2012


CARTA PÚBLICA A HERMES BINNER

                                                                                      Rosario, 5 de noviembre de 2012.-

Dr. Hermes Binner
De mi mayor consideración:
                                              Es un gusto comunicarme con usted, para decirle que es lamentable las mentiras y estupideces que usted declara en los medios de comunicación.
                                              Cuando asumió la gobernación de la provincia de Santa Fe, la primera medida que implementó fue la de aumentar todos los impuestos. Contaba con un superávit de la caja de millones de pesos, heredados de la gestión de Jorge Obeid. ¿Usted se dice socialista? Aumentó la planta permanente de empleados públicos en una cifra de 14.000, en la que favoreció a sus familiares, amigos, conocidos, etc. Nombró como Jefe de Drogas Peligrosas al comisario Hugo Tognoli, actualmente acusado de cómplice con narcotraficantes. 5 años perdidos, teniendo connivencia política con el narcotráfico.
                                             Con respecto a la obra pública, no invirtió un peso en la misma. Sí en las hermosas maquetas presentadas mediáticamente pero no concretadas. Todas las obras hechas en nuestra provincia, fueron producto de la inversión del gobierno nacional, al que usted acusaba de no respetar la coparticipación federal (otra falacia). Por supuesto, dejó en bancarrota las arcas provinciales. ¿Dónde fue el dinero que falta?
                                            Su relación con la prensa era muy buena, ya que le pagaba a muchos periodistas cifras millonarias para que fueran opositores al gobierno nacional. Además, todos los empleados públicos que no fueran de su signo partidario, eran perseguidos y despedidos sin justificación alguna e injustamente.
                                            Ya que se considera un hombre de la democracia y acusa al cristinismo de fascista, sería muy bueno que explique su auxilio médico a los presos políticos que eran torturados durante la dictadura militar mientras usted estaba en el servicio militar.
                                            Por si esto fuera poco, actualmente cobra un sueldo del actual gobierno provincial, de $15.000 por asesoría. Según mis fuentes, usted quiere ser, nuevamente, gobernador de la provincia de Santa Fe, ya que sabe que no tiene ninguna chance de ser Presidente.
                                            Por último, doctor Binner, usted es un opositor al oficialismo pero no tiene ninguna idea para proponer. Mejor que se calle, escuche más y hable cuando tenga una idea inteligente.
                                            Sin otro particular, lo saludo muy atentamente.


                                                                                            Maximiliano Reimondi
                                                                                          Periodista-Escritor-Poeta

martes, 13 de noviembre de 2012


                                                       CANTA

 “El cantar mi gloria labra y poniéndome a cantar, cantando me han de encontrar aunque la tierra se abra” (José Hernández)


Canta, hermano,
canta con las palabras sobre el viento
canta sobre el aire.

Endulza con miel los labios
canta contra la miseria
y mata con alegría la tristeza.

Acaricia con una ola tu mejilla,
canta a la dignidad
y lee esta poesía para darte ánimo.

El poeta vuela al infinito
y canta a la vida
endulza con tinta de chocolate
el devenir de la existencia.

La orquesta del poeta
son los pensamientos
que lanzan una música
más profunda que las estrellas.

Canta para predicar la felicidad
y tu espíritu se elevará
al universo de dulces primaveras.

                                                         Maximiliano Reimondi


sábado, 10 de noviembre de 2012


José Hernández



José Hernández (nacido como José Rafael Hernández y Pueyrredón el 10 de noviembre de 1834, fallecido el 21 de octubre de 1886) fue un militar, periodista, poeta y político argentino, especialmente conocido como el autor del Martín Fierro, obra máxima de la literatura gauchesca. En su homenaje, el 10 de noviembre —aniversario de su nacimiento— se festeja en la Argentina el Día de la Tradición.
Tras iniciarse como militar en defensa de la autonomía del Estado de Buenos Aires, entre 1852 y 1872 sostuvo una intensa actividad periodística, enfrentado al predominio de la ciudad de Buenos Aires en la organización de su país. En una época de gran agitación política, sostuvo que las provincias no debían permanecer ligadas al gobierno de Buenos Aires.
Radicado en Paraná desde 1857, residió alternativamente en esa ciudad, en Corrientes, Rosario y Montevideo, antes de regresar a Buenos Aires.
Participó en una de las últimas rebeliones federales, dirigida por Ricardo López Jordán, cuyo primer intento de acción finalizó en 1871 con la derrota de los gauchos y el exilio de Hernández en el Brasil. Después de esta revolución siguió siendo por corto tiempo asesor del general revolucionario, pero con el tiempo se distanció de él.
A su regreso a la Argentina, en 1872, continuó su lucha por medio del periodismo y publicó la primera parte de su obra maestra, El gaucho Martín Fierro. Fue a través de su poesía como consiguió un gran eco para sus propuestas y la más valiosa contribución a la causa de los gauchos. La continuación de la obra, La vuelta de Martín Fierro (1879), en conjunto, forman un poema épico popular. Es generalmente considerada la obra cumbre de la literatura argentina.
Posteriormente desempeñó los cargos de diputado y senador de la provincia de Buenos Aires. Ocupando este último cargo, defendió la federalización de Buenos Aires en un memorable discurso, enfrentándose a Leandro N. Alem.

lunes, 5 de noviembre de 2012


LIBROS


1084



Haruki Murakami
Tusquets. 737 páginas. Novela. Edición 2011.

“El mundo es una lucha eterna entre una memoria y otra memoria opuesta”
(Haruki Murakami)


Sinopsis

En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyu, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación en la grafía refleja la sutil alteración del mundo en que habitan los personajes de esta novela, que es, también sin serlo, el Japón de 1984. En ese mundo en apariencia normal y reconocible se mueven Aomame, una mujer independiente, instructora en un gimnasio, y Tengo, un profesor de matemáticas. Ambos rondan los treinta años, ambos llevan vidas solitarias y ambos perciben a su modo leves desajustes en su entorno, que los conducirán de manera inexorable a un destino común. Y ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; el anodino Tengo, un aspirante a novelista al que su editor ha encargado un trabajo relacionado con La crisálida del aire, una enigmática obra dictada por una esquiva adolescente. Y, como telón de fondo de la historia, el universo de las sectas religiosas, el maltrato y la corrupción, un universo enrarecido que el narrador escarba con precisión orwelliana.

Crítica: por Maximiliano Reimondi

Calificación: Muy buena


Haruki Murakami es un muy buen escritor contemporáneo. Esta novela pertenece al realismo mágico versión oriental y posmoderna.
La trama se va ensamblando como un rompecabezas. Narra dos trayectorias paralelas. Aomame, una instructora de artes marciales, asesina por convicción a maltratadores de mujeres con un pinchazo en la base del cráneo. Tengo, un profesor de matemáticas que escribe novelas día tras día, perpetra un fraude en un concurso literario. Naturalmente, ocurren cosas extrañas y los dos cursos narrativos van convergiendo. La lectura nunca deja de ser entretenida. 1Q84 es quizás el libro más inquietante de Murakami: hay abusos sistemáticos de niños, mujeres apaleadas, estafas, sexo explícito, sectas viles y peligrosas, un estrangulamiento y nihilismo absoluto frente a las autoridades del Estado. Embaucar a la gente es pan comido, es uno de los mensajes sombríos del autor.
 Murakami ha urdido un cosmos originalísimo que se expande con fluidez, con unas reglas no convencionales que cada lector debe decidir, sin prejuicios y de acuerdo a lo que divierta e interese a su paladar, si las acepta o no. No es para todos. Algo así, como la música dodecafónica. Estos rasgos de demiurgo, por cierto, delatan a un artista de primera categoría.
El título de la novela alude a universos paralelos, a un mundo que no es éste, donde dos lunas flotan en el firmamento (la segunda un tanto deforme y ligeramente verdosa como si estuviera cubierta de musgo) y la Little People es la clave del embrollo. El volumen incluye los Libros I y II. Deja cabos sueltos que serán atados en los Libros III y IV, prometidos para este año.


Sobre el autor



Haruki Murakami (村上 春樹 Murakami Haruki?) (Kioto, 12 de enero de 1949) es un escritor y traductor japonés autor de novelas y relatos. Sus obras de ficción y no ficción han generado críticas positivas y numerosos premios, incluyendo el Premio Franz Kafka y el Premio Jerusalem, entre otros.
La ficción de Murakami, a menudo criticada por la literatura tradicional japonesa, es surrealista y se enfoca en conceptos como la alienación y la soledad. Es considerado una figura importante en la literatura posmoderna. The Guardian ha situado a Murakami como "entre los mayores novelistas de la actualidad" por sus obras y logros.
A pesar de nacer en Kioto, vivió la mayor parte de su juventud en Kōbe. Su padre era hijo de un sacerdote budista. Su madre, hija de un comerciante de Osaka. Ambos enseñaban literatura japonesa.
Desde la juventud, Murakami estuvo muy influenciado por la cultura occidental, en particular, por la música y literatura. Creció leyendo numerosas obras de autores estadounidenses, como Kurt Vonnegut y Richard Brautigan. Son esas influencias occidentales las que a menudo distinguen a Murakami de otros escritores japoneses.
Estudió literatura y teatro griegos en la Universidad de Waseda (Soudai), en donde conoció a su esposa, Yoko. Su primer trabajo fue en una tienda de discos (tal como uno de sus personajes principales, Toru Watanabe de Norwegian Wood). Antes de terminar sus estudios, Murakami abrió el bar de jazz Peter Cat ('El Gato Pedro') en Kokubunji, Tokio, el cual regentó junto con su esposa desde 1974 hasta 1981.
En 1986, con el enorme éxito de su novela Norwegian Wood, abandonó Japón para vivir en Europa y Estados Unidos, pero regresó a Japón en 1995 tras el terremoto de Kobe, donde pasó su infancia, y el ataque de gas sarín que la secta Aum Shinrikyo ('La Verdad Suprema') perpetró en el metro de Tokio. Más tarde Murakami escribiría sobre ambos sucesos.
La ficción de Murakami, que a menudo es tachada en Japón de literatura pop, es humorística y surreal, y al mismo tiempo refleja la soledad y el ansia de amor en un modo que conmueve a lectores tanto orientales como occidentales. Dibuja un mundo de oscilaciones permanentes, entre lo real y lo onírico, entre el gozo y la obscuridad, que ha seducido a Occidente. Cabe destacar la influencia de los autores que ha traducido, como Raymond Carver, F. Scott Fitzgerald o John Irving, a los que considera sus maestros.

sábado, 3 de noviembre de 2012


FRANKENWEENIE

Película 3D: Frankenweenie. Dirección: Tim Burton. País: USA. Año: 2012.Duración: 87 min. Género: Comedia, animación, ciencia-ficción, fantástico,terror. Doblaje original: Winona Ryder (Elsa Van Helsing), Catherine O’Hara (Sra. Frankenstien), Martin Short (Sr. Frankenstien), Atticus Shaffer (Edgar), Martin Landau (Sr. Rzykruski), Robert Capron (Bob), Charlie Tahan (Victor Frankenstien), Conchata Ferrell (madre de Bob), Christopher Lee (Drácula).Guion: John August; basado en un argumento de Tim Burton y Leonard Ripps; basado en el cortometraje homónimo de Tim Burton. Producción: Allison Abbate y Tim Burton.Música: Danny Elfman. Fotografía en B/N: Peter Sorg. Montaje: Chris Lebenzon y Mark Solomon. Distribuidora: The Walt Disney Company Spain. Estreno en USA: 5 Octubre 2012. Estreno en España: 11 Octubre 2012. Calificación por edades: No recomendada para menores de 7 años.





Argumento

El joven Víctor Frankenstein (voz de Charlie Tahan en la versión original) vive en la pequeña localidad de New Holland con sus padres (Catherine O’Hara y Martin Short) y su mejor amigo, su perro Sparky. Pero su felicidad se va a truncar en breve, al menos de momento. Casi treinta años después de ver la luz por primera vez en forma de corto, “Frankenweenie” salta al formato largometraje.


Crítica: por Maximiliano Reimondi

Calificación: Muy buena

Quizá los logros de fondo de la película se deban a la sinceridad que desprende, nacida de la relación del propio cineasta con su mascota siendo un niño. La historia de Víctor y Sparky es emocionante y divertida, honesta y vital ─y, posteriormente, no-vital─, como es el nexo puro y verdadero que se establece entre un niño y su compañero de aventuras en esa infancia que a todos nos marca. Además, igualmente honesto es el constante homenaje que es “Frankenweenie” a ese panteón clásico del terror monstruoso en hermoso blanco y negro, festejado aquí no ya sólo en sus figuras icónicas ─dentro y fuera del Hollywood dorado─ sino en la celebración de los actores que les dieron vida. Es una animación gótica que habla sobre los lazos familiares y critica severamente a la sociedad norteamericana y sus valores morales.
Técnicamente, el trabajo de stop-motion es colosal, tan fluido que en ocasiones asemeja animación al uso, con una dirección artística, una fotografía y una edición fabulosas, envuelto el conjunto por la banda sonora de un Danny Elfman especialmente inspirado; así las cosas, la aventura puede apuntar al palco universal evidente en su distribuidora internacional sin olvidar los tenebrismos intrínsecos a los temas de base que trata ─la aceptación de la muerte como parte de la vida y la valoración de la belleza de lo atípico─ ni las lecturas y el regocijo adulto que desprende durante su desarrollo. Dentro de su catálogo de virtudes, “Frankenweenie”, como remate final, aboga por el amor como motor impulsor de la ciencia, apuntando al candor de una disciplina tantas veces representada como fría y distante. Un muy buen trabajo.