miércoles, 22 de enero de 2014

Domingo, 19 de enero de 2014  10:01 | Diario “La Capital”



"Me gustaría que me conocieran por mi poesía", aseguraba Gary.

La radio fue otro de sus amores."La Buhardilla” surgió en el '83, en Canal 5, como un micro cultural de diez minutos, y luego Gary la continuó en La Ocho.
Alberto Carlos Casiano Vila Ortiz, tal era su verdadero nombre, nació en Rosario el 5 de agosto de 1935 y trabajó largos años en el diario La Capital al que ingresó el 1º de mayo de 1958, a los 22 años, como corrector y llegó a ser Jefe de Redacción. Además trabajó en Radio Nacional, LT8, en Canal 3 y Canal 5.
Fue Director General de Cultura y Director de la Editorial Municipal de Rosario. Entre su producción destaca: “Poemas” (1961/2); “17 poemas” (1965); “Poemas de la flor” (1967); “Poemas y Maderas” (30 cuadernos con xilografías de Rubén de la Colina (1975); “Dos homenajes: Philip y Raymond (en colaboración con Rafael Oscar Ielpi) (1993); “Rosario: 1880/1930. Imágenes de la memoria” (en colaboración con Rafael Oscar Ielpi) (1995); “Borges en Pichincha” (1995); “Estructuras imposibles” (1997).
Pero nadie mejor que el propio Gary para definirse según lo hizo en este texto escrito por él mismo hace un par de años al que siguen algunos de sus poemas."Me gustaría que me conocieran por mi poesía", reconoció hace tres años en un reportaje. Y en la última nota suya publicada en "su" diario afirmaba "Dios dio formas del amor que a la vejez uno experimenta en decadencia física, un juego de la naturaleza que no nos tiene en cuenta para nada".
“Si a los 71 años uno tiene que explicar, como pueda, quién es uno, en realidad uno no ha existido. Aunque hechos triviales tratarían de probar lo contrario. Por ejemplo, que sigo escribiendo con mi vieja máquina de escribir, que me gusta el té con caña Piragua o con grappa y que es suficiente que una mujer me mire con ternura para que comprenda que conocido o no la vida vale la pena vivirla. Pero es cierto que he hecho algunas cosas, por ejemplo cincuenta años y pico de periodismo oficio en el cual mantuve la obsesión por tener columnas diarias o semanales y logré hacerlo; nunca supe si bien o mal. Para los diarios para los que he escrito la cantidad de artículos es abrumadora para mí mismo. En esto hay que ser cuidadoso! El juicio debe ser cualitativo y no cuantitativo”.
“Pese a todo, sueño con agregar a los dos libros publicados con parte de esos artículos que se seleccionen, todo lo que falta y sin selección alguna. Que eso se haga, por ejemplo, con  Roberto Arlt y sus “aguafuertes” me molesta y mucho. No se comprende, me parece, que implica el tener que escribir de apuro, a última hora, la columna a publicar al día siguiente. Llegué a ser jefe de redacción del diario más viejo del país y he escrito sobre música, libros y pintura, entre otras cosas. Y lo hice de la manera que la mayoría más desdeña: periodísticamente. Era y soy un profano interesado en todas las manifestaciones creativas del ser humano. Y también soy profano en el ejercicio secreto de lo que posiblemente más amo: la poesía”.
“Y si digo posiblemente es porque pienso en el jazz, en el cuarteto de Ravel, en las mujeres, en el sabor del alcohol y en el aroma del tabaco dulzón de algunos cigarros. En realidad todo es parecido. Como la exactitud del dato suele molestarme, diré que creo que nací en agosto de 1935, en esta ciudad que es la única para vivir o para morir. He publicado cinco libros de poemas; uno sobre Raymond Chandler y Philip Marlowe, en colaboración con Rafael Oscar Ielpi, con quien también compartimos los textos de un libro sobre esta ciudad entre 1880 y 1930. Con Rubén de la Colina publicamos treinta cuadernos de “Poemas y Maderas”, en series de siete cuadernos que comenzaban con un poema y una xilografía y llegaban a siete poemas y siete xilografías”.
“El propósito era alcanzar las bíblicas setenta veces siete, pero completamos cuatro y dos de la quinta serie. En prosa he publicado recopilaciones de trabajos periodísticos, uno con el título de “Borges y Pichincha” y el otro como “Estructuras imposibles (2)”, pero es tan limitada que ni yo mismo la tengo. Soy padre de numerosos hijos y abuelo de, por ahora, quince nietos. Siempre he amado con desmesura y trato de seguir haciéndolo. Es lo que puede salvarnos”.

Gary

Borgiana:
Los primeros poemas y textos los firmé como A.C. Vila Ortíz. Los siguientes como Alberto C. Vila Ortíz. Luego pasé a utilizar el nombre Gary Vila Ortíz, realmente que era como me conocían los amigos, un alazán cara blanca en el que solía andar cerca del Arroyo del Medio y un perro, Don, que era de una raza tan pura de boxer que era albino y lo había rechazado el Kennel Club. Utilicé varios seudónimos, Casiano Morteo, para un suplemento de jazz y poesía que hacía en el diario Crónica de esta ciudad. Nicanor Pérez, para una de las primeras y más recordadas experiencias de un periodismo. Borgianamente ignoro quien de tantos escribió las líneas anteriores. Creo que es el paso de “alguien a nadie”


Agosto 2006.

Lluvia primera
En tus manos otra vez lo posible,
el grito a través de los grandes arenales,
la ciudad, la sombra de la piedra, el silencio.
Otra vez, en tus manos,
el mundo que desenvuelve su madeja de tiempo
y soledad,
de ausencia tuya ayer.
Oh, amor mío, como pesa la memoria
en estos días.

( De “17 poemas” )

III ( La única ciudad para vivir y morir)
¿A dónde iremos a vivir,
En qué tierra olvidaremos
nuestra piel,
bajo qué musgo crecerán
nuestras últimas palabras?

Allá se encuentre tu sonrisa
y tu mano hacia la flor,
pero muy cerca del otro abismo
con que alguna vez
hemos soñado

Nada sin embargo, puede
movernos de esta inmovilidad
de sangre y piedra.

Aquí estaremos hasta el final,
cuando la tierra avance,
cuando el musgo cubra
con paciencia
la boca
la flor,
las tristes memorias.

10 If the summer
si el sol se deslizara
de otra forma
sobre las curvas de la piel

si el sol cambiara
su proceder
con el polvo y el viento
sus hábitos de ceniza

si el sol
quemara sin sonido
las palmas de las manos

si al sol le doliera
el mundo
y su silencio
otra sería la isla del verano
otros los nombres
para recordar
cuando nada quede
sino los epitafios

I
Se abandona una ciudad
un crepúsculo
un viejo amor

se abandona un dulce tabaco
en el fondo de un cajón
con un poema
y las cenizas

se abandona todo
y nada se abandona

y del hongo de Hiroshima
como del hongo del poeta
saldrá otra flor
la última o la primera

para una mano
la última o la primera
que buscará otra flor
hasta encontrarla
la
última
la
primera

8
mientras otros han tratado
de acercarse cada vez más
yo he permanecido alejado

mientras otros han tratado
de rescatar
alguna rosa

he creado la rosa
mientras otros han querido
perseverar
en la ciudad y sus ruinas
yo he construido en la piedra
otros dolores

mientras otros están en otros
ajenos

yo estoy aquí
y espero

( De “Poemas de la flor” )

6
Esos aplausos/ en Nueva York/ lejanos/ en una grabación/
que escucho/ en silencio/ mientras busco una palabra
exacta
una distancia en el tiempo.

Me dejo llevar por un poema imposible:
un poema para un solo lector
al que envío una palabra hoy
(en este instante)
una palabra mañana
otras palabras en otros meses
en otros años
en otros instantes como éste.

Un poema que se construya en el tiempo
que pueda ser construido en el tiempo
quemándonos:
las manos frías en la máquina
las manos cálidas en Nueva Cork

aplaudiendo.


( De “Siete nuevos poemas de la flor, en su ausencia”)

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