Lisandro de la Torre
Autor: Felipe Pigna
Lisandro de la Torre, el político que enfrentó en soledad la
corrupción y los negociados de la década infame, nació en Rosario el 6 de
diciembre de 1868. Su padre, Don Lisandro, había comenzado a amasar una fortuna
como comerciante y la consolidó como estanciero. Su madre, doña Virginia
Paganini, culta y enérgica, hablaba a la perfección el francés e intentaba que
en la casa de los De la Torre se hablaran las dos lenguas con soltura.
La conflictiva vida de Lisandro registra su primer incidente
muy precozmente: en la pila bautismal. El cura Pantaleón Galloso, un
conservador que se había negado a casar a una pareja porque habían contraído
matrimonio civil, se negó a bautizar al pequeño porque su nombre no figuraba en
el santoral. Los padres insistieron y finalmente acordaron llamarlo Nicolás
Lisandro.
Cursó sus estudios primarios y secundarios en Rosario y al
egresar del Colegio Nacional, se trasladó a Buenos Aires para estudiar derecho.
A los 20 años se graduó como abogado con su tesis sobre el gobierno municipal y
regresó a Rosario donde tomó contacto con los círculos políticos opositores a
la política de Juárez Celman, que pronto confluyeron en la formación de la
Unión Cívica en 1889. En julio de 1890, se trasladó a Buenos Aires y participó
activamente junto al sector de Leandro N. Alem en la Revolución del Parque.
Contará años más tarde: "Yo estuve en muchas de las interioridades de la
Junta Revolucionaria debido a la amistad que, a pesar de mi juventud, me mostraban
Del Valle y Alem, y actué como centinela del gobierno revolucionario en su
despacho del Parque y vi con mis ojos muchas cosas que no aparecen en los
partes, que podrían vincularse a trascendentales acontecimientos
posteriores" 1.
Tras la derrota de la Revolución, De la Torre apoyó a Alem,
participó en 1891 en la conformación de la Unión Cívica Radical y fue el puntal
del nuevo partido en la provincia de Santa Fe. Durante la revolución radical de
1893, el alzamiento de los hombres de Alem contra el fraude y la corrupción del
régimen, Lisandro fue el jefe de operaciones en su provincia natal. Junto a un
grupo de correligionarios se apoderó de la jefatura de policía de Rosario y
avanzó con sus fuerzas, incrementadas por el apoyo popular hacia la Capital de
la provincia, donde llegó a proclamarse a don Leandro como presidente del nuevo
gobierno revolucionario. Pero en el resto de las provincias sublevadas, los
revolucionarios fueron derrotados. Al quedar aislados, los radicales de Santa
Fe debieron deponer su actitud.
El espíritu siempre inquieto y cuestionador de De la Torre,
lo llevó a preguntarse si habían empleado el método correcto. Necesitaba tiempo
para escribir y pensar y se retiró a administrar un campo que le había regalado
su padre. Pero el retiro voluntario duró poco. A fines de 1895, Aristóbulo del
Valle, el otro referente de los cívicos, lo convocó a Buenos Aires para dirigir
un nuevo periódico, El Argentino, destinado a levantar un movimiento electoral
contra la candidatura de Roca. De la Torre encaró la tarea con entusiasmo. Pero
en enero de 1896, Del Valle murió inesperadamente y en julio del mismo año Alem
se suicidó. El radicalismo quedó acéfalo. De la Torre propuso una alianza con
los mitristas para derrotar a Roca pero se encontró con la firme oposición del
nuevo líder radical, Hipólito Yrigoyen, y decidió apartarse de las filas
radicales en estos términos: "El Partido Radical ha tenido en su seno una
actitud hostil y perturbadora, la del señor Yrigoyen, influencia oculta y
perseverante que ha operado por lo mismo antes y después de la muerte del
Doctor Alem, que destruye en estos instantes la gran política de la coalición,
anteponiendo a los intereses del país y los intereses del partido, sentimientos
pequeños e inconfesables" 2.
Su indignación con la política de Yrigoyen lo llevó a retar
a duelo al sobrino de Alem. Yrigoyen no sabía esgrima y contrató a un profesor
para la ocasión. De la Torre, en cambio, era un experto. El duelo se concretó
el 6 de septiembre de 1897 y duró más de media hora al cabo de la cual,
paradójicamente, De la Torre presentaba heridas en la cabeza, en las mejillas,
en la nariz y en el antebrazo, mientras que Yrigoyen resultó ileso. A partir de
entonces, De la Torre comenzará a usar su barba rala para disimular las marcas
de aquella disputa con Don Hipólito.
Tras el duelo y la ruptura con la nueva conducción radical,
De la Torre volvió a Rosario y fundó un nuevo diario: La República, desde donde
expondrá sus ideas, cada vez más distanciadas de las de Yrigoyen. De la Torre
irá abriendo un nuevo espacio político a la derecha del socialismo y a la
izquierda de los conservadores, que se plasmará en 1908 en la conformación de
un nuevo partido político: la Liga del Sur. El movimiento surgía para defender
los intereses de los departamentos sureños de la provincia de Santa Fe
olvidados por los sucesivos gobiernos provinciales. De la Torre pronunció un
enérgico discurso en el acto de proclamación de "la Liga",
definiéndola como "un acto de protesta y de defensa propia contra la absorción
irritante y expresión de fe en las propias actitudes para realizar los fines
del gobierno libre. Así surge a la escena esta poderosa agrupación popular. La
Liga del Sur no es la liga del sur contra el norte; la Liga del Sur es la
concentración de voluntades de los habitantes del sur en defensa de su
autonomía y en contra del localismo absorbente de la ciudad capital. Mañana
podrá existir la Liga del Norte con la misma bandera" 3.
A poco de fundada, la Liga comenzó a crecer, incorporando en
sus filas a figuras influyentes de la provincia, como el Dr. Ovidio Lagos,
director del diario La Capital de Rosario.
La Ley Sáenz Peña, de voto universal, secreto y obligatorio,
que ponía fin a décadas de fraude electoral, fue sancionada el 10 de febrero de
1912 y aplicada por primera vez en las elecciones de gobernador y diputados
nacionales en Santa Fe en abril de ese año. De la Torre fue electo diputado
nacional por la Liga del Sur. Presentará numerosos proyectos de ley, entre los
que se destacan el que solicitaba la adquisición de tierras por el estado para
distribuirlas entre pequeños y medianos productores; el que dio origen a la
fundación de la Facultad de Ingeniería de Rosario y hará oír su voz en todos
los debates decisivos, lo que proyectó su figura a nivel nacional.
Se acercaban las elecciones nacionales de 1916 y todo
parecía indicar que el triunfo sería para los radicales. De la Torre se propuso
crear una alternativa política de centro derecha. Así nació el Partido
Demócrata Progresista, que quedó constituido en un meeting en el Hotel Savoy de
Buenos Aires el 14 de diciembre de 1914. Dijo entonces: "Después de la
disolución de los antiguos partidos, participamos del deseo general de crear
uno nuevo, no para que haga vivir situaciones y partidos del pasado, sino que
inspirados en la alta tradición del espíritu argentino, pueda armonizar con las
exigencias presentes y futuras de nuestra sociedad, todo lo que debe ser
conservado como vínculo de solidaridad entre las anteriores y las nuevas
generaciones" 4. Y en clara alusión a la falta de experiencia en la
administración pública de sus adversarios radicales agrega: "Queremos que
ocupen los principales puestos nacionales ciudadanos que hayan dado pruebas
suficientes de aptitud para realizar los anhelos permanentes de orden
institucional, de progreso económico, de continuidad en la labor de cultura
moral e intelectual, fundados a costa de tantos sacrificios de las generaciones
anteriores"5.
La convención nacional del PDP eligió a Lisandro de la Torre
como candidato a presidente para las anheladas elecciones de 1916. Su compañero
de fórmula fue el entrerriano Alejandro Carbó, de amplia labor en el terreno
educativo, que provenía de las filas del Partido Autonomista Nacional. El nuevo
partido cerró su campaña en el histórico local del Frontón Buenos Aires, donde
se realizó allá por 1889 la primera reunión pública de la Unión Cívica.
Lisandro confiaba en lograr el apoyo de las fuerzas conservadoras, pero éstas
desconfiaban de él por su paso por el radicalismo y su amistad con Alem. Tanto
el decisivo Partido Conservador de la Provincia de Buenos Aires, como el
presidente Victorino de la Plaza le negaron su adhesión. El triunfo sería para
la fórmula radical encabezada por su viejo adversario, Hipólito Yrigoyen, y
Pelagio Luna. El radicalismo llegaba al gobierno y se iniciaba una nueva etapa
en la vida política argentina.
De la Torre explicó en una carta los motivos del fracaso
electoral: "Las clases media y proletaria no se conforman con quedar
libradas a los beneficios que puedan derivarse del "bienestar
general". Quieren saber concretamente qué propósitos tienen los partidos
políticos sobre las cuestiones que a ellas les interesan: participación de los
obreros en las utilidades de las fábricas, limitación de las grandes ganancias
y de las grandes fortunas, pensiones a la vejez, seguro de desocupación y otros
puntos semejantes. No caben ya equívocos sobre las cuestiones sociales y del
trabajo, por más que los conservadores argentinos no lo comprendan todavía” 6.
La incapacidad de las fuerzas conservadoras de articular un
partido político moderno e integrado a la problemática nacional tendrá nefastas
consecuencias. Estos sectores se irán apartando de la política institucional y
acercando cada vez más a la vía autoritaria de acceso al poder a través del
golpe de estado.
En octubre de 1920, tuvieron lugar las elecciones para
constituyentes con el objetivo de reformar la Constitución provincial de Santa
Fe. Los radicales obtuvieron 36 convencionales y los demócratas progresistas 24.
La labor de la convención transformó a la nueva carta magna en una de las más
avanzadas y progresistas de la época. Eliminó a la religión católica como credo
del estado, dedicó un capítulo especial a los derechos laborales, creó la Corte
Suprema de Justicia y un Jury de enjuiciamiento para los magistrados. El
gobernador de la provincia, el radical alvearista Enrique Mosca, futuro
candidato a vicepresidente por la Unión Democrática en 1946, rechazó todo lo
actuado por la convención. De la Torre denunció el atropello del gobierno
radical y lo calificó como "las conveniencias públicas entre factores
poderosos: el presidente de la República, el gobernador, el clero católico,
representante de los inmensos intereses conservadores y antidemocráticos de la
sociedad".
En las elecciones de 1922 se produjo el recambio radical:
Marcelo Torcuato de Alvear reemplazó a Hipólito Yrigoyen. Llegaba al gobierno
el sector más conservador del radicalismo. De la Torre fue electo nuevamente
diputado nacional y desde su banca promoverá proyectos de ley de fomento de las
cooperativas y de expropiación de frigoríficos extranjeros.
La vida privada de De la Torre era un misterio aún para sus
amigos más cercanos. No se le conocieron noviazgos ni compañías femeninas. Sólo
trascendió que mantenía una respetuosa amistad con su comprovinciana Elvira
Aldao de Díaz.
En 1926, en vísperas de terminar su mandato legislativo,
desanimado y sintiéndose muy solo con sus ideas, De la Torre anunció su retiro
definitivo de la política. Se retiró a su estancia de Las Pinas en el límite de
Córdoba con La Rioja. Allí lo irán a buscar en septiembre de 1930 los enviados
de su viejo amigo, el general José Félix Uriburu, que se preparaba a derrocar a
Hipólito Yrigoyen con el apoyo de los sectores conservadores. Uriburu le ofrece
el ministerio del interior en el futuro gobierno. De la Torre lo rechaza
porque, según dice, "el programa de Uriburu es más amenazador que el de
Yrigoyen. El general desconfía de la capacidad del pueblo para gobernarse, no
cree en la elevación moral de los hombres políticos y atribuye a las
instituciones libres vicios orgánicos que la conducen a la demagogia. Yo creo
exclusivamente en el gobierno de la opinión pública" 7.
El llamado de los golpistas, que consuman sus planes el 6 de
septiembre de 1930, inaugurando el nefasto ciclo de los golpes de estado en
Argentina, saca a De la Torre de su retiro político. Regresó a Buenos Aires y
tomó contacto con sus viejos compañeros de ideas y con la dirigencia del
Partido Socialista. De estas reuniones surgió la Alianza Demócrata Socialista,
que llevará a las elecciones nacionales del 8 de noviembre de 1931 la fórmula
Lisandro De la Torre-Nicolás Repetto, que enfrentará al oficialismo
representado por el binomio Agustín P. Justo-Julio A. Roca (hijo). El programa
de la Alianza contemplaba las aspiraciones de las clases media y obrera en una
época de crisis mundial y creciente desocupación y se adelantaba en sus
postulados al New Deal llevado adelante a partir de 1933 por el presidente
Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos, base del estado benefactor que
florecerá en distintas partes del mundo entre las décadas del 30 y del 40.
Pero la oligarquía en el poder retomó las viejas prácticas
del fraude electoral, al que denominaron patriótico, porque, según sus
ejecutores, se hacía para salvar a la patria del gobierno de la
"chusma". Se consumó un escandaloso fraude en todo el país. Como en
las épocas previas a la Ley Sáenz Peña, volvieron a votar los muertos, se
quemaron urnas y se colocaron matones en las mesas de votación. Con estos
métodos, la Alianza fue derrotada y asumió la presidencia el general Justo. De
la Torre, presionado por sus amigos, aceptó ocupar una banca en el Senado de la
Nación en representación del Partido Demócrata Progresista, que había triunfado
en Santa Fe.
En 1932, en Ottawa, Canadá, ante la crisis, Inglaterra se
reunió con sus colonias y ex colonias para reorganizar su comercio exterior. El
Reino Unido decidió adquirir los productos que antes compraba a la Argentina,
en Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
En los sectores ganaderos exportadores argentinos hubo un
gran desconcierto: la metrópolis los había abandonado. El gobierno de Justo,
fiel representante de los sectores ganaderos exportadores, envió a Londres al
vicepresidente Julio A. Roca (hijo) para tratar de llegar a algún acuerdo.
Hubo una cena de recepción donde Roca dijo sin ruborizarse
que la Argentina era desde el punto de vista económico una parte integrante del
imperio británico. Otro miembro de la delegación, director de los FFCC ingleses
en Argentina no se quedó atrás y dijo a su turno que "la Argentina es una
de las joyas más preciadas de su graciosa majestad".
Finalmente se firmó un tratado con el ministro de Comercio
británico, Sir Walter Runciman.
Por el pacto Roca–Runciman, Inglaterra sólo se comprometía a
seguir comprando carnes argentinas siempre y cuando su precio fuera menor al de
los demás proveedores. En cambio, la Argentina aceptó concesiones lindantes con
la deshonra: liberó los impuestos que pesaban sobre los productos ingleses y se
comprometió a no permitir la instalación de frigoríficos argentinos.
Se creó el Banco Central de la República Argentina con
funciones tan importantes como la emisión monetaria y la regulación de la tasa
de interés, en cuyo directorio había una importante presencia de funcionarios
ingleses. Finalmente, se le otorgó el monopolio de los transportes de la
Capital a una corporación inglesa.
De la Torre denunció el acuerdo en el Senado por escandaloso
y promovió el debate.
"El gobierno inglés le dice al gobierno argentino ‘no
le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a
los frigoríficos extranjeros’. En esas condiciones no podría decirse que la
Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se
toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones.
Los dominios británicos tienen cada uno su cuota de importación de carnes y la
administran ellos. La Argentina es la que no podrá administrar su cuota. No sé
si después de esto podremos seguir diciendo: "al gran pueblo argentino,
salud" 8.
Dos años más tarde, en mayo de 1935, acusó por fraude y
evasión impositiva al frigorífico Anglo. Aportó pruebas que comprometían
directamente a dos ministros de Justo: Pinedo, ministro de Economía, y Duhau,
ministro de Hacienda.
De la Torre probó cómo se ocultaba información contable en
cajas selladas por el Ministerio de Hacienda y demostró hasta dónde llegaba la
impunidad de los frigoríficos ingleses tras la firma del pacto Roca-Runciman.
Las entradas para el debate se agotaban y la gente hacía largas colas para
escuchar y alentar a Lisandro.
Las denuncias hicieron evidentes las conexiones del gobierno
con otros negociados. El nivel de las discusiones en el senado fue subiendo de
tono hasta que se decidió hacer callar a De la Torre. Un matón del Partido
Conservador, el ex comisario Ramón Valdez Cora, atentó contra la vida del
senador y mató a su amigo y compañero de bancada Enzo Bordabehere. Se dio por
terminado el debate.
Pero el ataque a De la Torre no había terminado. El gobierno
de Justo decretó la intervención a la provincia de Santa Fe, derrocando al
gobierno demócrata progresista de Luciano Molinas. De la Torre se mostró
abatido y confesó su voluntad de abandonar la política. Una de sus últimas
intervenciones en el Senado tuvo lugar en ocasión del debate del proyecto de
Ley sobre represión del comunismo. Dirá entonces: "El peligro comunista es
un pretexto, es el ropaje con que se visten los que saben que no pueden contar
con las fuerzas populares para conservar el gobierno y se agarran del
anticomunismo como una tabla de salvación. Bajo esa bandera se pueden cometer
toda clase de excesos y quedarse con el gobierno sin votos. Yo soy un afiliado
a la democracia liberal y progresista, que al proponerse disminuir las
injusticias sociales trabaja contra la revolución comunista, mientras los
reaccionarios trabajan a favor de ella con su incomprensión de las ideas y de
los tiempos" 9.
Terminado el debate, De la Torre presentó su renuncia al
Senado y se retiró a su casa de la calle Esmeralda 22, de la que sólo salía
para brindar alguna conferencia o participar en homenajes a viejos amigos de
ideas como Aníbal Ponce. En 1938, sus amigos le prepararon un cumpleaños
sorpresa. De la Torre cumplía 70 años y se lo notaba muy apesadumbrado. Hacía
pocos días había fallecido su madre y comenzaba a rondar por sus ideas el
fantasma de Alem. Lentamente, comenzó a despedirse de sus allegados y de sus
cosas más queridas hasta que, al mediodía del 5 de enero de 1939, puso fin a su
vida disparándose un balazo al corazón.
Junto a su cadáver se encontró una carta dirigida a sus
amigos: "Les ruego que se hagan cargo de la cremación de mi cadáver. Deseo
que no haya acompañamiento público ni ceremonia laica ni religiosa alguna.
Mucha gente buena me respeta y me quiere y sentirá mi muerte. Eso me basta como
recompensa. No debe darse una importancia excesiva al desenlace final de una
vida. Si ustedes no lo desaprueban, desearía que mis cenizas fueran arrojadas
al viento. Me parece una forma excelente de volver a la nada, confundiéndose
con todo lo que muere en el Universo. Me autoriza a darles este encargo el
afecto invariable que nos ha unido. Adiós” 10.
Referencias:
1 Larra, Raúl, Lisandro de la Torre: el solitario de Pinas,
Editorial Colihue, Buenos Aires, 2001.
2 De la Torre, Lisandro, Obras completas, Buenos Aires,
Américalee, 1957.
3 De la Torre, Lisandro, Op. cit.
4 De la Torre, Lisandro, Op. cit.
5 De la Torre, Lisandro, Op. cit.
6 Larra, Raúl, Op. cit.
7 Larra, Raúl, Op. cit.
8 Galasso, Norberto, De la banca Baring al FMI: historia de
la deuda externa argentina, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2002.
9 Corbière, Emilio, “Lisandro de la Torre y la década
infame”, Revista Todo es Historia N° 150.
10 Gonzalez Arrili, Bernardo, Historia argentina, Editorial
Danar, Buenos Aires, 1964.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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