LEY DE SERVICIOS DE
COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL
Creo que a la nueva ley hay que analizarla más allá de
nuestra opinión sobre el actual gobierno. Muchos piensan que esta es una “ley
K”. No es así. Estoy a favor de la ley. Existen muchos mitos, originados por
las corporaciones que saben que con la nueva ley, se terminan los grandes
negociados que les posibilitó la década del ´90. En todo esto no hay una
disputa entre dos partes. No se reemplaza un monopolio por otro. La ley no
establece eso ya que establece máximo de licencias de medios para una misma
empresa en determinada área. Además, no tiene restricciones acerca de qué
instituciones pueden acceder a una licencia. Antes de la ley, el Comfer era
manejado por una sola persona, designada en un 100% por el Poder Ejecutivo. Eso
es reemplazado por una “autoridad de aplicación” formada por miembros del poder
ejecutivo, diputados, y controlada por una comisión de representantes de las
provincias, de universidades, y hasta un miembro representante de los pueblos
originarios.
El grupo Clarín afirma que la ley es un invento a las
apuradas de este gobierno. Esta ley es el resultado de un largo proceso que se
inicia en la propuesta espontánea de ONGs y asociaciones que se juntaron en la
Coalición para una radiodifusión democrática. Este colectivo generó 21 puntos
que, para ellos, debería contemplar una nueva ley de radiodifusión. El gobierno
luego publicó un proyecto inicial y a lo largo de meses recibió sugerencias y
comentarios, para luego crear un segundo proyecto de ley que es el que se envió
el 28 de agosto de 2009 al Congreso. Además, esta ley fue una promesa de campaña
de Cristina Fernández.
Esta es una ley antimonopolio, y si Clarín es el más
afectado lo es por su posición casi monopólica (que hasta la oposición reconoce).
Es cierto que la ley es parte de una situación de conflictos particulares, pero
en cuestión de leyes las situaciones pasan y los textos quedan.
La realidad tiene entonces la consistencia de una novela en
la que días antes de su publicación le exigen al autor borrar todas las escenas
en las que aparece un personaje. ¿Qué queda? Y entonces, como una de esas
películas con giro brusco al final que te hace reensamblar pedazos de realidad
en una nueva trama, deberemos repensar nuestra historia ahora tomando en cuenta
a este actor “ausente”.
Y por eso el sueño de los que están algo más despiertos es
que despertemos, y veamos cómo es la realidad.
Como fue, como vino siendo. Que una nueva ley nos de una nueva luz que
alumbre a los políticos, a su corrupción y a sus aciertos. Que la multiplicidad
de ojos cancele la borrachera en la que hasta ahora tuvimos que vivir. En
Argentina y en el mundo, es fundamental la democratización de los medios de
comunicación. Sin esto, caeríamos en una demagogia. Es sospechosa la actitud de
la Corte de convocar a una audiencia pública, para discutir la ley. Eso es lo
que quería Magnetto. Y lo más indignante es que tendremos que esperar hasta
después de las elecciones para que la Corte dicte su fallo. No soy optimista
con la decisión final.
Maximiliano Reimondi
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