Lucio V. Mansilla
Lucio Victorio Mansilla (Buenos Aires, 23
de diciembre de 1831 - París, 8 de octubre de 1913)
Nació en una casa
del barrio de San Telmo, edificada en la esquina de las calles Tacuarí y Potosí
(hoy Alsina), conocida en la época colonial como «el presidio viejo», el 23 de
diciembre de 1831 (día de Santa Victoria) siendo el hijo primogénito del
coronel federal Lucio Norberto Mansilla quien fuera considerado héroe de la
batalla de la Vuelta de Obligado, y de Agustina Ortiz de Rozas —décima hermana
o hermana menor de Juan Manuel de Rosas— una joven de 15 años a quien se
llamaba la belleza de la federación.
Luego de pasar por varios colegios fue
empleado en la firma familiar de Adolfo Mansilla y Cia. donde llevaba los libros
de contabilidad. En esa época, a los 16 años se enamoró de Pepita, hija de
inmigrantes franceses que era modista y trabajaba en una tienda de gorras, en
tanto su madre regenteaba un hotel de la calle San Martín. Junto con su
enamorada planearon su fuga a Montevideo en una barcaza alquilada al efecto,
pero por la infidencia de un amigo la maniobra fue descubierta, la joven
internada en un convento y el don Juan confinado en la cárcel desde donde fue
devuelto al seno familiar. Inútilmente trató de convencer a su madre de sus
buenas intenciones pues ella exigió su disculpa y la entrega de la
correspondencia y retrato de su novia, a lo cual se negó, motivo por el cual
aquella decidió mandarlo a la estancia familiar sita en el Rincón de López,
desembocadura del Río Salado en la Bahía de Samborombón, que regenteaba su tío
Gervasio, desde la cual hizo una escapada hasta Chascomús, donde en la casa de
su otro tío Prudencio, conoció y se enamoró de una de sus primas, Catalina, con
la cual luego se casaría.
Vuelto a Buenos Aires fue enviado a
trabajar al saladero familiar sito en las cercanías de San Nicolás que estaba a
cargo de su padre, donde vivía en la casa de este último sita en dicho pueblo.
Allí entretenía sus ratos de ocio en la lectura de libros que extraía de la
biblioteca paterna. Un día fue sorprendido por su progenitor leyendo el
Contrato social de Rousseau, lo que determinó que su padre, temiendo que tales
lecturas llegaran a oídos de su tío Juan Manuel poco afecto a aquellas
inclinaciones decidió mandarlo en comisión con el objeto de adquirir
mercaderías en un viaje a la India, países de Oriente y Europa donde conoció
lugares exóticos para la época como Calcuta y Egipto, terminando su viaje en
Londres y París.
Enterado del levantamiento de Urquiza contra
su tío, y preocupado por la suerte de su familia, regresó al país luego de tres
años de ausencia. En 1852 entró al ejército, militando entre los partidarios de
la Confederación. Luego del derrocamiento de Rosas, como consecuencia de la
batalla de Caseros emprendió otro viaje a Europa, en compañía de su padre y de
su hermano Lucio Norberto, compartiendo parte del trayecto hasta Brasil con
Sarmiento. De regreso, en agosto de 1852, renació el romance con su prima
Catalina, con quien contrajo enlace el 18 de septiembre de 1853.
Un año después nacería su primer hijo,
Andrés Pío. Promediando 1856, estaba dedicado al periodismo, pero un hecho
acontecido en un teatro, donde insultó a viva voz al senador José Mármol,
retándolo a duelo por una injuria vertida hacia su familia en la novela Amalia,
terminó con él en la cárcel y fue penado con extradición. De modo que se radicó
en la ciudad de Paraná — capital por entonces de la Confederación Argentina, de
la cual el Estado de Buenos Aires se había separado — lo que significó alejarse
de su familia. Realizó periodismo político y fue secretario de Salvador María
del Carril; luego diputado por Santiago del Estero y secretario de la
Convención Constituyente de 1860 llevada a cabo como consecuencia del tratado
de San José de Flores, luego del triunfo de Urquiza en la batalla de Cepeda
(1859), por el cual Buenos Aires se unía a la Confederación con la condición de
revisar la Constitución de 1853 que se había realizado sin su participación.
Intervino en la Guerra del Paraguay;
asistió a la batalla de Humaitá y a los combates de Estero Bellaco, Tuyutí,
Boquerón y Sauce. Sufrió una herida en las lomas de Curupaytí. En 1868 alcanzó
los grados de mayor y teniente coronel y se desempeñó como secretario militar
del general Emilio Mitre hasta que dejó en su reemplazo a su amigo el teniente
coronel Agustín Mariño. Más adelante ascendió a coronel, gracias a su apoyo a
la campaña a la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento. En virtud de ello,
pretendió que el sanjuanino lo nombrara ministro de guerra de su gabinete, pero
este no accedió y en cambio lo destinó al servicio de la frontera sur de
Córdoba, bajo las órdenes del general Arredondo.
Al nombrársele comandante de las
fronteras del sur de Córdoba se internó en las pampas acompañado de dos frailes
franciscanos y con una pequeña escolta para tratar pacíficamente con los
indios. Partió el 30 de marzo de 1870 desde el fuerte Sarmiento (actual ciudad
argentina de Río Cuarto), el coronel Lucio V. Mansilla parte en una expedición
pacífica de 18 días hasta las tierras del cacique ranquel Mariano Rosas. Como
resultado de esta experiencia, un mes después publicó ese relato como su obra
literaria más conocida, Una excursión a los indios ranqueles.
A la vuelta de su expedición, que duró
veinte días, en Villa Mercedes, Mansilla se encontró suspendido de su cargo por
cuanto, procediendo sin consultar a su jefe, había ordenado el fusilamiento de
un desertor reincidente, previo consejo de guerra sumarísimo. El presidente
Sarmiento cerró el sumario poniéndolo en disponibilidad, con un apercibimiento
en su foja de servicios.
Se dedicó entonces al periodismo,
escribiendo artículos en los diarios de la época. Dos años después, su amigo
Nicolás Avellaneda (que gobernó entre el 12 de octubre de 1874 y el 12 de
octubre de 1880) lo repuso en su cargo militar como jefe de estado mayor en
Córdoba y luego jefe de fronteras e intendente militar.
Desde 1882 diputado durante el gobierno
de Julio Argentino Roca (que fue presidente entre el 12 de octubre de 1880 y el
12 de octubre de 1886) y cumplió luego misiones diplomáticas en el exterior.
Hacia fines de 1895 falleció su mujer, Catalina, de lo cual se enteró meses más
tarde, pues se encontraba en misión en Niza. En 1896 se radicó en París, desde
donde pidió su baja del ejército y dos años más tarde publicó una biografía
sobre su tío Juan Manuel de Rosas con el carácter de ensayo
histórico-psicológico y luego dos ensayos políticos, «En vísperas» (1903) y «Un
país sin ciudadanos» (1907) y mandaba colaboraciones para la prensa de Buenos
Aires. Para entonces durante la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires
(1871) ya había fallecido su padre y su hijo mayor y luego sus otros dos hijos
corrieron la misma suerte a causa de distintas enfermedades.
Tenía 71 años cuando comenzó a redactar
sus «Memorias», en las que recordaría episodios de su infancia y juventud,
mientras seguía mandando desde París apostillas para El Diario de Buenos Aires.
Hacia fines de 1898 en un breve viaje que hace a su país, conoce a Mónica
Torromé, viuda de Huergo cuyo padre había instalado una firma comercial en
Londres, donde contrae segundas nupcias el año siguiente para luego instalarse
definitivamente en París, en 1902, luego de realizar varias misiones
diplomáticas en otros puntos de Europa, funciones a las que renunció en dicho
año. En sus últimos años estuvo aquejado de una incipiente ceguera, y falleció
en aquella ciudad el 8 de octubre de 1913. Es uno de los 5 dandis porteños del
libro de Pilar de Lusarreta.
Mansilla
el escritor
Mansilla, además de militar fue escritor
y periodista. Tal cual se señaló, su obra más conocida es Una excursión a los
indios ranqueles, que fue publicada a modo de cartas que dirigía a su amigo
Santiago Arcos, quien por entonces residía en España en un diario de la época
titulado La Tribuna, entre el 20 de mayo y el 7 de septiembre de 1870.
Contaba los detalles de su expedición y
su encuentro con los capitanejos ranqueles y con el cacique Pagitruz Guor (hijo
del gran cacique Paine, que a su vez descendía de Yanquetruz), llamado también
Mariano Rosas, debido a que siendo joven había sido tomado prisionero y enviado
a la "Estancia del Pino", propiedad de Juan Manuel de Rosas, donde
aprendió las tareas del campo, y allí fue bautizado con el apellido cristiano
de su por entonces patrón y luego padrino. Se escapó posteriormente con otros
aborígenes hacia sus tolderías, de las cuales llegaría a ser jefe a la muerte
de su padre (otra versión poco probable recogida por Estanislao Zeballos
sostiene que fue el propio Rosas el que lo envió a reencontrarse con su padre a
cambio de que este a su vez le remitiera al refugiado unitario Manuel
Baigorria, canje que nunca se concretó).
La travesía del Coronel Mansilla desde el
fuerte Sarmiento, sobre la frontera que se había avanzado hasta el río Quinto,
en Córdoba, se inició el 30 de marzo de 1870, teniendo como objetivo afianzar
un tratado de paz que anteriormente había suscripto con los emisarios indios
que el cacique mandara a la comandancia y que había sido corregido por Sarmiento,
por entonces Presidente de la Nación Argentina. La comitiva se componía de dos
sacerdotes franciscanos de la "propaganda fide", fray Marcos Donatti
y fray Moisés Álvarez, cuatro oficiales subalternos y seis caballerizos,
transportando en mulas cargueras los ornamentos religiosos, las provisiones y
los regalos para los caciques y con ellos tomó el rumbo de las rastrilladas que
surcaban la pampa en dirección hacia la "Laguna del Cuero" y más allá
Leubucó, capital del dominio ranquel en el que imperaba Mariano Rosas
(Panguitruz Güer).
Mansilla definió con lucidez los
caracteres y comportamientos de los ranqueles y de los cautivos y describió las
costumbres que imperaban en las tolderías por aquella época. De esta excursión,
que su propio protagonista calificó como, "calaverada militar", dijo
"prefiero la barbarie a la corrupción, como prefiero todo lo que es
primitivo a lo que está ya empedernido y no es susceptible de variación. Tales
son las ideas que han debido campear en mi primer tomo, hasta donde su carácter
social y pintoresco lo haya permitido".
En otra etapa de su vida introdujo una
forma nueva de literatura, que se caracterizó por el relato coloquial,
publicando en el diario "Sud América" relatos breves, anécdotas,
conversaciones o diálogos que guardaba en su memoria, en su mayoría
autobiográficos conocidos como las "causeries" (charlas) de los
jueves".Entre esos recuerdos se encuentra el titulado "Los siete
platos de arroz con leche", donde cuenta su encuentro con su tío Juan
Manuel en su finca de Palermo luego de su primer viaje a Europa. Esas
publicaciones fueron recogidas en 5 volúmenes editados entre 1889/90 que para
una mejor comprensión tituló "Entre nos", llevando como subtítulo el
indicado galicismo. Posteriormente la editorial Hachette reeditó las mismas en
un tomo de su colección El Pasado Argentino que fue prologado por el escritor
Juan Carlos Ghiano y vio la luz en 1963.
Otra de sus obras "Retratos y
recuerdos" refleja la descripción de 17 personajes históricos de su época
que conoció personalmente la mayoría de ellos durante su exilio en Paraná.
También intentó reflejar una crítica de la época de su tío Juan Manuel de Rosas
en un estudio de tinte histórico-psicológico, que provocó algunas críticas
desfavorables por su inexperiencia en ese tipo de ensayos.
En su primera obra, "De Adén a
Suez", narra las peripecias de su primer viaje a tierras totalmente
extrañas, como el lejano oriente, que recorrió desde Calcuta hasta Egipto, en
compañía de un compañero de aventuras estadounidense, culminando el viaje en
Londres y París.
En su última obra, "Memorias",
solo llegó a reflejar su infancia y juventud, y recordaba con nostalgia esa
época en que la semi-colonial Buenos Aires quería dejar de ser "gran
aldea", describiendo en forma detallada sus características, sobre todo
del barrio de San Telmo, dónde tuvo su domicilio.
Maximiliano Reimondi