Vicente López y Planes
Alejandro Vicente López y Planes (Buenos Aires, 3 de mayo de
1785 – 10 de octubre de 1856)
Hijo de Domingo Lorenzo López de Santiago, español, y de
María Catalina Josefa Planes y Espinosa, porteña, inició sus estudios primarios
en la Escuela San Francisco, cursando los secundarios en el Real Colegio San
Carlos, hoy Colegio Nacional de Buenos Aires. Obtuvo el doctorado en leyes en
la Universidad de Chuquisaca. Se desempeñó como capitán del Regimiento de
Patricios durante las Invasiones Inglesas. Luego de la victoria porteña compuso
un poema titulado El triunfo argentino.
Participó en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 y
apoyó la formación de la Primera Junta. Tenía buenas relaciones con Manuel
Belgrano. Fue enviado al norte con la Expedición Auxiliar a las provincias,
como secretario auditor de su jefe, el coronel Francisco Ortiz de Ocampo.
Cuando éste fue dejado de lado por su oposición al fusilamiento del ex virrey
Santiago de Liniers, regresó a Buenos Aires.
Cuando los miembros realistas del cabildo porteño fueron
expulsados, fue electo alcalde de la ciudad. Fue enemigo del partido de
Cornelio Saavedra y uno de los creadores del Primer Triunvirato, del cual fue
Síndico y secretario de Hacienda. El 3 de enero de 1812 fue reemplazado como
Síndico del cabildo por el jurisconsulto Miguel Mariano de Villegas.
Fue miembro de la Asamblea del Año XIII, defendiendo los
intereses de Buenos Aires. A pedido de la Asamblea escribió la letra de una
"marcha patriótica", que terminó siendo el Himno Nacional Argentino.
Era una marcha guerrera, cuya música compuso el catalán Blas Parera; fue
aprobada el 11 de mayo de 1813. Se leyó por primera vez en público en la
tertulia realizada el sábado 7 de mayo en la casa de Mariquita Sánchez de
Thompson. Desplazó a otra marcha patriótica, escrita por Esteban de Luca, que
hubiera sido el Himno nacional argentino si no hubiera sido por la de López,
más belicista.
Participó en el gobierno del general Carlos María de Alvear,
y a su caída fue condenado a prisión. Ocupó algunos cargos públicos más, hasta
que fue nombrado secretario del Congreso Constituyente de 1824 y, poco después,
ministro del presidente Bernardino Rivadavia.
Presidente
provisional y juez
Tras el escándalo por las negociaciones con el Imperio del
Brasil, Rivadavia renunció a la presidencia. En su lugar fue electo López, que
firmó la inevitable disolución del Congreso y llamó a elecciones en Buenos
Aires.
El nuevo gobernador, Manuel Dorrego, lo llevó al cargo de
ministro; eso lo acercó a los federales. Se exilió en el Uruguay cuando Dorrego
fue derrocado y fusilado por el unitario Juan Lavalle, y regresó para ser
nombrado miembro del Tribunal de Justicia en 1830 por el gobernador Juan Manuel
de Rosas. Durante muchos años fue presidente del Tribunal y, entre otras
causas, presidió el juzgamiento de los asesinos de Juan Facundo Quiroga, los
hermanos Reynafé.
Fue presidente del Salón Literario dirigido por Marcos
Sastre, pero no se unió al grupo de la Generación del 37, a la que sí perteneció su
hijo, Vicente Fidel.
Gobernador de Buenos
Aires
Después de Caseros se puso bajo la protección del vencedor,
Justo José de Urquiza, que lo nombró gobernador de la provincia; nombró
ministro de gobierno al jefe de los unitarios, Valentín Alsina. Sin permiso de
la legislatura, viajó a San Nicolás de los Arroyos, donde firmó el Acuerdo de
San Nicolás, camino imprescindible para la sanción de una Constitución
Nacional. Pero la legislatura, viendo que la convención convocada no era
controlada por Buenos Aires, rechazó el Acuerdo. Cuando López — acompañado de
su hijo — defendió ardorosamente la unión nacional, fue derrocado. Pero Urquiza
intervino la provincia y repuso en el gobierno a López. Éste renunció
definitivamente a fines de julio.
Su sucesor, general José Miguel Galán, fue depuesto apenas
Urquiza hubo dejado la provincia, por la revolución del 11 de septiembre de
1852. Durante los siguientes nueve años, el Estado de Buenos Aires permanecería
separado de la Confederación Argentina. Tras vivir corto tiempo en Paraná,
regresó a Buenos Aires.
Murió en Buenos Aires en 1856. Sus restos mortales se
encuentran en el Cementerio de la Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires.
Maximiliano Reimondi
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