Héctor Tizón
Biografía
Entre 1943 y 1948 vivió en Salta,
donde cursó el secundario y publicó sus primeros cuentos en el diario El Intransigente. Formó parte
de el grupo regional LA CARPA grupo formado en la década de 1940 por
las provincias del noroeste argentino.
Abandonó la diplomacia en 1962 y, de regreso en Argentina,
desempeño brevemente el cargo de ministro de Gobierno, Justicia y Educación.
Dirigió el diario Proclama.
En 1976 se exilió en España,
donde trabajó en editoriales, diarios y revistas.
Afiliado a la Unión Cívica Radical, representó como
convencional a su provincia en la Convención Nacional que reunida en Santa Fe
sancionó la reforma constitucional de 1994integrando el bloque
radical presidido por Raúl Alfonsín. A mediados de la década de 1990, a instancias de la
minoría radical, la legislatura jujeña lo designa Juez de Superior Tribunal de
Justicia, como Juez Decano, y vicepresidente del cuerpo.
Viajó largamente por el mundo; como diplomático de 1958 a 1962, como exiliado de 1976 a 1982, pero "su lugar
en el mundo", al que volvía una y otra vez, es Yala, provincia deJujuy, donde se radicó
tempranamente cuando su padre fue nombrado jefe de la estación local.
Su primer libro fue publicado en México en 1960, A un costado de los rieles.
Parte de su obra, siempre fiel a sus raíces y su lugar de origen con sus mitos
e historias, ha sido traducida al francés, inglés, ruso, polaco y alemán. Su
obra ha sido distinguida con varios premios,3 incluyendo el de «Brillante», así como
con los de «Consagración Nacional», Academia de Letras, «Gran Premio de Honor»
de la Sociedad Argentina de Escritores, y del Fondo Nacional de las Artes; fue
declarado ciudadano ilustre y recibió una medalla por su trayectoria, labor y
virtud a su extensa obra de gran importancia para la literatura universal.
Recibió la condecoración de Caballero de la Orden de las Artes y
Letras en Francia.
Estaba casado con la filóloga Flora Guzmán.
Obras
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A un costado de los rieles (1960) Relatos
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Fuego en Casabindo (1969) Novela
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El cantar del profeta y el bandido (1972) Novela
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El jactancioso y la bella (1972) Relatos
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Sota de bastos, caballo de espadas (1975) Novela
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El traidor venerado (1978) Relatos
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La casa y el viento (concluido en España en 1982, publicado en
Argentina en 1984) Novela
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Recuento (1984) (antología personal) Relatos
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El viaje (1988) Novela
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El hombre que llegó a un pueblo (1988) Novela breve
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El gallo blanco (1992) Cuentos
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Luz de las crueles provincias (1995) Novela
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La mujer de Strasser (1997) Novela
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Tierra de frontera (1998) Ensayo
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Obra completa (1998)
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Extraño y pálido fulgor (1999) Novela
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El viejo soldado (escrito en el exilio, publicada en 2002) Novela
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La belleza del mundo (2004) Novela
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No es posible callar (2004) Ensayos
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Cuentos completos (2006)
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El resplandor de la hoguera (2008) Memorias
La Puna como lenguaje
En un artículo,4 se explicó refiriéndose a la obra de
Tizón: "El paisaje no es el marco que encuadra la historia o los
personajes; el paisaje es la historia misma, porque así como el personaje
engendra el paisaje, en un movimiento de endogénesis, también los personajes y
sus historias sólo pueden ser concebidos en ese paisaje".
Si bien en la obra de Tizón existen situaciones que se dan en
lugares puntuales como la Puna, las historias que en
sus textos se cuentan exceden cualquier regionalismo y folclore, centrándose
más bien en los problemas universales del hombre, esto es, la vida, la muerte,
el amor, el sentido de la amistad, el odio, etcétera.
Sobre la génesis de sus relatos
Al referirse al modo de crear sus cuentos, Tizón nos dice:
"Generalmente, un cuento se me da por medio de la imagen, no algo que veo
con los ojos sino una imagen que puedo prever, una imagen mental. El otro
camino puede ser una frase cualquiera". Y, acerca del dominio de su
oficio, el escritor habla de "herramientas" que están "en los
almacenes universales del arte de escribir" y "algunas que me he
fabricado yo mismo adaptándolas a otras".
Estilo y límites
Si prestamos atención a la cantidad de libros escritos, el novelista gana al cuentista;
pero si se atiene a la factura de la obra, en ambos géneros Tizón prefiere la
intensidad y el límite propios del cuento. Da la impresión de querer verter
toda su potencia narrativa no tanto en el argumento como en la atmósfera; y lo
hace con parquedad magistral, en absoluto presuntuosa, no derrochando palabras,
contando la historia como si las palabras pudiesen herir al lector si se abusa
de ellas.
Características de su producción literaria
En términos generales, interesa remarcar dos momentos de su
producción literaria, inseparables de su biografía: el antes y el después del exilio, de su
salida forzosa de Yala. Tizón, aunque
obsesionado por el arraigo,
se exilió en España (1976-1982)cuando la dictadura
militar de la Argentina y es donde se produce un cambio
fundamental que interviene profundamente su universo literario. La primera
etapa podría estar representada por los libros escritos antes del exilio, como
las novelas "Fuego en Casabindo" y "El cantar del profeta y el
bandido"; y los cuentos "El jactancioso y la bella" y "El
traidor venerado". A la segunda etapa se le adscribe lo escrito durante el destierro y después de él. Su tema recurrente es
ahora el abandono de lo propio. "La casa y el viento" es, por
ejemplo, la crónica del exilio, de la huida onírica a través de la Puna en un intento tal vez desesperado por
salvar su vida. El cuento "Los árboles" retoma el tema de la desolación
del extranjero, la imposibilidad (vivida intensamente por él mismo) de no poder
crear en una tierra extraña. Al regreso a la argentina, la novela "El
hombre que llegó a un pueblo" es el fracaso de esa llegada. El cuento
"Regreso" narra las perplejidades de un regreso imposible.
Filmografía
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El destino (en Internet Movie Database, en inglés), película de Miguel Pereira basada en la novela El hombre que llegó a un pueblo,
ganadora del Premio del Jurado Ecuménico del Festival Internacional de Karlovy
Vary 2006, España/Argentina, 2006.
Murió
en Jujuy Tizón, pegado a su desierto. Magistrado, exiliado, ciudadano universal
y puneño de Yala, se eligió a éste último para hablarles a los otros. Desde esa
experiencia eligió contar el mundo, desde esos hombres y mujeres que se
enfrentan a ellos mismos en la soledad y el silencio. Es curioso, ahora, la
contratapa de su último libro, el lugar en el que las editoriales exageran las
virtudes de sus autores, le queda chica: "Ya es un hombre sabio al que la
vida no le escamotea sus verdades", dice. Hacía rato lo era.
Había
nacido en Yala, Jujuy, el 21 de octubre de 1929. Allí pasó su infancia, y quizá
allí mismo decidió que el desierto sería el teatro de operaciones para contar y
contarse a sí mismo. Desde temprano, Tizón debió navegar entre dos lenguas, la
de los libros y la quechua. Ni sus años en La Plata o en México, ni el exilio
en España, o su carrera diplomática en Milán le cambiaron el foco. Su
literatura se nutre también de esas experiencias, pero fluye siempre de su
sangre alto peruana.
En sus
historias hay un escenario concreto, pero sus problemas son universales,
filosóficos, y muy humanos. En México, adonde viajo como diplomático, publicó
en 1960 su primer libro, A un costado de los rieles. Luego, ya de regreso en la
Argentina vinieron Fuego en Casabindo y Sota de bastos, caballo de espadas,
entre otros. Casabindo, Yala, Humahuaca, Cochinoca... En esas primeras obras
necesitó ponerle nombre y apellido al espacio geográfico. Hasta dibujaba mapas
para anclar sus historias, para preservar los buenos tiempos, aquéllos de los
que hablaban los viejos.
No
siempre reinaron la oscuridad y la pobreza en el norte argentino. Y quiso Tizón
salvar aquel vago recuerdo de grandeza. Libró entonces una batalla contra el
tiempo para mantener los mitos de estas tierras arrasadas por el viento, las
viruelas y el alcoholismo. "En un remoto rincón de la puna, los
sobrevivientes... buscan en el pasado las huellas de ilusiones perdidas",
escribió. Buscaba conservar esas voces, enrumbadas a morir.
Después,
el tiempo le enseñó que lo que tiene que perderse se pierde. Y más en la puna.
Abandonó pronto las localizaciones. Quizá ese cambio haya operado en tiempos
del exilio, entre 1976 y 1982 cuando alternó casa en Madrid, París y Milán. Fue
cuando, paradójicamente, muchos de sus personajes también perdieron los
nombres. Sin mapa, sus personajes siguieron haciendo crujir la tierra dura y
estéril a cada paso, y el amanecer siempre diáfano los siguió sorprendiendo en
los caseríos de una Puna sin nombre. Sus dramas son los de la condición humana.
Contra
la intelectualización literaria, contra el palabrerío inútil, se volvió un
buscador incansable de atmósferas sencillas. Pero épicas. Misión que comparte
con escritores como John Berger, buceando en su memoria pequeños actos,
enmarcados por un mundo insondable. La tía Gertrudes, Doroteo, Venancio,
Jacinta... Seres taciturnos, limitados, solos, son construcciones contra el
ruido citadino. Pura apología del silencio. Hombres y mujeres que no usan la
lengua para decir tonterías. Silencio y también soledad. Fue Tizón un enemigo
del despilfarro y el exceso. Y es esa una característica de sus paisajes, de
sus sentimentales historias puneñas.
Nos
remite a lugares y a la vez los crea, este ex embajador, vagabundo, exiliado y
regresado, como alguna vez se definió. Pero la soledad también es deseo. Allí
están Laura y la mujer de Strasser, sensuales, con nada en común más que una
evidencia de la pasión permanente. Sus libros también tienen un vínculo curioso
y casi oculto con la historia mundial. En Memorial... retoma la historia del
dinamitero de La mujer de Strasser, que no es otro que el Mariscal Tito, el
hombre poderoso que gobernó Yugoslavia durante cuarenta años y que en la década
del treinta vivió en Jujuy y trabajó junto al padre del escritor en el tendido
del ferrocarril. También vuelve sobre el Conde de Montseanou, un noble belga
venido a menos que se ganaba la vida tocando el piano en un prostíbulo de La
Quiaca. Nombres y apellidos para personajes que no los necesitan.
Sean
quienes sean, vengan de donde vengan, sus historias y personajes, vibran al
compás de la oralidad de los bosques y las quebradas, de los vientos de la Puna
y el desierto, de las pasiones, el sexo, los ritos de la muerte... Quizá
guarden algo del diplomático radical "yrigoyenista", del abogado que
llegó a ser juez de la Corte Suprema jujeña. Pero habría que volver a Yala,
aunque sea a través de un libro, y preguntar en los boliches, en las
procesiones, o en esas calles de frontera. Sus historias siguen allí, como
Tizón mismo. Sólo hay que ir a buscarlos.
“Un escritor no
puede ser un bello pájaro ciego que canta para cualquiera sino un hombre libre
que dice lo que piensa” (Héctor Tizón)