sábado, 4 de agosto de 2012


Héctor Tizón

Héctor Tizón (Yala provincia de Jujuy, 21 de octubre de 1929 - 30 de julio de 20122 ) fue un escritor, periodista, abogado y diplomático argentino.
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Biografía

Entre 1943 y 1948 vivió en Salta, donde cursó el secundario y publicó sus primeros cuentos en el diario El Intransigente. Formó parte de el grupo regional LA CARPA grupo formado en la década de 1940 por las provincias del noroeste argentino.

En 1949 se radicó en La Plata. Diplomado en Derecho en el año 1953, inició en 1958 su carrera diplomática. Fue agregado cultural en México, donde se vinculó con los escritoresJuan Rulfo, Ernesto Cardenal, Ezequiel Martínez Estrada, Augusto Monterroso y Tomás Segovia, y cónsul en Milán.
Abandonó la diplomacia en 1962 y, de regreso en Argentina, desempeño brevemente el cargo de ministro de Gobierno, Justicia y Educación.
Dirigió el diario Proclama. En 1976 se exilió en España, donde trabajó en editoriales, diarios y revistas.
Afiliado a la Unión Cívica Radical, representó como convencional a su provincia en la Convención Nacional que reunida en Santa Fe sancionó la reforma constitucional de 1994integrando el bloque radical presidido por Raúl Alfonsín. A mediados de la década de 1990, a instancias de la minoría radical, la legislatura jujeña lo designa Juez de Superior Tribunal de Justicia, como Juez Decano, y vicepresidente del cuerpo.
Viajó largamente por el mundo; como diplomático de 1958 a 1962, como exiliado de 1976 a 1982, pero "su lugar en el mundo", al que volvía una y otra vez, es Yala, provincia deJujuy, donde se radicó tempranamente cuando su padre fue nombrado jefe de la estación local.
Su primer libro fue publicado en México en 1960, A un costado de los rieles. Parte de su obra, siempre fiel a sus raíces y su lugar de origen con sus mitos e historias, ha sido traducida al francés, inglés, ruso, polaco y alemán. Su obra ha sido distinguida con varios premios,3 incluyendo el de «Brillante», así como con los de «Consagración Nacional», Academia de Letras, «Gran Premio de Honor» de la Sociedad Argentina de Escritores, y del Fondo Nacional de las Artes; fue declarado ciudadano ilustre y recibió una medalla por su trayectoria, labor y virtud a su extensa obra de gran importancia para la literatura universal.
Recibió la condecoración de Caballero de la Orden de las Artes y Letras en Francia.
Estaba casado con la filóloga Flora Guzmán.
Una calle de Palpalá, Jujuy, lleva su nombre.

Obras

§                    A un costado de los rieles (1960) Relatos
§                    Fuego en Casabindo (1969) Novela
§                    El cantar del profeta y el bandido (1972) Novela
§                    El jactancioso y la bella (1972) Relatos
§                    Sota de bastos, caballo de espadas (1975) Novela
§                    El traidor venerado (1978) Relatos
§                    La casa y el viento (concluido en España en 1982, publicado en Argentina en 1984) Novela
§                    Recuento (1984) (antología personal) Relatos
§                    El viaje (1988) Novela
§                    El hombre que llegó a un pueblo (1988) Novela breve
§                    El gallo blanco (1992) Cuentos
§                    Luz de las crueles provincias (1995) Novela
§                    La mujer de Strasser (1997) Novela
§                    Tierra de frontera (1998) Ensayo
§                    Obra completa (1998)
§                    Extraño y pálido fulgor (1999) Novela
§                    El viejo soldado (escrito en el exilio, publicada en 2002) Novela
§                    La belleza del mundo (2004) Novela
§                    No es posible callar (2004) Ensayos
§                    Cuentos completos (2006)
§                    El resplandor de la hoguera (2008) Memorias

 

La Puna como lenguaje

En un artículo,4 se explicó refiriéndose a la obra de Tizón: "El paisaje no es el marco que encuadra la historia o los personajes; el paisaje es la historia misma, porque así como el personaje engendra el paisaje, en un movimiento de endogénesis, también los personajes y sus historias sólo pueden ser concebidos en ese paisaje".
Si bien en la obra de Tizón existen situaciones que se dan en lugares puntuales como la Puna, las historias que en sus textos se cuentan exceden cualquier regionalismo y folclore, centrándose más bien en los problemas universales del hombre, esto es, la vida, la muerte, el amor, el sentido de la amistad, el odio, etcétera.

 

Sobre la génesis de sus relatos

Al referirse al modo de crear sus cuentos, Tizón nos dice: "Generalmente, un cuento se me da por medio de la imagen, no algo que veo con los ojos sino una imagen que puedo prever, una imagen mental. El otro camino puede ser una frase cualquiera". Y, acerca del dominio de su oficio, el escritor habla de "herramientas" que están "en los almacenes universales del arte de escribir" y "algunas que me he fabricado yo mismo adaptándolas a otras".

Estilo y límites

Si prestamos atención a la cantidad de libros escritos, el novelista gana al cuentista; pero si se atiene a la factura de la obra, en ambos géneros Tizón prefiere la intensidad y el límite propios del cuento. Da la impresión de querer verter toda su potencia narrativa no tanto en el argumento como en la atmósfera; y lo hace con parquedad magistral, en absoluto presuntuosa, no derrochando palabras, contando la historia como si las palabras pudiesen herir al lector si se abusa de ellas.

Características de su producción literaria

En términos generales, interesa remarcar dos momentos de su producción literaria, inseparables de su biografía: el antes y el después del exilio, de su salida forzosa de Yala. Tizón, aunque obsesionado por el arraigo, se exilió en España (1976-1982)cuando la dictadura militar de la Argentina y es donde se produce un cambio fundamental que interviene profundamente su universo literario. La primera etapa podría estar representada por los libros escritos antes del exilio, como las novelas "Fuego en Casabindo" y "El cantar del profeta y el bandido"; y los cuentos "El jactancioso y la bella" y "El traidor venerado". A la segunda etapa se le adscribe lo escrito durante el destierro y después de él. Su tema recurrente es ahora el abandono de lo propio. "La casa y el viento" es, por ejemplo, la crónica del exilio, de la huida onírica a través de la Puna en un intento tal vez desesperado por salvar su vida. El cuento "Los árboles" retoma el tema de la desolación del extranjero, la imposibilidad (vivida intensamente por él mismo) de no poder crear en una tierra extraña. Al regreso a la argentina, la novela "El hombre que llegó a un pueblo" es el fracaso de esa llegada. El cuento "Regreso" narra las perplejidades de un regreso imposible.

Filmografía

§                    Le mot juste (documental biográfico), dirigida por Eduardo Montes-Bradley. Argentina, 2004.
§                    El destino (en Internet Movie Database, en inglés), película de Miguel Pereira basada en la novela El hombre que llegó a un pueblo, ganadora del Premio del Jurado Ecuménico del Festival Internacional de Karlovy Vary 2006, España/Argentina, 2006.

 

 

Murió en Jujuy Tizón, pegado a su desierto. Magistrado, exiliado, ciudadano universal y puneño de Yala, se eligió a éste último para hablarles a los otros. Desde esa experiencia eligió contar el mundo, desde esos hombres y mujeres que se enfrentan a ellos mismos en la soledad y el silencio. Es curioso, ahora, la contratapa de su último libro, el lugar en el que las editoriales exageran las virtudes de sus autores, le queda chica: "Ya es un hombre sabio al que la vida no le escamotea sus verdades", dice. Hacía rato lo era.
Había nacido en Yala, Jujuy, el 21 de octubre de 1929. Allí pasó su infancia, y quizá allí mismo decidió que el desierto sería el teatro de operaciones para contar y contarse a sí mismo. Desde temprano, Tizón debió navegar entre dos lenguas, la de los libros y la quechua. Ni sus años en La Plata o en México, ni el exilio en España, o su carrera diplomática en Milán le cambiaron el foco. Su literatura se nutre también de esas experiencias, pero fluye siempre de su sangre alto peruana.
En sus historias hay un escenario concreto, pero sus problemas son universales, filosóficos, y muy humanos. En México, adonde viajo como diplomático, publicó en 1960 su primer libro, A un costado de los rieles. Luego, ya de regreso en la Argentina vinieron Fuego en Casabindo y Sota de bastos, caballo de espadas, entre otros. Casabindo, Yala, Humahuaca, Cochinoca... En esas primeras obras necesitó ponerle nombre y apellido al espacio geográfico. Hasta dibujaba mapas para anclar sus historias, para preservar los buenos tiempos, aquéllos de los que hablaban los viejos.
No siempre reinaron la oscuridad y la pobreza en el norte argentino. Y quiso Tizón salvar aquel vago recuerdo de grandeza. Libró entonces una batalla contra el tiempo para mantener los mitos de estas tierras arrasadas por el viento, las viruelas y el alcoholismo. "En un remoto rincón de la puna, los sobrevivientes... buscan en el pasado las huellas de ilusiones perdidas", escribió. Buscaba conservar esas voces, enrumbadas a morir.
Después, el tiempo le enseñó que lo que tiene que perderse se pierde. Y más en la puna. Abandonó pronto las localizaciones. Quizá ese cambio haya operado en tiempos del exilio, entre 1976 y 1982 cuando alternó casa en Madrid, París y Milán. Fue cuando, paradójicamente, muchos de sus personajes también perdieron los nombres. Sin mapa, sus personajes siguieron haciendo crujir la tierra dura y estéril a cada paso, y el amanecer siempre diáfano los siguió sorprendiendo en los caseríos de una Puna sin nombre. Sus dramas son los de la condición humana.
Contra la intelectualización literaria, contra el palabrerío inútil, se volvió un buscador incansable de atmósferas sencillas. Pero épicas. Misión que comparte con escritores como John Berger, buceando en su memoria pequeños actos, enmarcados por un mundo insondable. La tía Gertrudes, Doroteo, Venancio, Jacinta... Seres taciturnos, limitados, solos, son construcciones contra el ruido citadino. Pura apología del silencio. Hombres y mujeres que no usan la lengua para decir tonterías. Silencio y también soledad. Fue Tizón un enemigo del despilfarro y el exceso. Y es esa una característica de sus paisajes, de sus sentimentales historias puneñas.
Nos remite a lugares y a la vez los crea, este ex embajador, vagabundo, exiliado y regresado, como alguna vez se definió. Pero la soledad también es deseo. Allí están Laura y la mujer de Strasser, sensuales, con nada en común más que una evidencia de la pasión permanente. Sus libros también tienen un vínculo curioso y casi oculto con la historia mundial. En Memorial... retoma la historia del dinamitero de La mujer de Strasser, que no es otro que el Mariscal Tito, el hombre poderoso que gobernó Yugoslavia durante cuarenta años y que en la década del treinta vivió en Jujuy y trabajó junto al padre del escritor en el tendido del ferrocarril. También vuelve sobre el Conde de Montseanou, un noble belga venido a menos que se ganaba la vida tocando el piano en un prostíbulo de La Quiaca. Nombres y apellidos para personajes que no los necesitan.
Sean quienes sean, vengan de donde vengan, sus historias y personajes, vibran al compás de la oralidad de los bosques y las quebradas, de los vientos de la Puna y el desierto, de las pasiones, el sexo, los ritos de la muerte... Quizá guarden algo del diplomático radical "yrigoyenista", del abogado que llegó a ser juez de la Corte Suprema jujeña. Pero habría que volver a Yala, aunque sea a través de un libro, y preguntar en los boliches, en las procesiones, o en esas calles de frontera. Sus historias siguen allí, como Tizón mismo. Sólo hay que ir a buscarlos.

“Un escritor no puede ser un bello pájaro ciego que canta para cualquiera sino un hombre libre que dice lo que piensa” (Héctor Tizón) 

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