viernes, 28 de diciembre de 2012


DVD
EL CHICO DE LA BICICLETA


(Le gamin au vélo, Francia/Bélgica, 2011).
Guión y dirección: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne.
Fotografía: Alan Marcoen.
Edición: Marie-Hélène Dozo.
Intérpretes: Cécile De France, Thomas Doret, Jérémie Renier, Egon Di Mateo, Oliver Gourmet.

Crítica: por Maximiliano Reimondi
Calificación: Muy buena

Un chico de unos once años, Cyril, no quiere cortar una comunicación telefónica, a pesar de que escucha una y otra vez la misma voz mecánica de una grabación, que le indica que esa línea está desconectada. Se aferra al aparato con sus dos manos, como si en ello le fuera la vida. No le basta con que un adulto le explique que no vale la pena insistir, que no sacará nada con ello. Cyril quiere saber algo de su padre, reencontrarlo, volver a vivir con él. No puede entender que lo haya dejado a cargo del servicio social. O que al menos no le haya dejado su bicicleta, que él necesita como si fuera una extensión de su propio cuerpo. El nuevo film de los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne –ganador del Grand Prix del Jurado del Festival de Cannes 2011– no será tanto la búsqueda de ese padre como la educación de Cyril, que deberá aprender a valerse por sus propios medios, sin por ello dejar de confiar en los demás.
Cyril descarga toda su angustia recorriendo la ciudad a toda velocidad, en la bicicleta que alguna vez le regaló su padre y que recupera para luego perder y volver a recobrar, como si todo fuera trabajoso en su vida. Y si alguien se le interpone en su camino –por bienintencionados que sean, como los asistentes sociales, o una peluquera que acepta su guarda por los fines de semana–, Cyril los muerde y los patea y sale corriendo, una y otra vez. Y la cámara de los Dardenne, por supuesto, está siempre con él, a su lado.
De hecho, el padre de Cyril está interpretado por Jérémie Renier (el cura extranjero de Elefante blanco), en un personaje que parece la continuación de los que interpretó en films anteriores de los directores belgas: aunque no llevan el mismo nombre, el chico de La promesa (1996), que no se separaba de su bicimoto, bien puede ser el padre adolescente de El niño (2005), quien –por necesidad, por ignorancia– quería vender a su hijo; y que aquí ya se ha desprendido de él y que le ha vendido hasta su bicicleta, para sobrevivir, porque él tampoco supo lo que era un padre.
También se ve esa luz al final del túnel en el personaje de la peluquera que lo adopta, una mujer bella pero de mirada triste, que en la estupenda composición de Cécile De France no necesita contar nada de su pasado para que el espectador imagine que quizá ella también, alguna vez, necesitó la ayuda que ahora no duda en ofrecerle a Cyril. Aunque tenga que tomar decisiones difíciles.

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