lunes, 7 de marzo de 2016




El tirano tiene esa felicidad
que lo une a una libertad espantosa.
Cuando mata su saciedad se hace sangre.

Gracias a la muerte que provoca
no se siente solo.

Vive, viola, mata a destajo.
Esa es su felicidad.
Se siente tan libre que su mente
vuela sobre la omnipotencia.
Esa impunidad lo cubre
con un manto sagrado.

No conoce el amor, nunca lo tuvo.

                                                                Maximiliano Reimondi

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