UN ESCÁNDALO
El efecto que produjo la revelación del diario Página/12 que
terminó con la salida del jefe de Policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, acusado de
vínculos con el narcotráfico fue un golpe certero para el Gobierno de la
Provincia de Santa Fe. Es un escándalo que se haya designado a un alto jefe
policial que aparece en escuchas telefónicas y se lo constata alertando a un
narcotraficante de que lo están siguiendo fuerzas federales.
Cuando se empezó a visualizar el grado y volumen del negocio
de la droga en Rosario, se descubrió que pone a pibes de los barrios humildes
en riesgo y se sospecha del blanqueo, de inversiones, de un entramado que
vincula estudios jurídicos, contables y algunas otras oficinas con despachos
policíacos.
Hugo Tognoli fue nombrado Jefe de Drogas Peligrosas de la
Provincia de Santa Fe, por el entonces gobernador Hermes Binner. Una vez en el
cargo, llegó a un acuerdo con el fallecido barrabrava de Newell´s Old Boys,
“Pimpi” Camino en el mercado del narcotráfico y con el ex presidente de dicho
club, Eduardo J. López.
El diputado bonaerense Marcelo Saín -creador de la Policía
de Seguridad Aeroportuaria que con sus escuchas tumbó a Tognoli- hacía saber en
las últimas horas por las redes sociales que "hay que dejar de andar dando
conferencias de prensa por procedimientos policiales de cuarta y armar una
Agencia Federal de Seguridad Compleja", y también: "Lo de Santa Fe
demuestra que cuando hay una intervención policial federal seria, los
resultados son eficaces en la lucha contra el narco". Bueno, es posible
que no se haya escuchado concretamente a Saín, pero ahora se sabe que el
gobierno santafesino se prepara para anunciar una Agencia de Seguridad para
Delitos Complejos que saque a la policía tradicional de temas sensibles.
La situación demuestra claramente que existe una
preocupación estructural por el tema que excede el corto plazo y pone a todos
los dirigentes en obligación de dar respuestas, aunque con distintos niveles de
responsabilidad, por supuesto.
Ni la justicia federal se salvó de las esquirlas. ¿Por qué
tal juez subrogante no firmaba la orden de detención de Tognoli ni los allanamientos
que pedía la fiscal? ¿Por qué el magistrado titular tardó tanto en librar la
captura y si lo hizo fue no sólo para fuerzas federales sino también para las
provinciales que hasta ayer presidía el propio buscado?
No es serio que se designe al “compañero de aventuras” de
Tognoli para que ejerza el cargo, donde desde el primero hasta el último están
sospechados. Se debe dar de baja a toda la cúpula para renovar la fuerza.
El caso Tognoli es la clara muestra de que toda la fuerza de
seguridad provincial está invadida por la corrupción y que existe un vacío en
la capacidad política. Es el momento indicado para que el Ministerio de
Seguridad de nuestra provincia, cuente con equipos especializados en política
criminal y erradicar la connivencia política. Si no se hace es porque no se
quiere.
Maximiliano Reimondi
Periodista-Escritor-Poeta
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