Kafka en la orilla
de Haruki Murakami
Género: novela
Edición original en japonés (2002)
Sinopsis
Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años.
La razón, si es que la hay, son las malas relaciones con su padre, un escultor
famoso convencido de que su hijo habrá de repetir el aciago sino del Edipo de
la tragedia clásica, y la sensación de vacío producida por la ausencia de su
madre y su hermana, a quienes apenas recuerda porque también se marcharon de
casa cuando era muy pequeño. El azar, o el destino, le llevarán al sur del
país, a Takamatsu, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y
conocerá a una misteriosa mujer mayor, tan mayor que podría ser su madre,
llamada Saeki.
Si sobre la vida de Kafka se cierne la tragedia (en el sentido
clásico), sobre la de Satoru Nakata ya se ha abatido (en el sentido real): de
niño, durante la segunda guerra mundial, sufrió un extraño accidente que lo
marcaría de por vida. En una excursión escolar por el bosque, él y sus
compañeros cayeron en coma; pero sólo Nakata salió con secuelas, sumido en una
especie de olvido de sí, con dificultades para expresarse y comunicarse...
salvo con los gatos. A los sesenta años, pobre y solitario, abandona Tokio tras
un oscuro incidente y emprende un viaje que le llevará a la biblioteca de
Takamatsu. Vidas y destinos se van entretejiendo en un curso inexorable que no
atiende a razones ni voluntades. Pero a veces hasta los oráculos se equivocan.
Crítica: por Maximiliano Reimondi
Calificación: Muy buena
Todo lo que el argumento de la novela tiene de desfachatado,
su estructura lo tiene de riguroso. En capítulos alternados con la terquedad de
un metrónomo, la novela cuenta dos historias que nunca se cruzan, y que sin
embargo –y éste es uno de los grandes temas del libro– se comunican de maneras
inconscientes.
“El mundo es una metáfora”, dice un personaje; y la
aclaración, en esta novela, es casi una redundancia. Sea como sea, la nueva
novela es un producto típico de la factoría Murakami: en ella hay gatos, largas
conversaciones sobre música y literatura –cátedras grandilocuentes que caminan
en la cuerda floja de la pedantería o de la ingenuidad o de ambas cosas a la
vez–, y personajes víctimas de perturbaciones pasadas y de masturbaciones
presentes. Quien la lea entrará en esta novela osada, esquizofrénica y a veces
conmovedora; quien no lo logre se quedará por fuera, repitiendo como la
señorita Saeki: “El hecho de escribir ha sido importante. Aunque lo que haya
escrito, como resultado, no tenga ningún sentido.”
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