25 de mayo de 1810
Fuente: Felipe Pigna Los Mitos de la Historia
Argentina I, Buenos Aires, Editorial Norma, 2004.
Mucho antes de que se iniciara la etapa independentista,
Mariano Moreno ya mostraba un particular interés por la situación de los indios
y los derechos del hombre. En su tesis doctoral titulada Disertación jurídica
sobre el servicio personal de los indios, que escribió en 1801 decía, entre
otras cosas: “Desde el descubrimiento empezó la malicia a perseguir unos
hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la
naturaleza enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus pueblos que
sujetarse a las opresiones y servicios de sus amos, jueces y curas. Se ve
continuamente sacarse violentamente a estos infelices de sus hogares y patrias,
para venir a ser víctimas de una disimulada inmolación. Se ven precisados a
entrar por conductos estrechos y subterráneos cargando sobre sus hombros los
alimentos y herramientas necesarias para su labor, a estar encerrados por
muchos días, a sacar después los metales que han excavado sobre sus propias
espaldas, con notoria infracción de las leyes, que prohíben que aun
voluntariamente puedan llevar cargas sobre sus hombros, padecimientos que, unidos al mal trato que
les es consiguiente, ocasionan que de las cuatro partes de indios que salen de
la mita, rara vez regresen a sus patrias las tres enteras”
No estaría mal que los llamados liberales argentinos y sus
socios históricos en todos los golpes militares, los nacionalistas de derecha,
que, por distintos motivos siempre inconfesables, intentan vincular a Moreno
con Rivadavia, tuvieran presente este párrafo en el que Moreno describe al
futuro padre de la deuda externa, en estos términos: “Sírvase V.S. fijar la
vista sobre la conducta de este joven: ya sostiene un estudio abierto, sin ser
abogado; ya usurpa el aire de los sabios sin haber frecuentado sus aulas; unas
veces aparece de regidor que ha durar pocos momentos: otras veces se presenta
como un comerciante acaudalado, y todos estos papeles son triste efecto de la
tenacidad con que afecta ser grande en todas las carreras, cuando en ninguna de
ellas ha dado hasta ahora el primer paso. No tiene carrera, es notoriamente de
ningunas facultades, joven sin ejercicio, sin el menor mérito y de otras
cualidades que son públicas en esta ciudad”
El protagonismo de Moreno comenzó el 25 de mayo de 1810, al
asumir la Secretaría de Guerra y Gobierno de la Primera Junta, cuando dijo en
su discurso inaugural: “La variación presente no debe limitarse a suplantar a
los funcionarios públicos e imitar su corrupción y su indolencia. Es necesario
destruir los abusos de la administración, desplegar una actividad que hasta
ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que afligen al
Estado, excitar y dirigir el espíritu público, educar al pueblo, destruir o
contener a sus enemigos y dar nueva vida a las provincias. Si el gobierno huye
el trabajo; si sigue las huellas de sus predecesores, conservando la alianza
con la corrupción y el desorden, hará traición a las justas esperanzas del
pueblo y llegará a ser indigno de los altos destinos que se han encomendado en
sus manos”.
Cornelio Saavedra defensores de sus privilegios y, por lo
tanto, favorables al mantenimiento de la situación social anterior, en la que,
como decía Moreno, “hay quienes suponen que la revolución se ha hecho para que
los hijos del país gocen de los altos empleos de que antes estaban excluidos;
como si el país hubiera de ser menos desgraciado por ser hijos suyos los que lo
gobiernan mal”.
El 7 de junio fundó el órgano oficial del gobierno
revolucionario, La Gaceta de Buenos Aires, donde escribió: “El pueblo tiene
derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se
interesa en que todos conozcan la execración con quien miran aquellas reservas
y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe
contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar
mal. Para logro de tan justos deseos ha resulto la Junta que salga a la luz un
nuevo periódico semanal con el título de Gazeta de Buenos Aires”
Como no ignoraba el alarmante porcentaje de analfabetismo de
la población, ordenó que se leyera a Rousseau desde los púlpitos de las
iglesias, lo que puso un poco nerviosos a algunos sacerdotes
contrarrevolucionarios. En el prólogo a la obra (Contrato social) decía: “Si
los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no
conoce lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a
las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será
tal vez nuestra suerte, mudar de tiranos, sin destruir la tiranía”
Semana de Mayo
"El gobierno antiguo nos había condenado a vegetar en
la oscuridad y abatimiento, pero como la naturaleza nos ha criado para grandes
cosas, hemos empezado a obrarlas, limpiando el terreno de tanto mandón
ignorante."
Mariano Moreno, mayo de 1810.
"Juro a la patria y a mis compañeros que si a les tres
de la tarde del día de mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por
las ventanas de la fortaleza."
Manuel Belgrano, 24 de mayo de 1810.
25 de mayo de 1810 -
Revolución de Mayo
Durante la etapa virreinal, España mantuvo un férreo
monopolio con sus colonias americanas, impidiendo el libre comercio con
Inglaterra, beneficiaria de una extensa producción manufacturera en plena
revolución industrial. La condena a la intermediación perpetua por parte de
España encarecía los intercambios comerciales y sofocaba el crecimiento de las
colonias. La escasez de autoridades españolas y la necesidad de reemplazar al
régimen monopólico, sumado a las convulsiones que se vivían Europa tras la
invasión napoleónica, llevaron a un grupo destacado de la población criolla a
impulsar un movimiento revolucionario.
Para febrero de 1810 casi toda España se encontraba en manos
de los franceses. Un Consejo de Regencia gobernaba la península en nombre de
Fernando VII, prisionero de Napoleón. El 13 de mayo de 1810 llegaron a Buenos
Aires las noticias de la caída de la Junta Central de Sevilla, último bastión
del poder español.
La autoridad que había designado al virrey Baltasar Hidalgo
de Cisneros había, por tanto, caducado y la propia autoridad del virrey se
encontraba cuestionada. Pronto Cisneros debió ceder a las presiones de las
milicias criollas y de un grupo de jóvenes revolucionarios y convocó a un
Cabildo Abierto para el 22 de mayo de 1810. El Cabildo, dominado por españoles,
burló la voluntad popular y estableció una junta de gobierno presidida por el
propio Cisneros. Esto provocó la reacción de las milicias y el pueblo. Cornelio
Saavedra y Juan José Castelli obtuvieron la renuncia del ex virrey.
El 25 de mayo, reunido en la Plaza de la Victoria, actual
Plaza de Mayo, el pueblo de Buenos Aires finalmente impuso su voluntad al
Cabildo creando la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata integrada
por: Cornelio Saavedra, presidente; Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel
de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, vocales; y Juan José
Paso y Mariano Moreno, secretarios. Quedó así formado el primer gobierno
patrio, que no tardó en desconocer la autoridad del Consejo de Regencia
español.
Hemos elegido algunos extractos del pensamiento de Mariano
Moreno, uno de los más esclarecidos patriotas de la Revolución de Mayo, donde
reivindica valores todavía vigentes como la importancia de la instrucción y la
educación como método contra las tiranías, la necesidad de vigilar la conducta
de los representantes, los reparos ante las injerencias del extranjero y la
necesidad de una organización federal en el gobierno.
“El oficial de nuestro ejército después de asombrar al
enemigo por su valor, debe ganar a los pueblos por el irresistible atractivo de
su instrucción. El que se encuentre desnudo de estas cualidades redoble sus
esfuerzos para adquirirlas, y no se avergüence de una dócil resignación a la
enseñanza que se le ofrece, pues en un pueblo naciente todos somos
principiantes, y no hay otra diferencia que la de nuestros buenos deseos: el
que no sienta los estímulos de una noble ambición de saber y distinguirse en su
carrera, abandónela con tiempo, y no se exponga al seguro bochorno de ser
arrojado con ignominia: busque para su habitación un pueblo de bárbaros o de
esclavos y huya de la gran Buenos Aires que no quiere entre sus hijos hombres
extranjeros a las virtudes.”
“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus
representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la
execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder
para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren
bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal.
“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus
derechos, si cada hombre no conoce, lo que vale, lo que puede y lo que sabe,
nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo
entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte, mudar de tiranos, sin
destruir la tiranía”
“Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de
sus intereses y derechos y no deben fiar más que de sí mismos. El extranjero no
viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas
pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su
civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos
que la naturaleza nos reparte a manos llenas; pero miremos sus consejos con la
mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se
dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían
producido los chiches y coloridos abalorios. Aprendamos de nuestros padres y
que no se escriba de nosotros lo que se ha escrito de los habitantes de la
antigua España con respecto a los cartagineses que la dominaron:
Libre, feliz, España independiente
Se abrió el cartaginés incautamente:
Viéronse estos traidores
Fingirse amigos, para ser señores;
Entrar vendiendo para salir mandando’”
Fuente: Mariano Moreno, Escritos Políticos, Buenos Aires, La
Cultura Argentina, 1915
“En vano publicaría esta Junta principios liberales, que
hagan apreciar a los pueblos el inestimable don de su libertad, si permitiese
la continuación de aquellos prestigios, que por desgracia de la humanidad
inventaron los tiranos, para sofocar los sentimientos de la naturaleza. Privada
la multitud de luces necesarias, para dar su verdadero valor á todas las cosas;
reducida por la condición de sus tareas á no extender sus meditaciones mas allá
de sus primeras necesidades; acostumbrada á ver los magistrados y jefes
envueltos en un brillo, que deslumbra á los demás, y los separa de su
inmediación; confunde los inciensos y homenajes con la autoridad de los que los
disfrutan; y jamás se detiene en buscar á el jefe por los títulos que lo
constituyen, sino por el voto y condecoraciones con que siempre lo ha visto
distinguido. De aquí es, que el usurpador, el déspota, el asesino de su patria
arrastra por una calle pública la veneración y respeto de un gentío inmenso, al
paso que carga la execración de los filósofos, y las maldiciones de los buenos
ciudadanos; y de aquí es, que á presencia de ese aparato exterior, precursor
seguro de castigos y todo género de violencias, tiemblan los hombres oprimidos,
y se asustan de sí mismos, si alguna vez el exceso de opresión les había hecho
pensar en secreto algún remedio”.
Algunos miopes quieren ver en esta disputa el origen de la
oposición entre unitarios y federales, alineando por supuesto a Moreno en el
rol de padre del unitarismo y a Saavedra como progenitor, ya que nuestra
historia es fanática de los padres, del federalismo. Es curioso porque
Saavedra, hombre poco afecto a la filosofía y a la escritura, no ha dejado una
sola línea en la que mencione siquiera las palabras federalismo o federación,
mientras que el “unitario” Moreno le dedica varios párrafos de su texto: Sobre
las miras del Congreso que acaba de convocarse, y la Constitución del Estado:
Allí señalaba:
“El gran principio de la federación se halla en que los
estados individuales, reteniendo la parte de soberanía que necesitan para sus
negocios internos, ceden a una autoridad suprema y nacional la parte de
soberanía que llamaremos eminente, para los negocios generales, en otros
términos, para todos aquellos puntos en que deben obrar como nación. De que
resulta, que si en actos particulares, y dentro de su territorio, un miembro de
la federación obra independientemente como legislador de sí mismo, en los
asuntos generales obedece en clase de súbdito a las leyes y decretos de la
autoridad nacional que todos han formado. En esta forma de gobierno, por más
que se haya dicho en contrario, debe reconocerse la gran ventaja del influjo de
la opinión del contento general: se parece a las armonías de la naturaleza, que
están compuestas de fuerzas y acciones diferentes, que todas concurren a un
fin, para equilibrio y contrapeso, no para oposición; y desde que se practica
felizmente aun por sociedades incultas no puede ser calificada de difícil. Este
sistema es el mejor quizá, que se ha discurrido entre los hombres”
Maximiliano Reimondi
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