Bernardino Rivadavia
(1780-1845)
Autor: Felipe
Pigna
Bernardino Rivadavia, el primer presidente argentino, nació
en Buenos Aires el 20 de mayo de 1780. Inició sus estudios en el Colegio de San
Carlos en 1798 donde cursó Gramática, Filosofía y Teología, pero no se graduó
en ninguna de estas materias, abandonando los estudios en 1803.
Durante las invasiones inglesas. Se incorporó a las milicias
con el grado de Capitán en el cuerpo de "gallegos" donde tuvo una
destacada actuación. El 14 de agosto de 1809, a los 29 años se casó con una joven muy
distinguida de la sociedad porteña: Juana del Pino y Balbastro, hija del octavo
virrey del Río de la Plata, Joaquín del Pino. El matrimonio Rivadavia se muda a
la calle Defensa 453 donde nacerán sus cuatro hijos: Benito, Constancia, que
morirá a los cuatro años, Bernardino y Martín.
Rivadavia participó del Cabildo Abierto del 22 de Mayo y
votó contra la continuidad del virrey. Pero no tuvo un rol protagónico en los
sucesos de mayo. En el enfrentamiento entre saavedristas y morenistas, tomó
partido por estos últimos. Cuando tras meses de enfrentamientos el 22 de
setiembre de 1811 fue creado el primer Triunvirato, integrado por Juan José
Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea; Rivadavia fue nombrado
Secretario de Gobierno y Guerra. En el Triunvirato la personalidad política de
Rivadavia se impuso desde el primer momento y se tornó protagónica. No pocos
compararon al triunvirato con los tres mosqueteros que eran tres pero eran
cuatro y el cuarto era el más influyente de todos.
Sancionó e hizo jurar el 19 de diciembre de 1811, el
Estatuto, por el cual el Triunvirato se transformaba en la autoridad máxima,
disolviendo la Junta Grande. Esto provocó un gran descontento en el interior y
le dio un carácter autoritario al Triunvirato. La llegada de San Martín y
Alvear a Buenos Aires, en 1812, y la creación de la Logia Lautaro, se
convirtieron en un escollo para el poder de Rivadavia, al que se sumaría la
palabra y la acción de Bernardo de Monteagudo desde de la Sociedad Patriótica.
Todos estos elementos, sumados a las sucesivas derrotas militares sufridas por
los ejércitos patriotas, precipitaron los acontecimientos y provocaron la
"revolución" del 8 de octubre de 1812, el primer golpe de estado de
la historia argentina. Ese día, las tropas de San Martín y otros cuerpos
militares, se hicieron eco del descontento popular y derrocaron al primer
Triunvirato, reemplazándolo por otro, afín a las ideas de la Logia y la
Sociedad Patriótica, compuesto por Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso y
Antonio Alvarez Jonte.
Tras esta derrota, Rivadavia desapareció por dos años de la
escena política, hasta que el Director Supremo, Gervasio Posadas, le encargó en
1814 junto a Manuel Belgrano una misión diplomática en Europa, con el objeto de
obtener apoyos para la revolución. El fracaso de la misión fue rotundo.
Belgrano regresó en 1816, pero Rivadavia permaneció en Londres hasta 1820.
En Europa tomó contacto con círculos intelectuales,
políticos y económicos de España e Inglaterra que le proporcionaron gran parte
de su formación y le aportaron importantes contactos que le serían muy útiles
en los años venideros.
Tras el tumultuoso año 20 y la caída de las autoridades
nacionales, Martín Rodríguez fue nombrado, en abril de 1821, gobernador titular
de Buenos Aires con "facultades extraordinarias sin límite de
duración", "protector de todos los derechos y conservador de todas
las garantías", designó a Bernardino Rivadavia como Ministro de Gobierno,
un cargo muy importante equivalente al de un Primer Ministro actual .
En su discurso de asunción decía Rivadavia: "La
provincia de Buenos Aires debe plegarse sobre sí misma, mejorar su
administración interior en todos los ramos; con su ejemplo llamar al orden los
pueblos hermanos; y con los recursos que cuenta dentro de sus límites, darse
aquella importancia con que debía presentarse cuando llegue la oportunidad
deseada de formar una nación."
Tomás de Iriarte en sus memorias define al gobernador Martín
Rodríguez como a "un hombre vulgar, un gaucho astuto que tuvo buena
elección de ministros y fue dócil para dejarse gobernar."
Rivadavia había regresado de Inglaterra muy entusiasmado por
las doctrinas económicas y políticas vigentes en la capital de la Revolución
Industrial.
Allí había conocido al ensayista político Jeremy Bentham y a
través de él apreció las obras de Adam Smith, David Ricardo, Bacon, Locke y
Newton.
Le decía en una carta a su amigo Bentham "¡Qué grande y
gloriosa es vuestra patria!, mi querido amigo. Cuando considero la marcha que
ella sola ha hecho seguir al pensamiento humano, descubro un admirable acuerdo
con la naturaleza que parece haberla destacado des resto del Mundo a
propósito."
Pero la situación de la Provincia de Buenos Aires difería
enormemente de la europea. Aquí no había industrias, ni una burguesía con ganas
de aplicar las nuevas técnicas del progreso y mucho menos de arriesgar sus
seguras ganancias ganaderas en "aventuras industriales". En
definitiva las ideas de Rivadavia que eran las del liberalismo progresista de
principios de siglo, no tenían por estas tierras base de sustentación en una
clase dirigente muy conservadora y desconfiada de las novedades.
De todas maneras el ministro Rivadavia llevó adelante una
serie de reformas que intentaron modificar la estructura del estado bonaerense
y hasta la relación de éste con el poder eclesiástico.
En noviembre de 1821 se dictó una ley de olvido para
promover la pacificación que permitió el retorno de desterrados como Alvear,
Sarratea, Soler, Dorrego y Pagola.
"Es preciso no acordarse, si es posible, ni de las
ingratitudes, ni de los errores, ni de las debilidades que han degradado a los
hombres o afligido a los pueblos en esta empresa demasiado grande y famosa. Por
esto ha pensado el gobierno que obra dignamente proponiendo en esta oportunidad
el adjunto proyecto de ley de olvido."
También lanzó una reforma eclesiástica que le traería graves
problemas. . Suprimió los fueros eclesiásticos, que permitían a las órdenes
monásticas tener sus propias cortes de justicia; confiscó las propiedades de
las órdenes religiosas y creó instituciones que competían en áreas de poder e
influencia que había sido patrimonio de la Iglesia: fundó la Universidad de
Buenos Aires, la Sociedad de beneficencia y el Colegio de Ciencias Morales.
Entre los bienes eclesiásticos expropiados figuraba el
santuario de la Virgen de Lujan porque. "el gobierno, para velar por el
cumplimiento del principio de que las instituciones piadosas están obligadas a
rendir a algún servicio público que contribuya a la comodidad o al sostén de la
moral, y en todo caso al progreso del país que las adopta; procedió a
instruirse de cuál era el objeto y servicio del santuario llamado de Luján,
cuál era el estado de sus bienes y rentas y cuál su administración. Lo que ha
resultado, comprobado es, que no rinde servicio alguno, y que no tiene más
objeto que el culto de una imagen."
Los sacerdotes descontentos, encabezados por Gregorio Tagle,
encabezaron dos conspiraciones en agosto de 1822 y marzo de 1823. Esta fue la
más importante. El gobierno se enteró del intento y decidió reprimirlo. En la
Plaza de la Victoria los conjurados marchaban al grito de "¡Viva la
religión!" y "¡Mueran los herejes!" mientras repartían rosarios,
escapularios y panfletos con rezos como este:
"De la trompa marina - libera nos Domine
Del sapo del diluvio - libera nos Domine
Del ombú empapado de aguardiente - libera nos domine
Del armado de la lengua - libera nos domine
Del anglo-gálico- libera nos Domine
Del barrenador de la tierra - libera nos Domine
Del que manda de frente contra el Papa - libera nos Domine
De Rivadavia - libera nos Domine
De Bernardino Rivadavia - libera nos Domine
Kyrie eleison - Padre Nuestro. Oración como arriba."
Dos de los complotados fueron fusilados, muchos fueron
detenidos y Tagle logró huir.
Rivadavia suprimió los Cabildos, último resabio de la
organización política colonial, y estableció una novedosa ley electoral que
incluía el sufragio universal, con las limitaciones propias de la época. La
nueva ley establecía que tenían derecho al voto todos los hombres libres
nativos del país o avecindados en él mayores de 20 años, pero sólo podían ser
elegidos para los cargos públicos los ciudadanos mayores de 25 "que
poseyeran alguna propiedad inmueble o industrial".
Manuel Dorrrego tuvo una importante participación en los
debates sobre la ley electoral, entre otras cosas dijo entonces:
"...Y si se excluye (del voto) a los jornaleros,
domésticos y empleados también ¡entonces quien queda? Queda cifrada en un corto
número de comerciantes y capitalistas la suerte del país. He aquí la
aristocracia del dinero, hablemos claro, el que formaría la elección sería el
Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro en el Banco, y
entonces el Banco sería el que ganaría las elecciones, porque él tiene relación
con todas las provincias"
Por iniciativa de Rivadavia, el gobierno contrató en 1824,
un empréstito con la firma inglesa Baring Brothers por un millón de Libras.
El nacimiento de la Casa Baring coincide con el de la gran
política financiera del Imperio Británico. Los hermanos Alexander y Francis
Tornhill , son los hijos del fundador de la casa, Sir Francis Baring y los
principales directivos de la misma en el momento de firmarse el empréstito con
Buenos Aires. Los Baring unirán su carrera financiera a su actividad política.
Alexander será nombrado por el Primer Ministro Peel, ministro de la Moneda. Su
hermano Francis llegará a ser Lord de la tesorería entre, ministro de Hacienda
de Inglaterra entre. Director de la Compañía de Indias y Primer Lord del Almirantazgo.
El empréstito se contrataba con el objetivo de crear pueblos
en la frontera con el indio, fundar un Banco, construir una red de agua y un
puerto. Los gestores fueron: Braulio Costa, Félix Castro, Miguel Riglos, Juan
Pablo Sáenz Valiente y los hermanos Parish Robertson y en su conjunto se
llevaron 120.000
Libras del monto total del crédito en carácter de
comisión
Descontadas las comisiones de los seis gestores, dos de los
cuales eran ingleses, los gastos de emisión y varias cuotas adelantadas, llegaron
a Buenos Aires sólo 570.000
Libras , la mayoría en letras de cambio sobre casas
comerciales británicas en Buenos Aires propiedad de los gestores del
empréstito. Pero la deuda se asumía por el total: 1 millón de Libras.
El dinero del empréstito, por diversas circunstancias, no se
destinó a la construcción de obras públicas como había sido previsto. Se
dilapidó en gastos improductivos. Para 1904, cuando se terminó de pagar el
crédito, la Argentina había abonado a la Casa Baring Brothers la suma de 23.734.766
pesos fuertes.
Todas las tierras públicas de la provincia quedaron
hipotecadas como garantía del empréstito. Rivadavia decidió entonces aplicar el
sistema de "enfiteusis" por el cual los productores rurales podrían
ocupar y hacer producir las tierras públicas, no como propietarios sino como
arrendatarios.
El monto del canon que debían pagar al Estado lo fijaban los
mismos arrendatarios de manera que terminó siendo insignificante.
Los grandes propietarios aprovecharon el sistema de
enfiteusis para acaparar enormes extensiones de tierra con el desembolso mínimo
que les permitía la ley.
Poco después de concedido el empréstito, el 31 de marzo de
1824, llegó a Buenos Aires un nuevo Cónsul de Su majestad, Mr. Woodbine Parish.
El funcionario traía la misión de firmar un tratado de Libre Comercio y Amistad
cuyo texto era idéntico al impuesto por William Huskisson -jefe del "Board
of trade" londinense- a todas las ex colonias de Hispanoamérica, que
ambicionaban ser reconocidas.
Al mismo tiempo, este tratado impuesto por Inglaterra como
requisito previo para el reconocimiento de nuestra independencia, y firmado el
2 de febrero de 1825, sellará el destino del país como nación dependiente de
una nueva metrópoli que le asignó un papel inamovible en la división del trabajo
que imponía al mundo: el de simple productor de materias primas y comprador de
manufacturas.
En medio de una prosperidad que iba en aumento, con sus
instituciones reformadas, Buenos Aires, conducida por Rivadavia, no abandonaba
sus viejos planes con relación a la organización del país.
Ya a partir de 1823 la Provincia había comenzado a tender
los hilos para reunir un nuevo Congreso cuyo cometido era, fundamentalmente, el
de dar una Constitución al país que permitiera su organización. Se buscaba además
apoyo para solucionar el problema de la Banda Oriental incorporada al Brasil
con el nombre de Provincia Cisplatina.
Lentamente, la iniciativa fue prendiendo, y en diciembre de
1824 representantes de todas las provincias de la época -incluidos los de la Banda
Oriental, Misiones y Tarija- comenzaron a sesionar en Buenos Aires, cuyo
gobierno era ejercido por Las Heras.
El Congreso tomó diversas medidas, entre ellas la Ley
Fundamental, la Ley de Presidencia y la Ley de Capital del Estado.
La Ley Fundamental promulgada en 1825, daba a las provincias
la posibilidad de regirse interinamente por sus propias instituciones hasta la
promulgación de la Constitución, que será
ofrecida a su consideración y no será
promulgada ni establecida hasta que haya sido aceptada.
Este promisorio comienzo sufrirá sus primera grietas el 6 de febrero de 1826 con la
creación del cargo de Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Los defensores del proyecto pretendieron utilizar la situación de guerra con el
Brasil, para transformar en permanente el cargo provisorio que había sido
delegado en el gobierno de Buenos Aires.
El candidato elegido fue Bernardino Rivadavia, lo que
molestó aún más a las provincias puesto que representaba a la tendencia
unitaria.
Buenos Aires es "el sitio más despreciable que jamás
vi, estoy cierto que me colgaría de un árbol si esta tierra miserable tuviera
árboles apropiados. . . " Así escribía, tres meses después de su llegada a
estas tierras, John Ponsonby, barón de Imokilly, enviado extraordinario y
ministro plenipotenciario de Gran Bretaña ante las Provincias Unidas. Woodbine
Parlsh, afectado por la designación de Ponsonby, había escrito que ". -un
high aristocrat está poco calificado para tratar a los bajisimos demócratas con
quienes debemos alternar aquí"
Ponsonby fue recibido por Rivadavia el primero de setiembre
de 1826, con guardia de honor y salvas de artillería. Un mes después escribía
sobre Rivadavia: "El Presidente me hizo recordar a Sancho Panza por su
aspecto, pero no es ni la mitad de prudente que nuestro amigo Sancho. . . Como
político carece de muchas de las cualidades necesarias". Estimó, sin
embargo, que Rivadavia era "autor de muchas, beneficiosas y buenas
leyes".
La Ley de Capital del Estado, proyecto presentado por el
nuevo presidente y aprobado de inmediato, le hizo perder a Rivadavia también el
apoyo de los porteños.
La ciudad de Buenos Aires quedaba bajo la autoridad
nacional, hasta que ésta organizara una provincia. La provincia había
desaparecido, contraviniéndose así lo expresado por la Ley fundamental de 1825.
Se terminó por
aprobar en diciembre de 1826 una Constitución que, si no fuera por su declarado
republicanismo, coincide en cuanto a su
tendencia centralizadora con la de 1819 y, como aquella, provoca la airada repulsa de los caudillos y los
pueblos.
Así fracasó este nuevo intento de organizar al país.
Rivadavia renunció en junio de 1827.
Pocos días después el poder nacional quedaba disuelto
cobrando nuevos impulsos la guerra civil y las autonomías provinciales.
Rivadavia se retiró definitivamente de la vida pública. En
1829 parte hacia Francia, dejando a su familia en Buenos Aires. En Paría vuelve
a su oficio de traductor. Pasan por sus manos "La Democracia en
América" de Tocqueville; "Los viajes" y "El arte de criar
gusanos de seda" de Dándolo. En 1834 decide regresar a Buenos Aires. Pero
el gobierno de Viamonte le impide desembarcar. Su mujer y su hijo Martín, que
lo esperaban en el puerto, suben al barco y se suman al exilio de Rivadavia.
Los hijos mayores, Benito y Bernardino, tienen otros planes: se han sumado a la
causa federal y están luchando para que Juan Manuel de Rosas asuma
definitivamente el poder.
Los Rivadavia se instalan primero en Colonia y luego pasan a
Brasil. Allí, tras un accidente doméstico, murió Juanita del Pino en diciembre
de 1841. Martín volvió a Buenos Aires a unirse a sus hermanos y Rivadavia
decidió a fines de 1842 partir hacia Cádiz, donde se instaló junto a dos
sobrinas, en una modesta casa del barrio de la Constitución. Tenía sesenta y
cinco años cuando hizo modificar su testamento al advertir que sus sobrinas le
estaban robando la poca plata labrada que le quedaba. El 2 de septiembre de
1845, pocos días después de este episodio, murió pidiendo que su cuerpo
"no volviera jamás a Buenos Aires". Sin embargo sus restos fueron
repatriados en 1857 y desde 1932 descansan en el mausoleo levantado en su honor
en Plaza Miserere.
Fuente:
www.elhistoriador.com.ar
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