jueves, 14 de mayo de 2015

ANTONIO BERNI. Escritor de Imágenes.



“Cuando era chica y me preguntaban: ¿Qué se siente ser la hija de Berni?, yo quedaba desconcertada. Para mí era natural ser la hija de Berni. Era natural que mi papá fuera pintor. Era mi mundo. Con los años comprendí, además, que era un pintor notable, que se renovaba constantemente, y que, como él bien lo decía, a su manera de hacer unía su manera de pensar”. (Lily Berni)

“…Tú, que al cabo nos pueblas de todos los dolores y esperanzas, estucador glorioso, artesano de todos los posibles, músico pulsador de todas las materias, sacúdenos a diario y éntranos por los ojos esa visión que inquieta, sorprende, vivifica, nos impulsa.” (Rafael Alberti, “Antonio Berni de antes y de ahora”, Roma, 1975)


Antonio Berni nació en la ciudad de Rosario el 14 de mayo de 1905. Su padre, Napoleón Berni era un sastre italiano que ejercía su oficio sin mayor éxito en un local próximo al Ferrocarril Central Argentino. Fue uno de los tantos inmigrantes europeos que se instalaron en Rosario. Viajó con una señora, hay quienes dicen que él viajó viudo pero en realidad llegó viudo, porque la mujer murió en el viaje. Venían de Piamonte. Al llegar a Rosario, alquiló una sastrería, porque él era sastre, en la Calle Catamarca y España. Iba a las fiestas de Roldán, que eran famosas, y ahí conoció a Margarita Picco. Ella vivía en la chacra junto con sus hermanos y el abuelo. Margarita Picco y Napoleón Berni se casaron en el año 1889.
 A principios de 1914, Napoleón súbitamente decidió irse a Europa, más precisamente a Italia, porque había recibido noticias de un legado o herencia de un hijo suyo que había quedado allá. Cuando llegó a Italia, estallaba la Primera Guerra Mundial, y entonces queda esta historia que murió en la guerra, nadie supo si en la vanguardia o en la retaguardia, nunca se supo más nada de él.
Margarita Picco, le cosía los pantalones a Napoleón, y cuando quedó sola siguió cosiendo los pantalones para los clientes. O sea que no era costurera sino que aprendió el oficio para ganarse la vida. Duró dos años la espera y entonces resolvieron volver a la chacra de Roldán. Esa chacra ya no existe.
Por este motivo, Antonio y sus hermanos-Víctor Hugo y Elvira-se instalaron con su madre, argentina de nacimiento, en la chacra propiedad de Victorio Picco, un hombre muy conocido en Roldán, por ser un gran tipo, de mucha solidaridad, muy apegado a los pobres. Venía de Cumiano, una ciudad de Piamonte. Berni lo quería más al abuelo que al padre; lo quería muchísimo. Además de la chacra, tenía una casa en el pueblo por la cantidad de gente que había. Estaban las hijas: Enriqueta, Margarita y Ana. Y los varones eran Miguel, Pancho y Enrique. Este último fue el que tomó la figura paterna de los tres huérfanos.
Otra historia contada por la familia Picco en Roldán sostiene que Napoleón envió dos cartas desde Europa a nombre de Margarita Berni y que, al ser conocida solo por el nombre de Picco, quedaron en el correo y nunca llegaron a destino. Napoleón Berni, según la partida de nacimiento de Deliso Antonio, había nacido hacia 1863 en la aldea alpina de Domodossola, Piamonte, pero de su muerte nada se supo entonces y sigue sin saberse hasta el día de hoy.
En 1914, Antonio ingresó como aprendiz en el taller de vitrales Buxadera y Cía, donde recibió las enseñanza de su fundador, N. Bruxadera, un artesano catalán. Poco tiempo estuvo en este taller. A pesar de que Antonio se alojó en Roldán, estudió pintura en el Centre Catalá de Rosario con los maestros Eugenio Fornells y Enrique Munné. En 1920, a los 15 años, expuso sus cuadros por primera vez, en el Salón Mari. La muestra constó de 17 óleos (paisajes suburbanos y estudio de flores). Expuso nuevamente sus obras en 1921, 1922 y 1924. En 1923, también expuso pero esta vez en Galería Witcomb de Buenos Aires.
Ya por ese entonces recibía los halagos de los críticos en varios artículos publicados el 4 de noviembre de 1923 en los diarios La Nación y La Prensa.
Sus primeros cuadros respondieron al impresionismo y al paisajismo. Fue pintor, grabador, dibujante, muralista, ilustrador, realizó objetos e instalaciones.
Berni tenía dos grandes amigos en Roldán. Uno se llamaba Pedro Ligorria y el otro era “Cañadita” Vivas. Cada vez que iba a Roldán los visitaba, sobre todo a Vivas que era su gran confidente.

Viaje a Europa

En 1925 consiguió una beca otorgada por el Jockey Club de Rosario para estudiar en Europa y en noviembre de ese año llegó a Madrid, ciudad en la que permanece durante algunos meses, con viajes a Toledo y Segovia, antes de partir a Francia. Su madre estaba muy triste por la partida de su hijo.
En febrero de 1926, se instala en Arcueil, en las afueras de París. De inmediato comienza a frecuentar a varios artistas argentinos conocidos como “Los muchachos de París” e inicia su perdurable amistad con Spilimbergo.
Estando en esta ciudad advirtió que en realidad era París la cuna de la pintura española. Por eso decidió trasladarse a la "Ciudad Luz".
En París asistió a los cursos de los pintores franceses André Lhote y Othon Friesz, en la Academia libre de la calle Grande Chaumiere, por sugerencias de Butler y Basaldúa Y aunque sólo estudió unos meses allí, su influencia se dejó sentir en una serie de desnudos figurativos.
La evolución de Berni fue rápida. Guiado por su notable curiosidad, experimentó casi todas las orientaciones practicadas en los talleres parisinos. De ese año son "Paisaje de París", también los óleos: "El mantel amarillo", "Desnudo", "La casa del crimen", "Naturaleza muerta con guitarra".
Durante un breve tiempo coincide con los intereses artísticos de los artistas del grupo de París (en 1929 el grupo estaba integrado por Badi, Butler, Basaldúa, Bigatti, Spilimbergo, Pissarro, Morera, Berni y Forner). Con variantes diversas, esos pintores buscaban en sus obras el equilibrio, el orden y una figuración fácilmente comprensible, pero ligada todavía a la abstracción postcubista, al purismo y la pintura metafísica.

Terminada la beca, Berni volvió por unos meses a Rosario, pero al poco tiempo retornó a París, ahora con un subsidio del Gobierno de la provincia de Santa Fe.
A fines del invierno de 1928 hizo una exposición individual en la Galería Nancy de Madrid.
Participó junto con Libero Badi, Héctor Basaldúa, Horacio Butler y Lino Enea Spilimbergo de una muestra que organizó Butler y trajo a Buenos Aires con destino a la Asociación Amigos del Arte.
La exposición, que fuera visitada por el entonces Presidente de la República, Marcelo T. de Alvear, recibió el beneplácito del público e inclusive se vendió una obra de cada expositor. Berni concurrió personalmente a la Casa de Gobierno de Argentina para cursar dicha invitación.
En 1929 Berni presentó una muestra individual en Amigos del Arte y luego en el Museo Municipal de Bellas Artes de Rosario. Además intervino en el XVIII Salón Nacional (Buenos Aires), allí exhibió su obra "Toledo o el religioso".
En 1928 conoció a Louis Aragón, poeta, novelista y ensayista francés, uno de los líderes del movimiento dadaísta y del surrealismo. Aragón lo acercó al surrealismo y también a André Bretón, poeta y crítico de arte.
Por otra parte Berni, en ese año, se relacionó con el joven pensador Henri Lefebvre, uno de sus mejores amigos franceses, quien lo iniciará en la lectura de Marx. También conoció a Max Jacob, con quien aprendió la técnica del grabado.
Sin lugar a dudas la retrospectiva de Giorgio de Chirico y el conocimiento de las obras de Magritte serán los elementos fundamentales que llevarán a Berni a ingresar al surrealismo.
Para Berni el surrealismo "es una visión nueva del arte y del mundo, la corriente que representa a toda una juventud, su estado de ánimo, su situación interna, después de terminada la Primera Guerra Mundial. Era un movimiento dinámico y realmente representativo".
Berni ayudó a Aragón en su lucha antiimperialista, en un país donde abundaban los chinos, africanos, vietnamitas. Además, ayudó a distribuir un periódico para las minorías asiáticas y colaboró con ilustraciones para otros diarios y revistas.
Estudió las obras surrealistas, leyó a los poetas y escritores de este movimiento y también a Freud. En 1930 conoció al ensayista y poeta francés Tristán Tzara.
Berni iniciará su pintura surrealista, pero no pertenecerá, ni al automatismo de Miró, ni al onirismo de Dalí. En realidad tomó la pintura de De Chirico y le dio un contenido propio. "La Torre Eiffel en la Pampa", de 1930 es un ejemplo de ello. Nunca se supo si esta obra la realizó en Rosario o en París.

Retorno a Argentina

Por entonces, después del golpe de Estado de 1930, ya casado y con una hija decidió volver a la Argentina. Antonio, Paule y Lily llegan a Buenos Aires el 30 de octubre de 1931. La sordera de Antonio era todo un tema. La historia familiar es inexacta y no hay registro de la enfermedad pero todos, más o menos, se ponen de acuerdo en el diagnóstico: una otitis mal curada en la infancia. Su enfermedad iría agravándose con el transcurso de los años.
Cuando llegó a Rosario con su esposa francesa y su hija. Antonio se reencuentra con su madre. Bajan del tren y Margarita. Paule tenía una boina, con el famoso alfiler en la punta y el saludo de Margarita fue arrancarle, prácticamente con un mechón de pelo, la boina. Y le dijo: “Acá, las mujeres no usan eso”.
Esta reacción contundente de Margarita podría interpretarse como la reacción de una matrona frente a un regreso no anunciado, con una mujer francesa y una nieta que habían llegado a la estación Rosario norte como un regalo no deseado.
Antonio, Paule y Lily se instalaron en el casco de la chacra que, tras la muerte del abuelo Vittorio, se transforma de a poco en un espejo fantasmagórico de la epopeya gringa. El lugar estaba hecho un desastre. No había nada; ni electricidad. Estuvieron seis meses ahí y el silencio del campo volvía loca a Paule. No dormía. Berni quería con locura a su madre, llevaba una foto de ella a todas partes.
Al regresar, vivió por unos meses en una chacra de la provincia de Santa Fe, para luego instalarse en Rosario y trabajar como empleado municipal. En el ´31, Berni llegó a Rosario y se convirtió rápidamente en un activista político de la escena artística. Volvió para liderar la nueva generación de pintores en un programa contrapuesto social e ideológicamente al que lo lanzó a él mismo desde el Jockey Club. Se trataba de agitar el circuito artístico, usar la pintura como medio de apoyo a sindicatos y organizaciones políticas y, fundamentalmente, de salirse de la educación académica y aprender a pintar para “romper los ojos”. Para todo esto, Berni se pone al frente de la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas plásticos, una brigada de pintores muy jóvenes que toman la arpillera como un medio básico de trabajo. Es a la nueva pintura lo que la papa a América. Y expone desde su textura toda una posición: se pinta con lo que se puede.
Mientras tanto, vive en un conventillo junto a su madre Margarita, Víctor Emile Zola, Paule Cazenave y su hija Lily. Antonio va y viene entre la Mutualidad y sus cada vez más frecuentes salidas a Buenos Aires. Margarita no la quería a su nuera. Luego, comenzó el peregrinaje por muchos conventillos de Rosario y nunca les alcanzaba la plata.
Tomó parte activa de la vida cultural de la ciudad, organizó la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos y se adhirió por un tiempo al partido comunista.
En 1932, en Amigos del Arte expuso sus obras surrealistas de París, y algunos óleos como "Toledo o el religioso". Esa muestra fue la primera exposición de ese movimiento en América Latina y también la primera en exponer collage. Se tituló Primera exposición de Arte de Vanguardia. El público no estaba acostumbrado y la muestra resultó difícil. La crítica en pleno la rechazó. Berni se internó en ese universo para colaborar como fotógrafo en una nota periodística encargada a Rodolfo Puiggrós, futuro dirigente comunista. Era una zona de garitos y varités, que desaparecieron en 1937.
Tanto Europa como América, por entonces sufrían la crisis de 1929. En Estados Unidos y Argentina, con la revolución del 30, había comenzado la llamada "década infame".
Rosario es un lugar especialísimo en esos años. Se asentó la mafia, la de “Chicho Grande” y la de “Chicho Chico”, y la prostitución que tuvo su imperio en el barrio Pichincha.
Y fuera de esta miseria humana que observó Berni estaba la otra, la del hombre que vivía en las zonas rurales entre los chacareros. Este mundo era totalmente distinto al de París de los años 20 y de los artistas surrealista. No pudo dejar de sentir una gran conmoción interior. De alguna manera dejó en parte el surrealismo ya que sufría la desazón, la desesperanza de la gente. Decidió asumir un compromiso con su país.
"El artista está obligado a vivir con los ojos abiertos y en ese momento (década del 30) la dictadura, la desocupación, la miseria, las huelgas, las luchas obreras, el hambre, las ollas populares crean una tremenda realidad que rompían los ojos", diría en 1976. Así comenzó la etapa del "realismo social".
En 1934, Antonio comenzó a mostrar la problemática social de la década del 30 con sus obras "Desocupados" y "Manifestación". No sólo la Argentina estaba en crisis. La desocupación, la pobreza, el comienzo del nazismo y fascismo, la Guerra Civil Española, espantaban a Berni. Antonio Berni, en la década del ´30 tuvo su experiencia muralista al intervenir en la construcción de "Ejercicio Plástico". Ya él había fundado el grupo "Nuevo Realismo".
Se trataba de agitar el circuito artístico, usar la pintura como medio de apoyo a sindicatos y organizaciones políticas y, fundamentalmente, de salirse de la educación académica y aprender a pintar para “romper los ojos”. Para todo esto, Berni se pone al frente de la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas plásticos, una brigada de pintores muy jóvenes que toman la arpillera como un medio básico de trabajo. Es a la nueva pintura lo que la papa a América. Y expone desde su textura toda una posición: se pinta con lo que se puede.
Mientras tanto, vive en un conventillo junto a su madre Margarita, Víctor Emile Zola, Paule Cazenave y su hija Lily. Antonio va y viene entre la Mutualidad y sus cada vez más frecuentes salidas a Buenos Aires. Margarita no la quería a su nuera. Luego, comenzó el peregrinaje por muchos conventillos de Rosario y nunca les alcanzaba la plata.
Lily Berni cuenta: “Lo que sé es que pasamos por dieciocho conventillos. Mi mamá me contaba que como no podíamos pagar el alquiler había que rajar. Mi papá tenía un amigo que tenía un camioncito arriba del que cantaba óperas. Entonces, a la medianoche, cargaban todo en el camioncito y se iban a otra parte porque no podían pagar”. Luego, agrega algo particular: “La vieja estaba en Roldán enferma. Yo no sé que tenía pero un día se levanta. Tenía hambre y encontró un pedazo grande de queso roquefort, se lo comió entero con pan y se murió, duró sólo un día más”.
Las cosas entre Bernie y Paule habían dejado de estar bien posiblemente desde el momento en que en la casa hubo lugar para un solo artista. Un día, Berni decidió terminar la relación. La huella de Paule Cazenave como artista se perdió definitivamente entre París y Rosario.
El retrato era una de las formas más importantes del realismo humanista. En Berni predominaba el retrato humano, tanto en la década del ´30 como en la del  ´40.
"Figura" fue primer premio del XXX Salón Nacional (Buenos Aires, 1940) y "Lily", el Gran Premio Adquisición XXXIII Salón Nacional (Buenos Aires, 1943). Esto significó obtener el máximo galardón de entonces.
También pintó "La mujer del sweater rojo" en 1935, "La muchacha del libro" de 1936, "Nancy" 1941, "La chica del balón" de 1934, "La niña de la guitarra" de 1938 y "Figura de chico" de 1941. Además hizo autorretratos, uno en 1934, otro en 1938 y el último en 1945. En "Paula y Lily" de 1941, pinta a su esposa de entonces y a su hija. Hacia fines de la década del ´50 realiza algunos retratos que tienen como modelo a la poetisa tucumana Ariadna Chaves, una de sus musas argentinas.
En "Retrato" de 1946 muestra dos chicos de clase media acomodada, antítesis de sus personajes posteriores, Juanito y Ramona.
Berni inicia sus representaciones en Argentina de lo que será típico de la década de 1950: "La siesta" y "La fogata de San Juan".
Entre diciembre de 1941 y mayo de 1942 recorrió Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia con la idea de realizar estudios precolombinos por pedido de la Comisión Nacional de Cultura. Su obra "Mercado indígena" de 1942, la basó en fotos que tomó durante este viaje.
El mundo de la década del ´40 será tan conflictivo como el del ´30. Una nueva gran guerra sellará sus días. En América, en Costa Rica se produjo una guerra civil. En Panamá se instaló una dictadura. En Venezuela se derrocó al presidente Rómulo Gallegos y surgió la dictadura de Laureano Gómez. En Bogotá hubo una insurrección popular por el asesinato del dirigente liberal izquierdista Jorge Gaitán. Argentina no quedaba al margen de este tipo de acontecimientos. Se produjo en 1943 el golpe militar, con la destitución del presidente Ramón Castillo.
Antonio, de exquisita sensibilidad, observará y reflejará en su pintura esa realidad. En 1944 apareció la revista “Arturo”, que desatará un gran cambio, ya que introdujo definitivamente el arte geométrico adelantado por Emilio Pettoruti.
También manifestó su desagrado por la situación de 1945. Con un grupo de artistas decidió exponer sus pinturas en el subsuelo del edificio de la Sociedad Rural, en Florida al 400. En el catálogo explicaban que las obras estaban destinadas al “XXXV Salón Nacional” pero que había decidido hacer una muestra al margen del Salón en adhesión a los anhelos democráticos del los intelectuales del país.
Berni mientras tanto pintará "Masacre" (1948) y "El obrero muerto" (1949). En 1951 hizo otra "Manifestación": mujeres y niños llevan un lienzo blanco en el que está dibujada la paloma de la paz, con un ramo de olivo en el pico. Ese año es el del primer ensayo de la bomba de hidrógeno, por parte de Estados Unidos, en el Pacífico. Todo esto influye en el ánimo de Berni. Por otra parte todavía estaban en él los ecos de la 2º Guerra Mundial.
Durante 1951, 1952 y 1953, Antonio se fue a Santiago del Estero donde realizó la serie "Motivos santiagueños". Santiago del Estero sufrió la tala indiscriminada de sus bosques. Ya por 1942, 20 firmas obrajeras eran dueñas de 1.500.000 hectáreas. Pero la situación venía desde muchos años atrás, ya que la madera como la del Chaco sirvió para los durmientes de las vías del ferrocarril y como combustible vegetal, también para los ferrocarriles. La depredación ecológica existió, pero también, la social. Los beneficios obtenidos por los empresarios no volvieron a los trabajadores. La tierra, poco a poco se agotó y también el hombre.
Esta realidad la palpó Berni y, como lo hizo siempre, la expresó a través de su pintura. Así aparecerán "Los hacheros" (1953), "La marcha de los cosecheros", "La comida", "Escuelita rural" (1956); "Migración", "Salida de la escuela", "El mendigo", "Hombre junto a un matrero" y "El almuerzo".
En el período 1955-1956, hará la serie "Chaco". Estas pinturas las expondrá en París, Berlín, Varsovia y Bucarest. Aragón inclusive lo presentó en Moscú en la Galería Creuze, en 1955. También realizó múltiples exposiciones en el país, tanto individuales como colectivas. Expuso con otros grandes pintores contemporáneos a este período, Pedroni, Santieri, Giovanni Bressanini, Mónaco, Luis Videla, Cerrito, Borgarello, Robirosa, Alonso etc.
Por entonces, Antonio pintó algunos paisajes del suburbano: "Villa Piolín", "La casa del sastre" (1957); "La iglesia", "El tanque blanco", "La calle", "La res" "Carnicería" (1958), "La luna y su eco" (1960) y "Mañana helada en el páramo desierto". También de esa época son "Negro y blanco" (1958); "Utensilios de cocina sobre un muro celeste" (1958) y "El caballito" (1956).
Mientras el mundo sufría la guerra de Corea en 1953, la invasión a Hungría por parte de la Unión Soviética en 1954 y, en 1955, derrocaban a Perón en Argentina. El mundo interior de Berni se componía de nuevas imágenes. A su vuelta de Santiago del Estero comenzó a hurgar hasta que en 1958 surgió claramente su nuevo personaje, Juanito Laguna, y poco tiempo después aparecerá también, Ramona Montiel. La historia de estos dos seres lo envolverán por tiempo y con ellos trascenderá mucho más. Juanito Laguna es un niño que vive en una de esas villas miserias y Berni pinta su vida cotidiana, sus juegos, su familia: Juanito mirando la televisión, Juanito remontando su barrilete, Juanito en la laguna, Juanito en navidad, Juanito yendo a la ciudad, Juanito llevándole la comida a su padre obrero metalúrgico. El nombre Juanito Laguna aparece escrito en unos apuntes de 1956 presumiblemente relacionados a sus bocetos de chicos en las afueras de Río Hondo. Pero el nombre en sí mismo permanece en la bruma del misterio. Berni lo definió así: “Él no es una persona real sino un símbolo que yo agito para sacudir la conciencia de la gente. Le tengo simpatía, lo quiero pero no le tengo compasión. Es más que eso, quiero que para nadie sea un pobre chico, sino un chico pobre que rechaza como un agravio el que se lo considere y se lo siga considerando un pobre chico. Juanito Laguna no pide limosna, reclama justicia; en consecuencia pone a la gente ante esa disyuntiva; los cretinos compadecerán y harán beneficencia con los Juanito Laguna; los hombres y mujeres de bien, les harán justicia. De eso se trata”.
Ramona Montiel es la chica de la villa miseria convertida en prostituta para poder sobrevivir. Ramona aparece rodeada de los hombres que la explotan, Ramona como costurera, Ramona trabajando en el cabaret, Ramona y la adivina, Ramona y su casamiento, Ramona esperando en la Panamericana.
Para estas obras Berni utiliza una técnica inventada a principios de siglo: el collage, el agregado a la pintura de materiales reales que son pegados sobre el cuadro. El artista utiliza un abundante collage transformando sus imágenes en superficies cargadas de elementos como latas, plásticos, hierros, maderas, telas, zapatos, juguetes, papeles, señales de tránsito, etc. La idea es incorporar los desechos que el artista recolecta en los barrios marginales de Buenos Aires donde podrían vivir Juanito y Ramona. Los cuadros y sus personajes están construidos con los mismos materiales reales que se encuentran en las villas. Para Berni la pintura al óleo no era suficiente para expresar su crítica frente a la sociedad de consumo, era necesario utilizar los objetos reales de la vida de Juanito y Ramona, llevándolos al ámbito del arte y transformando lo culto y exclusivo del arte en algo cotidiano y popular.
Con su ciclo de Juanito Laguna y Ramona Montiel, Antonio Berni desarrolló hasta los años ochenta, uno de los capítulos más originales de la historia del arte argentino y concluyó su tarea como uno de los artistas claves de nuestra cultura. Tanto los "Juanitos" como las "Ramonas" se cotizaron en el mercado exterior a precios incalculables.

Sus viajes

Desde su cargo como Director de Relaciones Culturales de la Cancillería (1960) durante el gobierno de Arturo Frondizi, el crítico y amigo Rafael Squirru envió los grabados del artista a la Bienal de Venecia, donde recibieron el Primer Premio. Al ser nombrado Squirru Director de Cultura de la Organización de Estados Americanos en 1963, promovió nuevamente la obra de Berni organizando exposiciones importantes como la de 1966 en el New Jersey State Museum de Trenton.
En 1976 Berni se va a Nueva York. Allí pintó, hizo grabados, collage, y presentó en la Galería Bonino una muestra titulada "La magia de la vida cotidiana". Durante su estadía en esa ciudad hizo 58 obras que quedaron en la Galería para una muestra en Texas que nunca se realizó. En 1982, después de su muerte, llegaron a Buenos Aires.
En esa época también pintó tres óleos referidos a Juanito y a Ramona, "Juanito en la calle", "Juanito Laguna going to the factory", "El sueño de Ramona".
Preocupado por el mundo que lo rodeaba, en Nueva York quiso conocer a su gente, saber de sus costumbres, de sus posibles necesidades. Así fue como salió a la calle, observó y pintó. Entonces conoció una sociedad opulenta, consumista, donde la publicidad es la mejor vendedora, donde él siente que hay riqueza material y pobreza espiritual, muy distante de la de Juanito, o de la de Santiago del Estero. Entonces decidió hacer un arte social con ironía.
De esta época es "Aeropuerto", "Los hippies", "Calles de Nueva York", "Almuerzo", "Chelsea Hotel" y "Promesa de castidad".
Entre abril y mayo de 1981, Berni tocó el tema del Apocalipsis al exhibir los murales realizados para la capilla del Instituto de San Luis Gonzaga en General Las Heras.
También ese año da testimonio del gran tema de su vida: "el destino del hombre". "Cristo en el departamento" (1980) es un hombre común, que ocupa el centro del espacio. En el techo hay una claraboya por donde se ve el cielo, a la derecha una ventana abierta permite ver el paisaje de las fábricas y al otro lado se observa la motocicleta. El pintor, posiblemente, quiso aludir a las torturas y las matanzas del mundo.
Por otra parte, en 1981, año de su muerte, Berni pintó una mujer desnuda en la arena, contemplando el cielo de una noche de luna. Es la mujer y la naturaleza, tal cual los creó Dios. Solo que un avión, objeto del hombre, pasa por el lugar para invadir el momento de paz y de armonía. “He sabido que no voy a terminar el cuadro”, le había dicho Antonio a su amiga Graciela Amor, ese año. Ya tenía 76 años pero trabajaba como siempre, como si el día tuviera 48 horas o más, y una siesta religiosa, ritual y reparadora en el medio. Llevaba más de un año viviendo en el mismo lugar donde pintaba, un taller de tres pisos en el cruce de las calles Lezica y Rawson, una esquina sepia en Almagro, rodeada de restos de la arquitectura de la vieja Buenos Aires, que da contra las vías del Ferrocarril Sarmiento. Llevaba más de un año allí, solo, después de romper con su tercera mujer, la explosiva tucumana Silvina Victoria, cuarenta años menor que él.
Había aprendido a convivir con la sordera. Un infarto y una excursión al quirófano para poner a punto la próstata tampoco consiguieron arrancarle ni un segundo de sus más exaltadas pasiones: la pintura y la mujer.
Unos días antes de su muerte, Berni en una entrevista decía: "El arte es una respuesta a la vida. Ser artista es emprender una manera riesgosa de vivir, es adoptar una de las mayores formas de libertad, es no hacer concesiones. En cuanto a la pintura, es una forma de amor, de transmitir los años en arte."
Cuando se ponía muy tenso, a Berni se le cerraba el esófago y le costaba tragar. Cuando todo empeoró, el doctor Finkelstein lo mandó a hacerse una endoscopía. Sufrió una mala praxis ya que le rajaron una de las paredes del esófago. Entonces, todos los ácidos que promueve el esófago a través de la comida y demás se depositaron en algún lado y le provocaron una infección pulmonar. Antonio tenía ahí una vieja lesión tuberculosa curada, pero la curación en el alveolo pulmonar es un lugar de menor resistencia. Entonces terminaron haciéndole una traqueotomía. En la cirugía, sufrió dos paros cardíacos pero sobrevivió, ya que era un hombre fuerte e intenso. Luego, lo internaron en terapia intensiva, donde sufrió un tercer paro cardíaco del cual no pudo salir. Falleció el martes 13 de octubre de 1981, a los 76 años.
Un mes más tarde, se inauguraba en San Martín (provincia de Buenos Aires) el monumento ecuestre al Martín Fierro en el que estaba trabajando al momento de morir.

Obra Pictórica

La obra pictórica de Antonio Berni ha ido ganando consenso y difusión creciente en los últimos años. Ello pudo ser comprobado en la gran muestra antológica que le dedicara el Museo Nacional de Bellas Artes a mediados de 1997 que tuvo más de cien mil visitantes.
Se lo considera una figura paradigmática del arte argentino del siglo XX. Logró conciliar en su obra tanto el requerimiento de la época, al emplear lenguajes acordes con las innovaciones pictóricas de su tiempo (litografías, aguafuertes, xilografías, serigrafías, estampas y xilocollages), como instaurar con su pintura imágenes que provienen de esta tierra, con personajes reconocibles como nuestros y un paisaje humano y social que nos identifica.
Su obra se extiende por la pintura, el collage, el assemblage, el grabado, el dibujo, la creación de objetos escultóricos y la más diversa combinación de materiales y medios. A través de las sucesivas etapas y los recursos tan variados que utilizó para expresarse, Berni nunca dejó de ser él mismo, manteniendo toda su obra una notable coherencia y una personalidad definida.


 Su personalidad

Según sus familiares y amigos íntimos, Antonio era un tipo muy raro y solitario, que vivió y murió solo. De a ratos él tenía necesidad de confidencias con sus allegados. Les contaba que se iba a quedar siempre soltero. Era un hombre con gran sentido del humor y sentía una gran necesidad del mundo de los justos. Luchó por ello siempre, pero lo hizo con gran ternura y con un trasfondo casi épico. Se identificó y se integró a ese mundo del que nunca se desligó. De París trajo una gran carga política, influida sin duda por su intensa vinculación con los artistas surrealistas. Ese mundo de decadencia pintado casi de fantasía ahora le era real, lo tenía ahí en su pueblo, en su país. Y Berni lo tenía ahí en los hechos cotidianos.

Sus hijos

Los hijos del pintor-Lily, la mujer, de su relación con la escultora francesa Paule Cazenave; José Antonio, el varón, de su vida junto a la empresaria Nélida Gerino-se llevan veinte años de diferencia y mantienen una relación cordial pero distante que ha sabido de tensiones a lo largo de más de dos décadas de vida de herederos. Lily, que es una composición femenina de los rasgos del viejo, se reencontró afectivamente con Berni no mucho tiempo antes de que muriera, y a ella le tocó, en principio, organizar la sobrevida de la obra. José Antonio, un hombre de perfil bajísimo, aprendió acaso a vivir lejos de su padre y se metió de lleno en el tema recién a partir de los años noventa, tras quince años de residencia en París y Madrid junto a Inés, su mujer y sus dos hijas. Lily, en cambio, no ha tenido hijos y confiesa que no la educaron para eso.


Fuentes

Libros

*Anaya López, Jorge. “Antonio Berni”. Producido y Editado por el Banco Velox. 1997. Buenos Aires.

*Berni, Antonio. Producido y Editado por el Banco Velox. 1997. Buenos Aires.

*Berni, Antonio. “Obras Gráficas”. Ediciones MAMba. 2000. Buenos Aires.

*Févre, Fermín. “Antonio Berni”. Manrique Zago/León Goldstein, editores. 1999. Buenos Aires.

*García, Fernando. “Los Ojos. Vida y Pasión de Antonio Berni” Editorial Planeta. 2005. Buenos Aires.



                                                                         Maximiliano Reimondi

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