VÍCTOR HUGO
Biografía
Infancia y juventud
Víctor Hugo nació el 26 de febrero de 1802, hijo del general
del Imperio Joseph Léopold Sigisbert Hugo (1773‑1828) -nombrado conde, según la
tradición familiar, por José I Bonaparte,-jefe de batallón destinado en la
guarnición de Doubs en el momento del nacimiento de su hijo, y de Sophie
Trébuchet (1772‑1821),
de origen bretón. Fue el menor de una familia de tres hijos varones, tras Abel
(1798‑1855)
y Eugène (1800‑1837),
pasó su infancia en París. Las frecuentes estancias en Nápoles y España,
consecuencia de los destinos militares de su padre, marcarán sus primeros años.
Así, en 1811 se trasladan a Madrid e ingresa como internado, junto con su
hermano Eugène, en una residencia religiosa que los Escolapios tenían en el
colegio de San Antón y que los ocupantes franceses habían convertido en un «seminario
de nobles». En 1813 Víctor y sus hermanos se instalan en París con su madre,
que se había separado de su marido por su romance con el general Víctor Lahorie,
padrino y preceptor de Víctor Hugo del que recibe su nombre.8 En septiembre de
1815, Víctor y Eugène, a los que separaron de su madre, son internados en la
pensión Cordier (hasta 1818). Según Adèle Hugo, es en esta época cuando su
hermano empieza a componer versos y comienza sus Cahiers de vers français
(Cuaderno de versos francés). Autodidacta, mediante tanteos aprende a utilizar
la rima y la medida. Recibe el ánimo y apoyo de su madre a la que, al igual que
a su hermano Eugène, lee sus obras. Sus escritos son revisados y corregidos por
un joven maestro de la pensión Cordier que hizo amistad con los dos hermanos.
Su vocación es precoz y su ambición inmensa; en julio de 1816, con apenas 14
años de edad, Víctor anota en un diario: «Quiero ser Chateaubriand o nada».
En 1817 participa en un concurso de poesía organizado por la
Academia francesa sobre el tema «Felicidad que proporciona el estudio de todas
las situaciones de la vida». El jurado está cerca de concederle el premio, pero
el título de su poema —Trois lustres à peine (Apenas tres lustros)— sugiere
demasiado su joven edad y la Academia cree que puede ser una farsa, y recibe
solamente una mención. Concurre sin éxito los años siguientes, pero en 1819
gana, en uno de los concursos organizados por la Academia de los Juegos
Florales de Toulouse, una «Lis de oro» por Le rétablissement de la statue de
Henry IV y un «Amaranto de oro» por Les Vierges de Verdun, y un premio en 1820
por Moïse sur le Nil.
Animado por sus éxitos, Hugo abandona las matemáticas,
materia en la que tiene aptitudes (sigue los cursos de las clases
preparatorias), y se embarca en la carrera literaria. Con sus hermanos Abel y
Eugène, funda en 1819 una revista, «Le Conservateur littéraire», que ya atrae
la atención sobre su talento. Su primera colección de poemas, Odas y baladas,
aparece en 1821: el autor tiene por entonces diecinueve años. La tirada de 1500
ejemplares se agota en cuatro meses. El rey Luis XVIII, que posee un ejemplar,
le otorga una pensión anual de mil francos, lo que le permite hacer planes de
matrimonio con su amiga Adèle Foucher.
Joven escritor
Los años de separación de su padre lo habían acercado a su
madre, y la muerte de ésta, el 27 de junio de 1821, le afecta profundamente.
Hugo contrae matrimonio el 12 de octubre de 1822 con una
amiga de la infancia, Adèle Foucher, nacida en 1803, con la que tiene cinco
hijos:
Léopold (16 de julio de 1823 - 10 de octubre de 1823);
Léopoldine (28 de agosto de 1824 - 4 de septiembre de 1843);
Charles (4 de noviembre de 1826 - 13 de marzo de 1871);
François–Victor (28 de octubre de 1828 - 26 de diciembre de
1873);
Adèle (28 de julio N 2 de 1830 - 21 de abril de 1915), la
única que sobrevivirá a su padre, pero cuyo estado mental, que decaerá muy
pronto, le conllevará muchos años de ingreso en centros de salud.
Este matrimonio lleva a su hermano Eugène a la locura, una
esquizofrenia que tendrá como consecuencia su reclusión hasta su muerte en
1837.
Ese año comienza la redacción de Han de Islandia (publicado
en 1823) que recibe una tibia acogida. Una bien argumentada crítica de Charles
Nodier, es el motivo de un encuentro entre ambos escritores y del nacimiento de
su amistad, y participa con él en las reuniones del cenáculo de la Bibliothèque
de l'Arsenal (parte de la Biblioteca Nacional de Francia), cuna del
Romanticismo. Ésta amistad dura hasta 1827-1830, cuando Nodier comienza a ser
muy crítico con las obras de Hugo. Durante este período, Victor se reconcilia
con su padre, que le inspirará los poemas Odas a mi padre y Après la bataille.
Su padre fallece en 1828.
Cromwell, obra que publica en 1827, arma un escándalo. En el
prefacio de este drama, Hugo se opone a las convenciones clásicas, en
particular a las unidades aristotélicas de tiempo y lugar,N 4 y establece los
primeros fundamentos de su drama romántico.
La pareja recibe a menudo y traba amistad con Sainte-Beuve,
Lamartine, Mérimée, Musset o Delacroix.22 Su esposa Adèle mantiene una relación
amorosa con Sainte-Beuve que tiene lugar durante el año 1831.23 Entre 1826 a 1837, la familia pasa
temporadas con frecuencia en el Château des Roches en Bièvres, propiedad de
Louis-François Bertin, director del periódico Journal des débats. Durante estas
estancias, Hugo se encuentra con personajes como Berlioz, Chateaubriand, Liszt
y Giacomo Meyerbeer, y escribe colecciones de poesía entre las que se encuentra
Las hojas de otoño. En 1829 publica la colección de poemas Los orientales. El
último día de un condenado a muerte aparece el mismo año y es seguida por
Claude Gueux en 1834; en estas dos novelas cortas, Hugo muestra su rechazo
hacia la pena de muerte. La novela Nuestra Señora de París se publica en 1831.
Los años del teatro
Ya en 1828, había montado una obra de juventud, Amy Robsart
y, aunque también publica colecciones de poesías, como Las hojas de otoño
(1831), Los cantos del crepúsculo (1835), Las voces interiores (1837), Los
rayos y las sombras (1840), entre 1830 y 1843, Hugo se dedica casi
exclusivamente al teatro.
1830 es el año de estreno de Hernani, obra que fue motivo de
una larga serie de conflictos y enfrentamientos en torno a la estética teatral
entre los «clásicos», partidarios de una jerarquización estricta de los géneros
teatrales, y los «modernos», la nueva generación de románticos que, encabezados
por Théophile Gautier, aspiraban a una revolución del arte dramático y se
agrupaban en torno a Victor Hugo; estos conflictos pasaron a la historia de la
literatura bajo el nombre de «La batalla de Hernani». Marion de Lorme,
prohibida inicialmente en 1829, se estrenó en 1831 en el Teatro de la Porte
Saint-Martin y El rey se divierte en 1832 en el Théâtre-Français, pieza que fue
prohibida inmediatamente después de su estreno, lo que servirá a Hugo para
indicar en el prefacio de su edición original de 1832. La aparición de este
drama en el teatro dio motivo a un acto ministerial inaudito. Al día siguiente
de su estreno remitió al autor, Jouslin de la Salle, director de escena del
Teatro Francés, el siguiente oficio, cuyo original conserva: «En este momento,
que son las diez y media, acabo de recibir la orden de suspender las
representaciones de "El rey se divierte", que me comunica H. Taillor
en nombre del ministro. Hoy 23 de noviembre.».
En 1833 conoce a la actriz Juliette Drouet, que se convierte
en su amante y le consagrará su vida. Drouet lo salvará del encarcelamiento
durante el golpe de Estado de Napoleón III. Hugo escribirá para ella numerosos
poemas. Ambos pasan juntos cada aniversario de su encuentro y completan, año
tras año, un cuaderno común que titulan cariñosamente Libro del aniversario. Además
de Juliette, Hugo contó con numerosas amantes.
Lucrecia Borgia y María Tudor se estrenaron en el Teatro de
la Porte Saint-Martin en 1833, y Angelo, tirano de Padua en el Théâtre-Français
en 1835. Ante la falta de escenarios para representar los nuevos dramas Hugo
decide, junto con Alejandro Dumas, crear una sala dedicada al drama romántico.
Aténor Joly recibe, por orden ministerial, el privilegio que autoriza la
creación del Théâtre de la Renaissance en 1836,28 donde se representará, en
1838, Ruy Blas.
Hugo accede a la Academia francesa en 1841, después de tres
tentativas que resultaron infructuosas, esencialmente a causa de un grupo de
académicos entre los que se encontraba Étienne de Jouy, que se oponían al
romanticismo y al que combaten ferozmente.
En 1843 se estrenó Los burgraves, obra que no recibe el
éxito esperado. Durante la creación de todas sus obras, Hugo se enfrenta contra
todo tipo de dificultades materiales y humanas, como teatros poco propicios a
los espectáculos de envergadura o reticencias de los actores franceses ante la
audacia de sus dramas, y sus piezas reciben silbidos a menudo por parte de un
público poco sensible al drama romántico, aunque también reciben por parte de
sus admiradores vigorosos aplausos.
El 4 de septiembre de 1843, Léopoldine muere trágicamente en
Villequier, en el río Sena, ahogada junto con su marido Charles Vacquerie tras
el naufragio de su barco. Hugo se encontraba entonces en los Pirineos con
Juliette Drouet, y se entera por la prensa de la muerte de su hija. El escritor
se ve afectado terriblemente por esta muerte, que le inspirará varios poemas de
Las contemplaciones —particularmente, «Mañana, desde el alba»—. Desde esta
fecha y hasta su exilio, Hugo no escribirá nada más, ni teatro, ni novela ni
poemas. Algunos autores ven en la muerte de Léopoldine y el fracaso de Los
burgraves una posible razón de este desafecto del autor hacia la creación
literaria, mientras que otros ven más
bien una posible atracción hacia la política, actividad que le ofrecería otra
tribuna a sus actividades.
Acción política
Educado por su madre bretona en el espíritu del monarquismo,
paulatinamente muestra interés y convencimiento hacia la democracia —«J'ai
grandi» (crecí), escribe en el poema Écrit en 184633 en respuesta a un reproche
de un amigo de su madre—.
Según Pascal Melka, Hugo tiene la voluntad de conquistar el
régimen para tener influencia y poder así llevar a cabo sus ideas.34 Se hace
entonces confidente de Luis Felipe I en 1844 y posteriormente par de Francia en
1845. Su primer discurso, realizado en 1846, es para defender la suerte de
Polonia, descuartizada entre varios países, y en 1847 defiende el derecho de
regreso de los desterrados, como Jérôme Napoleón Bonaparte.
Al inicio de la Revolución francesa de 1848, es nombrado
alcalde del 8.º distrito de París, y posteriormente diputado de la Segunda
República con escaño entre los conservadores. Durante los motines obreros de
junio de 1848, Hugo participará personalmente en la matanza, comandando tropas
frente a las barricadas en el distrito parisino para el que fue nombrado
alcalde; más tarde desaprobará la sangrienta represión desarrollada tras la
revuelta. En agosto de 1848 funda el periódico L'Événement. Apoya la
candidatura de Carlos Luis Napoleón Bonaparte, elegido presidente de la República
en diciembre de 1848. Tras la disolución de la Asamblea nacional, en 1849 es
elegido para la Asamblea legislativa y pronuncia su Discurso sobre la miseria.
Rompe con Luis Napoleón Bonaparte por su apoyo al envío de una expedición francesa
contra la República Romana instaurada en 1849, que termina con el restablecimiento
del papa en sus funciones, y progresivamente se enfrenta contra sus antiguos
amigos políticos y reprueba su política reaccionaria.
Exilio
Cuando se produce el golpe de Estado del 2 de diciembre de
1851, Hugo intenta huir pero es retenido; sin embargo un comisario francés se
niega a detenerlo diciéndole «¡Sr. Hugo, no le arresto porque solamente detengo
a la gente peligrosa!».
Hugo se exilia voluntariamente en Bruselas, y condena con
fuerza el golpe de Estado, sus razones morales, y a su autor, Napoleón III, en un panfleto
publicado en 1852, Napoleón el Pequeño, así como en Historia de un crimen,
escrito al día siguiente del golpe de Estado y publicado 25 años más tarde, y
en Los castigos. El doloroso recuerdo de su hija Léopoldine —así como su
curiosidad— le impulsan a iniciar experiencias relacionadas con el espiritismo
y consignadas en Las mesas giratorias de Jersey, editado por Gustave Simon en
1923.45 Al publicarse Napoleón el Pequeño, por orden del gobierno belga se vio
obligado a salir del país y se traslada a la dependencia británica de Jersey.
Expulsado de Jersey en 1855 por haber criticado la visita de
la reina Victoria a Francia, se instala en la Hauteville House en Guernsey.47
Hugo forma parte de un grupo de proscritos que niegan a volver a Francia tras
el decreto de amnistía que permite el regreso de todos los expulsados tras el
golpe de diciembre; Víctor Hugo manifiesta: «Et s'il n'en reste qu'un, je serai
celui-là» —Y si queda allí sólo uno, seré yo—.48 49 Estos años difíciles son
muy fecundos desde el punto de vista literario; publica Los castigos (1853),
obra en verso que tiene en su punto de mira el Segundo Imperio; Las
contemplaciones, poesías (1856); La leyenda de los siglos (1859), así como una
de sus obras más significativas, la novela Los miserables (1862). Rinde
homenaje al pueblo de Guernsey en su novela Los trabajadores del mar (1866).
Recibe algunas visitas del continente, como la de Judith
Gautier o la de Boucher de Perthes en 1860; este último lo describe como «un
republicano gentilhombre, (...) muy bien establecido, viviendo como padre de
familia (...) querido por sus vecinos y considerado por los habitantes.»
Regreso a Francia y
muerte
Cuando Napoleón III firmó el decreto de 1859 de amnistía
general de los presos políticos, Hugo se había negado a sacar provecho de esta
gracia del «usurpador» («Quand la liberté rentrera, je rentrerai» —Cuando vuelva
la libertad, volveré—) y tampoco lo hace en la de 1869. Finalmente regresa a
Francia en septiembre de 1870, después de la derrota del ejército francés en la
Batalla de Sedán y recibe una acogida triunfal por parte de los parisinos.
Participa activamente en la defensa París durante el Sitio de París de 1870. Es
elegido para la Asamblea nacional —ocupando un escaño por Burdeos— el 8 de
febrero de 1871, pero dimite el mes siguiente como protesta contra la
invalidación de Garibaldi. En marzo de 1871 se encontraba en Bruselas para
arreglar la sucesión de su hijo Charles, cuando estalla la insurrección de la
Comuna. Asiste a la rebelión y a su represión desde Bélgica y la desaprueba tan
vivamente que es expulsado del país.52 Encuentra refugio durante tres meses y
medio en el Gran Ducado —del 1 de junio 23 al 23 de septiembre—. Permanece
sucesivamente en Luxemburgo, en Vianden —dos meses y medio—, en Diekirch y en
Mondorf-les-Bains, donde se somete a una cura termal; finaliza allí la
colección de poemas El año terrible. Regresa a Francia a finales de 1871. Lo solicitan
varios comités republicanos, y acepta presentarse candidato para la elección
complementaria del 7 de enero de 1872. Visto como «radical» debido a su
voluntad amnistiar a los comuneros, es golpeado por el republicano moderado
Joseph Vautrain. El mismo año, Hugo se traslada de nuevo a Guernesey, donde
escribe la novela Noventa y tres.
En 1873 reside en París y se consagra a la educación de sus
dos nietos, Georges y Jeanne, que le inspiran la colección El arte de ser
abuelo. Recibe a muchos personajes, políticos y literarios, como los hermanos
Goncourt, Lockroy, Clemenceau, Gambetta y otros. El 30 de enero de 1876 es
elegido senador y milita en favor de la amnistía. Se opone al presidente
Mac-Mahon cuando éste disuelve la cámara baja. En su discurso de apertura del
Congreso Literario Internacional de 1878, Hugo se posiciona por el respeto de
la propiedad literaria pero también por el fundamento del dominio público. En
junio de 1878 se siente indispuesto —tal vez aquejado de un evento
cerebrovascular—; se traslada a reposar cuatro meses a Guernesey en su
residencia de Hauteville House, atendido por su «secretario benévolo», Richard
Lesclide. Este mal estado de salud pone fin prácticamente a toda su actividad
como escritor. No obstante continúan apareciendo regularmente numerosas
selecciones, que recopilan poemas que datan de sus años de excepcional
inspiración (1850-1870), como La Piedad suprema (1879), El asno (1880), Los
cuatro vientos del espíritu (1881), la última serie de La leyenda de los siglos
(septiembre de 1883) y otras, contribuyendo a la leyenda del viejo hombre
inagotable hasta la muerte. Durante este período, muchas de sus obras son
representadas de nuevo, como Ruy Blas en 1872, Marion de Lorme y María Tudor en
1873 o El rey se divierte en 1882.
Fue uno de los escritores más populares de su tiempo y aún
hoy en día es uno de los más conocidos, y está considerado como uno de los
pilares de la literatura francesa.
Su obra
Hugo fue un escritor prolífico. El conjunto de su extensa
obra (seleccionada y organizada por sus ejecutores testamentarios Paul Meurice
y Auguste Vacquerie) fue publicada por el editor y escritor Jean-Jacques
Pauvert y representa casi cuarenta millones de caracteres reunidos en 53
volúmenes.
Novelista
Hugo publicó nueve novelas. La primera, Bug-Jargal, la
escribió a los dieciséis años y la última, Noventa y tres, a los setenta y dos
años de edad. Su narrativa novelística abarcó todas las edades del escritor,
todas las modas y todas las corrientes literarias de su tiempo sin confundirse
nunca totalmente con ninguna; en efecto, yendo más allá de la parodia, Hugo
utiliza las técnicas de la novela popular ampliándolas y subvirtiendo los
géneros y sobrepasándolos: si bien Han de Islandia (1823), Bug-Jargal (1826) o
Nuestra Señora de París (1831) se asemejan a las novelas históricas en boga a
principios del siglo XIX, sobrepasan este ámbito; Hugo no es Walter Scott y sus
novelas se desarrollan hacia la epopeya y lo grandioso.
El último día de un condenado a muerte en 1829 y Claude Gueux
en 1834 invitan a una reflexión social, pero no son fáciles a definir.76 El
propio Hugo las califica como «novelas de hechos y novelas de análisis», a la
vez históricas y sociales, pero sobre todo comprometidas en una lucha —la
abolición de la pena de muerte— que sobrepasa de lejos el marco de la ficción.
Podemos decir lo mismo de Los miserables, que aparece en 1862, en pleno período
del realismo literario, pero del que toma pocas características. Este enorme
éxito popular se mueve constantemente entre el melodrama popular, el encuadre realista
y el ensayo didáctico.
En Los trabajadores del mar (1866) y en El hombre que ríe
(1869), Hugo se acerca más a la estética romántica de principios del siglo, con
sus personajes deformes, sus monstruos y su Naturaleza extraordinaria.
En 1874, Noventa y tres marca la materialización novelesca
de un viejo tema hugoniano: el papel fundador de la Revolución francesa en la
conciencia literaria, política, social y moral del siglo XIX. Mezcla la ficción
y la historia, sin que la escritura marque la frontera entre las narraciones.
Sus novelas no son simplemente un divertimento: para Hugo el
arte debe al mismo tiempo instruir y gustar y la novela casi siempre está al
servicio del debate de ideas. Esta constante marca las novelas abolicionistas
de su juventud y prosigue, en su madurez, a lo largo de sus numerosas
digresiones sobre la miseria material y moral en Los miserables.
Poeta o novelista, Hugo es un dramaturgo de la fatalidad, y
sus héroes están, como los héroes de la tragedia, ligados a las obligaciones
externas y a la implacable fatalidad; unas veces imputable a la sociedad —Jean
Valjean, Claude Gueux, el héroe de El último día de un condenado a muerte—,
otras a la Historia —Noventa y tres—, o bien a su nacimiento —Quasimodo—. Su
inclinación a la epopeya, hombres influenciados por las fuerzas de la
Naturaleza, por la Sociedad, por la fatalidad, nunca dejó al autor; Hugo
siempre se encontró con su público sin ceder nunca a los caprichos de la moda y
nadie se asombra de que haya podido convertirse en un clásico en vida.
Dramaturgo
El teatro de Víctor Hugo se sitúa en una renovación del
género teatral iniciado por Madame de Staël, Benjamin Constant, François
Guizot, Stendhal y Chateaubriand.86 En Cromwell, obra de la que él mismo es
consciente de que es irrepresentable en su época (pieza de 6414 versos e
innumerables personajes),86 da rienda suelta a su idea del nuevo teatro.
Publica al mismo tiempo un prefacio destinado a defender su obra y donde expone
sus ideas sobre el drama romántico: un teatro «todo en uno»,86 a la vez drama
histórico, comedia, melodrama y tragedia. Se reivindica en la linea de
Shakespeare,86 levantando un puente entre Molière y Corneille. Expone su teoría
de lo grotesco que se manifiesta bajo varias formas: del ridículo a lo
fantástico pasando por lo monstruoso o lo horrible. Víctor Hugo escribió «Lo
bello solo tiene una forma, lo feo tiene mil». Anne Ubersfeld habla sobre este
tema del aspecto carnavalesco del teatro de Hugo, y del abandono del ideal de lo
bello. Según Hugo, lo grotesco debe ir junto a lo sublime porque ambos son
aspectos de la vida.
En el momento de la creación de sus demás obras, Hugo
realiza numerosas concesiones para «educar» al público y llevarlo hacia su idea
del teatro. Para él, el romanticismo es el liberalismo en la literatura. Sus
últimas obras, escritas durante el exilio y nunca estrenadas durante su vida,
fueron compiladas en una colección con el evocador título de Teatro en
libertad. El teatro debe dirigirse a todos: el amante de la pasión, el de la
acción o el de la moral. Para el autor el teatro tiene la misión de instruir,
de ofrecer una tribuna para el debate de ideas y de presentar «las heridas de
la humanidad con una idea consoladora».
Hugo sitúa sus obras principalmente en los siglos XVI y
XVII, y se documenta mucho antes de comenzar a escribir, a menudo presenta una
obra a tres bandas: el señor, la sirvienta y el malvado, donde confrontan y se
mezclan dos mundos: el del poder y el de los servidores, donde los papeles se
invierten (Ruy Blas, sirviente, desempeña el papel de un grande de España) y
donde el héroe se muestra débil y el malvado tiene una faceta atractiva.
Como recurso estilístico utiliza el alejandrino, al que sin
embargo da, cuando lo desea, una forma más libre, y son raras sus obras en
prosa (Lucrecia Borgia, María Tudor).
Hugo cuenta con grandes defensores de su teatro, como
Théophile Gautier, Gérard de Nerval, Hector Berlioz o Petrus Borel, pero
también tuvo que enfrentarse a numerosas dificultades para la representación de
sus obras. La primera dificultad es una oposición política; su cuestionamiento
de los representantes del poder no gusta,Marion de Lorme es prohibida, también
se prohíbe El rey se divierte tras su primera representación, los ultra-realistas
arremeten contra Ruy Blas.
También está la coacción económica: en parís solamente hay
teatros susceptibles de representar dramas, el Théâtre Français y el Teatro de
la Porte Saint-Martin. Estos dos teatros subvencionados no nadan en la
abundancia y son tributarios de los subsidios del Estado y sus directores
vacilan a la hora de asumir riesgos. Hugo se quejaba de la falta de libertad
que ofrecían.103 Esta es una de las razones que le llevan a emprender la
aventura del teatro del Renacimiento.
La tercera, y más importante, es la oposición del propio
mundo artístico. Muchos de los artistas y los críticos de su época son hostiles
hacia la transgresión de los códigos culturales establecidos que representa el
teatro de Hugo. Aprueban los grandes pensamientos que educan el alma pero se
revelan contra todo lo relativo a lo grotesco, vulgar, popular o trivial. No
apoyan todo que consideran excesivo, le reprochan su materialismo y su ausencia
de moral. Critican con fuerza cada obra representada y a menudo se encuentran
tras su prematura suspensión. El rey se divierte solo se representó una única
vez, Hernani fue representada unas cincuenta veces con gran éxito pero no se
reestrena en 1833, María Tudor se representa solo cuarenta y dos veces, Los
burgraves son un fracaso, Ruy Blas es un éxito financiero pero es destrozada
por la crítica. Solo Lucrecia Borgia
puede considerarse como un éxito total.
Florence Naugrette señala que el teatro de Hugo ha sido poco
representado en la primera mitad del siglo XX. Es restablecido al interés
contemporáneo por Jean Vilar en 1954, que representa sucesivamente Ruy Blas y
María Tudor. Otros escenógrafos posteriores que hacen revivir Lucrecia Borgia
(Bernard Jenny), Los burgraves y Hernani (Antoine Vitez), Marie Tudor (Daniel
Mesguich), las obras del Teatro en libertad (L'Intervention, Mangeront-ils?,
Mil francos de recompensa...) se representan de nuevo en los años 1960 y
continúan siéndolo. En la actualidad se puede leer el conjunto de este Teatro
en libertad en la edición realizada por Arnaud Laster. Naugrette subraya
también las dificultades de interpretación del teatro de Hugo, y como hacerlo
sin ser ni grandilocuente, ni prosaico, sin falso pudor, como presentar lo
grotesco sin deslizarse hacia la caricatura y cómo administrar la inmensidad
del espacio escénico; también recuerda el consejo de Jean Vilar: «Representar
sin pudor confiando en el texto de Víctor Hugo».
Poeta
A los veinte años de edad, Hugo publica las Odas, colección
que ya deja entrever, en el joven escritor, los temas recurrentes en su obra:
el mundo contemporáneo, la historia, la religión y el papel del poeta, en
particular. Posteriormente se vuelve cada vez menos clásico, cada vez más
romántico, y Hugo seduce al joven lector de su tiempo a lo largo de las ediciones
sucesivas de las Odas (cuatro ediciones entre 1822 y 1828).
En 1828, reúne bajo el título Odas y baladas toda su
producción poética anterior. Frescos históricos, evocación de la infancia; la
forma es todavía convencional, sin duda, pero el joven romántico ya se toma
libertades con la métrica y la tradición poética. Este compendio permite
percibir las primicias de una evolución que durará toda su vida: el cristiano
convencido se muestra poco a poco más tolerante, su monarquismo que se vuelve
menos rígido y concede un lugar importante a la muy reciente epopeya
napoleónica; además, lejos de esquivar su doble herencia paternal (monárquica)
(napoleónica) y maternal, el poeta se enfrenta a ella, y se esfuerza en poner
en escena lo contrario (la llamada antítesis hugoniana) para sobrepasarla:
«Les siècles, tour à tour, ces gigantesques frères,
Différents par leur sort, semblables en leurs vœux,
Trouvent un but pareil par des routes contraires.» «Los siglos, día a día, estos gigantescos
hermanos,
Diferentes por su suerte, semejantes en sus deseos,
Encuentran un fin semejante por caminos contrarios.»
Odas y baladas, Libro segundo, «L'histoire»
Posteriormente se alejará en su obra de las preocupaciones
políticas inmediatas, en lugar de las cuales prefiere —un tiempo— el arte por
el arte. Inicia Los orientales (Oriente era un tema en boga) en 1829, (el año
de El último día de un condenado tiene muerte).
El éxito es importante, su fama de poeta romántico se
afianza y sobre todo, su estilo se confirma al poner en escena la guerra de
independencia de Grecia (la elección de mostrar el ejemplo de estos pueblos que
se desembarazan de sus reyes no es inocente en el contexto político francés del
momento), tema que también inspiró a Lord Byron o Delacroix.
Desde Las hojas de otoño (1832), Los cantos del crepúsculo
(1835) y Las voces interiores (1837), hasta la colección Los rayos y las
sombras (1840), se resaltan los temas principales de una poesía todavía lírica,
el poeta es un «alma en las mil voces» que se dirige a la mujer, a Dios, a los
amigos, a la naturaleza y finalmente —con Los cantos del crepúsculo— a los
poderosos, que son responsables de las injusticias de este mundo.
Estas poesías emocionan al público porque abordan con una
aparente simplicidad los temas familiares; sin embargo, el autor no puede
resistirse a su gusto por lo épico y lo grandioso.
A partir del exilio comienza un período de creación
literaria que está considerada como la más rica, original y poderosa de su
obra. Es por entonces cuando verán la luz algunos de sus poemas más
importantes.
Los castigos son unos «versos de combate» que tienen como
misión, en 1853, hacer público el «crimen» del «miserable» Napoleón III: el
golpe de Estado del 2 de diciembre. Profeta de las desgracias que esperan a
Napoleón III, Hugo se muestra cruel, satírico, incluso grosero («puerco en la
cloaca») para castigar a «el criminal». Pero Hugo también se convierte en poeta
de los tiempos mejores como en Stella; el poeta adquiere entonces tonos casi
religiosos. En cuanto a la forma literaria de Los castigos, es de una riqueza
extrema, y el autor recurre a múltiples recursos como la fábula, la epopeya, la
canción o la elegía.
Unos años más tarde, Hugo declara, a propósito de Las
contemplaciones que aparecen en 1856: «¿Qué son Las contemplaciones?: Las
memorias de un alma». Apoteosis lírica, marcada por el exilio en Guernesey y la
muerte (cf. Pauca Meae) de la hija adorada: el exilio afectivo, el exilio
político: Hugo se dirige al descubrimiento solitario del yo y del universo. El
poeta, al igual que en Los castigos, se convierte él mismo en profeta, voz del
más allá, viendo secretos de la vida después de la muerte y quien intenta
perforar los secretos de las intenciones divinas. Pero, al mismo tiempo, Las
contemplaciones, con lirismo amoroso y sensual, contiene algunos de los poemas
más célebres inspirados por Juliette Drouet. Las contemplaciones son una obra
multiforme, como el mismo indica, de las «memorias de un alma».
Finalmente, La leyenda de los siglos, su obra maestra de
poesía, sintetiza la historia del mundo en una gran epopeya aparecida en 1859;
«L'homme montant des ténèbres à l'Idéal»(El hombre asciende de las tinieblas al
ideal), esto es, la ascensión lenta y dolorosa de la humanidad hacia el
progreso y la luz.
Unas veces lírico, otras épico, Hugo está presente en todos
los frentes y en todos los géneros: emocionó profundamente a sus
contemporáneos, exasperó los poderosos e inspiró a los más grandes poetas. Así
lo recuerda Simone de Beauvoir: Su 79.º aniversario fue celebrado como una
fiesta nacional: 600 000 personas desfilaron bajo sus ventanas, le habíamos
levantado un arco de triunfo. La avenida de Eylau fue bautizada poco después
como avenida Victor-Hugo y hubo un nuevo desfile en su honor el 14 de julio.
Hasta la burguesía se había reunido.
Testigo viajero
Hugo realizó muchos viajes hasta 1871. Durante sus viajes,
utiliza cuadernos de apuntes de dibujos y notas.120 121 Así, se puede citar el
relato de un viaje realizado a Ginebra y a los Alpes con Charles Nodier.122
También realiza cada año un viaje de un mes de duración con Juliette Drouet,
visitando una región de Francia o de Europa y vuelve con notas y dibujos.123 De
tres viajes por el Rin (1838, 1839, 1840), acumula una colección de cartas,
notas y dibujos publicada en 1842 y completada en 1845.124 Durante los años
1860, atraviesa muchas veces el Gran Ducado de Luxemburgo como turista,
mientras viaja sobre el Rin alemán (1862, 1863, 1864, 1865). Cuando regresa a
París, en 1871, deja de viajar.
Dibujante
A su talento como escritor, también hay que añadir el
dibujo. Aunque si bien es cierto que el artista no eclipsó al poeta, no se debe
olvidar el trabajo pictórico de Hugo, al que se consagraron numerosas y
prestigiosas exposiciones durante los últimos años (en el momento del
centenario de su muerte, en 1985, «Soleil d'Encre» en el Museo del Petit Palais
y «Dessins de Victor Hugo» en la casa en la que vivió bajo la Monarquía de
Julio en la Plaza de los Vosgos; pero también, más recientemente, en Nueva
York, Venecia, Bruselas o Madrid).
Fue un artista autodidacta y obras son, en general, de
pequeño tamaño; en ocasiones le sirven para ilustrar sus escritos (Los
trabajadores del mar), y en otras para enviárselas a sus amigos el día de año
nuevo y otras celebraciones. Su faceta artística, que desarrollará toda su
vida, le divierte. Al principio, sus trabajos son de factura más bien realista;
pero con el exilio y la confrontación mística del poeta con el mar, adquirirán
una dimensión casi fantástica.127
Esta faceta del talento de Hugo no pasa desapercibida a sus
contemporáneos y le valdrá las alabanzas de, particularmente, Charles
Baudelaire: «No encontré en las exposiciones de Salón la magnífica imaginación
que fluye en los dibujos de Víctor Hugo como el misterio en el cielo. Hablo de
sus dibujos a tinta china, porque es demasiado evidente que en poesía, nuestro
poeta es el rey de los paisajistas.».
Maximiliano Reimondi