Alfredo Zitarrosa
Alfredo Zitarrosa (Montevideo, 10 de marzo de 1936 -
Montevideo, 17 de enero de 1989) fue un cantautor, poeta, escritor y periodista
uruguayo, considerado una de las figuras más destacadas de la música popular de
su país y de toda América Latina.
Hijo natural de Jesusa Blanca Nieve Iribarne (Blanca), que
con 19 años lo dio a luz en el Hospital Pereira Rossell, de Montevideo, fue
anotado como Alfredo Iribarne.
A poco de nacer, en circunstancias especiales, su madre lo
dio a criar al matrimonio compuesto por Carlos Durán, hombre de varios oficios,
y Doraisella Carbajal, por ese entonces empleada en el Consejo del Niño,
pasando a ser Alfredo Pocho Durán, viviendo con ellos en diversos barrios de
esa ciudad, trasladándose luego, entre 1944 y fines de 1947, al pueblo de
Santiago Vázquez, con frecuentes visitas a la campaña cerca de Trinidad,
capital del departamento de Flores, de donde era oriunda su madre adoptiva. Se
ha señalado que esta experiencia infantil lo marcó para siempre, notándose en
su repertorio la inclusión mayoritaria de ritmos y canciones de origen
campesino, fundamentalmente milongas.
Regresó con su familia adoptiva, por breve tiempo, a
Montevideo, para luego pasar a vivir, al comienzo de su adolescencia, con su
madre biológica y el esposo de esta, quien a la postre le diera su apellido, el
argentino Alfredo Nicolás Zitarrosa, y su hermana recién nacida, en lo que hoy
es Ciudad del Plata (anteriormente Rincón de la Bolsa), en el km. 29,500 de la
vieja ruta a Colonia, departamento de San José. Afincado allí, cursaba el Liceo
en Montevideo, adonde finalmente se trasladó en su temprana juventud, viviendo
primero con el matrimonio Durán y luego en la pensión de la señora Ema, sita en
la calle Colonia esquina Médanos (hoy Barrios Amorín), para ocupar después la
famosa buhardilla de la casa que funcionaba también como pensión y era
propiedad de Blanca Iribarne, su madre, ubicada en la calle Yaguarón (hoy
Aquiles Lanza) 1021, enfrente de la plaza que actualmente lleva su nombre y a
la vista del Cementerio Central. Trabajó, entre otros menesteres, como vendedor
de muebles, de suscripciones a una sociedad médica, de oficinista y en una
imprenta. Tiempo después, recordaría con especial afecto al que fuera su primer
empleador, un tal Pachelo, que le fue presentado por uno de sus compañeros
habituales de viaje en sus traslados diarios a Montevideo, durante la época
liceal.
Se inició en las lides artísticas en 1954, como locutor de
radio, incursionando como presentador y animador, libretista e informativista,
e incluso como actor de teatro. Fue también escritor, poeta y periodista,
destacándose, en esta última actividad, su labor en el semanario Marcha.
Encontrándose en Perú, forzado por las circunstancias y un
poco fortuitamente, debutó profesionalmente como cantor en 1964, exactamente el
día 20 de febrero, en un programa que se emitía por el Canal 13, Panamericana
de Televisión, comenzando así una carrera que nunca se interrumpiría. Zitarrosa
relata así su experiencia:
No tenía ni un peso, pero sí muchos amigos. Uno de ellos,
César Durand, regenteaba una agencia de publicidad y por sorpresa me incluyó en
un programa de televisión, y me obligó a cantar. Canté dos temas y cobré 50
dólares. Fue una sorpresa para mí, que me permitió reunir algunos pesos.
Poco después, al pasar por Bolivia de regreso a Uruguay,
realizó varios programas en Radio Altiplano de la ciudad de La Paz, debutando
posteriormente en Montevideo, allá por 1965, en el Auditorio del SODRE
(Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica). Su participación en este espacio
le sirvió de peldaño para ser invitado, a principios de 1966, al ya reconocido
Festival de Cosquín, en Argentina, al que volvería en 1985.
Desde el principio, se estableció como una de las grandes
voces del canto popular latinoamericano, con claras raíces de izquierda y
folclóricas. Cultivaba un estilo contenido y varonil, y su voz grave y un
típico acompañamiento de guitarras le dieron su sello característico.
Se adhirió al Frente Amplio de la izquierda uruguaya, lo que
le valió el ostracismo y finalmente el exilio durante los años de la dictadura.
Sus canciones estuvieron prohibidas en Uruguay desde el año 1971, y más tarde
en Argentina y Chile, durante los regímenes dictatoriales que gobernaron esos
países. Vivió entonces, sucesivamente, en Argentina, España y México, a partir
del 9 de febrero de 1976.
Levantada la prohibición de su música, como la de tantos en
la Argentina luego de la Guerra de Las Malvinas, se radicó nuevamente en Buenos
Aires, donde realizó tres memorables recitales en el Estadio Obras Sanitarias
los primeros días del mes de julio de 1983. Casi un año después volvió a su
país, donde tuvo una histórica y masiva recepción el 31 de marzo de 1984, la
que fue descrita por él mismo como «la experiencia más importante de mi vida».
Falleció en los albores del 17 de enero de 1989, a causa de una
peritonitis derivada de un infarto mesentérico.
Obra
Entre las canciones que se convirtieron en grandes éxitos
figuran Doña Soledad, Pa'l que se va, Crece desde el pie, Recordándote,
Stéfanie, Adagio en mi país, Zamba por vos, El violín de Becho y el poema por
milonga Guitarra negra.
Como poeta, fue galardonado por la Intendencia de Montevideo
con el Premio Municipal de Poesía de 1959, por el libro Explicaciones, que nunca
quiso publicar.
En 1988 vio la luz su libro de cuentos Por si el recuerdo,
con relatos escritos en distintos momentos de su vida.
Su vida en sus
creaciones
Como todo creador, Alfredo Zitarrosa nutre su obra de
fuentes diversas. Aun así, en su caso particular es de destacar el alto
componente autobiográfico, o la exposición de vivencias personales, que
aparecen en sus creaciones.
Así tenemos, por ejemplo, que en el tema Pájaro rival
refleja una honda preocupación existencial y hasta tiene una intuición premonitoria
de su muerte próxima, ocurrida poco después de finalizar la grabación del disco
donde está incluido, Sobre pájaros y almas, editado póstumamente en 1989:
Por sanar de una herida
he gastado mi vida
pero igual la viví
y he llegado hasta aquí.
Por morir, por vivir,
porque la muerte es más fuerte que yo
canté y viví en cada copla
sangrada querida cantada
nacida y me fui...
Esa herida de la que habla, más allá de la duda existencial
común a cualquier ser humano, tiene que ver con su particular historia
personal, la que se refleja en Explicación de mi amor, una canción donde reúne
elementos de los tres padres que tuvo, fundamentalmente del biológico, que lo
negó, y cuya sombra lo persiguió toda su vida:
Mi padre serás, como fuiste mi padre,
un gameto en la grieta cerrada del tiempo...
Mas mientras te busque en las cosas,
en tanto regreses sin que yo te llame o te olvide,
te pido que limpies mi amargo dolor;
por favor, que no sigas muriendo.
O de lo vivido con su padre adoptivo, Carlos Durán, al que
acompañó en sus últimos días. Años después, así recordó el episodio:
"Carlos no era mi padre y yo lo sabía. Era muy viejo para ser mi mejor
amigo, pero cuando ya viudo me pidió que no lo abandonara, sentí que más que mi
padrastro era mi hermano, y lo acompañé hasta el final, y lo enterré, con la
ayuda de sus sobrinos auténticos, después de rescatarlo, desnudo, de la morgue
del Hospital Militar. Su ataúd sonó como un bramido al dar un tumbo en el fondo
del Panteón Policial del Buceo".4 (Se refiere al cementerio ubicado en el
barrio montevideano conocido como El Buceo.)
...voz ronca de un órgano ya enmudecido,
ahí estás, larga caja de pino.
Rinde homenaje al mismo Carlos Durán, que había sido, entre
otros oficios, policía ('milico', en el lenguaje popular) por necesidad,
dedicándole uno de sus temas más emblemáticos, la Chamarrita de los milicos. Él
lo explica de esta manera: "(…) Fue escrita de un tirón en la mesa de un
bar de Bvar. Artigas y 18 de julio, el 27 de enero de 1970. Ese día había
nacido mi hija Carla Moriana y yo sentía que le estaba escribiendo al que no
pudo ser su abuelo, mi padre adoptivo, Carlos Durán, quien siendo hijo de
coronel ‘colorado’, había terminado de ‘milico’ en los años 40. Pobres como
éramos, yo recuerdo el gran revólver de mi padre, descargado, que él guardaba
en un cajón del ‘trinchante’, después de quitarse ‘las correas’, cada noche o
cada mañana, según las guardias. Las balas, siempre separadas, olían a todas
las cosas que allí guardaba mamá. Yo no podía imaginarme de qué modo se abrían,
ni qué demonios tendrían adentro que eran tan peligrosas. Pero eran, esas balas
y ese revólver, el lujo subalterno de aquella humilde casa, una prenda del
Estado -así me decían- que mi padre portaba como una penitencia no exenta de
cierto orgullo vacilante.":
Chamarrita cuartelera,
no te olvides que hay gente afuera,
cuando cantes pa’ los milicos,
no te olvides que no son ricos,
y el orgullo que no te sobre,
no te olvides que hay otros pobres.
En gran parte de sus canciones pone de manifiesto, también,
su conocimiento del campo y el medio rural, adquirido durante su infancia en
sus frecuentes visitas a los hermanos de su madre adoptiva, particularmente su
tío José Pepe Carbajal. Dijo él al respecto: "Todas las vacaciones, en el
tiempo de verano, yo me iba al centro mismo del país, a la ciudad de Trinidad,
capital del departamento de Flores, que -tal vez- es el más atrasado de estos
departamentos del interior del país; una zona eminentemente ganadera, de
grandes latifundios (…) Allí yo he pasado los tres meses de verano, desde que
recuerdo hasta los 12 años, desde muy pequeño hasta los 12 años. Allí, claro,
aprendí todo lo que sé del campo, aunque más tarde viviera en el campo también,
pero ya de adolescente. Aprendí a montar a caballo, a ordeñar; cosas del
campo... a cazar".
Esta frecuentación hizo que tomara especial preferencia por
la música campera, y que su personalidad se impregnara de rasgos campesinos,
dándole algo más que elementos para sus creaciones. La milonga Mi tierra en
invierno es una de ellas, en la que demuestra conocer muy bien distintas
facetas del quehacer rural.
El apego al caballo y su especial cuidado, como elemento
imprescindible en las tareas cotidianas:
…y aunque el caballo esté sano,
lo cuida de la garganta
que, aunque el caballo no canta,
lo ha de tener siempre a mano.
Las tareas con el ganado:
...porque llegado setiembre
será tiempo de castrar,
de marcar y descolar...
Las plagas:
...Hay que vigilar la hormiga
que hace pirva en campo llano...
O los tiempos de cosecha:
...se trilla el trigo en diciembre.
En su temprana juventud, conchabado ya como locutor en la
radio, en Montevideo, comienza a despertar su vocación artística y su gusto por
la bohemia, y la noche y sus fantasmas. Son tiempos de experimentos diversos,
en los que pone a prueba su capacidad en diferentes quehaceres del arte. La
parte medular de esa etapa de su vida transcurre en el Barrio Sur, donde habita
en una casa frente a una plaza, a la que también da el cementerio; ese lugar
-barrio de negros, de candombe, de carnaval, de llamadas, de gente humilde,
solidaria y fraterna- deja su impronta en la sensibilidad del joven Alfredo
Zitarrosa, que tiene, desde siempre, una inclinación particular: quiere parecer
mayor, mostrarse como una persona seria y circunspecta, por el gusto de hacerlo
y también, quizá, porque siempre aparentó tener menos años de los que tenía.
Llegaba a tal punto esta obsesión, que hasta se puso anteojos, que no
necesitaba, para aumentarse la edad. Con el tiempo, y ya en su oficio de cantor,
siempre se presentaría en sus actuaciones, en el lugar que fuera, vestido a la
manera tradicional, con traje y corbata y con una apariencia rigurosamente
formal.
Fragmento de Guitarra
negra
Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono,
distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro, los muertos y los
vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus
ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión... Y no halló nada... No pudo
hallar a Batlle, ni a mi padre, ni a mi madre, ni a Marx, ni a Arístides, ni a
Lenin, ni al príncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie... ni a los muertos
Fernández más recientes... A mí tampoco me encontró... Yo había tomado un
ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida.
Maximiliano Reimondi
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