Título: Blue Jasmine.
Género: Comedia dramática. Dirección: Woody Allen. Con: Cate
Blanchett, Sally Hawkins y Alec Baldwin. Duración: 98 minutos. Apta para
mayores de 13 años.
Calificación:
Excelente
Esta película es una de las obras maestras de Woody Allen.
Reúne lo más intenso de los dos mundos del director neoyorquino: la comedia y
el drama, y los funde de una forma absolutamente natural. Tiende un puente
hacia San Francisco, en la costa del Pacífico, y la amplitud de ese arco geográfico,
que abarca a Estados Unidos de este a oeste, no deja de ser una parábola sobre
la situación crítica de su país.
El personaje de Jasmine, interpretado por una enorme Cate
Blanchett, es un producto de esa crisis, tanto en el sentido económico como psicológico
del término. Perteneciente a la clase alta neoyorquina, debe mudarse al
departamento de su hermana (Sally Hawkins) en San Francisco porque se ha
quedado en la calle luego de que su marido (Alec Baldwin) fuera detenido por
estafa y se suicidara en la cárcel.
Deprimida, empastillada, delirante, pero aún así pretenciosa
y desubicada, debe adaptarse al mundo de clase obrera de su hermana, quien
tiene dos chicos y está a punto de juntarse con un mecánico.
Más que mostrar los contrastes entre los universos de los
que provienen ambas mujeres, le interesa enfocarse en el derrumbe de Jasmine,
en el modo en que esta mujer inestable trata de mantener en pie su castillo de
naipes en medio de un huracán. Para hacerlo cuenta con la valiosísima
alianza de Cate Blanchett que consigue dar relieve a los múltiples matices de
su personaje, desde lo más patético a lo más trágico.
Maximiliano
Reimondi
PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2013
ALICE MUNRO
Alice Munro nació en Wingham, Ontario, en julio de 1931.
Vivió primero en una granja al oeste de esa provincia canadiense, en una época
de depresión económica; esta vida tan elemental fue decisiva como trasfondo en
una parte de sus relatos.
Conoció muy joven a James Munro, en la Universidad de
Western Ontario; ejerció trabajos manuales para pagarse sus estudios. Se casó
en 1951, y se instalaron en Vancouver. Tuvo su primera hija a los 21 años.
Luego, ya con sus tres hijas, en 1963 se trasladó a Victoria, donde manejó con
su marido una librería.
Se divorció en 1972, y al regresar a su estado natal se
convirtió en una fructífera escritora-residente en su antigua universidad.
Volvió a casarse en 1976, con Gerald Fremlin. A partir de entonces, consolidó
su carrera de escritora, ya bien orientada.
La escritora
Se había iniciado de joven con cuentos (escritos desde
1950), escritos en el poco tiempo que había tenido hasta entonces, así como
había publicado dos recopilaciones de relatos y una novela.
Antes de 1976, escribió Dance of the Happy Shades (1968),
sus primeros cuentos, algunos muy tempranos en su vida; pero también la
importante novela Las vidas de las mujeres (1971), y los relatos entrelazados
Something I’ve Been Meaning to Tell You (1974).
Luego, publicó nuevas colecciones de relatos The Beggar Maid
(1978), Las lunas de Júpiter, The Progress of Love (1986), Amistad de juventud
y Secretos a voces (1994). Ya había sido traducida al español en esa década,
pero empezó a ser conocida definitivamente en nuestro siglo, con los relatos de
Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001) y luego con los de Escapada
(2004). Se había mantenido como una escritora algo secreta.
En La vista desde Castle Rock, 2006, hizo un balance de la
historia remota de su familia, en parte escocesa, emigrada al Canadá, y
describió ampliamente las dificultades de sus padres. Su libro se alejaba un
punto de su modo expresivo anterior. Por entonces, habló de retirarse, pero la
publicación del excelente Demasiada felicidad (nuevos cuentos, aparecidos en
2009), lo desmintió.
Además, en 2012
ha publicado otro libro de relatos —con el rótulo Dear
Life (Mi vida querida)—, son cuentos más despojados y más centrados en el
pretérito. En su última sección se detiene en un puñado de recuerdos
personales, que pueden verse como una especie de confesión definitiva de la
autora, pues son "las primeras y últimas cosas -también las más fieles-,
que tengo que decir sobre mi propia vida".
Munro, que no se ha prodigado en la prensa, ha reconocido el
influjo inicial de grandes escritoras —Katherine Anne Porter, Flannery
O'Connor, Carson McCullers o Eudora Welty—, así como de dos narradores: James
Agee y especialmente William Maxwell. Sus relatos breves se centran en las
relaciones humanas analizadas a través de la lente de la vida cotidiana. Por
esto, y por su alta calidad, ha sido llamada "la Chéjov canadiense".
Acostumbra pasar largas temporadas de vacaciones en la ciudad colombiana de
Cartagena de Indias, donde ha escrito varias de sus novelas.
Fue entrevistada extensamente por The Paris Review, en 1994.
Premios
Ha ganado tres veces el premio canadiense a la creación
literaria, «Premio Literario Governor General's».
En 1998, ganó el National Book Critics Circle estadounidense
por El amor de una mujer generosa.
En España fue premiada con el Premio Reino de Redonda en
2005 y en 2011 con el Premio Tormenta por su libro Demasiada felicidad.
En 2013, le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura.
Obras
Dance of the Happy Shades, 1968, cuentos.
Las vidas de las mujeres (Lives of Girls and Women, 1971),
Lumen, 2011, novela.
Something
I’ve Been Meaning to Tell You, 1974, relatos entrelazados.
Who Do You
Think You Are? o The Beggar Maid, 1978, cuentos.
Las lunas de Júpiter (The Moons of Jupiter, 1982), De
Bolsillo, 2010, cuentos.
El progreso del amor (The Progress of Love, 1986), RBA,
2009, cuentos.
Amistad de juventud (Friend of My Youth, 1990), De Bolsillo,
2010, cuentos.
Secretos a voces (Open Secrets, 1994), RBA, 2008, cuentos.
El amor de una mujer generosa (The Love of a Good Woman,
1998), RBA, 2009, cuentos.
La vista desde Castle Rock (The View from Castle Rock,
2006), RBA, 2008, relatos enlazados sobre su familia.
Demasiada felicidad (Too Much Happiness, 2009), Lumen, 2010,
cuentos.
Mi vida querida (Dear Life, 2012), Lumen, 2013, cuentos.
Maximiliano Reimondi
HISTORIA
DÍA DE LA LEALTAD
Antecedentes históricos
El 4 de junio de 1943 militares nacionalistas dirigidos por
el general Arturo Rawson desplazan por medio de un golpe de estado al
presidente Ramón S. Castillo, último presidente de la llamada "Década Infame"
una línea de gobiernos acusados de corruptos y que habían impuesto el llamado
fraude patriótico desde el golpe militar que en 1930 encabezara el general José
Félix Uriburu.
El movimiento obrero se mostró inicialmente perplejo frente
al golpe e indeciso sobre la posición que se debía adoptar. Estaba dividido en
cuatro centrales (CGT Nº1, CGT Nº2, USA y FORA). Una de las primeras medidas
del gobierno fue disolver la CGT Nº2 (dirigida por el socialista Francisco
Pérez Leirós), los empleados de comercio de Ángel Borlenghi y los sindicatos
comunistas (construcción, carne, etc.), acusándola de extremista. Ello llevó a
varios de los sindicatos que la integraban a volver a la CGT Nº1 (secretario
general José Domenech). Poco después el gobierno sancionó una legislación sobre
sindicatos, que si bien cumplía algunas expectativas sindicales, al mismo
tiempo permitía la intervención de los mismos por parte del Estado. En seguida
el gobierno militar hace uso de esa ley para intervenir los poderosos
sindicatos ferroviarios y corazón de la CGT, la Unión Ferroviaria y La
Fraternidad. En octubre una serie de huelgas fueron respondidas con el arresto
de decenas de dirigentes obreros. Pronto resultó evidente que en el gobierno
militar había influyentes sectores anti-sindicales.
En esas condiciones algunos dirigentes sindicales
socialistas, sindicalistas revolucionarios y algunos comunistas, encabezados
por Ángel Borlenghi (socialista y secretario general de la poderosa
Confederación General de Empleados de Comercio en la disuelta CGT Nº2
socialista), Francisco Pablo Capozzi (La Fraternidad), Juan Atilio Bramuglia
(Unión Ferroviaria), entre otros, decidieron, aunque con reservas y
desconfianza, emprender una estrategia de alianzas, con algunos sectores del
gobierno militar que compartían los reclamos sindicales. Entre los militares
estaban los jóvenes coroneles Juan D. Perón y Domingo A. Mercante.
Los sindicalistas proponen a los militares crear una
Secretaría de Trabajo, fortalecer la CGT y sancionar una serie de leyes laborales
que aceptaran los reclamos históricos del movimiento obrero argentino. Poco
después, la alianza entre sindicalistas y militares obtuvo que el gobierno
militar designara a Perón como Director del Departamento de Trabajo, un cargo
aparentemente sin valor alguno. Un mes después, consiguen elevar la jerarquía
del organismo a Secretaría de Estado (2 de diciembre de 1943). Desde la
Secretaría de Trabajo, Perón, con el apoyo de los sindicatos empieza a
desarrollar gran parte del programa sindical histórico: se crearon los
tribunales de trabajo; se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiendo la
indemnización por despido a todos los trabajadores; más de dos millones de
personas fueron beneficiados con la jubilación; se sancionó el Estatuto del
Peón de Campo y el Estatuto del Periodista; se crea el Hospital Policlínico
para trabajadores ferroviarios; se prohíben las agencias privadas de
colocaciones; se crean las escuelas técnicas dirigidas a obreros; en 1944 se
firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1.400.000 obreros y
empleados y en 1945 otros 347 para 2.186.868 trabajadores. Adicionalmente Perón
logra derogar el decreto-ley que reglamentaba los sindicatos sancionado en los
primeros días del gobierno militar.
En ese marco los sindicatos comenzaron un período de gran
crecimiento, y lo que fue aún más decisivo, comenzaron a afiliar masivamente a
los "nuevos" trabajadores, los que estaban migrando masivamente a la
ciudad desde el interior del país, los llamados "morochos", "grasas"
y "cabecitas negras" por las clases medias y altas, y los propios
trabajadores "viejos" descendientes de la inmigración europea.
Poco después, algunos sindicatos que se habían mantenido
alejados, la CGT Nº1, la USA y los gremios autónomos, comienzan a unificarse en
torno de la Secretaría de Trabajo. Pero en sentido contrario, en septiembre de
1945, 4 importantes sindicatos se separan de la CGT: La Fraternidad, la Unión
Obrera Textil, la Confederación de Empleados de Comercio y el Sindicato del
Calzado.
La alianza entre sindicatos y el grupo de jóvenes militares
encabezados por Perón generó inmediatamente una fuerte oposición de los
sectores conservadores políticos, económicos y militares, con apoyo de la
embajada de Estados Unidos (embajador Braden) que genera una alta polarización
para 1945. Los hechos se sucedieron vertiginosamente.
El 12 de julio de 1945 los sindicatos dirigidos por
Borlenghi realizan un acto masivo el centro de la ciudad de Buenos Aires (en
Diagonal Norte y Florida). Al finalizar, la multitud de trabajadores comienzan
a corear el nombre de Perón y lo proclaman como candidato a presidente.
La manifestación obrera es respondida el 19 de septiembre
por los sectores medios y altos con la Marcha de la Constitución y la Libertad,
que reunió la extraordinaria cantidad de 200.000 personas, marchando del
Congreso a los barrios de clase alta (Recoleta), donde apoyan al ex presidente
Rawson que sale al balcón de su casa.
Días después Rawson encabeza un planteo militar que fracasa
pero poco después, el 8 de octubre de 1945, un enfrentamiento entre Perón y el
general Eduardo Ávalos, jefe de la poderosa guarnición de Campo de Mayo es
dirimido mediante una votación de los oficiales superiores que decide exigir la
renuncia de Perón, que en esos momentos ejercía simultáneamente los cargos de
vicepresidente de la nación, secretario de Guerra y secretario de Trabajo y
Previsión, decisión aceptada por Perón, quien renunció al día siguiente a todos
sus cargos.
El 10 de octubre en el momento que Perón deja el despacho,
la CGT realiza un acto en su apoyo en la esquina de las calles Perú y Alsina.
Perón pronuncia ante los allí reunidos un famoso discurso, que además se
transmitió por radiofonía, en el que detalla un avanzado programa de
reivindicaciones laborales. El 11 de octubre Ávalos asumió el cargo de Ministro
de Guerra y esa noche se realizó en el Círculo Militar (Palacio Paz) una
reunión de casi 300 oficiales, entre los que se contaban unos 20 de la Marina,
en la que se debatió el rumbo que se debía seguir, incluyendo la discusión
sobre si mantener o no a Farrell en la presidencia y se recibió también la
opinión del dirigente socialista Alfredo Lorenzo Palacios que propició que el
gobierno se entregara a la Corte Suprema de Justicia. La asamblea decidió
enviar una delegación a entrevistarse con Ávalos y, en realidad, los únicos
puntos sobre los que habían concordado era pedir la inmediata convocatoria a
elecciones, la designación de ministros civiles, el levantamiento del estado de
sitio y la detención y procesamiento de Perón. Cuando a la medianoche
finalizaba la reunión por las radios se estaba difundiendo el decreto de
convocatoria a elecciones.
Ese mismo día 11 hubo un encuentro de dirigentes opositores
reunidos en torno a una Junta de Coordinación Democrática que, envalentonada
por la marcha de los acontecimientos, decidió exigir al Ejército que el poder
fuera entregado a la Corte Suprema de Justicia. Luna señala la falta de
realismo y el error táctico que importaba esta posición. Si bien el Ejército
estaba dividido en sectores que tenían serios desacuerdos, ninguno de ellos
podría aceptar entregar en ese momento el gobierno a la Corte pues implicaba
reconocer una humillante derrota. Por otra parte, el presidente de la Corte era
el Dr. Roberto Repetto, un jurista respetado pero carente de toda experiencia
política.
El 12 de octubre luego de recibir a la delegación militar
Farrell solicitó la renuncia de todos los ministros, salvo Ávalos, y designó a
Vernengo Lima como Ministro de Marina. Al mismo tiempo en los alrededores del
Círculo Militar se realizó una manifestación espontánea de los sectores más
conservadores y los estudiantes, que voceaba consignas antimilitaristas y
mantiene virtualmente bloqueado el edificio. Circulaba además la exigencia de
entrega del gobierno a la Corte. posición a la que si bien muchos no la
consideraban la mejor, era la que permitía unificar a los sectores opuestos al
gobierno.5 Cuando en horas de la tarde una delegación de los civiles llevó esta
postura a Ávalos, el Ministro de Guerra la consideró inaceptable, trató de
tranquilizarlos y les informó que Perón sería detenido. La delegación regresó
para informar a los manifestantes, que todavía estaban en el lugar, provocando
visiblemente su irritación. En varias oportunidades se habían producidos choques
entre elementos aliancistas y estudiantes pero hacia las nueve de la noche sin
que hubiera una explicación clara sobre su origen hubo un violento tiroteo
entre la policía y un grupo de manifestantes que arrojó el saldo de un muerto y
más de cincuenta heridos.
Perón y Eva se fueron en automóvil en la madrugada del
jueves 11 con "Rudi" Freude, hijo de un amigo suyo, y Juan Duarte
hacia San Nicolás primero y a una isla del Delta después, dejándole dicho a
Mercante que si era preguntado no ocultara su paradero.
El 12 de octubre el presidente Farrell ordenó la detención
de Perón y la policía fue a buscarlo a su departamento de la calle Posadas por
lo que Mercante le comunicó al jefe de policía dónde se encontraba y al día
siguiente guió al subjefe de policía mayor D'Andrea hasta la isla, desde donde
fue llevado detenido a la cañonera Independencia, la que a su vez lo trasladó a
la Isla Martín García. Una vez detenido Perón el diario Crítica salió a la
calle con el siguiente título en primera plana:
PERON YA NO CONSTITUYE UN PELIGRO PARA EL PAÍS:
El sábado 13 de octubre Farrell se entrevistó con el
Procurador General de la Nación, Juan Álvarez (historiador) y le propuso que
formara un gabinete como una suerte de primer ministro, siguiendo así una
sugerencia del dirigente radical de Córdoba Amadeo Sabattini que le había
transmitido Ávalos. Se trataba de una solución de compromiso en la cual sin
transferir el poder a la Corte se encomendaba a un civil de prestigio la
conducción del proceso que desembocaría en las elecciones. Álvarez se tomó su
tiempo: un día para hacer consultas antes de aceptar el cargo y cuatro días más
de consultas para elegir los candidatos, con lo cual recién tuvo la lista
preparada el 17 de octubre.
El domingo 14 Perón le escribió una carta a su amigo el
coronel Mercante en la que le dice entre otras cosas:
Con todo, estoy contento de no haber hecho matar un solo
hombre por mí y de haber evitado toda violencia. Ahora, he perdido toda
posibilidad de seguir evitándolo y tengo mis grandes temores que se produzca
allí algo grave... Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus
nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me
voy al diablo.
El mismo día le envía otra a Eva, en la que dice entre otras
cosas:
... Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el
retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir
tranquilos... ¿Qué me decís de Farrell y de Avalos? Dos sinvergüenzas con el
amigo. Así es la vida...Te encargo le digas a Mercante que hable con Farrell
para ver si me dejan tranquilo y nos vamos al Chubut los dos....Trataré de ir a
Buenos Aires por cualquier medio, de modo que puedes esperar tranquila y
cuidarte mucho la salud. Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si
no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación
de desamparo que tú tienes ahora...Con lo que yo he hecho estoy justificado
ante la historia y se que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un
libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes, veremos entonces quien tiene
razón...
El 15 de octubre la FOTIA declaró en Tucumán una huelga
general, y esa misma noche hicieron lo mismo varios sindicatos de Rosario,
exigiendo la libertad de Perón. Los obreros de la carne de Berisso se movilizan
masivamente y el 16 de octubre entran en Ensenada. Lo mismo ocurría en Valentín
Alsina, Lanús, Avellaneda y otras localidades del sur del Gran Buenos Aires.
También al mediodía del 16 los obreros ferroviarios de Tafí Viejo habían
abandonado los Talleres
El día miércoles 16 de octubre era día de pago de la
quincena. El historiador radical Félix Luna cuenta:
Al ir a cobrar la quincena, los obreros se encontraron con
que el salario del feriado 12 de octubre no se pagaba, a pesar del decreto firmado
días antes por Perón. Panaderos y textiles fueron los más afectados por la
reacción patronal. -¡Vayan a reclamarle a Perón!- era la sarcástica respuesta.
En la noche del miércoles 16 se reunió el Comité Confederal
de la Confederación General del Trabajo y luego de un largo debate se decidió
declarar una huelga para el 18. El motivo del paro se expresó en una serie de
puntos que incluía el llamado a elecciones, el mantenimiento de las conquistas
obreras, etc. pero, significativamente, si bien pedían la libertad de los
presos políticos, no mencionaban a Perón. La explicación sería que muchos
dirigentes no estaban convencidos de apoyar a Perón, por lo que el sector
favorable al paro debió hacer concesiones en el texto para alcanzar la mayoría.
Un sector importante de la CGT, enrolado en los partidos
Comunista y Socialista identificaba a Perón con el nazismo y reclamaba su
destitución, coincidiendo con la embajada norteamericana.
Si bien la CGT no auspició la movilización que tendría lugar
al día siguiente, la declaración de huelga sirvió como impulsor para que varios
sindicatos y los trabajadores en general, que estaban en alerta desde días
antes, se sintieran avalados para las acciones a emprender.
Perón, alegando problemas de salud, consiguió que lo a trasladen
al Hospital Militar, en el barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires,
adonde llegaría en la madrugada del 17.
Miércoles, 17 de
octubre de 1945
En la madrugada del día 17 comenzó una movilización de los
trabajadores de La Boca, Barracas, Parque Patricios y de los barrios populares
del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus
alrededores. Fue muy importante el número de trabajadores que salió de Berisso,
localidad cercana a La Plata donde había importantes frigoríficos, en la que
estuvo muy activo a favor de la movilización el dirigente gremial Cipriano
Reyes. También la secretaria de Domingo Mercante, Isabel Ernst, tuvo un rol
importante como nexo entre Perón y los dirigentes sindicales. Los obreros no
ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los
establecimientos vecinos incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en
ellos para luego marchar coreando consignas en favor de Perón por las calles
principales hacia el centro de la Capital Federal. La acción estaba apenas
coordinada por algunos dirigentes gremiales que habían estado agitando los días
anteriores y la principal fuerza de impulso provenía de esas mismas columnas
que mientras marchaban retroalimentaban el movimiento.
Inicialmente la policía levantó los puentes sobre el
Riachuelo que son el paso obligado hacia la Capital para quienes provenían de
la zona sur (Avellaneda, Lanús, Quilmes, Berisso, etc.). Algunos manifestantes
cruzaron a nado o en balsas hasta que, más tarde, los puentes fueron bajados.
La policía, claramente favorable a Perón, no obstaculizó la marcha e incluso
algunos de sus integrantes intercambiaron expresiones de simpatía con los
manifestantes, cuyas consignas nada tenían que ver con el reclamo de la CGT
sino que expresaban su apoyo a Perón y la exigencia de su liberación.
El presidente Edelmiro J. Farrell mantuvo una actitud
prescindente. El nuevo ministro de Guerra general Eduardo Ávalos observaba a
los manifestantes y se negó a movilizar las tropas del cuartel de Campo de Mayo
que en unas horas podían llegar a la Capital Federal, como se lo pedían algunos
jefes del ejército y el ministro de Marina. Ávalos confiaba en que la
manifestación se disolvería por sí sola pero al comprobar que, por el
contrario, era cada vez más numerosa, accedió a entrevistarse con Perón en el
Hospital Militar. Tuvieron una corta reunión en la que pactaron las
condiciones: Perón hablaría a los manifestantes para tranquilizarlos, no haría
referencia a su detención y obtendría que se retiraran y por otra parte el
gabinete renunciaría en su totalidad y Ávalos solicitaría su retiro.
A las 23:10 Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno.
Agradeció su presencia, recordó su labor en el gobierno, informó sobre su
pedido de retiro, prometió continuar defendiendo los intereses de los
trabajadores y, finalmente, pidió a los concurrentes que se desconcentraran en
paz añadiendo que, por esta vez, les solicitaba que cumplieran el paro del día
siguiente.
A las 20:30 horas de ese día, el doctor Juan Álvarez había
concurrido a la Casa Rosada para entregar una carta con los nombres propuestos
para ministros junto con el currículum de los mismos y su aceptación para los
cargos. Lo recibieron con estupefacción en medio del desorden que había en ese
momento en el lugar, y lo despidieron con cortesía. La nómina constituía, según
Luna, un escarnio para el país, pues incluía personas con antecedentes
sumamente cuestionables. Así, a Jorge Figueroa Alcorta, propuesto para Justicia
e Instrucción Pública, se lo relacionaba con un proceso que en 1942 había
envuelto a cadetes militares; Alberto Hueyo, propuesto para Hacienda, había
sido director de la CHADE cuando obtuvo una prórroga fraudulenta de la
concesión; Tomás Amadeo, de Agricultura, era íntimo amigo del embajador Braden;
y Antonio Vaquer, para Obras Públicas, había sido funcionario del presidente
Ortiz en Coordinación de Transporte, una dependencia creada para salvar las
empresas británicas de tranvías, en perjuicio de las empresas locales de
colectivos.
Número de asistentes
La cantidad de asistentes varía considerablemente según las
fuentes: algunos cuentan millones de personas15 y otros dan cifras menores. Para
Félix Luna había entre 200.000 y 300.000 manifestantes. El historiador
especialista en movimiento obrero Oscar Troncoso señala que el cálculo aceptado
por expertos policiales para manifestaciones en espacios libres es de entre 3 y
4 personas por metro cuadrado porque desde el nivel de la calle el público
parece compactado pero desde la altura se ven espacios vacíos. Los cálculos de
la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires daban para la Plaza de Mayo una
superficie de 18.591,83 metros cuadrados, lo que a un máximo
de 4 personas por metro da 74.367 personas. Si se agrega parte de las
diagonales y la Avenida de Mayo, podría caber un máximo entre 100.000 a 120.000
personas. Toda la propaganda peronista posterior hizo hincapié en la cifra de
500.000 personas que publicó Eduardo Colom –elegido luego diputado nacional
peronista- en la crónica del diario La Época; en los años siguientes, para
mantener esa imagen, la Secretaría de Prensa y Difusión utilizó fotografías y
noticieros de las grandes manifestaciones posteriores a 1945. En las elecciones
de 1946 votaron por Perón 304.854 personas en la Capital Federal y 450.770 en
toda la Provincia de Buenos Aires.
Efectos inmediatos
La renuncia de Perón el 8 de octubre de 1945 a los cargos que
desempeñaba fue la consecuencia de la pérdida de apoyo en los mandos del
Ejército. Con base en la carta que enviara a Eva Duarte desde Martín García,
puede considerarse que en esos momentos Perón estaba decidido a retirarse de la
política. La movilización del 17 de octubre tuvo dos efectos inmediatos: por
una parte forzó a Perón a retornar a la lucha política y por la otra incidió en
el Ejército volcando en su favor algunos jefes militares que antes se le habían
opuesto y obligando al resto a pedir su retiro o tolerar su marcha hacia la
Presidencia.
Luego de un corto lapso de descanso y de casarse con Eva
Duarte el 23 de octubre, Perón comenzó su campaña política. El sector de la
Unión Cívica Radical que le apoyaba formó la UCR Junta Renovadora, a la cual se
sumaron el Partido Laborista y el Partido Independiente, en tanto la
organización radical FORJA se disolvió para sumarse al movimiento peronista.
Domingo Mercante fue designado al frente de la Secretaría de
Trabajo que, junto a muchos sindicatos, se constituyó en apoyo importante para
su campaña.
Los partidos de oposición en un gran movimiento
anti-peronista que incluyó a los partidos Comunista, Socialista, Unión Cívica
Radical, Demócrata Progresista, Conservador, la Federación Universitaria
Argentina (FUA), la Sociedad Rural (terratenientes), la Unión Industrial
(grandes empresas), la Bolsa de Comercio, y los sindicatos opositores formaron
la Unión Democrática que apoyaría en los comicios a la fórmula presidencial
designada por la Unión Cívica Radical, así como la mayoría de los
intelectuales.
El 24 de febrero de 1946 se realizaron las elecciones, en
las que se impuso la fórmula Perón-Quijano con el 54% de los votos.
El Día de la Lealtad
durante el gobierno peronista (1946-1954)
A propósito de los rituales políticos señala Mariano
Plotkin:
"Por un lado crean una unidad simbólica entre los
participantes que se reconocen a sí mismos como miembros de una comunidad
política dada: partido, nación, patria. Por otro lado, en especial en regímenes
de tipo autoritario, los rituales cumplen también una función de exclusión,
privando de legitimidad como contendientes políticos a quienes no participan en
los mismos. (...) En el caso del peronismo, en que la presencia de un vínculo
de tipo carismático entre el líder y la masa era uno de los fundamentos de su
identidad como movimiento, los rituales políticos servían además para recrear y
reforzar la imagen carismática del líder"
El peronismo, escribió Cristian Buchrucker, "postuló
una cierta aspiración hacia la totalidad de la nación, hecho que se manifestó
en la inclusión de las "tres banderas" justicialistas en el Preámbulo
de la Constitución de 1949 y más claramente aún en 1951-1952, cuando la
doctrina del movimiento fue declarada Doctrina Nacional." Plotkin observa
que:
"iniciando una tendencia que se profundizaría en los
años subsiguientes, la celebración del 17 de octubre de 1947 se asemejó a la
celebración oficial de una fecha patria. En la tarde del 17, Perón recibió
solemnemente el saludo de autoridades civiles y militares.(...) La
"oficialización" del 17 de Octubre iba a tener dos consecuencias: por
un lado, serviría para universalizar su significación. Ya no se trataba de una
celebración peronista, sino de una fiesta del Estado (...) En segundo lugar
serviría también para domesticar y unificar el sentido de la festividad."
A principios de 1948 fue nombrado Secretario de Educación
Oscar Ivanissevich, quien se incorporó al comité organizador de las
celebraciones del Día del Trabajo y del 17 de octubre, e iba a ejercer gran
influencia en la simbología política del régimen." Ivanissevich
"intentó ligar el peronismo a ciertos valores trascendentes,
convirtiéndolo en una verdadera religión política. Los rituales peronistas
fueron monopolizando progresivamente el espacio público. (...) A partir de
1948, la celebración perdió completamente su carácter conmemorativo. El
objetivo de la celebración era, lisa y llanamente, dar al pueblo peronista la
oportunidad de reafirmar su devoción por el líder y recrear los fundamentos de
la legitimidad del régimen: el liderazgo carismático de Perón, fundado en su
contacto sin intermediarios con el pueblo"
Otra innovación en ese año fue la entrega por primera vez de
la Medalla Peronista en reconocimiento de servicios extraordinarios prestados
al país o al movimiento (por ejemplo, suboficiales del ejército o policías que
habían realizado acciones heroicas, deportistas que habían representado con
éxito al país) con lo cual Perón estaba borrando la distinción entre el partido
y el Estado. Ser leal a la Nación implicaba ser leal al Movimiento y viceversa.
Sobre el mismo tema dice Gambini que "esa idea de considerar peronistas a
todos los habitantes del país, les guste o no, ha sido una constante en el
sermón doctrinario y se enlaza con la permanente confusión entre Estado y
partido.
Los años posteriores
Luego del derrocamiento de Perón en 1955 y hasta su retorno
en 1973, el Día de la Lealtad pasó a ser para sus partidarios el Día de la
Resistencia Peronista. No se producían grandes movilizaciones, pero daban
ocasiones todos los años a actos evocativos de la unión del pueblo con Perón
que, en muchos casos, eran también actos de hostigamiento al gobierno de turno.
Después de la restauración democrática de 1983, la
recordación está limitada, en general, a los dirigentes del llamado
"peronismo histórico" y no incluyen manifestaciones masivas.
Trascendencia del 17 de octubre
La movilización de
ese día significó:
La incorporación de la clase obrera a la vida política del
país con aspiración a ser reconocida como uno de los factores de poder;
el surgimiento de una nueva fuerza política en derredor de
Perón, distinta de las existentes, que si bien tomaría de los partidos algunas
prácticas clientelísticas, aplicaría nuevos enfoques, prácticas y liturgias que
la distinguirían del resto y
el nacimiento de la antinomia peronismo-antiperonismo, la
cual sigue sumamente presente en la sociedad hasta la época actual.
Maximiliano Reimondi
MÚSICA
JORGE FALCÓN
Jorge Falcón –seudónimo artístico de Luis Ángel Iglesias-
(Buenos Aires, Argentina, 14 de octubre de 1949 - Buenos Aires, Argentina, 2 de
julio de 1987) fue un cantante de tangos argentino.
Nació en la Maternidad Sardá, en el barrio de Parque
Patricios de Buenos Aires. Desde muy niño le gustó cantar. Interpretaba temas,
ya sea en reuniones familiares o en el Instituto Brown, donde cursaría sus
estudios primarios. Su primer simple lo grabó a los trece años, en Mar del
Plata. Luego ganó un concurso en canal 7 interpretando "Malevo".
Estudió contaduría (que no terminó), guitarra, actuación y vocalización; esto
último con Bonezi, el maestro de Gardel. Se casó con Alicia Capuzzo, con quien
tuvo un hijo llamado Adrián. Integró las agrupaciones "Tango 5",
"Buenos Aires 5" y las orquestas de Jorge de Luca y Gabriel Clausi, y
grabó su primer disco de manera profesional.
Posteriormente se incorporó a la orquesta de Héctor Varela,
donde llegaría al éxito y la consagración. Luis Ángel Iglesias, por iniciativa
de Varela, pasó a llamarse, “Jorge Falcón” y su debut se produjo el 12 de
octubre de 1976. Cantará a dúo primero con Fernando Soler y luego con Diego
Solís. Grabará para el sello Microfón más de 20 temas, algunos de los cuales a
dúo. En el primer larga duración (1977), registra su primer éxito comercial: la
milonga "Azúcar, pimienta y sal" (música de Ernesto Rossi y Héctor
Varela, y letra de Abel Mario Aznar), a dúo con Fernando Soler. Posteriormente,
y por incitación del mismo Varela, comienza su carrera como solista.
Carrera Solista
Apenas iniciado su período solista, Falcón fue contratado
por el sello CBS para iniciar allí sus grabaciones. El primer álbum, editado en
1982, tuvo como acompañante al bandoneonista Ernesto "Titi" Rossi,
músico y arreglador de Héctor Varela. Además, es invitado por la cantante María
Graña a grabar una versión de El Día Que Me Quieras. Al poco tiempo, inicia sus
apariciones televisivas en un programa conducido por el cantor Enrique Dumas y
en Grandes Valores del Tango, presentado por Silvio Soldán.
En 1984 edita su disco más exitoso, El Amor Desolado, con
arreglos y dirección de Raúl Plate y dirección artística de Soldán. A este
material le sigue el último, Para Todos Con Amor, publicado en 1986 y
acompañado por José Colángelo.
Muerte
En 1986 sufrió un accidente automovilístico y, tiempo
después, se desmaya en medio de una presentación en la ciudad de Rosario; hecho
que obligó a que se lo internase en una clínica local. Se dijo que el desmayo
era producto del choque que había sufrido, pero en realidad, todo se debía,
incluso aquel choque, a su delicado estado de salud, al mal que estaba
padeciendo. Tenía cáncer. Fue intervenido quirúrgicamente; pero, a pesar del
tratamiento médico, Jorge Falcón falleció al amanecer del jueves 2 de julio de
1987, en el “sanatorio de artistas de variedades” del barrio porteño de San
Telmo.
Maximiliano Reimondi
martes, 8 de octubre de 2013
"HE CREÍDO QUE EXISTE ALGO QUE SE LLAMA DESTINO, PERO TAMBIÉN ACEPTÉ EL LIBRE ALBEDRÍO. LO QUE HACE A UN HOMBRE ÍNTEGRO Y SATISFECHO ES ALCANZAR EL EQUILIBRIO DENTRO DE ESTA APARENTE CONTRADICCIÓN" (G. K. CHESTERTON)
NAVEGÁ EN MI PÁGINA WEB: www.maximilianoreimondi.com.ar
ALGO
IMPORTANTE
I
Sentado
detrás de su desordenado escritorio, el doctor Menard miró al desconocido.
Observó a
un hombre robusto, gordo, peludo, de rostro cetrino e imperturbable y ojos
negros, con
un traje arrugado y una corbata rota.
-¿Quería
verme?-preguntó Menard.
-¿Usted es
el doctor Menard?-dijo el visitante.
-Sí-afirmó
el médico-miró al hombre con inquietud, y luego echó un rápido vistazo a
toda la
habitación, como queriendo encontrar alguna respuesta-Tome asiento.
El
visitante ocupó una de las sillas frente al escritorio. Ambos hombres se
miraron; de
nuevo,
Menard miró rápidamente toda la habitación.
-¿No me
reconoce?-preguntó el desconocido.
-No-replicó
Menard. Estaba sentado rígidamente en su sillón, observando a su
visita.¿Puedo…?
-Me llamo
Blanchard-Menard no hizo ninguna seña, siguió observando a su visitante-
Antoine
Blanchard.
-Oh-dijo el
doctor-. Ahora recuerdo el nombre. Usted es el esposo de la mujer que
murió. Pero
no sé qué hace aquí. Hice lo que pude.
-No hizo lo
que pudo. Lo que hizo, lo hizo mal. Muy mal-miró a Menard, flaco,
inmóvil-.
Parecía sobrar en el gran sillón en que estaba sentado-He venido a pedirle
explicaciones.
Supongo que podrá dármelas.
-¿Y qué
quiere que le diga?
Blanchard
no dejaba de mirarlo, y Menard se puso muy nervioso; se sentó muy
incómodo,
aunque sin dejar de observar al hombre con despierta curiosidad.
-¿Qué
quiere de mí?
-¿Qué
pasó?...-hablaba como un campesino-¿Qué salió mal?...
-Tuvo un
paro cardíaco repentino…-observó al visitante, con los ojos entrecerrados e
inexpresivos-.
Sí, ya recuerdo. Su esposa estaba respondiendo bien a la cirugía. De
pronto…
-No me mienta-dijo
Blanchard.
-¿Cómo?-se
miraron.
El
visitante habló con voz lenta, uniforme, clara, observando todo el tiempo a
Menard
con rostro
impasible.
-Soy pobre.
Supongo que eso lo sabrá. Algo recordará. Gasté hasta el último centavo de
mis
ahorros, para salvar a mi mujer. ¿Se acuerda de algo? Ella era lo último que me
quedaba en
esta vida.
-¿Sí?-dijo
Menard-. Se puso nervioso y comenzó a hacerse hacia atrás en el sillón,
mientras
observaba la cara cetrina del hombre sentado frente a él. El visitante hablaba,
sin apuro,
sin ganas.
-No se haga
el tonto.
-¿Eh?-dijo
Menard.
-Usted sabe
que puede ir a la cárcel.
-¿Eh?
-No lo
amenazo. Se lo digo, simplemente. No soy el único.
-Eso no lo
dudo-señaló Menard-Ahora empiezo a acordarme más de usted…
Se miraron.
Ninguno de los dos dijo nada. No pronunciaron las palabras. Fue Menard el
que apartó
la vista.
-Era una
muy buena mujer-dijo Blanchard, con su voz inexpresiva, lenta-Tan buena
como mi
madre.
Menard se
puso de pie. Se paró detrás del escritorio. Era un hombre alto, más alto que el
otro.
-¿Qué
quiere? ¿Sacarme dinero?
-Podría
ser.
-Buenos
días, señor-dijo Menard.
Blanchard
no se movió.
-¿Qué pasa?
¿Tiene miedo?
-Buenos
días, señor.
El
visitante se quedó un tiempo inmóvil. Musitó algo, como si estuviera
masticando.
Luego, se
paró y se fue sin decir nada.
-Vino para
extorsionarme. ¿Pero qué se cree? No soy perfecto…
II
Cuando el
doctor Menard salía del consultorio, se detenía en la puerta de calle y, si era
invierno,
se envolvía el cuello con su bufanda de lana, se abotonaba el abrigo y se iba a
su casa.
Desandaba el camino, disfrutando la escena: las lámparas globulares que se
curvaban
hacia abajo y parecían jugar con las sombras; los edificios, las señales, el
ruido.
Tenía
cuarenta años. Era soltero. Vivía con su madre, una inválida de ochenta años.
Era hijo
único. Su padre había muerto en un accidente automovilístico. Siempre lo
torturaba
con su exigencia y disciplina. Había que reconocer que era un gran médico.
Había
heredado los pacientes de su padre. Sus relaciones con los pacientes apenas
podían
llamarse normales. Los sufrimientos que tenían eran múltiples. Vivían en
lugares
miserables,
donde pasaban la hora charlando de las necesidades insatisfechas. Menard,
con el
rostro impávido, recordaba su residencia en un hospital de base cuando la
mayoría de
los pacientes morían.
III
Cuando
usaba su automóvil, iba a gran velocidad, atravesaba el tránsito y tomaba una
avenida
donde el aglomerado de coches se deshacía en dos veloces líneas paralelas. Así
se
desprendía de su ansiedad. El sudor se evaporaba; sentía el cuerpo firme, como
si el
movimiento
le diera seguridad. Entonces comenzaba a mirar alrededor y hacia delante,
nombrando
las calles. Aminoraba la marcha al pasar por una calle que no tenía nombre,
en mitad de
la cual había negros e italianos trabajando con picos y palas. Y decía: “Dios
mío”.
IV
El cuarto
era un dormitorio, un cuarto grande atestado de muebles. Una mujer vieja
estaba
reclinada en un sillón junto al fuego, envuelta en mantas. Menard se sentó en
una
silla recta
a su lado, se inclinó hacia delante y empezó a hablar.
-Era la
segunda vez que lo veía, y me pidió explicaciones de por qué había muerto su
mujer.
-¿Es de
aquí?-dijo la mujer.
-Sí. Es
dueño de un almacén. Es muy pobre.
-¿Y qué
pasó?
-Quiere
sacarme dinero.
-Me refiero
a por qué murió la mujer.
-Todo venía
normal en la cirugía. De pronto, tuvo un paro cardíaco y no pudimos
salvarla.
-¿Cometiste
algún error?
-¿Crees…?
¡Dios mío! No entiendes esto-la miró con una cara tensa, demacrada-¿Qué
estás
pensando?
-Nada-dijo
la mujer. Tenía los ojos cerrados y la cabeza recostada.
V
Dos meses
después, cuando el doctor Menard salió del ascensor en su piso, vio la silueta
de un
hombre recostada contra las ventanas más luminosas del extremo del corredor.
Una
silueta robusta, con un traje arrugado.
Juntos entraron en el consultorio y volvieron
a
enfrentarse en ese desordenado escritorio de por medio.
-Usted
falló, doctor. Podía salvarla y se le fue de las manos. Total, no se preocupa
porque
nosotros somos de la clase que no cuenta-mientras hablaba miraba a Menard, a
ese rostro
delgado, impredecible, que lo miraba con ojos apagados desde el otro lado del
escritorio-Usted
debe ir a la cárcel, doctor Menard.
-Si no le
doy dinero, usted me denuncia.
-Depende de
cuánto estemos hablando.
-Sí-dijo
Menard-. Nosotros, los pobres médicos, tan tontos. Pero no somos más que
hombres con
un título universitario. En un tiempo yo estaba engañado. Pero un hombre
no puede
engañarse siempre. ¿Qué debo hacer?
VI
La casa de
Blanchard estaba sobre un lugar alejado de la ciudad. Tenía un estilo rústico.
Era una
casa chica. Cuando llegó Menard, Antoine le abrió la puerta. No se dieron la
mano. El
lugar era terrible, opulento, oprimente, frío.
Del
bolsillo interior Menard sacó un paquete.
-Tengo aquí
todo este dinero-lo puso sobre la mesa.
Blanchard
no se había movido. Seguía inmóvil, de pie. Durante un rato largo se quedó
quieto. Su
rostro estaba tenso, incierto.
Menard se
movió, en dirección a la puerta, con aire vago, como si de repente
descubriera
que se estaba moviendo. Blanchard dijo:
-Oiga,
doctor…
Menard giró
el cuerpo con un movimiento instintivo. Observó con espanto el arma que
apuntaba a
su cuerpo. Abrió la boca con un grito ahogado. Blanchard disparó tres veces
sobre el
corazón del médico.
Maximiliano Reimondi
DIARIO “CRÍTICA”
Historia
El periodista uruguayo Natalio Botana fundó el diario
Crítica el 15 de septiembre de 1913. Esta primera edición se componía de 5.000
ejemplares, que Botana había financiado gracias a un préstamo realizado por
Marcelino Ugarte, político perteneciente al Partido Autonomista Nacional que
ejerció en reiteradas ocasiones el cargo de Gobernador de la Provincia de
Buenos Aires. Debido a la cercanía de su director con los políticos
conservadores, el diario fue opositor al gobierno del Presidente Hipólito
Yrigoyen, titulando "Dios salve a la República" el día de su
asunción.
El éxito del diario sufre un aumento muy importante en los
años siguientes, consolidándose en 1922 cuando saca su quinta edición y
comienza a vender 75.000 ejemplares diarios. Desde ese momento el diario
comienza a ampliar su espectro, y en 1923 comienza con la producción deportiva
al cubrir la pelea de boxeo entre Jack Dempsey y Luis Ángel Firpo. El 26 de
febrero de 1926 el diario alcanzaría su cifra récord de ventas, al alcanzar los
900.000 ejemplares diarios, y el 5 de noviembre de ese año se lanza Crítica
Magazine, un suplemento cultural en el que escribieron figuras como Roberto
Arlt, Raúl González Tuñón, Enrique González Tuñón, Carlos de la Púa, Ricardo M.
Setaro, Alfonsina Storni y Ulyses Petit de Murat.
Continuando con la línea clásica, el diario Crítica apoyó el
golpe de estado que derrocó a Yrigoyen en 1930. Sin embargo, a partir de 1931
comenzó a distanciarse de los sectores militares y permaneció clausurado durante
los dos años siguientes. Sin embargo el 17 de marzo de 1932 se lanza el
noticiero cinematográfico que convertiría a Crítica en el primer grupo
multimedios del país. El diario retomó su funcionamiento y el 12 de agosto de
1933 se creó un suplemento cultural llamado Revista Multicolor, que duraría
hasta octubre de 1934. Esta revista era un suplemento de aproximadamente ocho
páginas que se encontraba impreso en color, y cuya dirección se encontraba a
cargo de Jorge Luis Borges y Ulyses Petit de Murat.
En agosto de 1941 Natalio Botana muere en un accidente
automovilístico, dejando el diario a su familia. Al igual que con el gobierno
de Yrigoyen, el diario también fue muy crítico con el gobierno del presidente
Juan Domingo Perón, convirtiéndose en uno de sus principales opositores. Debido
a los problemas económicos del diario, en 1951 la familia Botana se ve obligada
a venderlo, siendo comprado por el gobierno de Perón. Finalmente, alejado del
esplendor que lo caracterizó durante las décadas de 1920 y 1930, el diario dejó
de circular el 30 de marzo de 1962.
Edificio
Avenida de Mayo, Buenos Aires. Edificio que fue sede del
Diario Crítica.
Aunque la primera sede de la redacción de Crítica se
encontraba en la calle Sarmiento al 800, se trataba de oficinas alquiladas. No
fue hasta mediados de la década de 1920 que se adquirió uno de los pocos
terrenos libres que quedaban en la Avenida de Mayo, con el objetivo de
construir el gran palacio periodístico.
Para ello, Botana contactó a los arquitectos húngaros Andrés
y Jorge Kalnay, quienes en 1926 proyectaron el nuevo edificio. Según algunas
fuentes, la obra habría sido en su mayoría diseñada por Jorge, siendo de Andrés
sólo los ornamentos y decoración de la fachada.1 El palacio de Crítica sería
inaugurado en septiembre de 1927, con un gran festejo correspondiente a la
importancia que tenía el diario en ese momento.
Aunque Botana rápidamente justificó el lujoso edificio como
un palacio para el pueblo, no dejó de tratarse de una excepcional sede con
todos los adelantos para la época y algunos detalles extravagantes, como una
sala de armas para su dueño y director.2 En el sótano estaban las maquinarias y
rotativas, en el primer piso la oficina del Directorio, en el segundo el
despacho del Botana, el salón de actos, la biblioteca y el archivo de Crítica;
en el tercer piso la redacción, en el cuarto los grabadores y la administración
y en el quinto los talleres. Además, el edificio tenía una serie de
consultorios médicos y jurídicos de atención libre, a los cuales se accedía por
la entrada posterior en la calle Rivadavia.
En cuanto a su estilo, el edificio del diario Crítica fue
una de las primeras piezas de art decó porteño, y una de las más destacadas
junto con las del arquitecto Alejandro Virasoro. Este nuevo movimiento se había
gestado en París en 1925, y un año después ya los hermanos Kalnay lo aplicaban
a la sede del diario. Jorge Kalnay fue un gran interesado en la cultura y arte
precolombinos, y los aplicó al diario Crítica, decorando los pisos con
ilustraciones del calendario azteca, y las ventanas con vitrales de motivos
solares. La oficina de Botana aparece jerarquizada en la fachada, ya que está
retirada del frente, ornamentada con motivos botánicos que aluden al árbol del
periodismo, y sus frutos y custodiada por cuatro estatuas.
Otro detalle notable del edificio de Crítica fueron sus
puertas corredizas de bronce, de gran grosor, que permitieron salvar al
personal del diario en oportunidades de manifestaciones violentas que
intentaron atacar la sede.
En la actualidad, este edificio que se encuentra en Avenida
de Mayo 1333, pertenece al Estado Nacional, y aloja a la Superintendencia de
Administración de la Policía Federal Argentina.
Talleres
El segundo edificio perteneciente al diario Crítica fue
inaugurado el 1 de diciembre de 1930, y alojó a los talleres auxiliares, en la
calle Salta 1915, a
pocas cuadras de la Estación Constitución. Proyectado por los arquitectos
Pibernat y Loizaga, y colaboración de Virasoro, comparte el estilo art decó
distintivo de la sede de Avenida de Mayo, y se destaca por una gran torre que
asoma hacia el fondo del terreno, visible desde los alrededores, que aún en la
actualidad ostenta el logo del periódico, deteriorado por el paso de las
décadas.
En 1997 fue parcialmente ocupado por la Fundación Cinemateca
Argentina, y en 2004 fue restaurado por el Sindicato de la Industria
Cinematográfica Argentina (SICA), con colaboración del INCAA y la Corporación
Buenos Aires Sur, para alojar a su Centro de Formación Profesional.
Maximiliano Reimondi
Día del Teatro
Rioplatense en homenaje a José Podestá
Ciudadano ilustre de La Plata, notable trapecista y actor,
fue creador del teatro criollo rioplatense. Pepino el 88 y Juan Moreira, sus
célebres personajes.
Pepino el 88:
“No deja de ser basura
la basura que se barre
por más que suba en la altura
basura será en el aire”
(Cantaba Pepino el 88, histórico payaso personificado por
José Podestá)
El Día del Circo y del Teatro Nacional y Rioplatense se
celebra en homenaje a José Podestá, que nació el 6 de octubre de 1858 en
Montevideo, Uruguay. En Argentina es considerado el padre del Circo Criollo y
también recordado por Pepino el 88, un payaso que fue modelo del cómico
rioplatense.
José Juan Pepe Podestá viene del seno de una célebre familia
de artistas rioplatenses, los famosos Podestá. Junto a sus hermanos Gerónimo,
Juan y Antonio sentaron las bases de una dinastía circense-teatral: la Compañía
de los Hermanos Podestá.
El actor uruguayo es el cuarto hijo de Pedro Podestá y María
Teresa Torterolo que llegaron a Uruguay entre 1840 y 1842, país donde se
conocieron y se casaron. Don Pedro Podestá había servido como abastecedor de
carne en la Gran Guerra italiana a las órdenes de Garibaldi. Luego se
trasladaron a Buenos Aires en 1846 y abrieron una pulpería en el barrio porteño
de San Telmo, pero unos años después, a raíz del fuerte rumor de que luego de
la batalla de Caseros el General Urquiza degollaría a los gringos, regresaron a
Montevideo en 1851. Fue en esa ciudad que nace Pepe quien desde muy niño aprendió
a ganarse la vida para ayudar a sus padres, que tuvieron nueve hijos: Luis,
Jerónimo, Pedro, José, Juan, Graciana, Antonio, Amadea y Pablo. Sus primeros
ejercicios acrobáticos fueron saltando de piedra en piedra, trepando
acantilados y navegando en barcos de pescadores.
En el año 1872, aprovechando un viaje de su padre, Don Pepe
fue a la función nocturna de uno de los circos de Montevideo. Le gustó tanto
que junto a sus hermanos mayores y amigos trataban de imitar lo que habían
visto en el circo. Hasta que en 1873 decidieron abrir un circo en una cantera,
con entrada libre y gratuita, solo recibían monedas que la gente les dejaba a
modo de agradecimiento. Lo cierto es que el circo se fue haciendo popular y
cada domingo aparecía más gente, y con el tiempo se sumaron unos músicos.
En 1975 Pepe tuvo su primer contrato pago como reemplazo de
un trapecista. Con los años los hermanos Podestá afianzaron su labor y tuvieron
su primera carpa para salir a probar suerte por los pueblos cercanos a
Montevideo. En ese ámbito nació Pepino el 88, un payaso que debió reemplazar al
payaso original utilizando un disfraz hecho con sábanas con cuatro lunares que
simulaban ochos y que imitaba al compadrito y al niño bien de aquel tiempo.
Según las memorias de Pepe, el famoso Pepino el 88 del Río de la Plata, decía:
“Estudio, trasnocho, salto, brinco, con maestría, y el público casi chocho, me
llama desde aquel día. Pepino el 88”.
Ya afianzado con el grupo deciden cruzar el Río y la primera
salida para Buenos Aires la hacen el 16 de mayo de 1880. La compañía se llamaba
Rosso-Podestá y al llegar se instalaron en el Jardín Florida, lo que hoy sería
las calles Florida y Paraguay, del microcentro porteño.
Rápidamente lograron un gran éxito y se empezó a sumar
gente, uno de los primeros fue Pablo Raffetto, antiguo compañero de Montevideo
que se hallaba por entonces en la ciudad de Dolores. En 1882 inauguraron en
Buenos Aires el Politeama Humberto Primo, construido por Raffetto.
Con una carpa itinerante comenzaron a recorrer la provincia
de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba: malabaristas, forzudos y payasos eran la
base de la compañía. Por otro lado, muchos de los grandes teatros de la Ciudad
de Buenos Aires, fueron escenario de diferentes versiones del espectáculo de la
familia Podestá: el Teatro Colón, el Teatro Liceo y el Teatro Nacional entre
otros.
Hasta que en 1885 decidieron hacer una gira por Brasil que
resultó muy exitosa. Al regresar se radicaron en la ciudad de La Plata, donde
debutan como compañía Podestá-Scotti en sociedad con Gerónimo, Juan y su cuñado
el empresario circense y acróbata Alejandro Scotti, casado con Graciana
Podestá, creador de El vasco de Julián Giménez.
La historia de aventuras de la familia Podestá tiene un
vuelco inesperado para lo que es el teatro criollo, porque un 10 de abril de
1886, en la ciudad de Chivilcoy, se estrenó el drama criollo Juan Moreira. Con
cantores, guitarristas y bailarines, se presentaba lo que más tarde sería
considerado el primer drama argentino e inicio simbólico del teatro rioplatense.
En 1896, gracias al éxito de Juan Moreira, se estrenó
Calandria de Martiniano Leguizamón, pero esta vez la obra se estrenó en teatro y con otro
final. Muchos consideran que fue uno de los mayores éxitos de esta compañía de
los Hermanos Podestá que luego se dividió a raíz de algunos roces y diferencias
entre los hermanos. Fue así que en 1897 Pepe se quedó con el Teatro Politeama
Olimpo de La Plata, donde con mucho esfuerzo y afrontando una serie de deudas
pudo conservarlo y establecer la Compañía Circense Teatral, hoy conocido como
Teatro Coliseo Podestá.
También incursionó en el mundo de la cinematografía filmando
dos películas mudas: Mariano Moreno y la Revolución de Mayo en 1915 dirigido
por Enrique García Velloso y Santos Vega en 1917 dirigido por Carlos de Paoli.
Don Pepe fue un hombre sencillo, aventurero y emprendedor
que trabajó hasta los 70 años rodeado de sus hijos y nietos, todos integrantes
de la compañía teatral Podestá. Pasó sus últimos años en su casa contigua al
teatro, hasta que el 5 de marzo de 1937 murió a raíz de una enfermedad que
venía arrastrando.
José Podestá, don Pepe o Pepino el 88, como más guste, fue
el padre del teatro criollo rioplatense.
Ángel
Colángelo
MÚSICA
DAVID LEBÓN
David Lebón es un músico multiinstrumentista de rock
argentino, que nació en Buenos Aires el 5 de octubre de 1952.
Inició su relación con la música cuando, a los ocho años,
debió partir hacia EE.UU. para tratarse un problema asmático. Su estadía en el
país norteamericano coincidió con el boom de la «beatlemanía» lo cual, como a
la gran mayoría, influyó decisivamente en su futuro. Fue así que —cuando
todavía era menor de edad, lo que no le permitía permanecer en los boliches
rockeros— formó parte de pequeños grupos como The Alley Cats (donde tocaba la
guitarra) y The Lords of London (a cargo de la batería).
Tras su regreso, a finales de la década del sesenta, era
habitué de La Manzana, uno de los pocos boliches de rock que existían en Buenos
Aires, regenteado por Billy Bond, el más polémico pionero del rock vernáculo.
En ese sitio conoció a Pappo —otro «estable» del lugar, al igual que Nacho
Smilari y Héctor Starc— quien en 1970 lo incorpora como bajista en la primera
alineación de su grupo Pappo's Blues, conformada también por Black Amaya en
batería y un fugaz paso del bajista Vitico. Esta primera formación de Pappo's
Blues registró un disco homónimo en 1971, que tuvo un notorio éxito.
Simultáneamente, y bajo el seudónimo de «Davies», Lebón
participó como guitarrista —con el baterista Black Amaya— de la grabación del
primer disco de La Pesada del Rock and Roll, junto al mencionado Billy Bond.
Su necesidad de estar en actividad lo llevó a acompañar al
cantante Carlos Bisso y luego partir a España. Allí se volvió a encontrar con
Pappo, con quien formó un fugaz grupo del que también participó Ciro Fogliatta.
En realidad se trató de un intento de hacer resurgir al grupo Los Gatos, pero
sin el líder (el tecladista y compositor rosarino Litto Nebbia), que no
prosperó. A finales de 1971 fue baterista de Color Humano, grupo liderado por
Edelmiro Molinari. Junto a esta alineación grabó el álbum debut con cinco temas
para el sello Microfón.
En 1972 Lebón dejó la agrupación y su puesto fue ocupado por
el baterista rosarino Oscar Moro. Ese mismo año, Lebón entró en el conjunto
Pescado Rabioso, fundado por el guitarrista Luis Alberto Spinetta (después de
pasar la experiencia con el grupo Almendra, muy importante en la historia del
rock argentino). Esta nueva banda —compuesta por Spinetta (guitarra y voz),
Carlos Cutaia (teclados), Black Amaya (batería) y David Lebón (bajista y
ocasional guitarrista y cantante)— editó un álbum titulado Pescado 2. Diversos
inconvenientes de producción derivaron en la separación de la banda.
Tras la experiencia Pescado Rabioso, Lebón lanzó su primer
álbum solista (David Lebón) en 1973,
a instancias de Billy Bond, disco que David grabó
prácticamente solo, tocando casi todos los instrumentos, y que contenía toda su
fuerza rocanrolera. "32 macetas" —un tema que volvería a grabar años
después—, "Dos edificios dorados" y "Hombre de mala sangre"
son algunos de los temas que se destacan de este disco, compuesto en coautoría
con su pareja de entonces, Liliana Lagardé, el álbum fue presentado en
septiembre del '73 en el Teatro Ópera de Buenos Aires.
Para grabar el disco durante el camporista otoño del '73,
dice la leyenda, Billy Bond bloqueó por una semana el estudio Phonalex y se
sacó de encima al técnico de grabación presentándole amigas y prestándole un
departamento. Esto es algo que el Bondo niega terminantemente: por esa época,
Bond y Álvarez hacían y deshacían en Phonalex... Si bien Lebón tocó casi todos
los instrumentos en casi todos los temas, hay algunas apariciones de invitados
del Bondo: Pappo (¡piano en "Treinta y dos macetas"!), Alejandro
Medina (bajo), Isa Portugheis (batería) y un entonces muy joven y deslumbrado
Charly García (teclados). El guitarrista jazzero Walter Malosetti (el padre de
Javier, el brillante bajista) pasaba por el estudio y Bond lo invitó a grabar
un solo, que según Lebón después usaría para el segundo disco solista de
Gabis...
En esa misma época colaboraba casi constantemente tocando
como invitado la guitarra en Sui Generis (de Charly García y Nito Mestre) y los
teclados en el grupo sinfónico Espíritu, además de participar como cantante en
dos temas del segundo disco solista de Claudio Gabis.
En 1974 formó el conjunto Līlā, un grupo de características
devocionales orientalistas, junto a Carola y Carlos Cutaia, con el que editó un
simple: "Amanece la verdad / Ah Maharaj Ji", actualmente
inconseguible, aunque Lebón participa sólo en el segundo tema, el cual se puede
encontrar en su compilado Obras cumbres de 2002.
También participó en la segunda grabación de La Biblia, el
legendario disco de Vox Dei reversionado por músicos de La Pesada con el
Ensamble Musical de Buenos Aires; del mismo modo regresó a Pappo's Blues (como
guitarra rítmica), para grabar Pappo's Blues Volumen 4.
Casi sobre el final de 1975 creó Polifemo, una banda de rock
and roll puro, con Juan Rodríguez en la batería y Rinaldo Rafanelli al comando
del bajo, ambos provenientes de Sui Generis. En 1976, tras la presentación de
su disco Polifemo, la crítica especializada fue muy dura con ellos, lo que
marcó su decadencia. «Salí de Polifemo con la intención de no armar ningún
grupo, con ganas de viajar —admitía Lebón en una entrevista—, antes de que
Charly me propusiera que lo hiciéramos juntos. Con el único tipo de Polifemo
con el que me seguía comprendiendo [...] era Juan Rodríguez. Él me preguntó qué
iba a hacer y a mí me dieron ganas de seguir tocando. A la vez, estaba con dos
tipos que eran de la misión, que me gustaba cómo tocaban. Tocamos en algunos
recitales y [...] la gente se volvía loca, porque yo había salido de algo que
era el haber dejado de tocar para mí».
Con esta, su nueva agrupación, Lebón empezó a crecer como
músico pues, como él mismo lo reconocía, le «empezó a gustar escuchar los demás
instrumentos, incluso dejar que toquen». Junto a Rodríguez, los músicos de la
misión y varios invitados (Pino Marrone y Aníbal Kerpel, entre otros), David
Lebón formó Seleste. Esta agrupación, de buenas perspectivas, quedó
momentáneamente interrumpida cuando Lebón se unió en Brasil a Charly García en el
proyecto Serú Girán.
Entre 1978 y 1982 integró Serú Girán junto a Charly García,
Pedro Aznar y Oscar Moro. Serú Girán ha sido considerado uno de los más
importantes y trascendentes grupos de la historia del Rock Argentino. En él fue
distinguido como mejor guitarrista los cinco años consecutivos. Luego de Charly
García fue el que más compuso para el grupo. Es en Bicicleta (1980) donde más
se destaca su labor como compositor y vocalista.
En 1980 lanzó su segundo disco como solista: Nayla. Este
álbum, que tuvo muchas postergaciones debido al accidente de su hija, iba a ser
en principio un disco doble, pero ninguna compañía se lo aceptaba. «Ni siquiera
Yes graba discos dobles», le llegaron a decir. No le quedó otra opción,
entonces, que seleccionar los mejores temas —algunos nuevos, otros de su
antigua agrupación Seleste— y grabarlo con Aznar, Moro, Rinaldo Rafanelli, y
Diego Rapoport.
A partir de 1982, con Serú Girán ya separado, su producción
como solista fue incrementándose, con una seguidilla de álbumes. Estos son:
El tiempo es veloz (1982), disco que grabó prácticamente
solo, tocando todos los instrumentos, que contó con una portada ilustrada por
su amigo Luis Alberto Spinetta, y donde se destacan el tema homónimo,
"Tiempo sin sueños" y "No confíes en tu suerte";
Siempre estaré (1983), con temas exitosos como "El rock
de los chicos malos" y la balada "Quiero regalarte mi amor";
Desnuque (1984), un homenaje al rocanrol, del cual
sobresalen "El rock de la cárcel", "Qué te pasa,
Argentina", "32 macetas" y "Hacelo hoy conmigo";
Si de algo sirve, con canciones como "Todos en un
cuarto" o "Y si de algo sirve" (1985);
7 × 7 (1986);
Nunca te puedo alcanzar (1987).
En 1987 colaboró con Charly García en su LP Parte de la
religión, donde grabó los solos de guitarra en los temas " Adela en el
carrousel" y " Buscando un símbolo de paz ". En 1989, edita
Contactos, lo define como «un encuentro personal entre mente, cuerpo y alma
para lograr el equilibrio que mejore mi relación con el mundo, las personas y
mi Creador». En 1991 lanza Nuevas mañanas, álbum grabado en los Estados Unidos
con la colaboración de Pedro Aznar, que pasa prácticamente desapercibido. Es
quizás el disco más flojo de su carrera, tomando un sonido más pop y sin tantas
guitarras.
A finales de 1992 se produce el reencuentro de Serú Girán.
Editaron un disco en estudio y dos en vivo. Realizaron una exitosa gira, en
cuanto a convocatoria de público, como así también en cuanto a calidad musical.
Posteriormente se disolvieron.
Lebón tuvo dos años de silencio musical, que lo tuvieron
presente en las revistas del corazón por sus idas y venidas con la ex modelo
Pata Villanueva. En 1995 retornó a los escenarios, primero con el Tributo a
Carlos Gardel organizado por la Secretaría de Cultura y el Multimedios América,
y luego, acompañado por Daniel Castro (bajo) y Daniel Colombres (batería),
realizó una recorrida por toda su extensa trayectoria. Ese año se radicó en la
provincia de Mendoza; mientras que, en 1995 también, graba en versión de
estudio en su casa de Mendoza Mágico, junto a Vadalá, Fontana, Morelli y Arróm.
Este disco (en realidad un demo) nunca salió a la venta, aunque circula en
ediciones pirata. Hay muchos temas cantados en inglés, ya que Lebón compone la
mayoría de sus temas en ese idioma, y luego los pasa al castellano.
En 1999 se presentó en el Teatro Coliseo de Buenos Aires,
para repasar los temas más importantes de su carrera, acompañado por una joven
banda, y la participación de músicos de Divididos, La Mississippi, Los Ratones
Paranoicos y Los Caballeros de la Quema, más una sección de bronces. El show
quedó registrado en el álbum En vivo, en el Teatro Coliseo, su primer álbum en
directo, editado ese mismo año.
En el año 2002 David editó Yo lo soñé, en el 2007 un álbum
conjunto en vivo con su ex-compañero Pedro Aznar (consistente en 2 CD), y en el
año 2009, su último material de estudio a la fecha, titulado Déjà vu.