viernes, 18 de octubre de 2013

CINE

BLUE JASMINE



Título: Blue Jasmine. Género: Comedia dramática. Dirección: Woody Allen. Con: Cate Blanchett, Sally Hawkins y Alec Baldwin. Duración: 98 minutos. Apta para mayores de 13 años.

Calificación: Excelente

Esta película es una de las obras maestras de Woody Allen. Reúne lo más intenso de los dos mundos del director neoyorquino: la comedia y el drama, y los funde de una forma absolutamente natural. Tiende un puente hacia San Francisco, en la costa del Pacífico, y la amplitud de ese arco geográfico, que abarca a Estados Unidos de este a oeste, no deja de ser una parábola sobre la situación crítica de su país.
El personaje de Jasmine, interpretado por una enorme Cate Blanchett, es un producto de esa crisis, tanto en el sentido económico como psicológico del término. Perteneciente a la clase alta neoyorquina, debe mudarse al departamento de su hermana (Sally Hawkins) en San Francisco porque se ha quedado en la calle luego de que su marido (Alec Baldwin) fuera detenido por estafa y se suicidara en la cárcel.
Deprimida, empastillada, delirante, pero aún así pretenciosa y desubicada, debe adaptarse al mundo de clase obrera de su hermana, quien tiene dos chicos y está a punto de juntarse con un mecánico.
Más que mostrar los contrastes entre los universos de los que provienen ambas mujeres, le interesa enfocarse en el derrumbe de Jasmine, en el modo en que esta mujer inestable trata de mantener en pie su castillo de naipes en medio de un huracán. Para hacerlo cuenta con la valiosísima alianza de Cate Blanchett que consigue dar relieve a los múltiples matices de su personaje, desde lo más patético a lo más trágico.



                                                                     Maximiliano Reimondi
PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2013

ALICE MUNRO



Alice Munro nació en Wingham, Ontario, en julio de 1931. Vivió primero en una granja al oeste de esa provincia canadiense, en una época de depresión económica; esta vida tan elemental fue decisiva como trasfondo en una parte de sus relatos.
Conoció muy joven a James Munro, en la Universidad de Western Ontario; ejerció trabajos manuales para pagarse sus estudios. Se casó en 1951, y se instalaron en Vancouver. Tuvo su primera hija a los 21 años. Luego, ya con sus tres hijas, en 1963 se trasladó a Victoria, donde manejó con su marido una librería.
Se divorció en 1972, y al regresar a su estado natal se convirtió en una fructífera escritora-residente en su antigua universidad. Volvió a casarse en 1976, con Gerald Fremlin. A partir de entonces, consolidó su carrera de escritora, ya bien orientada.

La escritora

Se había iniciado de joven con cuentos (escritos desde 1950), escritos en el poco tiempo que había tenido hasta entonces, así como había publicado dos recopilaciones de relatos y una novela.
Antes de 1976, escribió Dance of the Happy Shades (1968), sus primeros cuentos, algunos muy tempranos en su vida; pero también la importante novela Las vidas de las mujeres (1971), y los relatos entrelazados Something I’ve Been Meaning to Tell You (1974).
Luego, publicó nuevas colecciones de relatos The Beggar Maid (1978), Las lunas de Júpiter, The Progress of Love (1986), Amistad de juventud y Secretos a voces (1994). Ya había sido traducida al español en esa década, pero empezó a ser conocida definitivamente en nuestro siglo, con los relatos de Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001) y luego con los de Escapada (2004). Se había mantenido como una escritora algo secreta.
En La vista desde Castle Rock, 2006, hizo un balance de la historia remota de su familia, en parte escocesa, emigrada al Canadá, y describió ampliamente las dificultades de sus padres. Su libro se alejaba un punto de su modo expresivo anterior. Por entonces, habló de retirarse, pero la publicación del excelente Demasiada felicidad (nuevos cuentos, aparecidos en 2009), lo desmintió.
Además, en 2012 ha publicado otro libro de relatos —con el rótulo Dear Life (Mi vida querida)—, son cuentos más despojados y más centrados en el pretérito. En su última sección se detiene en un puñado de recuerdos personales, que pueden verse como una especie de confesión definitiva de la autora, pues son "las primeras y últimas cosas -también las más fieles-, que tengo que decir sobre mi propia vida".
Munro, que no se ha prodigado en la prensa, ha reconocido el influjo inicial de grandes escritoras —Katherine Anne Porter, Flannery O'Connor, Carson McCullers o Eudora Welty—, así como de dos narradores: James Agee y especialmente William Maxwell. Sus relatos breves se centran en las relaciones humanas analizadas a través de la lente de la vida cotidiana. Por esto, y por su alta calidad, ha sido llamada "la Chéjov canadiense". Acostumbra pasar largas temporadas de vacaciones en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, donde ha escrito varias de sus novelas.
Fue entrevistada extensamente por The Paris Review, en 1994.

Premios

Ha ganado tres veces el premio canadiense a la creación literaria, «Premio Literario Governor General's».
En 1998, ganó el National Book Critics Circle estadounidense por El amor de una mujer generosa.
En España fue premiada con el Premio Reino de Redonda en 2005 y en 2011 con el Premio Tormenta por su libro Demasiada felicidad.
En 2013, le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura.

Obras

Dance of the Happy Shades, 1968, cuentos.
Las vidas de las mujeres (Lives of Girls and Women, 1971), Lumen, 2011, novela.
Something I’ve Been Meaning to Tell You, 1974, relatos entrelazados.
Who Do You Think You Are? o The Beggar Maid, 1978, cuentos.
Las lunas de Júpiter (The Moons of Jupiter, 1982), De Bolsillo, 2010, cuentos.
El progreso del amor (The Progress of Love, 1986), RBA, 2009, cuentos.
Amistad de juventud (Friend of My Youth, 1990), De Bolsillo, 2010, cuentos.
Secretos a voces (Open Secrets, 1994), RBA, 2008, cuentos.
El amor de una mujer generosa (The Love of a Good Woman, 1998), RBA, 2009, cuentos.
Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (Hateship, Friendship, Courtship, Loveship, Marriage, 2001), RBA, 2007, cuentos.
Escapada (Runaway, 2004), RBA, 2005, cuentos.
La vista desde Castle Rock (The View from Castle Rock, 2006), RBA, 2008, relatos enlazados sobre su familia.
Demasiada felicidad (Too Much Happiness, 2009), Lumen, 2010, cuentos.
Mi vida querida (Dear Life, 2012), Lumen, 2013, cuentos.


                                                                       Maximiliano Reimondi
HISTORIA

DÍA DE LA LEALTAD



Antecedentes históricos

El 4 de junio de 1943 militares nacionalistas dirigidos por el general Arturo Rawson desplazan por medio de un golpe de estado al presidente Ramón S. Castillo, último presidente de la llamada "Década Infame" una línea de gobiernos acusados de corruptos y que habían impuesto el llamado fraude patriótico desde el golpe militar que en 1930 encabezara el general José Félix Uriburu.
El movimiento obrero se mostró inicialmente perplejo frente al golpe e indeciso sobre la posición que se debía adoptar. Estaba dividido en cuatro centrales (CGT Nº1, CGT Nº2, USA y FORA). Una de las primeras medidas del gobierno fue disolver la CGT Nº2 (dirigida por el socialista Francisco Pérez Leirós), los empleados de comercio de Ángel Borlenghi y los sindicatos comunistas (construcción, carne, etc.), acusándola de extremista. Ello llevó a varios de los sindicatos que la integraban a volver a la CGT Nº1 (secretario general José Domenech). Poco después el gobierno sancionó una legislación sobre sindicatos, que si bien cumplía algunas expectativas sindicales, al mismo tiempo permitía la intervención de los mismos por parte del Estado. En seguida el gobierno militar hace uso de esa ley para intervenir los poderosos sindicatos ferroviarios y corazón de la CGT, la Unión Ferroviaria y La Fraternidad. En octubre una serie de huelgas fueron respondidas con el arresto de decenas de dirigentes obreros. Pronto resultó evidente que en el gobierno militar había influyentes sectores anti-sindicales.
En esas condiciones algunos dirigentes sindicales socialistas, sindicalistas revolucionarios y algunos comunistas, encabezados por Ángel Borlenghi (socialista y secretario general de la poderosa Confederación General de Empleados de Comercio en la disuelta CGT Nº2 socialista), Francisco Pablo Capozzi (La Fraternidad), Juan Atilio Bramuglia (Unión Ferroviaria), entre otros, decidieron, aunque con reservas y desconfianza, emprender una estrategia de alianzas, con algunos sectores del gobierno militar que compartían los reclamos sindicales. Entre los militares estaban los jóvenes coroneles Juan D. Perón y Domingo A. Mercante.
Los sindicalistas proponen a los militares crear una Secretaría de Trabajo, fortalecer la CGT y sancionar una serie de leyes laborales que aceptaran los reclamos históricos del movimiento obrero argentino. Poco después, la alianza entre sindicalistas y militares obtuvo que el gobierno militar designara a Perón como Director del Departamento de Trabajo, un cargo aparentemente sin valor alguno. Un mes después, consiguen elevar la jerarquía del organismo a Secretaría de Estado (2 de diciembre de 1943). Desde la Secretaría de Trabajo, Perón, con el apoyo de los sindicatos empieza a desarrollar gran parte del programa sindical histórico: se crearon los tribunales de trabajo; se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiendo la indemnización por despido a todos los trabajadores; más de dos millones de personas fueron beneficiados con la jubilación; se sancionó el Estatuto del Peón de Campo y el Estatuto del Periodista; se crea el Hospital Policlínico para trabajadores ferroviarios; se prohíben las agencias privadas de colocaciones; se crean las escuelas técnicas dirigidas a obreros; en 1944 se firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1.400.000 obreros y empleados y en 1945 otros 347 para 2.186.868 trabajadores. Adicionalmente Perón logra derogar el decreto-ley que reglamentaba los sindicatos sancionado en los primeros días del gobierno militar.
En ese marco los sindicatos comenzaron un período de gran crecimiento, y lo que fue aún más decisivo, comenzaron a afiliar masivamente a los "nuevos" trabajadores, los que estaban migrando masivamente a la ciudad desde el interior del país, los llamados "morochos", "grasas" y "cabecitas negras" por las clases medias y altas, y los propios trabajadores "viejos" descendientes de la inmigración europea.
Poco después, algunos sindicatos que se habían mantenido alejados, la CGT Nº1, la USA y los gremios autónomos, comienzan a unificarse en torno de la Secretaría de Trabajo. Pero en sentido contrario, en septiembre de 1945, 4 importantes sindicatos se separan de la CGT: La Fraternidad, la Unión Obrera Textil, la Confederación de Empleados de Comercio y el Sindicato del Calzado.
La alianza entre sindicatos y el grupo de jóvenes militares encabezados por Perón generó inmediatamente una fuerte oposición de los sectores conservadores políticos, económicos y militares, con apoyo de la embajada de Estados Unidos (embajador Braden) que genera una alta polarización para 1945. Los hechos se sucedieron vertiginosamente.
El 12 de julio de 1945 los sindicatos dirigidos por Borlenghi realizan un acto masivo el centro de la ciudad de Buenos Aires (en Diagonal Norte y Florida). Al finalizar, la multitud de trabajadores comienzan a corear el nombre de Perón y lo proclaman como candidato a presidente.
La manifestación obrera es respondida el 19 de septiembre por los sectores medios y altos con la Marcha de la Constitución y la Libertad, que reunió la extraordinaria cantidad de 200.000 personas, marchando del Congreso a los barrios de clase alta (Recoleta), donde apoyan al ex presidente Rawson que sale al balcón de su casa.
Días después Rawson encabeza un planteo militar que fracasa pero poco después, el 8 de octubre de 1945, un enfrentamiento entre Perón y el general Eduardo Ávalos, jefe de la poderosa guarnición de Campo de Mayo es dirimido mediante una votación de los oficiales superiores que decide exigir la renuncia de Perón, que en esos momentos ejercía simultáneamente los cargos de vicepresidente de la nación, secretario de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión, decisión aceptada por Perón, quien renunció al día siguiente a todos sus cargos.
El 10 de octubre en el momento que Perón deja el despacho, la CGT realiza un acto en su apoyo en la esquina de las calles Perú y Alsina. Perón pronuncia ante los allí reunidos un famoso discurso, que además se transmitió por radiofonía, en el que detalla un avanzado programa de reivindicaciones laborales. El 11 de octubre Ávalos asumió el cargo de Ministro de Guerra y esa noche se realizó en el Círculo Militar (Palacio Paz) una reunión de casi 300 oficiales, entre los que se contaban unos 20 de la Marina, en la que se debatió el rumbo que se debía seguir, incluyendo la discusión sobre si mantener o no a Farrell en la presidencia y se recibió también la opinión del dirigente socialista Alfredo Lorenzo Palacios que propició que el gobierno se entregara a la Corte Suprema de Justicia. La asamblea decidió enviar una delegación a entrevistarse con Ávalos y, en realidad, los únicos puntos sobre los que habían concordado era pedir la inmediata convocatoria a elecciones, la designación de ministros civiles, el levantamiento del estado de sitio y la detención y procesamiento de Perón. Cuando a la medianoche finalizaba la reunión por las radios se estaba difundiendo el decreto de convocatoria a elecciones.
Ese mismo día 11 hubo un encuentro de dirigentes opositores reunidos en torno a una Junta de Coordinación Democrática que, envalentonada por la marcha de los acontecimientos, decidió exigir al Ejército que el poder fuera entregado a la Corte Suprema de Justicia. Luna señala la falta de realismo y el error táctico que importaba esta posición. Si bien el Ejército estaba dividido en sectores que tenían serios desacuerdos, ninguno de ellos podría aceptar entregar en ese momento el gobierno a la Corte pues implicaba reconocer una humillante derrota. Por otra parte, el presidente de la Corte era el Dr. Roberto Repetto, un jurista respetado pero carente de toda experiencia política.
El 12 de octubre luego de recibir a la delegación militar Farrell solicitó la renuncia de todos los ministros, salvo Ávalos, y designó a Vernengo Lima como Ministro de Marina. Al mismo tiempo en los alrededores del Círculo Militar se realizó una manifestación espontánea de los sectores más conservadores y los estudiantes, que voceaba consignas antimilitaristas y mantiene virtualmente bloqueado el edificio. Circulaba además la exigencia de entrega del gobierno a la Corte. posición a la que si bien muchos no la consideraban la mejor, era la que permitía unificar a los sectores opuestos al gobierno.5 Cuando en horas de la tarde una delegación de los civiles llevó esta postura a Ávalos, el Ministro de Guerra la consideró inaceptable, trató de tranquilizarlos y les informó que Perón sería detenido. La delegación regresó para informar a los manifestantes, que todavía estaban en el lugar, provocando visiblemente su irritación. En varias oportunidades se habían producidos choques entre elementos aliancistas y estudiantes pero hacia las nueve de la noche sin que hubiera una explicación clara sobre su origen hubo un violento tiroteo entre la policía y un grupo de manifestantes que arrojó el saldo de un muerto y más de cincuenta heridos.
Perón y Eva se fueron en automóvil en la madrugada del jueves 11 con "Rudi" Freude, hijo de un amigo suyo, y Juan Duarte hacia San Nicolás primero y a una isla del Delta después, dejándole dicho a Mercante que si era preguntado no ocultara su paradero.
El 12 de octubre el presidente Farrell ordenó la detención de Perón y la policía fue a buscarlo a su departamento de la calle Posadas por lo que Mercante le comunicó al jefe de policía dónde se encontraba y al día siguiente guió al subjefe de policía mayor D'Andrea hasta la isla, desde donde fue llevado detenido a la cañonera Independencia, la que a su vez lo trasladó a la Isla Martín García. Una vez detenido Perón el diario Crítica salió a la calle con el siguiente título en primera plana:
PERON YA NO CONSTITUYE UN PELIGRO PARA EL PAÍS:
El sábado 13 de octubre Farrell se entrevistó con el Procurador General de la Nación, Juan Álvarez (historiador) y le propuso que formara un gabinete como una suerte de primer ministro, siguiendo así una sugerencia del dirigente radical de Córdoba Amadeo Sabattini que le había transmitido Ávalos. Se trataba de una solución de compromiso en la cual sin transferir el poder a la Corte se encomendaba a un civil de prestigio la conducción del proceso que desembocaría en las elecciones. Álvarez se tomó su tiempo: un día para hacer consultas antes de aceptar el cargo y cuatro días más de consultas para elegir los candidatos, con lo cual recién tuvo la lista preparada el 17 de octubre.
El domingo 14 Perón le escribió una carta a su amigo el coronel Mercante en la que le dice entre otras cosas:
Con todo, estoy contento de no haber hecho matar un solo hombre por mí y de haber evitado toda violencia. Ahora, he perdido toda posibilidad de seguir evitándolo y tengo mis grandes temores que se produzca allí algo grave... Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo.
El mismo día le envía otra a Eva, en la que dice entre otras cosas:
... Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos... ¿Qué me decís de Farrell y de Avalos? Dos sinvergüenzas con el amigo. Así es la vida...Te encargo le digas a Mercante que hable con Farrell para ver si me dejan tranquilo y nos vamos al Chubut los dos....Trataré de ir a Buenos Aires por cualquier medio, de modo que puedes esperar tranquila y cuidarte mucho la salud. Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación de desamparo que tú tienes ahora...Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia y se que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes, veremos entonces quien tiene razón...
El 15 de octubre la FOTIA declaró en Tucumán una huelga general, y esa misma noche hicieron lo mismo varios sindicatos de Rosario, exigiendo la libertad de Perón. Los obreros de la carne de Berisso se movilizan masivamente y el 16 de octubre entran en Ensenada. Lo mismo ocurría en Valentín Alsina, Lanús, Avellaneda y otras localidades del sur del Gran Buenos Aires. También al mediodía del 16 los obreros ferroviarios de Tafí Viejo habían abandonado los Talleres
El día miércoles 16 de octubre era día de pago de la quincena. El historiador radical Félix Luna cuenta:
Al ir a cobrar la quincena, los obreros se encontraron con que el salario del feriado 12 de octubre no se pagaba, a pesar del decreto firmado días antes por Perón. Panaderos y textiles fueron los más afectados por la reacción patronal. -¡Vayan a reclamarle a Perón!- era la sarcástica respuesta.
En la noche del miércoles 16 se reunió el Comité Confederal de la Confederación General del Trabajo y luego de un largo debate se decidió declarar una huelga para el 18. El motivo del paro se expresó en una serie de puntos que incluía el llamado a elecciones, el mantenimiento de las conquistas obreras, etc. pero, significativamente, si bien pedían la libertad de los presos políticos, no mencionaban a Perón. La explicación sería que muchos dirigentes no estaban convencidos de apoyar a Perón, por lo que el sector favorable al paro debió hacer concesiones en el texto para alcanzar la mayoría.
Un sector importante de la CGT, enrolado en los partidos Comunista y Socialista identificaba a Perón con el nazismo y reclamaba su destitución, coincidiendo con la embajada norteamericana.
Si bien la CGT no auspició la movilización que tendría lugar al día siguiente, la declaración de huelga sirvió como impulsor para que varios sindicatos y los trabajadores en general, que estaban en alerta desde días antes, se sintieran avalados para las acciones a emprender.
Perón, alegando problemas de salud, consiguió que lo a trasladen al Hospital Militar, en el barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires, adonde llegaría en la madrugada del 17.

Miércoles, 17 de octubre de 1945

En la madrugada del día 17 comenzó una movilización de los trabajadores de La Boca, Barracas, Parque Patricios y de los barrios populares del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus alrededores. Fue muy importante el número de trabajadores que salió de Berisso, localidad cercana a La Plata donde había importantes frigoríficos, en la que estuvo muy activo a favor de la movilización el dirigente gremial Cipriano Reyes. También la secretaria de Domingo Mercante, Isabel Ernst, tuvo un rol importante como nexo entre Perón y los dirigentes sindicales. Los obreros no ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los establecimientos vecinos incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos para luego marchar coreando consignas en favor de Perón por las calles principales hacia el centro de la Capital Federal. La acción estaba apenas coordinada por algunos dirigentes gremiales que habían estado agitando los días anteriores y la principal fuerza de impulso provenía de esas mismas columnas que mientras marchaban retroalimentaban el movimiento.
Inicialmente la policía levantó los puentes sobre el Riachuelo que son el paso obligado hacia la Capital para quienes provenían de la zona sur (Avellaneda, Lanús, Quilmes, Berisso, etc.). Algunos manifestantes cruzaron a nado o en balsas hasta que, más tarde, los puentes fueron bajados. La policía, claramente favorable a Perón, no obstaculizó la marcha e incluso algunos de sus integrantes intercambiaron expresiones de simpatía con los manifestantes, cuyas consignas nada tenían que ver con el reclamo de la CGT sino que expresaban su apoyo a Perón y la exigencia de su liberación.
El presidente Edelmiro J. Farrell mantuvo una actitud prescindente. El nuevo ministro de Guerra general Eduardo Ávalos observaba a los manifestantes y se negó a movilizar las tropas del cuartel de Campo de Mayo que en unas horas podían llegar a la Capital Federal, como se lo pedían algunos jefes del ejército y el ministro de Marina. Ávalos confiaba en que la manifestación se disolvería por sí sola pero al comprobar que, por el contrario, era cada vez más numerosa, accedió a entrevistarse con Perón en el Hospital Militar. Tuvieron una corta reunión en la que pactaron las condiciones: Perón hablaría a los manifestantes para tranquilizarlos, no haría referencia a su detención y obtendría que se retiraran y por otra parte el gabinete renunciaría en su totalidad y Ávalos solicitaría su retiro.
A las 23:10 Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno. Agradeció su presencia, recordó su labor en el gobierno, informó sobre su pedido de retiro, prometió continuar defendiendo los intereses de los trabajadores y, finalmente, pidió a los concurrentes que se desconcentraran en paz añadiendo que, por esta vez, les solicitaba que cumplieran el paro del día siguiente.
A las 20:30 horas de ese día, el doctor Juan Álvarez había concurrido a la Casa Rosada para entregar una carta con los nombres propuestos para ministros junto con el currículum de los mismos y su aceptación para los cargos. Lo recibieron con estupefacción en medio del desorden que había en ese momento en el lugar, y lo despidieron con cortesía. La nómina constituía, según Luna, un escarnio para el país, pues incluía personas con antecedentes sumamente cuestionables. Así, a Jorge Figueroa Alcorta, propuesto para Justicia e Instrucción Pública, se lo relacionaba con un proceso que en 1942 había envuelto a cadetes militares; Alberto Hueyo, propuesto para Hacienda, había sido director de la CHADE cuando obtuvo una prórroga fraudulenta de la concesión; Tomás Amadeo, de Agricultura, era íntimo amigo del embajador Braden; y Antonio Vaquer, para Obras Públicas, había sido funcionario del presidente Ortiz en Coordinación de Transporte, una dependencia creada para salvar las empresas británicas de tranvías, en perjuicio de las empresas locales de colectivos.

Número de asistentes

La cantidad de asistentes varía considerablemente según las fuentes: algunos cuentan millones de personas15 y otros dan cifras menores. Para Félix Luna había entre 200.000 y 300.000 manifestantes. El historiador especialista en movimiento obrero Oscar Troncoso señala que el cálculo aceptado por expertos policiales para manifestaciones en espacios libres es de entre 3 y 4 personas por metro cuadrado porque desde el nivel de la calle el público parece compactado pero desde la altura se ven espacios vacíos. Los cálculos de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires daban para la Plaza de Mayo una superficie de 18.591,83 metros cuadrados, lo que a un máximo de 4 personas por metro da 74.367 personas. Si se agrega parte de las diagonales y la Avenida de Mayo, podría caber un máximo entre 100.000 a 120.000 personas. Toda la propaganda peronista posterior hizo hincapié en la cifra de 500.000 personas que publicó Eduardo Colom –elegido luego diputado nacional peronista- en la crónica del diario La Época; en los años siguientes, para mantener esa imagen, la Secretaría de Prensa y Difusión utilizó fotografías y noticieros de las grandes manifestaciones posteriores a 1945. En las elecciones de 1946 votaron por Perón 304.854 personas en la Capital Federal y 450.770 en toda la Provincia de Buenos Aires.

Efectos inmediatos

La renuncia de Perón el 8 de octubre de 1945 a los cargos que desempeñaba fue la consecuencia de la pérdida de apoyo en los mandos del Ejército. Con base en la carta que enviara a Eva Duarte desde Martín García, puede considerarse que en esos momentos Perón estaba decidido a retirarse de la política. La movilización del 17 de octubre tuvo dos efectos inmediatos: por una parte forzó a Perón a retornar a la lucha política y por la otra incidió en el Ejército volcando en su favor algunos jefes militares que antes se le habían opuesto y obligando al resto a pedir su retiro o tolerar su marcha hacia la Presidencia.
Luego de un corto lapso de descanso y de casarse con Eva Duarte el 23 de octubre, Perón comenzó su campaña política. El sector de la Unión Cívica Radical que le apoyaba formó la UCR Junta Renovadora, a la cual se sumaron el Partido Laborista y el Partido Independiente, en tanto la organización radical FORJA se disolvió para sumarse al movimiento peronista.
Domingo Mercante fue designado al frente de la Secretaría de Trabajo que, junto a muchos sindicatos, se constituyó en apoyo importante para su campaña.
Los partidos de oposición en un gran movimiento anti-peronista que incluyó a los partidos Comunista, Socialista, Unión Cívica Radical, Demócrata Progresista, Conservador, la Federación Universitaria Argentina (FUA), la Sociedad Rural (terratenientes), la Unión Industrial (grandes empresas), la Bolsa de Comercio, y los sindicatos opositores formaron la Unión Democrática que apoyaría en los comicios a la fórmula presidencial designada por la Unión Cívica Radical, así como la mayoría de los intelectuales.
El 24 de febrero de 1946 se realizaron las elecciones, en las que se impuso la fórmula Perón-Quijano con el 54% de los votos.

El Día de la Lealtad durante el gobierno peronista (1946-1954)

A propósito de los rituales políticos señala Mariano Plotkin:
"Por un lado crean una unidad simbólica entre los participantes que se reconocen a sí mismos como miembros de una comunidad política dada: partido, nación, patria. Por otro lado, en especial en regímenes de tipo autoritario, los rituales cumplen también una función de exclusión, privando de legitimidad como contendientes políticos a quienes no participan en los mismos. (...) En el caso del peronismo, en que la presencia de un vínculo de tipo carismático entre el líder y la masa era uno de los fundamentos de su identidad como movimiento, los rituales políticos servían además para recrear y reforzar la imagen carismática del líder"
El peronismo, escribió Cristian Buchrucker, "postuló una cierta aspiración hacia la totalidad de la nación, hecho que se manifestó en la inclusión de las "tres banderas" justicialistas en el Preámbulo de la Constitución de 1949 y más claramente aún en 1951-1952, cuando la doctrina del movimiento fue declarada Doctrina Nacional." Plotkin observa que:
"iniciando una tendencia que se profundizaría en los años subsiguientes, la celebración del 17 de octubre de 1947 se asemejó a la celebración oficial de una fecha patria. En la tarde del 17, Perón recibió solemnemente el saludo de autoridades civiles y militares.(...) La "oficialización" del 17 de Octubre iba a tener dos consecuencias: por un lado, serviría para universalizar su significación. Ya no se trataba de una celebración peronista, sino de una fiesta del Estado (...) En segundo lugar serviría también para domesticar y unificar el sentido de la festividad."
A principios de 1948 fue nombrado Secretario de Educación Oscar Ivanissevich, quien se incorporó al comité organizador de las celebraciones del Día del Trabajo y del 17 de octubre, e iba a ejercer gran influencia en la simbología política del régimen." Ivanissevich
"intentó ligar el peronismo a ciertos valores trascendentes, convirtiéndolo en una verdadera religión política. Los rituales peronistas fueron monopolizando progresivamente el espacio público. (...) A partir de 1948, la celebración perdió completamente su carácter conmemorativo. El objetivo de la celebración era, lisa y llanamente, dar al pueblo peronista la oportunidad de reafirmar su devoción por el líder y recrear los fundamentos de la legitimidad del régimen: el liderazgo carismático de Perón, fundado en su contacto sin intermediarios con el pueblo"
Otra innovación en ese año fue la entrega por primera vez de la Medalla Peronista en reconocimiento de servicios extraordinarios prestados al país o al movimiento (por ejemplo, suboficiales del ejército o policías que habían realizado acciones heroicas, deportistas que habían representado con éxito al país) con lo cual Perón estaba borrando la distinción entre el partido y el Estado. Ser leal a la Nación implicaba ser leal al Movimiento y viceversa. Sobre el mismo tema dice Gambini que "esa idea de considerar peronistas a todos los habitantes del país, les guste o no, ha sido una constante en el sermón doctrinario y se enlaza con la permanente confusión entre Estado y partido.

Los años posteriores

Luego del derrocamiento de Perón en 1955 y hasta su retorno en 1973, el Día de la Lealtad pasó a ser para sus partidarios el Día de la Resistencia Peronista. No se producían grandes movilizaciones, pero daban ocasiones todos los años a actos evocativos de la unión del pueblo con Perón que, en muchos casos, eran también actos de hostigamiento al gobierno de turno.
Después de la restauración democrática de 1983, la recordación está limitada, en general, a los dirigentes del llamado "peronismo histórico" y no incluyen manifestaciones masivas.

Trascendencia del 17 de octubre
La movilización de ese día significó:
La incorporación de la clase obrera a la vida política del país con aspiración a ser reconocida como uno de los factores de poder;
el surgimiento de una nueva fuerza política en derredor de Perón, distinta de las existentes, que si bien tomaría de los partidos algunas prácticas clientelísticas, aplicaría nuevos enfoques, prácticas y liturgias que la distinguirían del resto y
el nacimiento de la antinomia peronismo-antiperonismo, la cual sigue sumamente presente en la sociedad hasta la época actual.



                                                                     Maximiliano Reimondi
MÚSICA

JORGE FALCÓN



Jorge Falcón –seudónimo artístico de Luis Ángel Iglesias- (Buenos Aires, Argentina, 14 de octubre de 1949 - Buenos Aires, Argentina, 2 de julio de 1987) fue un cantante de tangos argentino.
Nació en la Maternidad Sardá, en el barrio de Parque Patricios de Buenos Aires. Desde muy niño le gustó cantar. Interpretaba temas, ya sea en reuniones familiares o en el Instituto Brown, donde cursaría sus estudios primarios. Su primer simple lo grabó a los trece años, en Mar del Plata. Luego ganó un concurso en canal 7 interpretando "Malevo". Estudió contaduría (que no terminó), guitarra, actuación y vocalización; esto último con Bonezi, el maestro de Gardel. Se casó con Alicia Capuzzo, con quien tuvo un hijo llamado Adrián. Integró las agrupaciones "Tango 5", "Buenos Aires 5" y las orquestas de Jorge de Luca y Gabriel Clausi, y grabó su primer disco de manera profesional.
Posteriormente se incorporó a la orquesta de Héctor Varela, donde llegaría al éxito y la consagración. Luis Ángel Iglesias, por iniciativa de Varela, pasó a llamarse, “Jorge Falcón” y su debut se produjo el 12 de octubre de 1976. Cantará a dúo primero con Fernando Soler y luego con Diego Solís. Grabará para el sello Microfón más de 20 temas, algunos de los cuales a dúo. En el primer larga duración (1977), registra su primer éxito comercial: la milonga "Azúcar, pimienta y sal" (música de Ernesto Rossi y Héctor Varela, y letra de Abel Mario Aznar), a dúo con Fernando Soler. Posteriormente, y por incitación del mismo Varela, comienza su carrera como solista.

Carrera Solista

Apenas iniciado su período solista, Falcón fue contratado por el sello CBS para iniciar allí sus grabaciones. El primer álbum, editado en 1982, tuvo como acompañante al bandoneonista Ernesto "Titi" Rossi, músico y arreglador de Héctor Varela. Además, es invitado por la cantante María Graña a grabar una versión de El Día Que Me Quieras. Al poco tiempo, inicia sus apariciones televisivas en un programa conducido por el cantor Enrique Dumas y en Grandes Valores del Tango, presentado por Silvio Soldán.
En 1984 edita su disco más exitoso, El Amor Desolado, con arreglos y dirección de Raúl Plate y dirección artística de Soldán. A este material le sigue el último, Para Todos Con Amor, publicado en 1986 y acompañado por José Colángelo.

Muerte

En 1986 sufrió un accidente automovilístico y, tiempo después, se desmaya en medio de una presentación en la ciudad de Rosario; hecho que obligó a que se lo internase en una clínica local. Se dijo que el desmayo era producto del choque que había sufrido, pero en realidad, todo se debía, incluso aquel choque, a su delicado estado de salud, al mal que estaba padeciendo. Tenía cáncer. Fue intervenido quirúrgicamente; pero, a pesar del tratamiento médico, Jorge Falcón falleció al amanecer del jueves 2 de julio de 1987, en el “sanatorio de artistas de variedades” del barrio porteño de San Telmo.



                                                                             Maximiliano Reimondi


martes, 8 de octubre de 2013

"HE CREÍDO QUE EXISTE ALGO QUE SE LLAMA DESTINO, PERO TAMBIÉN ACEPTÉ EL LIBRE ALBEDRÍO. LO QUE HACE A UN HOMBRE ÍNTEGRO Y SATISFECHO ES ALCANZAR EL EQUILIBRIO DENTRO DE ESTA APARENTE CONTRADICCIÓN" (G. K. CHESTERTON)
NAVEGÁ EN MI PÁGINA WEB: www.maximilianoreimondi.com.ar 
                                               ALGO IMPORTANTE



                                                               I



Sentado detrás de su desordenado escritorio, el doctor Menard miró al desconocido.

Observó a un hombre robusto, gordo, peludo, de rostro cetrino e imperturbable y ojos

negros, con un traje arrugado y una corbata rota.

-¿Quería verme?-preguntó Menard.

-¿Usted es el doctor Menard?-dijo el visitante.

-Sí-afirmó el médico-miró al hombre con inquietud, y luego echó un rápido vistazo a

toda la habitación, como queriendo encontrar alguna respuesta-Tome asiento.

El visitante ocupó una de las sillas frente al escritorio. Ambos hombres se miraron; de

nuevo, Menard miró rápidamente toda la habitación.

-¿No me reconoce?-preguntó el desconocido.

-No-replicó Menard. Estaba sentado rígidamente en su sillón, observando a su

visita.¿Puedo…?

-Me llamo Blanchard-Menard no hizo ninguna seña, siguió observando a su visitante-

Antoine Blanchard.

-Oh-dijo el doctor-. Ahora recuerdo el nombre. Usted es el esposo de la mujer que

murió. Pero no sé qué hace aquí. Hice lo que pude.

-No hizo lo que pudo. Lo que hizo, lo hizo mal. Muy mal-miró a Menard, flaco,

inmóvil-. Parecía sobrar en el gran sillón en que estaba sentado-He venido a pedirle

explicaciones. Supongo que podrá dármelas.

-¿Y qué quiere que le diga?

Blanchard no dejaba de mirarlo, y Menard se puso muy nervioso; se sentó muy

incómodo, aunque sin dejar de observar al hombre con despierta curiosidad.

-¿Qué quiere de mí?

-¿Qué pasó?...-hablaba como un campesino-¿Qué salió mal?...

-Tuvo un paro cardíaco repentino…-observó al visitante, con los ojos entrecerrados e

inexpresivos-. Sí, ya recuerdo. Su esposa estaba respondiendo bien a la cirugía. De

pronto…

-No me mienta-dijo Blanchard.

-¿Cómo?-se miraron.

El visitante habló con voz lenta, uniforme, clara, observando todo el tiempo a Menard

con rostro impasible.

-Soy pobre. Supongo que eso lo sabrá. Algo recordará. Gasté hasta el último centavo de

mis ahorros, para salvar a mi mujer. ¿Se acuerda de algo? Ella era lo último que me

quedaba en esta vida.

-¿Sí?-dijo Menard-. Se puso nervioso y comenzó a hacerse hacia atrás en el sillón,

mientras observaba la cara cetrina del hombre sentado frente a él. El visitante hablaba,

sin apuro, sin ganas.

-No se haga el tonto.

-¿Eh?-dijo Menard.

-Usted sabe que puede ir a la cárcel.

-¿Eh?

-No lo amenazo. Se lo digo, simplemente. No soy el único.

-Eso no lo dudo-señaló Menard-Ahora empiezo a acordarme más de usted…

Se miraron. Ninguno de los dos dijo nada. No pronunciaron las palabras. Fue Menard el

que apartó la vista.

-Era una muy buena mujer-dijo Blanchard, con su voz inexpresiva, lenta-Tan buena

como mi madre.

Menard se puso de pie. Se paró detrás del escritorio. Era un hombre alto, más alto que el

otro.

-¿Qué quiere? ¿Sacarme dinero?

-Podría ser.

-Buenos días, señor-dijo Menard.

Blanchard no se movió.

-¿Qué pasa? ¿Tiene miedo?

-Buenos días, señor.

El visitante se quedó un tiempo inmóvil. Musitó algo, como si estuviera masticando.

Luego, se paró y se fue sin decir nada.

-Vino para extorsionarme. ¿Pero qué se cree? No soy perfecto…


                                                              II


Cuando el doctor Menard salía del consultorio, se detenía en la puerta de calle y, si era

invierno, se envolvía el cuello con su bufanda de lana, se abotonaba el abrigo y se iba a

su casa. Desandaba el camino, disfrutando la escena: las lámparas globulares que se

curvaban hacia abajo y parecían jugar con las sombras; los edificios, las señales, el

ruido.

Tenía cuarenta años. Era soltero. Vivía con su madre, una inválida de ochenta años.

Era hijo único. Su padre había muerto en un accidente automovilístico. Siempre lo

torturaba con su exigencia y disciplina. Había que reconocer que era un gran médico.

Había heredado los pacientes de su padre. Sus relaciones con los pacientes apenas

podían llamarse normales. Los sufrimientos que tenían eran múltiples. Vivían en lugares

miserables, donde pasaban la hora charlando de las necesidades insatisfechas. Menard,

con el rostro impávido, recordaba su residencia en un hospital de base cuando la

mayoría de los pacientes morían.


                                                              III


Cuando usaba su automóvil, iba a gran velocidad, atravesaba el tránsito y tomaba una

avenida donde el aglomerado de coches se deshacía en dos veloces líneas paralelas. Así

se desprendía de su ansiedad. El sudor se evaporaba; sentía el cuerpo firme, como si el

movimiento le diera seguridad. Entonces comenzaba a mirar alrededor y hacia delante,

nombrando las calles. Aminoraba la marcha al pasar por una calle que no tenía nombre,

en mitad de la cual había negros e italianos trabajando con picos y palas. Y decía: “Dios

mío”.


                                                                IV


El cuarto era un dormitorio, un cuarto grande atestado de muebles. Una mujer vieja

estaba reclinada en un sillón junto al fuego, envuelta en mantas. Menard se sentó en una

silla recta a su lado, se inclinó hacia delante y empezó a hablar.

-Era la segunda vez que lo veía, y me pidió explicaciones de por qué había muerto su

mujer.

-¿Es de aquí?-dijo la mujer.

-Sí. Es dueño de un almacén. Es muy pobre.

-¿Y qué pasó?

-Quiere sacarme dinero.

-Me refiero a por qué murió la mujer.

-Todo venía normal en la cirugía. De pronto, tuvo un paro cardíaco y no pudimos

salvarla.

-¿Cometiste algún error?

-¿Crees…? ¡Dios mío! No entiendes esto-la miró con una cara tensa, demacrada-¿Qué

estás pensando?

-Nada-dijo la mujer. Tenía los ojos cerrados y la cabeza recostada.


                                                                  V


Dos meses después, cuando el doctor Menard salió del ascensor en su piso, vio la silueta

de un hombre recostada contra las ventanas más luminosas del extremo del corredor.

Una silueta  robusta, con un traje arrugado. Juntos entraron en el consultorio y volvieron

a enfrentarse en ese desordenado escritorio de por medio.

-Usted falló, doctor. Podía salvarla y se le fue de las manos. Total, no se preocupa

porque nosotros somos de la clase que no cuenta-mientras hablaba miraba a Menard, a

ese rostro delgado, impredecible, que lo miraba con ojos apagados desde el otro lado del

escritorio-Usted debe ir a la cárcel, doctor Menard.

-Si no le doy dinero, usted me denuncia.

-Depende de cuánto estemos hablando.

-Sí-dijo Menard-. Nosotros, los pobres médicos, tan tontos. Pero no somos más que

hombres con un título universitario. En un tiempo yo estaba engañado. Pero un hombre

no puede engañarse siempre. ¿Qué debo hacer?

                                                       
                                                          
                                                               VI


La casa de Blanchard estaba sobre un lugar alejado de la ciudad. Tenía un estilo rústico.

Era una casa chica. Cuando llegó Menard, Antoine le abrió la puerta. No se dieron la

mano. El lugar era terrible, opulento, oprimente, frío.

Del bolsillo interior Menard sacó un paquete.

-Tengo aquí todo este dinero-lo puso sobre la mesa.

Blanchard no se había movido. Seguía inmóvil, de pie. Durante un rato largo se quedó

quieto. Su rostro estaba tenso, incierto.

Menard se movió, en dirección a la puerta, con aire vago, como si de repente

descubriera que se estaba moviendo. Blanchard dijo:

-Oiga, doctor…

Menard giró el cuerpo con un movimiento instintivo. Observó con espanto el arma que

apuntaba a su cuerpo. Abrió la boca con un grito ahogado. Blanchard disparó tres veces

sobre el corazón del médico.

                                                   Maximiliano Reimondi



                                                     






                                            
DIARIO “CRÍTICA”



Historia

El periodista uruguayo Natalio Botana fundó el diario Crítica el 15 de septiembre de 1913. Esta primera edición se componía de 5.000 ejemplares, que Botana había financiado gracias a un préstamo realizado por Marcelino Ugarte, político perteneciente al Partido Autonomista Nacional que ejerció en reiteradas ocasiones el cargo de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Debido a la cercanía de su director con los políticos conservadores, el diario fue opositor al gobierno del Presidente Hipólito Yrigoyen, titulando "Dios salve a la República" el día de su asunción.
El éxito del diario sufre un aumento muy importante en los años siguientes, consolidándose en 1922 cuando saca su quinta edición y comienza a vender 75.000 ejemplares diarios. Desde ese momento el diario comienza a ampliar su espectro, y en 1923 comienza con la producción deportiva al cubrir la pelea de boxeo entre Jack Dempsey y Luis Ángel Firpo. El 26 de febrero de 1926 el diario alcanzaría su cifra récord de ventas, al alcanzar los 900.000 ejemplares diarios, y el 5 de noviembre de ese año se lanza Crítica Magazine, un suplemento cultural en el que escribieron figuras como Roberto Arlt, Raúl González Tuñón, Enrique González Tuñón, Carlos de la Púa, Ricardo M. Setaro, Alfonsina Storni y Ulyses Petit de Murat.
Continuando con la línea clásica, el diario Crítica apoyó el golpe de estado que derrocó a Yrigoyen en 1930. Sin embargo, a partir de 1931 comenzó a distanciarse de los sectores militares y permaneció clausurado durante los dos años siguientes. Sin embargo el 17 de marzo de 1932 se lanza el noticiero cinematográfico que convertiría a Crítica en el primer grupo multimedios del país. El diario retomó su funcionamiento y el 12 de agosto de 1933 se creó un suplemento cultural llamado Revista Multicolor, que duraría hasta octubre de 1934. Esta revista era un suplemento de aproximadamente ocho páginas que se encontraba impreso en color, y cuya dirección se encontraba a cargo de Jorge Luis Borges y Ulyses Petit de Murat.
En agosto de 1941 Natalio Botana muere en un accidente automovilístico, dejando el diario a su familia. Al igual que con el gobierno de Yrigoyen, el diario también fue muy crítico con el gobierno del presidente Juan Domingo Perón, convirtiéndose en uno de sus principales opositores. Debido a los problemas económicos del diario, en 1951 la familia Botana se ve obligada a venderlo, siendo comprado por el gobierno de Perón. Finalmente, alejado del esplendor que lo caracterizó durante las décadas de 1920 y 1930, el diario dejó de circular el 30 de marzo de 1962.

Edificio

Avenida de Mayo, Buenos Aires. Edificio que fue sede del Diario Crítica.
Aunque la primera sede de la redacción de Crítica se encontraba en la calle Sarmiento al 800, se trataba de oficinas alquiladas. No fue hasta mediados de la década de 1920 que se adquirió uno de los pocos terrenos libres que quedaban en la Avenida de Mayo, con el objetivo de construir el gran palacio periodístico.
Para ello, Botana contactó a los arquitectos húngaros Andrés y Jorge Kalnay, quienes en 1926 proyectaron el nuevo edificio. Según algunas fuentes, la obra habría sido en su mayoría diseñada por Jorge, siendo de Andrés sólo los ornamentos y decoración de la fachada.1 El palacio de Crítica sería inaugurado en septiembre de 1927, con un gran festejo correspondiente a la importancia que tenía el diario en ese momento.
Aunque Botana rápidamente justificó el lujoso edificio como un palacio para el pueblo, no dejó de tratarse de una excepcional sede con todos los adelantos para la época y algunos detalles extravagantes, como una sala de armas para su dueño y director.2 En el sótano estaban las maquinarias y rotativas, en el primer piso la oficina del Directorio, en el segundo el despacho del Botana, el salón de actos, la biblioteca y el archivo de Crítica; en el tercer piso la redacción, en el cuarto los grabadores y la administración y en el quinto los talleres. Además, el edificio tenía una serie de consultorios médicos y jurídicos de atención libre, a los cuales se accedía por la entrada posterior en la calle Rivadavia.
En cuanto a su estilo, el edificio del diario Crítica fue una de las primeras piezas de art decó porteño, y una de las más destacadas junto con las del arquitecto Alejandro Virasoro. Este nuevo movimiento se había gestado en París en 1925, y un año después ya los hermanos Kalnay lo aplicaban a la sede del diario. Jorge Kalnay fue un gran interesado en la cultura y arte precolombinos, y los aplicó al diario Crítica, decorando los pisos con ilustraciones del calendario azteca, y las ventanas con vitrales de motivos solares. La oficina de Botana aparece jerarquizada en la fachada, ya que está retirada del frente, ornamentada con motivos botánicos que aluden al árbol del periodismo, y sus frutos y custodiada por cuatro estatuas.
Otro detalle notable del edificio de Crítica fueron sus puertas corredizas de bronce, de gran grosor, que permitieron salvar al personal del diario en oportunidades de manifestaciones violentas que intentaron atacar la sede.
En la actualidad, este edificio que se encuentra en Avenida de Mayo 1333, pertenece al Estado Nacional, y aloja a la Superintendencia de Administración de la Policía Federal Argentina.

Talleres

El segundo edificio perteneciente al diario Crítica fue inaugurado el 1 de diciembre de 1930, y alojó a los talleres auxiliares, en la calle Salta 1915, a pocas cuadras de la Estación Constitución. Proyectado por los arquitectos Pibernat y Loizaga, y colaboración de Virasoro, comparte el estilo art decó distintivo de la sede de Avenida de Mayo, y se destaca por una gran torre que asoma hacia el fondo del terreno, visible desde los alrededores, que aún en la actualidad ostenta el logo del periódico, deteriorado por el paso de las décadas.
En 1997 fue parcialmente ocupado por la Fundación Cinemateca Argentina, y en 2004 fue restaurado por el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA), con colaboración del INCAA y la Corporación Buenos Aires Sur, para alojar a su Centro de Formación Profesional.


                                                                      Maximiliano Reimondi
Día del Teatro Rioplatense en homenaje a José Podestá


Ciudadano ilustre de La Plata, notable trapecista y actor, fue creador del teatro criollo rioplatense. Pepino el 88 y Juan Moreira, sus célebres personajes.
Pepino el 88:

“No deja de ser basura

la basura que se barre

por más que suba en la altura

basura será en el aire”

(Cantaba Pepino el 88, histórico payaso personificado por José Podestá)

El Día del Circo y del Teatro Nacional y Rioplatense se celebra en homenaje a José Podestá, que nació el 6 de octubre de 1858 en Montevideo, Uruguay. En Argentina es considerado el padre del Circo Criollo y también recordado por Pepino el 88, un payaso que fue modelo del cómico rioplatense.
José Juan Pepe Podestá viene del seno de una célebre familia de artistas rioplatenses, los famosos Podestá. Junto a sus hermanos Gerónimo, Juan y Antonio sentaron las bases de una dinastía circense-teatral: la Compañía de los Hermanos Podestá.
El actor uruguayo es el cuarto hijo de Pedro Podestá y María Teresa Torterolo que llegaron a Uruguay entre 1840 y 1842, país donde se conocieron y se casaron. Don Pedro Podestá había servido como abastecedor de carne en la Gran Guerra italiana a las órdenes de Garibaldi. Luego se trasladaron a Buenos Aires en 1846 y abrieron una pulpería en el barrio porteño de San Telmo, pero unos años después, a raíz del fuerte rumor de que luego de la batalla de Caseros el General Urquiza degollaría a los gringos, regresaron a Montevideo en 1851. Fue en esa ciudad que nace Pepe quien desde muy niño aprendió a ganarse la vida para ayudar a sus padres, que tuvieron nueve hijos: Luis, Jerónimo, Pedro, José, Juan, Graciana, Antonio, Amadea y Pablo. Sus primeros ejercicios acrobáticos fueron saltando de piedra en piedra, trepando acantilados y navegando en barcos de pescadores.
En el año 1872, aprovechando un viaje de su padre, Don Pepe fue a la función nocturna de uno de los circos de Montevideo. Le gustó tanto que junto a sus hermanos mayores y amigos trataban de imitar lo que habían visto en el circo. Hasta que en 1873 decidieron abrir un circo en una cantera, con entrada libre y gratuita, solo recibían monedas que la gente les dejaba a modo de agradecimiento. Lo cierto es que el circo se fue haciendo popular y cada domingo aparecía más gente, y con el tiempo se sumaron unos músicos.
En 1975 Pepe tuvo su primer contrato pago como reemplazo de un trapecista. Con los años los hermanos Podestá afianzaron su labor y tuvieron su primera carpa para salir a probar suerte por los pueblos cercanos a Montevideo. En ese ámbito nació Pepino el 88, un payaso que debió reemplazar al payaso original utilizando un disfraz hecho con sábanas con cuatro lunares que simulaban ochos y que imitaba al compadrito y al niño bien de aquel tiempo. Según las memorias de Pepe, el famoso Pepino el 88 del Río de la Plata, decía: “Estudio, trasnocho, salto, brinco, con maestría, y el público casi chocho, me llama desde aquel día. Pepino el 88”.
Ya afianzado con el grupo deciden cruzar el Río y la primera salida para Buenos Aires la hacen el 16 de mayo de 1880. La compañía se llamaba Rosso-Podestá y al llegar se instalaron en el Jardín Florida, lo que hoy sería las calles Florida y Paraguay, del microcentro porteño.
Rápidamente lograron un gran éxito y se empezó a sumar gente, uno de los primeros fue Pablo Raffetto, antiguo compañero de Montevideo que se hallaba por entonces en la ciudad de Dolores. En 1882 inauguraron en Buenos Aires el Politeama Humberto Primo, construido por Raffetto.
Con una carpa itinerante comenzaron a recorrer la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba: malabaristas, forzudos y payasos eran la base de la compañía. Por otro lado, muchos de los grandes teatros de la Ciudad de Buenos Aires, fueron escenario de diferentes versiones del espectáculo de la familia Podestá: el Teatro Colón, el Teatro Liceo y el Teatro Nacional entre otros.
Hasta que en 1885 decidieron hacer una gira por Brasil que resultó muy exitosa. Al regresar se radicaron en la ciudad de La Plata, donde debutan como compañía Podestá-Scotti en sociedad con Gerónimo, Juan y su cuñado el empresario circense y acróbata Alejandro Scotti, casado con Graciana Podestá, creador de El vasco de Julián Giménez.
La historia de aventuras de la familia Podestá tiene un vuelco inesperado para lo que es el teatro criollo, porque un 10 de abril de 1886, en la ciudad de Chivilcoy, se estrenó el drama criollo Juan Moreira. Con cantores, guitarristas y bailarines, se presentaba lo que más tarde sería considerado el primer drama argentino e inicio simbólico del teatro rioplatense.
En 1896, gracias al éxito de Juan Moreira, se estrenó Calandria de Martiniano Leguizamón, pero esta vez  la obra se estrenó en teatro y con otro final. Muchos consideran que fue uno de los mayores éxitos de esta compañía de los Hermanos Podestá que luego se dividió a raíz de algunos roces y diferencias entre los hermanos. Fue así que en 1897 Pepe se quedó con el Teatro Politeama Olimpo de La Plata, donde con mucho esfuerzo y afrontando una serie de deudas pudo conservarlo y establecer la Compañía Circense Teatral, hoy conocido como Teatro Coliseo Podestá.
También incursionó en el mundo de la cinematografía filmando dos películas mudas: Mariano Moreno y la Revolución de Mayo en 1915 dirigido por Enrique García Velloso y Santos Vega en 1917 dirigido por Carlos de Paoli.
Don Pepe fue un hombre sencillo, aventurero y emprendedor que trabajó hasta los 70 años rodeado de sus hijos y nietos, todos integrantes de la compañía teatral Podestá. Pasó sus últimos años en su casa contigua al teatro, hasta que el 5 de marzo de 1937 murió a raíz de una enfermedad que venía arrastrando.
José Podestá, don Pepe o Pepino el 88, como más guste, fue el padre del teatro criollo rioplatense.

                                
                                                                    Ángel Colángelo
MÚSICA

DAVID LEBÓN


David Lebón es un músico multiinstrumentista de rock argentino, que nació en Buenos Aires el 5 de octubre de 1952.
Inició su relación con la música cuando, a los ocho años, debió partir hacia EE.UU. para tratarse un problema asmático. Su estadía en el país norteamericano coincidió con el boom de la «beatlemanía» lo cual, como a la gran mayoría, influyó decisivamente en su futuro. Fue así que —cuando todavía era menor de edad, lo que no le permitía permanecer en los boliches rockeros— formó parte de pequeños grupos como The Alley Cats (donde tocaba la guitarra) y The Lords of London (a cargo de la batería).
Tras su regreso, a finales de la década del sesenta, era habitué de La Manzana, uno de los pocos boliches de rock que existían en Buenos Aires, regenteado por Billy Bond, el más polémico pionero del rock vernáculo. En ese sitio conoció a Pappo —otro «estable» del lugar, al igual que Nacho Smilari y Héctor Starc— quien en 1970 lo incorpora como bajista en la primera alineación de su grupo Pappo's Blues, conformada también por Black Amaya en batería y un fugaz paso del bajista Vitico. Esta primera formación de Pappo's Blues registró un disco homónimo en 1971, que tuvo un notorio éxito.
Simultáneamente, y bajo el seudónimo de «Davies», Lebón participó como guitarrista —con el baterista Black Amaya— de la grabación del primer disco de La Pesada del Rock and Roll, junto al mencionado Billy Bond.
Su necesidad de estar en actividad lo llevó a acompañar al cantante Carlos Bisso y luego partir a España. Allí se volvió a encontrar con Pappo, con quien formó un fugaz grupo del que también participó Ciro Fogliatta. En realidad se trató de un intento de hacer resurgir al grupo Los Gatos, pero sin el líder (el tecladista y compositor rosarino Litto Nebbia), que no prosperó. A finales de 1971 fue baterista de Color Humano, grupo liderado por Edelmiro Molinari. Junto a esta alineación grabó el álbum debut con cinco temas para el sello Microfón.
En 1972 Lebón dejó la agrupación y su puesto fue ocupado por el baterista rosarino Oscar Moro. Ese mismo año, Lebón entró en el conjunto Pescado Rabioso, fundado por el guitarrista Luis Alberto Spinetta (después de pasar la experiencia con el grupo Almendra, muy importante en la historia del rock argentino). Esta nueva banda —compuesta por Spinetta (guitarra y voz), Carlos Cutaia (teclados), Black Amaya (batería) y David Lebón (bajista y ocasional guitarrista y cantante)— editó un álbum titulado Pescado 2. Diversos inconvenientes de producción derivaron en la separación de la banda.
Tras la experiencia Pescado Rabioso, Lebón lanzó su primer álbum solista (David Lebón) en 1973, a instancias de Billy Bond, disco que David grabó prácticamente solo, tocando casi todos los instrumentos, y que contenía toda su fuerza rocanrolera. "32 macetas" —un tema que volvería a grabar años después—, "Dos edificios dorados" y "Hombre de mala sangre" son algunos de los temas que se destacan de este disco, compuesto en coautoría con su pareja de entonces, Liliana Lagardé, el álbum fue presentado en septiembre del '73 en el Teatro Ópera de Buenos Aires.
Para grabar el disco durante el camporista otoño del '73, dice la leyenda, Billy Bond bloqueó por una semana el estudio Phonalex y se sacó de encima al técnico de grabación presentándole amigas y prestándole un departamento. Esto es algo que el Bondo niega terminantemente: por esa época, Bond y Álvarez hacían y deshacían en Phonalex... Si bien Lebón tocó casi todos los instrumentos en casi todos los temas, hay algunas apariciones de invitados del Bondo: Pappo (¡piano en "Treinta y dos macetas"!), Alejandro Medina (bajo), Isa Portugheis (batería) y un entonces muy joven y deslumbrado Charly García (teclados). El guitarrista jazzero Walter Malosetti (el padre de Javier, el brillante bajista) pasaba por el estudio y Bond lo invitó a grabar un solo, que según Lebón después usaría para el segundo disco solista de Gabis...
En esa misma época colaboraba casi constantemente tocando como invitado la guitarra en Sui Generis (de Charly García y Nito Mestre) y los teclados en el grupo sinfónico Espíritu, además de participar como cantante en dos temas del segundo disco solista de Claudio Gabis.
En 1974 formó el conjunto Līlā, un grupo de características devocionales orientalistas, junto a Carola y Carlos Cutaia, con el que editó un simple: "Amanece la verdad / Ah Maharaj Ji", actualmente inconseguible, aunque Lebón participa sólo en el segundo tema, el cual se puede encontrar en su compilado Obras cumbres de 2002.
También participó en la segunda grabación de La Biblia, el legendario disco de Vox Dei reversionado por músicos de La Pesada con el Ensamble Musical de Buenos Aires; del mismo modo regresó a Pappo's Blues (como guitarra rítmica), para grabar Pappo's Blues Volumen 4.
Casi sobre el final de 1975 creó Polifemo, una banda de rock and roll puro, con Juan Rodríguez en la batería y Rinaldo Rafanelli al comando del bajo, ambos provenientes de Sui Generis. En 1976, tras la presentación de su disco Polifemo, la crítica especializada fue muy dura con ellos, lo que marcó su decadencia. «Salí de Polifemo con la intención de no armar ningún grupo, con ganas de viajar —admitía Lebón en una entrevista—, antes de que Charly me propusiera que lo hiciéramos juntos. Con el único tipo de Polifemo con el que me seguía comprendiendo [...] era Juan Rodríguez. Él me preguntó qué iba a hacer y a mí me dieron ganas de seguir tocando. A la vez, estaba con dos tipos que eran de la misión, que me gustaba cómo tocaban. Tocamos en algunos recitales y [...] la gente se volvía loca, porque yo había salido de algo que era el haber dejado de tocar para mí».
Con esta, su nueva agrupación, Lebón empezó a crecer como músico pues, como él mismo lo reconocía, le «empezó a gustar escuchar los demás instrumentos, incluso dejar que toquen». Junto a Rodríguez, los músicos de la misión y varios invitados (Pino Marrone y Aníbal Kerpel, entre otros), David Lebón formó Seleste. Esta agrupación, de buenas perspectivas, quedó momentáneamente interrumpida cuando Lebón se unió en Brasil a Charly García en el proyecto Serú Girán.
Entre 1978 y 1982 integró Serú Girán junto a Charly García, Pedro Aznar y Oscar Moro. Serú Girán ha sido considerado uno de los más importantes y trascendentes grupos de la historia del Rock Argentino. En él fue distinguido como mejor guitarrista los cinco años consecutivos. Luego de Charly García fue el que más compuso para el grupo. Es en Bicicleta (1980) donde más se destaca su labor como compositor y vocalista.
En 1980 lanzó su segundo disco como solista: Nayla. Este álbum, que tuvo muchas postergaciones debido al accidente de su hija, iba a ser en principio un disco doble, pero ninguna compañía se lo aceptaba. «Ni siquiera Yes graba discos dobles», le llegaron a decir. No le quedó otra opción, entonces, que seleccionar los mejores temas —algunos nuevos, otros de su antigua agrupación Seleste— y grabarlo con Aznar, Moro, Rinaldo Rafanelli, y Diego Rapoport.
A partir de 1982, con Serú Girán ya separado, su producción como solista fue incrementándose, con una seguidilla de álbumes. Estos son:
El tiempo es veloz (1982), disco que grabó prácticamente solo, tocando todos los instrumentos, que contó con una portada ilustrada por su amigo Luis Alberto Spinetta, y donde se destacan el tema homónimo, "Tiempo sin sueños" y "No confíes en tu suerte";
Siempre estaré (1983), con temas exitosos como "El rock de los chicos malos" y la balada "Quiero regalarte mi amor";
Desnuque (1984), un homenaje al rocanrol, del cual sobresalen "El rock de la cárcel", "Qué te pasa, Argentina", "32 macetas" y "Hacelo hoy conmigo";
Si de algo sirve, con canciones como "Todos en un cuarto" o "Y si de algo sirve" (1985);
7 × 7 (1986);
Nunca te puedo alcanzar (1987).
En 1987 colaboró con Charly García en su LP Parte de la religión, donde grabó los solos de guitarra en los temas " Adela en el carrousel" y " Buscando un símbolo de paz ". En 1989, edita Contactos, lo define como «un encuentro personal entre mente, cuerpo y alma para lograr el equilibrio que mejore mi relación con el mundo, las personas y mi Creador». En 1991 lanza Nuevas mañanas, álbum grabado en los Estados Unidos con la colaboración de Pedro Aznar, que pasa prácticamente desapercibido. Es quizás el disco más flojo de su carrera, tomando un sonido más pop y sin tantas guitarras.
A finales de 1992 se produce el reencuentro de Serú Girán. Editaron un disco en estudio y dos en vivo. Realizaron una exitosa gira, en cuanto a convocatoria de público, como así también en cuanto a calidad musical. Posteriormente se disolvieron.
Lebón tuvo dos años de silencio musical, que lo tuvieron presente en las revistas del corazón por sus idas y venidas con la ex modelo Pata Villanueva. En 1995 retornó a los escenarios, primero con el Tributo a Carlos Gardel organizado por la Secretaría de Cultura y el Multimedios América, y luego, acompañado por Daniel Castro (bajo) y Daniel Colombres (batería), realizó una recorrida por toda su extensa trayectoria. Ese año se radicó en la provincia de Mendoza; mientras que, en 1995 también, graba en versión de estudio en su casa de Mendoza Mágico, junto a Vadalá, Fontana, Morelli y Arróm. Este disco (en realidad un demo) nunca salió a la venta, aunque circula en ediciones pirata. Hay muchos temas cantados en inglés, ya que Lebón compone la mayoría de sus temas en ese idioma, y luego los pasa al castellano.
En 1999 se presentó en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, para repasar los temas más importantes de su carrera, acompañado por una joven banda, y la participación de músicos de Divididos, La Mississippi, Los Ratones Paranoicos y Los Caballeros de la Quema, más una sección de bronces. El show quedó registrado en el álbum En vivo, en el Teatro Coliseo, su primer álbum en directo, editado ese mismo año.
En el año 2002 David editó Yo lo soñé, en el 2007 un álbum conjunto en vivo con su ex-compañero Pedro Aznar (consistente en 2 CD), y en el año 2009, su último material de estudio a la fecha, titulado Déjà vu.




                                                            Maximiliano Reimondi