HISTORIA
DÍA DE LA LEALTAD
Antecedentes históricos
El 4 de junio de 1943 militares nacionalistas dirigidos por
el general Arturo Rawson desplazan por medio de un golpe de estado al
presidente Ramón S. Castillo, último presidente de la llamada "Década Infame"
una línea de gobiernos acusados de corruptos y que habían impuesto el llamado
fraude patriótico desde el golpe militar que en 1930 encabezara el general José
Félix Uriburu.
El movimiento obrero se mostró inicialmente perplejo frente
al golpe e indeciso sobre la posición que se debía adoptar. Estaba dividido en
cuatro centrales (CGT Nº1, CGT Nº2, USA y FORA). Una de las primeras medidas
del gobierno fue disolver la CGT Nº2 (dirigida por el socialista Francisco
Pérez Leirós), los empleados de comercio de Ángel Borlenghi y los sindicatos
comunistas (construcción, carne, etc.), acusándola de extremista. Ello llevó a
varios de los sindicatos que la integraban a volver a la CGT Nº1 (secretario
general José Domenech). Poco después el gobierno sancionó una legislación sobre
sindicatos, que si bien cumplía algunas expectativas sindicales, al mismo
tiempo permitía la intervención de los mismos por parte del Estado. En seguida
el gobierno militar hace uso de esa ley para intervenir los poderosos
sindicatos ferroviarios y corazón de la CGT, la Unión Ferroviaria y La
Fraternidad. En octubre una serie de huelgas fueron respondidas con el arresto
de decenas de dirigentes obreros. Pronto resultó evidente que en el gobierno
militar había influyentes sectores anti-sindicales.
En esas condiciones algunos dirigentes sindicales
socialistas, sindicalistas revolucionarios y algunos comunistas, encabezados
por Ángel Borlenghi (socialista y secretario general de la poderosa
Confederación General de Empleados de Comercio en la disuelta CGT Nº2
socialista), Francisco Pablo Capozzi (La Fraternidad), Juan Atilio Bramuglia
(Unión Ferroviaria), entre otros, decidieron, aunque con reservas y
desconfianza, emprender una estrategia de alianzas, con algunos sectores del
gobierno militar que compartían los reclamos sindicales. Entre los militares
estaban los jóvenes coroneles Juan D. Perón y Domingo A. Mercante.
Los sindicalistas proponen a los militares crear una
Secretaría de Trabajo, fortalecer la CGT y sancionar una serie de leyes laborales
que aceptaran los reclamos históricos del movimiento obrero argentino. Poco
después, la alianza entre sindicalistas y militares obtuvo que el gobierno
militar designara a Perón como Director del Departamento de Trabajo, un cargo
aparentemente sin valor alguno. Un mes después, consiguen elevar la jerarquía
del organismo a Secretaría de Estado (2 de diciembre de 1943). Desde la
Secretaría de Trabajo, Perón, con el apoyo de los sindicatos empieza a
desarrollar gran parte del programa sindical histórico: se crearon los
tribunales de trabajo; se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiendo la
indemnización por despido a todos los trabajadores; más de dos millones de
personas fueron beneficiados con la jubilación; se sancionó el Estatuto del
Peón de Campo y el Estatuto del Periodista; se crea el Hospital Policlínico
para trabajadores ferroviarios; se prohíben las agencias privadas de
colocaciones; se crean las escuelas técnicas dirigidas a obreros; en 1944 se
firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1.400.000 obreros y
empleados y en 1945 otros 347 para 2.186.868 trabajadores. Adicionalmente Perón
logra derogar el decreto-ley que reglamentaba los sindicatos sancionado en los
primeros días del gobierno militar.
En ese marco los sindicatos comenzaron un período de gran
crecimiento, y lo que fue aún más decisivo, comenzaron a afiliar masivamente a
los "nuevos" trabajadores, los que estaban migrando masivamente a la
ciudad desde el interior del país, los llamados "morochos", "grasas"
y "cabecitas negras" por las clases medias y altas, y los propios
trabajadores "viejos" descendientes de la inmigración europea.
Poco después, algunos sindicatos que se habían mantenido
alejados, la CGT Nº1, la USA y los gremios autónomos, comienzan a unificarse en
torno de la Secretaría de Trabajo. Pero en sentido contrario, en septiembre de
1945, 4 importantes sindicatos se separan de la CGT: La Fraternidad, la Unión
Obrera Textil, la Confederación de Empleados de Comercio y el Sindicato del
Calzado.
La alianza entre sindicatos y el grupo de jóvenes militares
encabezados por Perón generó inmediatamente una fuerte oposición de los
sectores conservadores políticos, económicos y militares, con apoyo de la
embajada de Estados Unidos (embajador Braden) que genera una alta polarización
para 1945. Los hechos se sucedieron vertiginosamente.
El 12 de julio de 1945 los sindicatos dirigidos por
Borlenghi realizan un acto masivo el centro de la ciudad de Buenos Aires (en
Diagonal Norte y Florida). Al finalizar, la multitud de trabajadores comienzan
a corear el nombre de Perón y lo proclaman como candidato a presidente.
La manifestación obrera es respondida el 19 de septiembre
por los sectores medios y altos con la Marcha de la Constitución y la Libertad,
que reunió la extraordinaria cantidad de 200.000 personas, marchando del
Congreso a los barrios de clase alta (Recoleta), donde apoyan al ex presidente
Rawson que sale al balcón de su casa.
Días después Rawson encabeza un planteo militar que fracasa
pero poco después, el 8 de octubre de 1945, un enfrentamiento entre Perón y el
general Eduardo Ávalos, jefe de la poderosa guarnición de Campo de Mayo es
dirimido mediante una votación de los oficiales superiores que decide exigir la
renuncia de Perón, que en esos momentos ejercía simultáneamente los cargos de
vicepresidente de la nación, secretario de Guerra y secretario de Trabajo y
Previsión, decisión aceptada por Perón, quien renunció al día siguiente a todos
sus cargos.
El 10 de octubre en el momento que Perón deja el despacho,
la CGT realiza un acto en su apoyo en la esquina de las calles Perú y Alsina.
Perón pronuncia ante los allí reunidos un famoso discurso, que además se
transmitió por radiofonía, en el que detalla un avanzado programa de
reivindicaciones laborales. El 11 de octubre Ávalos asumió el cargo de Ministro
de Guerra y esa noche se realizó en el Círculo Militar (Palacio Paz) una
reunión de casi 300 oficiales, entre los que se contaban unos 20 de la Marina,
en la que se debatió el rumbo que se debía seguir, incluyendo la discusión
sobre si mantener o no a Farrell en la presidencia y se recibió también la
opinión del dirigente socialista Alfredo Lorenzo Palacios que propició que el
gobierno se entregara a la Corte Suprema de Justicia. La asamblea decidió
enviar una delegación a entrevistarse con Ávalos y, en realidad, los únicos
puntos sobre los que habían concordado era pedir la inmediata convocatoria a
elecciones, la designación de ministros civiles, el levantamiento del estado de
sitio y la detención y procesamiento de Perón. Cuando a la medianoche
finalizaba la reunión por las radios se estaba difundiendo el decreto de
convocatoria a elecciones.
Ese mismo día 11 hubo un encuentro de dirigentes opositores
reunidos en torno a una Junta de Coordinación Democrática que, envalentonada
por la marcha de los acontecimientos, decidió exigir al Ejército que el poder
fuera entregado a la Corte Suprema de Justicia. Luna señala la falta de
realismo y el error táctico que importaba esta posición. Si bien el Ejército
estaba dividido en sectores que tenían serios desacuerdos, ninguno de ellos
podría aceptar entregar en ese momento el gobierno a la Corte pues implicaba
reconocer una humillante derrota. Por otra parte, el presidente de la Corte era
el Dr. Roberto Repetto, un jurista respetado pero carente de toda experiencia
política.
El 12 de octubre luego de recibir a la delegación militar
Farrell solicitó la renuncia de todos los ministros, salvo Ávalos, y designó a
Vernengo Lima como Ministro de Marina. Al mismo tiempo en los alrededores del
Círculo Militar se realizó una manifestación espontánea de los sectores más
conservadores y los estudiantes, que voceaba consignas antimilitaristas y
mantiene virtualmente bloqueado el edificio. Circulaba además la exigencia de
entrega del gobierno a la Corte. posición a la que si bien muchos no la
consideraban la mejor, era la que permitía unificar a los sectores opuestos al
gobierno.5 Cuando en horas de la tarde una delegación de los civiles llevó esta
postura a Ávalos, el Ministro de Guerra la consideró inaceptable, trató de
tranquilizarlos y les informó que Perón sería detenido. La delegación regresó
para informar a los manifestantes, que todavía estaban en el lugar, provocando
visiblemente su irritación. En varias oportunidades se habían producidos choques
entre elementos aliancistas y estudiantes pero hacia las nueve de la noche sin
que hubiera una explicación clara sobre su origen hubo un violento tiroteo
entre la policía y un grupo de manifestantes que arrojó el saldo de un muerto y
más de cincuenta heridos.
Perón y Eva se fueron en automóvil en la madrugada del
jueves 11 con "Rudi" Freude, hijo de un amigo suyo, y Juan Duarte
hacia San Nicolás primero y a una isla del Delta después, dejándole dicho a
Mercante que si era preguntado no ocultara su paradero.
El 12 de octubre el presidente Farrell ordenó la detención
de Perón y la policía fue a buscarlo a su departamento de la calle Posadas por
lo que Mercante le comunicó al jefe de policía dónde se encontraba y al día
siguiente guió al subjefe de policía mayor D'Andrea hasta la isla, desde donde
fue llevado detenido a la cañonera Independencia, la que a su vez lo trasladó a
la Isla Martín García. Una vez detenido Perón el diario Crítica salió a la
calle con el siguiente título en primera plana:
PERON YA NO CONSTITUYE UN PELIGRO PARA EL PAÍS:
El sábado 13 de octubre Farrell se entrevistó con el
Procurador General de la Nación, Juan Álvarez (historiador) y le propuso que
formara un gabinete como una suerte de primer ministro, siguiendo así una
sugerencia del dirigente radical de Córdoba Amadeo Sabattini que le había
transmitido Ávalos. Se trataba de una solución de compromiso en la cual sin
transferir el poder a la Corte se encomendaba a un civil de prestigio la
conducción del proceso que desembocaría en las elecciones. Álvarez se tomó su
tiempo: un día para hacer consultas antes de aceptar el cargo y cuatro días más
de consultas para elegir los candidatos, con lo cual recién tuvo la lista
preparada el 17 de octubre.
El domingo 14 Perón le escribió una carta a su amigo el
coronel Mercante en la que le dice entre otras cosas:
Con todo, estoy contento de no haber hecho matar un solo
hombre por mí y de haber evitado toda violencia. Ahora, he perdido toda
posibilidad de seguir evitándolo y tengo mis grandes temores que se produzca
allí algo grave... Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus
nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me
voy al diablo.
El mismo día le envía otra a Eva, en la que dice entre otras
cosas:
... Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el
retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir
tranquilos... ¿Qué me decís de Farrell y de Avalos? Dos sinvergüenzas con el
amigo. Así es la vida...Te encargo le digas a Mercante que hable con Farrell
para ver si me dejan tranquilo y nos vamos al Chubut los dos....Trataré de ir a
Buenos Aires por cualquier medio, de modo que puedes esperar tranquila y
cuidarte mucho la salud. Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si
no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación
de desamparo que tú tienes ahora...Con lo que yo he hecho estoy justificado
ante la historia y se que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un
libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes, veremos entonces quien tiene
razón...
El 15 de octubre la FOTIA declaró en Tucumán una huelga
general, y esa misma noche hicieron lo mismo varios sindicatos de Rosario,
exigiendo la libertad de Perón. Los obreros de la carne de Berisso se movilizan
masivamente y el 16 de octubre entran en Ensenada. Lo mismo ocurría en Valentín
Alsina, Lanús, Avellaneda y otras localidades del sur del Gran Buenos Aires.
También al mediodía del 16 los obreros ferroviarios de Tafí Viejo habían
abandonado los Talleres
El día miércoles 16 de octubre era día de pago de la
quincena. El historiador radical Félix Luna cuenta:
Al ir a cobrar la quincena, los obreros se encontraron con
que el salario del feriado 12 de octubre no se pagaba, a pesar del decreto firmado
días antes por Perón. Panaderos y textiles fueron los más afectados por la
reacción patronal. -¡Vayan a reclamarle a Perón!- era la sarcástica respuesta.
En la noche del miércoles 16 se reunió el Comité Confederal
de la Confederación General del Trabajo y luego de un largo debate se decidió
declarar una huelga para el 18. El motivo del paro se expresó en una serie de
puntos que incluía el llamado a elecciones, el mantenimiento de las conquistas
obreras, etc. pero, significativamente, si bien pedían la libertad de los
presos políticos, no mencionaban a Perón. La explicación sería que muchos
dirigentes no estaban convencidos de apoyar a Perón, por lo que el sector
favorable al paro debió hacer concesiones en el texto para alcanzar la mayoría.
Un sector importante de la CGT, enrolado en los partidos
Comunista y Socialista identificaba a Perón con el nazismo y reclamaba su
destitución, coincidiendo con la embajada norteamericana.
Si bien la CGT no auspició la movilización que tendría lugar
al día siguiente, la declaración de huelga sirvió como impulsor para que varios
sindicatos y los trabajadores en general, que estaban en alerta desde días
antes, se sintieran avalados para las acciones a emprender.
Perón, alegando problemas de salud, consiguió que lo a trasladen
al Hospital Militar, en el barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires,
adonde llegaría en la madrugada del 17.
Miércoles, 17 de
octubre de 1945
En la madrugada del día 17 comenzó una movilización de los
trabajadores de La Boca, Barracas, Parque Patricios y de los barrios populares
del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus
alrededores. Fue muy importante el número de trabajadores que salió de Berisso,
localidad cercana a La Plata donde había importantes frigoríficos, en la que
estuvo muy activo a favor de la movilización el dirigente gremial Cipriano
Reyes. También la secretaria de Domingo Mercante, Isabel Ernst, tuvo un rol
importante como nexo entre Perón y los dirigentes sindicales. Los obreros no
ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los
establecimientos vecinos incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en
ellos para luego marchar coreando consignas en favor de Perón por las calles
principales hacia el centro de la Capital Federal. La acción estaba apenas
coordinada por algunos dirigentes gremiales que habían estado agitando los días
anteriores y la principal fuerza de impulso provenía de esas mismas columnas
que mientras marchaban retroalimentaban el movimiento.
Inicialmente la policía levantó los puentes sobre el
Riachuelo que son el paso obligado hacia la Capital para quienes provenían de
la zona sur (Avellaneda, Lanús, Quilmes, Berisso, etc.). Algunos manifestantes
cruzaron a nado o en balsas hasta que, más tarde, los puentes fueron bajados.
La policía, claramente favorable a Perón, no obstaculizó la marcha e incluso
algunos de sus integrantes intercambiaron expresiones de simpatía con los
manifestantes, cuyas consignas nada tenían que ver con el reclamo de la CGT
sino que expresaban su apoyo a Perón y la exigencia de su liberación.
El presidente Edelmiro J. Farrell mantuvo una actitud
prescindente. El nuevo ministro de Guerra general Eduardo Ávalos observaba a
los manifestantes y se negó a movilizar las tropas del cuartel de Campo de Mayo
que en unas horas podían llegar a la Capital Federal, como se lo pedían algunos
jefes del ejército y el ministro de Marina. Ávalos confiaba en que la
manifestación se disolvería por sí sola pero al comprobar que, por el
contrario, era cada vez más numerosa, accedió a entrevistarse con Perón en el
Hospital Militar. Tuvieron una corta reunión en la que pactaron las
condiciones: Perón hablaría a los manifestantes para tranquilizarlos, no haría
referencia a su detención y obtendría que se retiraran y por otra parte el
gabinete renunciaría en su totalidad y Ávalos solicitaría su retiro.
A las 23:10 Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno.
Agradeció su presencia, recordó su labor en el gobierno, informó sobre su
pedido de retiro, prometió continuar defendiendo los intereses de los
trabajadores y, finalmente, pidió a los concurrentes que se desconcentraran en
paz añadiendo que, por esta vez, les solicitaba que cumplieran el paro del día
siguiente.
A las 20:30 horas de ese día, el doctor Juan Álvarez había
concurrido a la Casa Rosada para entregar una carta con los nombres propuestos
para ministros junto con el currículum de los mismos y su aceptación para los
cargos. Lo recibieron con estupefacción en medio del desorden que había en ese
momento en el lugar, y lo despidieron con cortesía. La nómina constituía, según
Luna, un escarnio para el país, pues incluía personas con antecedentes
sumamente cuestionables. Así, a Jorge Figueroa Alcorta, propuesto para Justicia
e Instrucción Pública, se lo relacionaba con un proceso que en 1942 había
envuelto a cadetes militares; Alberto Hueyo, propuesto para Hacienda, había
sido director de la CHADE cuando obtuvo una prórroga fraudulenta de la
concesión; Tomás Amadeo, de Agricultura, era íntimo amigo del embajador Braden;
y Antonio Vaquer, para Obras Públicas, había sido funcionario del presidente
Ortiz en Coordinación de Transporte, una dependencia creada para salvar las
empresas británicas de tranvías, en perjuicio de las empresas locales de
colectivos.
Número de asistentes
La cantidad de asistentes varía considerablemente según las
fuentes: algunos cuentan millones de personas15 y otros dan cifras menores. Para
Félix Luna había entre 200.000 y 300.000 manifestantes. El historiador
especialista en movimiento obrero Oscar Troncoso señala que el cálculo aceptado
por expertos policiales para manifestaciones en espacios libres es de entre 3 y
4 personas por metro cuadrado porque desde el nivel de la calle el público
parece compactado pero desde la altura se ven espacios vacíos. Los cálculos de
la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires daban para la Plaza de Mayo una
superficie de 18.591,83 metros cuadrados , lo que a un máximo
de 4 personas por metro da 74.367 personas. Si se agrega parte de las
diagonales y la Avenida de Mayo, podría caber un máximo entre 100.000 a 120.000
personas. Toda la propaganda peronista posterior hizo hincapié en la cifra de
500.000 personas que publicó Eduardo Colom –elegido luego diputado nacional
peronista- en la crónica del diario La Época; en los años siguientes, para
mantener esa imagen, la Secretaría de Prensa y Difusión utilizó fotografías y
noticieros de las grandes manifestaciones posteriores a 1945. En las elecciones
de 1946 votaron por Perón 304.854 personas en la Capital Federal y 450.770 en
toda la Provincia de Buenos Aires.
Efectos inmediatos
La renuncia de Perón el 8 de octubre de 1945 a los cargos que
desempeñaba fue la consecuencia de la pérdida de apoyo en los mandos del
Ejército. Con base en la carta que enviara a Eva Duarte desde Martín García,
puede considerarse que en esos momentos Perón estaba decidido a retirarse de la
política. La movilización del 17 de octubre tuvo dos efectos inmediatos: por
una parte forzó a Perón a retornar a la lucha política y por la otra incidió en
el Ejército volcando en su favor algunos jefes militares que antes se le habían
opuesto y obligando al resto a pedir su retiro o tolerar su marcha hacia la
Presidencia.
Luego de un corto lapso de descanso y de casarse con Eva
Duarte el 23 de octubre, Perón comenzó su campaña política. El sector de la
Unión Cívica Radical que le apoyaba formó la UCR Junta Renovadora, a la cual se
sumaron el Partido Laborista y el Partido Independiente, en tanto la
organización radical FORJA se disolvió para sumarse al movimiento peronista.
Domingo Mercante fue designado al frente de la Secretaría de
Trabajo que, junto a muchos sindicatos, se constituyó en apoyo importante para
su campaña.
Los partidos de oposición en un gran movimiento
anti-peronista que incluyó a los partidos Comunista, Socialista, Unión Cívica
Radical, Demócrata Progresista, Conservador, la Federación Universitaria
Argentina (FUA), la Sociedad Rural (terratenientes), la Unión Industrial
(grandes empresas), la Bolsa de Comercio, y los sindicatos opositores formaron
la Unión Democrática que apoyaría en los comicios a la fórmula presidencial
designada por la Unión Cívica Radical, así como la mayoría de los
intelectuales.
El 24 de febrero de 1946 se realizaron las elecciones, en
las que se impuso la fórmula Perón-Quijano con el 54% de los votos.
El Día de la Lealtad
durante el gobierno peronista (1946-1954)
A propósito de los rituales políticos señala Mariano
Plotkin:
"Por un lado crean una unidad simbólica entre los
participantes que se reconocen a sí mismos como miembros de una comunidad
política dada: partido, nación, patria. Por otro lado, en especial en regímenes
de tipo autoritario, los rituales cumplen también una función de exclusión,
privando de legitimidad como contendientes políticos a quienes no participan en
los mismos. (...) En el caso del peronismo, en que la presencia de un vínculo
de tipo carismático entre el líder y la masa era uno de los fundamentos de su
identidad como movimiento, los rituales políticos servían además para recrear y
reforzar la imagen carismática del líder"
El peronismo, escribió Cristian Buchrucker, "postuló
una cierta aspiración hacia la totalidad de la nación, hecho que se manifestó
en la inclusión de las "tres banderas" justicialistas en el Preámbulo
de la Constitución de 1949 y más claramente aún en 1951-1952, cuando la
doctrina del movimiento fue declarada Doctrina Nacional." Plotkin observa
que:
"iniciando una tendencia que se profundizaría en los
años subsiguientes, la celebración del 17 de octubre de 1947 se asemejó a la
celebración oficial de una fecha patria. En la tarde del 17, Perón recibió
solemnemente el saludo de autoridades civiles y militares.(...) La
"oficialización" del 17 de Octubre iba a tener dos consecuencias: por
un lado, serviría para universalizar su significación. Ya no se trataba de una
celebración peronista, sino de una fiesta del Estado (...) En segundo lugar
serviría también para domesticar y unificar el sentido de la festividad."
A principios de 1948 fue nombrado Secretario de Educación
Oscar Ivanissevich, quien se incorporó al comité organizador de las
celebraciones del Día del Trabajo y del 17 de octubre, e iba a ejercer gran
influencia en la simbología política del régimen." Ivanissevich
"intentó ligar el peronismo a ciertos valores trascendentes,
convirtiéndolo en una verdadera religión política. Los rituales peronistas
fueron monopolizando progresivamente el espacio público. (...) A partir de
1948, la celebración perdió completamente su carácter conmemorativo. El
objetivo de la celebración era, lisa y llanamente, dar al pueblo peronista la
oportunidad de reafirmar su devoción por el líder y recrear los fundamentos de
la legitimidad del régimen: el liderazgo carismático de Perón, fundado en su
contacto sin intermediarios con el pueblo"
Otra innovación en ese año fue la entrega por primera vez de
la Medalla Peronista en reconocimiento de servicios extraordinarios prestados
al país o al movimiento (por ejemplo, suboficiales del ejército o policías que
habían realizado acciones heroicas, deportistas que habían representado con
éxito al país) con lo cual Perón estaba borrando la distinción entre el partido
y el Estado. Ser leal a la Nación implicaba ser leal al Movimiento y viceversa.
Sobre el mismo tema dice Gambini que "esa idea de considerar peronistas a
todos los habitantes del país, les guste o no, ha sido una constante en el
sermón doctrinario y se enlaza con la permanente confusión entre Estado y
partido.
Los años posteriores
Luego del derrocamiento de Perón en 1955 y hasta su retorno
en 1973, el Día de la Lealtad pasó a ser para sus partidarios el Día de la
Resistencia Peronista. No se producían grandes movilizaciones, pero daban
ocasiones todos los años a actos evocativos de la unión del pueblo con Perón
que, en muchos casos, eran también actos de hostigamiento al gobierno de turno.
Después de la restauración democrática de 1983, la
recordación está limitada, en general, a los dirigentes del llamado
"peronismo histórico" y no incluyen manifestaciones masivas.
Trascendencia del 17 de octubre
La movilización de
ese día significó:
La incorporación de la clase obrera a la vida política del
país con aspiración a ser reconocida como uno de los factores de poder;
el surgimiento de una nueva fuerza política en derredor de
Perón, distinta de las existentes, que si bien tomaría de los partidos algunas
prácticas clientelísticas, aplicaría nuevos enfoques, prácticas y liturgias que
la distinguirían del resto y
el nacimiento de la antinomia peronismo-antiperonismo, la
cual sigue sumamente presente en la sociedad hasta la época actual.
Maximiliano Reimondi
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