martes, 19 de noviembre de 2013

                                                       HOMICIDIOS



Faltando menos de un bimestre para terminar el año, los homicidios en el departamento Rosario superaron en forma trágica el mayor registro histórico que se había producido el año pasado. En 2012 habían sido 185 casos. Al promediar el mes de noviembre, los números cantan un total de 215 asesinatos.
En octubre de 2013, se produjeron 33 homicidios. Fue el mes con más casos de la historia. Por primera vez, hubo más de una muerte por día en el departamento más poblado de la provincia de Santa Fe. Fueron 28 en Rosario y 5 en Villa Gobernador Gálvez.
A esta fecha, la tasa anual es de 17 homicidios cada 100 mil habitantes. Esta situación de escalada persistente, con sus diversos tipos de violencia que entraña, no se interrumpe desde 2005 a la fecha. Los homicidios en 2013, afianzan rasgos tradicionales y producen otros nuevos. Por ejemplo, las víctimas son en abrumadora mayoría varones, menores de 35 años (el 70 por ciento del total) y procedentes de sectores marginales; más del 75 por ciento de los casos se consumaron con uso de armas de fuego; el mapa de los homicidios muestra el dibujo de una ciudad partida; solamente 15 de cada 100 personas que sufren heridas en un ataque homicida, pierden la vida.
Un planteo que surge todo el tiempo es el que identifica el alza de los homicidios en Rosario con el narcotráfico. El problema va más allá ya que las formas de violencia crecen. En Rosario, los conflictos entre familiares, vecinos o conocidos que se saldan de manera cruenta, son otro factor determinante de los homicidios. Se instaló la violencia social por conflictos menores.
Además, el trabajo policial incide directamente sobre esta problemática. Por un lado, los jóvenes de clases bajas son estigmatizados por la policía ya que son víctimas de razzias, hostigamiento en el espacio público y palizas en las comisarías. Esta es la otra faceta de la identidad criminal. La connivencia y el gerenciamiento que la agencia policial realiza con las economías delictivas ancladas en la zona, brindando protección y proveyendo de recursos (información, armas de fuego, vehículos, garantía de impunidad) contribuye a aumentar la violencia.
Es esencial que el Estado abandone las medidas superficiales de tinte meramente electoral para avanzar en políticas públicas integrales que solucionen el problema en toda su complejidad.


                                                                          Maximiliano Reimondi

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