LA FUNCIÓN DEL ESTADO
DEMOCRÁTICO
El Estado democrático, como organización política, social y
jurídica, se articula desde la sociedad, por encima de ella, para servirla. En
este siglo XXI, debe cubrir los derechos fundamentales de todo ciudadano:
salud, vivienda, trabajo y educación. Además, el Estado debe brindar servicios
que satisfagan necesidades sociales.
El descreimiento en la política es comprensible porque la
gente ya está harta de que muchos políticos prometan y después no hagan nada. Es
decir, cuando el Estado hace un sostenimiento tozudo de un servicio público
deplorable, negando sus deficiencias y los errores cometidos. La tragedia de
Once a principios de 2012 con 52 fallecidos y 676 heridos, y la de hace poco
tiempo en Castelar con 3 muertes y 315 heridos, muestran una gravísima desidia.
Toda prestación estatal está directamente relacionada en cuanto a calidad y
expansión a la decisión política respectiva. Esto constituye una actitud
demagógica que duele porque la víctima se siente humillada en su propia cara.
Aquí, el Estado no hace una autocrítica y muestra incompetencia para la función
a la cual se le confió.
Es indudable que se debe reformar el sistema jurídico
argentino. Sabemos que el servicio de justicia se encuentra colapsado por
exceso de trabajo, por ende se ha lentificado y con ello evidentemente no se
puede reconocer en una opinión positiva de la sociedad. La justicia se puede
transformar, si se acerca a los tiempos y necesidades del ciudadano del siglo
XXI. No hay innovación judicial sin aumento presupuestario que acompañe la
decisión estatal en tal sentido. El servicio de seguridad es una materia
compleja. Pero más complicado es no abordarla integralmente. Mucho es lo que
tienen para aportar en tal sentido los derechos humanos, los derechos sociales
y la prevención penal. No es la solución que los integrantes del Consejo de la
Magistratura sean elegidos con identificación partidaria. Eso es politizar el
Poder Judicial y constituye una actitud demagógica del Poder Ejecutivo de no
respetar el límite constitucional. Pero sí todos los jueces deben pagar
impuestos a las ganancias y no ser cómplices de las grandes corporaciones
económicas.
Los servicios estatales deben devenir en servicios públicos
adecuados y eficientes para el bienestar de cada uno de nosotros. Un gobierno
democrático tiene la obligación principal de que el ciudadano pueda ejercer sus
derechos fundamentales y pueda auxiliar a éste en caso de que necesite su
ayuda. Debe tener prioridad a las clases más bajas, no sólo otorgándole la
asignación universal por hijo y embarazo sino dándole trabajo para que la madre
y el padre tengan el privilegio de tener un trabajo digno. Por supuesto que esa
persona tiene obligaciones que cumplir para que la Constitución Nacional esté
en plena vigencia.
La esencia de la política no debe modificarse a pesar de los
grandes cambios del siglo XXI. El Estado democrático debe poseer una visión de
bien común y justicia social, sin lógica de mercado. Lo más importante de la
agenda ciudadana se debe convertir en agenda de gobierno.
Maximiliano Reimondi
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