Voltaire
François Marie Arouet, más conocido como Voltaire (París, 21
de noviembre de 1694 – ibídem, 30 de mayo de 1778)
Fue el último de los
cinco hijos del notario François Arouet (1650 – 1 de enero de 1722) y de Marie
Marguerite d'Aumary (1660 – 13 de julio de 1701), miembro de una familia noble
de la provincia de Poitou-Charentes y que murió cuando él tenía siete años de
edad. Estudió en el colegio jesuita Louis-le-Grand (1704–1711) durante los
últimos años del reinado de Luis XIV y en el que aprendió latín y griego. En el
colegio trabó amistad con los hermanos René-Louis y Marc-Pierre Anderson,
futuros ministros del rey Luis XV.
Alrededor de 1706 Voltaire escribió la tragedia Amulius y
Numitor, de la que se encontraron más tarde algunos fragmentos que se
publicaron en el siglo XIX. Entre 1711 y 1713 estudió Derecho. Su padrino, el
Abad de Châteauneuf, lo introdujo en una sociedad libertina, la Sociedad del
Temple, y para esa época recibió una herencia de Ninon de Lenclos.
En 1713 obtuvo el cargo de secretario de la embajada
francesa en La Haya, trabajo del que fue expulsado debido a un idilio con una
refugiada francesa llamada Catherine Olympe Dunoyer. Durante esa época empezó a
escribir su tragedia Edipo (que no se publicará hasta 1718). A la muerte de
Luis XIV en 1715, el Duque de Orleáns asumió la regencia y el joven Arouet
escribió una sátira contra el mismo Duque que le valió la reclusión por un año
en la Bastilla (1717), tiempo que dedicó a estudiar literatura. Una vez
liberado, fue desterrado a Châtenay, donde adoptó el seudónimo de Voltaire.
En 1718 su tragedia Edipo y en 1723 su epopeya, La Henriade,
dedicada al rey Enrique IV, tuvieron un gran éxito. Sin embargo, como producto
de una disputa con el noble De Rohan, fue encarcelado de nuevo en la Bastilla y
al cabo de cinco meses, fue liberado y desterrado a Gran Bretaña (1726–1729).
Se instaló en Londres y allí Voltaire recibió una influencia determinante en la
orientación de su pensamiento. Cuando regresó a Francia en 1728, Voltaire
difundió sus ideas políticas, el pensamiento del científico Isaac Newton y del
filósofo John Locke.
En 1731 escribió la Historia de Carlos XII, obra en la que
esbozó los problemas y tópicos que, más tarde, aparecieron en su famosa obra
Cartas filosóficas, publicada en 1734 donde defendió la tolerancia religiosa y
la libertad ideológica, tomando como modelo la permisividad inglesa y acusando
al cristianismo de ser la raíz de todo fanatismo dogmático. Por este motivo, en
el mes de mayo se ordenó su detención y Voltaire se refugió en el castillo de
Émilie du Châtelet, mujer con la que establecerá una larga relación amorosa y
con la que trabajará en su obra La filosofía de Newton.
En esta misma época, tras el éxito de su tragedia Zaire
(1734) escribió Adélaïde du Guesclin (1734), La muerte de César (1735), Alzira
o los americanos (1736), Mahoma o el fanatismo (1741). También escribió El hijo
pródigo (1736) y Nanine o el prejuicio vencido (1749), que tuvieron menos éxito
que los anteriores.
En 1742 su Mahoma o el fanatismo es prohibida y un año
después publica Mérope. Por esta época, Voltaire viajó a Berlín, donde fue
nombrado académico, historiógrafo y Caballero de la Cámara real. Cuando murió
Madame de Châtelet en 1749, Voltaire volvió a Berlín invitado por Federico II, época
durante la cual escribió El siglo de Luis XIV (1751) y continuó, con Micromegas
(1752), la serie de sus cuentos iniciada con Zadig (1748). Producto de algunas
disputas con este monarca se le expulsó nuevamente de Alemania y debido a la
negativa de Francia de aceptar su residencia, Voltaire se refugió en Ginebra,
Suiza, lugar en el que chocó con la mentalidad calvinista. Su afición al teatro
y el capítulo dedicado a Miguel Servet en su Ensayo sobre las costumbres (1756)
escandalizaron a los ginebrinos.
Su poema sobre Juana de Arco, la doncella (1755), y su
colaboración en la Enciclopedia chocaron con el partido de los católicos. Fruto
de esta época fueron el Poema sobre el desastre de Lisboa (1756) y la novela
corta Cándido o el optimismo (1759), obra que será inmediatamente condenada en
Ginebra por sus irónicas críticas a la filosofía leibnitziana y su sátira
contra clérigos, nobles, reyes y militares.
La residencia de Ferney
Se instaló en la propiedad de Ferney, donde viviría durante
dieciocho años, recibiría a la élite de los principales países de Europa,
representaría sus tragedias (Tancredo, 1760), mantendría una copiosa
correspondencia y multiplicaría los escritos polémicos y subversivos con el
objetivo de contrariar el fanatismo clerical.
Cuatro años después redactó el Tratado sobre la tolerancia,
y en 1764 su Diccionario filosófico. Desde entonces, siendo ya Voltaire un
personaje famoso e influyente en la vida pública, intervino en distintos casos
judiciales, como el caso Calas y el de La Barre, que estaba acusado de
impiedad, defendiendo la tolerancia y la libertad a todo dogmatismo y
fanatismo.
En 1778 Voltaire volvió a París, se le acogió con entusiasmo
y murió el 30 de mayo de ese mismo año, a la edad de 84 años. En 1791, sus
restos fueron trasladados al Panteón.
Obra
Voltaire alcanzó la celebridad gracias a sus escritos
literarios y sobre todo filosóficos. Voltaire no ve oposición entre una
sociedad alienante y un individuo oprimido, idea defendida por Jean-Jacques
Rousseau, sino que cree en un sentimiento universal e innato de la justicia,
que tiene que reflejarse en las leyes de todas las sociedades. La vida en común
exige una convención, un «pacto social» para preservar el interés de cada uno.
El instinto y la razón del individuo le lleva a respetar y promover tal pacto.
El propósito de la moral es enseñarnos los principios de esta convivencia
fructífera. La labor del hombre es tomar su destino en sus manos y mejorar su
condición mediante la ciencia y la técnica, y embellecer su vida gracias a las
artes. Como se ve, su filosofía práctica prescinde de Dios, aunque Voltaire no
es ateo: como el reloj supone el relojero, el universo implica la existencia de
un «eterno geómetra» (Voltaire es deísta).
Sin embargo, no cree en la intervención divina en los
asuntos humanos y denuncia el providencialismo en su cuento filosófico Cándido
o el optimismo (1759). Fue un ferviente opositor de la Iglesia católica,
símbolo según él de la intolerancia y de la injusticia. Se empeña en luchar
contra los errores judiciales y en ayudar a sus víctimas. Voltaire se convierte
en el modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en la pesadilla de los
religiosos.
Voltaire ha pasado a la Historia por proporcionar el
concepto de tolerancia religiosa. Fue un incansable luchador contra la
intolerancia y la superstición y siempre defendió la convivencia pacífica entre
personas de distintas creencias y religiones.
Sus escritos siempre se caracterizaron por la llaneza del
lenguaje huyendo de cualquier tipo de grandilocuencia. Maestro de la ironía, la
utilizó siempre para defenderse de sus enemigos, de los que en ocasiones hacía
burla demostrando en todo momento un finísimo sentido del humor. Conocidas son
sus discrepancias con Montesquieu acerca del derecho de los pueblos a la guerra,
y el despiadado modo que tenía de referirse a Rousseau, achacándole sensiblería
e hipocresía.
«Cándido»
Hace también una crítica al optimismo histórico, sobre todo
a Leibniz, que creía que todo lo que sucedía era con el fin de alcanzar el
mejor de los objetivos. Esta surge a raíz del terremoto de Lisboa, con el que
se demuestra que no vivimos en el mejor de los mundos posibles. Hace un libro
donde se reflejan estas concepciones del destino, que es Cándido, en el que a
uno de los discípulos de Leibnitz durante toda la narración le están ocurriendo
desgracias, pero al final acaba bien.
«Diccionario filosófico»
En el Diccionario filosófico, Voltaire define a la historia
como «el relato de los hechos que se consideran verdaderos» y la fábula como
«el relato de los hechos que se consideran falsos». Según esta definición, el
Génesis o la Ilíada serían historias verdaderas. Define la historia como la
subjetividad del autor. Hay que tener en cuenta que en su época la historia aún
no existía como género independiente.
Voltaire poeta
Voltaire estimaba mucho sus versos y se autodenominaba poeta
(precisemos que en el siglo XVIII, el concepto de poeta incluía a quienes
escribían poesía y a quienes eran dramaturgos); fue considerado en su siglo
como el sucesor de Corneille y de Racine, a veces incluso como triunfador; sus
piezas tuvieron un inmenso éxito y el autor conoce la consagración en 1778
cuando, en la escena de la Comedia Francesa, Clairon corona su busto con
laureles, delante de un público entusiasta.
Maximiliano Reimondi
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