FACUNDO
QUIROGA
Nació en
San Juan de los Manos, provincia de La Rioja, el 27 de noviembre de 1788.
Fueron sus padres José Prudencio Quiroga y Juana Rosa de Argañaraz. A los
dieciséis años comenzó a trabajar en la conducción de los arreos de su padre; a
los veinte, éste le encargó la administración de los bienes familiares. Poseído
por la pasión del juego que lo dominara toda la vida, en 1812 perdió una
importante suma de dinero perteneciente a su padre. Abandonó el hogar y se
alistó en el contingente de doscientos hombres que formara el comandante de la
frontera sur de Mendoza, Manuel Corvalán.
Partió con
los reclutas en dirección a Buenos Aires, donde fue destinado al Regimiento de
Granaderos a Caballo. Se dirigió a su provincia, de donde había sido reclamado
por su padre. De 1816 a
1818 fue capitán de milicias en el departamento de San Antonio bajo las órdenes
del comandante Juan Fulgencio Peñaloza, a quien reemplazó en 1817. En ese año
contrajo enlace con María de los Dolores Fernández.
En la
Gaceta de Buenos Aires del 31 de enero de 1818 apareció un decreto de
Pueyrredón reconociéndolo Benemérito de la Patria. En diciembre de 1818 se
dirigió a Córdoba; a fines de enero de 1819 emprendió el regreso a su
provincia. Al llegar a la ciudad de San Luis fue detenido por orden del
gobernador.
El 8 de
febrero de 1819 estalló en San Luis una conspiración de los jefes españoles
vencidos en las luchas por la Independencia. Quiroga mereció una medalla de
plata, decretada por el Congreso para todos los leales defensores del orden en
la sublevación de San Luis. Se hizo cargo del gobierno de La Rioja, que ejerció
desde el 28 de marzo hasta el 22 de julio de 1823. El 6 de diciembre de 1824 en
Buenos Aires abrió sus sesiones el Congreso General Constituyente. El 15 de
agosto de ese año se había fundado en La Rioja el Banco y Casa de Moneda, del
cual era accionista principal, siendo su presidente Braulio Costa. En octubre
de 1825 llegó a Buenos Aires Rivadavia, quien había fundado en Londres la River
Plate Mininy Association que explotara las minas de La Rioja. Esta provincia y
sus hombres, Quiroga muy especialmente, se pronunciaron contra el Congreso y
contra Rivadavia.
El 18 de
setiembre de 1826 la Legislatura riojana decidió no reconocer la presidencia de
Rivadavia ni las leyes emanadas del Congreso. En mayo se movilizó contra Paz y
fue derrotado en La Tablada el 23 de junio. La derrota fue festejada en los
círculos gubernistas de La Rioja. De regreso en su provincia, Quiroga hizo fusilar,
el 19 de julio, a Inocencio del Moral y sus dos hijos, entre otros, que eran
quienes más se habían caracterizado en sus burlas para con el derrotado.
Quiroga no
deseaba seguir la guerra. El 10 de enero de 1830 desde Mendoza escribió a Paz
una carta, que tenía la primera declaración a favor de la organización
nacional. A pesar de todo siguió la guerra y volvió a enfrentarse a Paz en
Oncativo, siendo su ejército destrozado el 25 de febrero de 1830. Se dirigió a
Buenos Aires, donde fue recibido como un triunfador. El i8 de diciembre de 1832
los gobiernos de Mendoza y San Juan designaron a Quiroga director de la guerra
contra los indios que azotaban sus fronteras.
Al regresar
de su misión, fue asesinado en Barranca Yaco, jurisdicción de Córdoba, el 16 de
febrero de 1835, por una patrulla que comandaba Santos Pérez, persona de
confianza de los Reinafé.
EL ORDEN
PROVINCIAL: Si se
estudia la organización política de La Rioja durante la actuación de Quiroga,
se observará que se destaca la vigencia de un ordenamiento legal mucho más
establecido de lo que suele suponerse. El análisis de ciertos aspectos
sustanciales de las relaciones entre los poderes provinciales riojanos (el
gobierno y la Sala de Representantes) y Quiroga, que se iniciaron en 1820,
sugiere la necesidad de matizar esa imagen del caudillo que, seguido por sus
huestes, dominaba a su antojo una tierra de nadie.
Por una
parte, se observa que, junto al poder de Quiroga, se mantenía una estructura
política/legal, a veces de origen colonial; por otra, se advierte que el
desarrollo de instituciones estatales en la provincia no era una simple
formalidad. Por el contrario, estas instituciones, aunque rudimentarias,
traducen el surgimiento de nuevas condiciones políticas, que se inscribían
dentro de los esfuerzos por consolidar soberanías provinciales autónomas en el
Río de la Plata, durante la primera mitad del siglo XIX.
Lo cierto
es que el poder particular del caudillo estaba basado sobre relaciones
informales (familiares, amistosas, comerciales) y formales, y se amparaba en
una legalidad que estaba presente tanto en sus relaciones políticas como en sus
actividades privadas. Así, el poder de Quiroga se asentaba, también, en su
condición de ganadero, comerciante y prestamista de grandes sumas de dinero.
En su carácter
de hombre de negocios, se sometía a ciertas normas prácticas que regulaban las
relaciones comerciales de la época, como la escrituración de la compra de
tierras o el pago de derechos de exportación a su provincia.
FACUNDO
Y ROSAS: ¡Sombra
terrible de Facundo, voy a evocarte, para que sacudiendo el ensangrentado polvo
que cubre tus cenizas te levantes a explicarnos la vida secreta y las
convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo!
Tú posees
el secreto: ¡revélanoslo! Diez años aún después de tu trágica muerte, el hombre
de las ciudades y el gaucho de los llanos argentinos, al tomar diversos
senderos en el desierto, decían: "¡No! ¡no ha muerto! ¡Vive aún! ¡Él
vendrá!" ¡Cierto! Facundo no ha muerto; está vivo en las tradiciones populares,
en la política y revoluciones argentinas; en Rosas; su heredero, su
complemento; su alma ha pasado a este otro molde más acabado más perfecto; y lo
que en él era sólo instinto, iniciación, tendencia, convirtióse en Rosas en
sistema, efecto y fin.
La
naturaleza campestre, colonial y bárbara, cambióse en esta metamorfosis en
arte, en sistema y en política regular, capaz de presentarse a la faz del mundo
como el modo de ser de un pueblo encarnado en un hombre que ha aspirado a tomar
los aires de un genio que domina los acontecimientos, los hombres y las cosas.
Facundo,
provinciano, bárbaro, valiente, audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la
culta Buenos Aires, sin serlo él; por Rosas, falso, corazón helado, espíritu
calculador, que hace el mal sin pasión y organiza lentamente el despotismo con
toda la inteligencia de un Maquiavelo.
Tirano sin
rival hoy en la tierra, ¿por qué sus enemigos quieren disputarle el título de
grande que le prodigan sus cortesanos? Si, grande y muy grande es, para gloria y
vergüenza de su patria, porque si ha encontrado millares de seres degradados
que se unzan a su carro para arrastrarlo por encima de cadáveres, también se
hallan a millares las almas generosas que en quince años de lid sangrienta no
han desesperado de vencer al monstruo que nos propone el enigma de la
organización política de la República.
Un día
vendrá, al fin, que lo resuelvan, y el Esfinge Argentino, mitad mujer por lo
cobarde, mitad tigre por lo sanguinario, morirá a sus plantas, dando a la Tebas
del Plata el rango elevado que le toca entre las naciones del Nuevo Mundo.
(DOMINGO
FAUSTINO SARMIENTO, “FACUNDO”)
Maximiliano Reimondi
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