domingo, 7 de diciembre de 2014

El sol camina sobre los huesos del cielo
en la cámara subterránea, se producen gestos
las bocas de la tierra ya son hormigueros.

Cesa el camino: comienza el lenguaje.
Y la lengua se desata como la sombra que,
al congregarse  bajo
el vertical límite saliente de la boca,
esparce su ser de tinta
en las arrugas de la mesa gastada.

Quizás la mesa es un ente
donde las mariposas untan su lengua
con una palabra preparada en esa cavidad.

Reyes, cementerio y saliva,
yo esgrimía luces de antaño, mis dientes mordían sus letras de agua:
era cristiano, judío y levita por los murales de occidente.


                                                                         Maximiliano Reimondi

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