El sol camina sobre los huesos del cielo
en la cámara subterránea, se producen
gestos
las bocas de la tierra ya son
hormigueros.
Cesa el camino: comienza el lenguaje.
Y la lengua se desata como la sombra que,
al congregarse bajo
el vertical límite saliente de la boca,
esparce su ser de tinta
en las arrugas de la mesa gastada.
Quizás la mesa es un ente
donde las mariposas untan su lengua
con una palabra preparada en esa cavidad.
Reyes, cementerio y saliva,
yo esgrimía luces de antaño, mis dientes
mordían sus letras de agua:
era cristiano, judío y levita por los
murales de occidente.
Maximiliano Reimondi
No hay comentarios:
Publicar un comentario