Gustave Flaubert
Gustave Flaubert (Ruan, Alta Normandía, 12 de diciembre de
1821 – Croisset, Baja Normandía, 8 de mayo de 1880)
Gustave Flaubert era el segundo hijo de Achille Cléophas
(1784–1846) y de Anne Justine, de soltera Fleuriot (1793–1872). El padre de
Flaubert, cirujano jefe del Hospital de Ruan, sirvió como modelo para el
personaje del doctor Lariviēre en Madame Bovary. Su madre estaba emparentada
con algunas de las más antiguas familias de Normandía.
El 15 de mayo de 1832 ingresó en el Colegio Real de Ruan,
donde cursó octavo curso. Siguió sus estudios en el colegio y el instituto de
Ruan sin demasiado entusiasmo. En el colegio era considerado un vago; sin
embargo se inició en la literatura a la edad de once años. Durante el verano de
1836 conoció a Élisa Schlésinger en Trouville; este encuentro lo marcó
bastante, cosa que reflejó posteriormente en su novela La educación
sentimental.
Licenciado en 1839, en agosto de 1840 superó el examen de
baccalauréat (bachillerato). En el sorteo para el servicio militar resultó exento,
e inició entonces sin demasiada convicción los estudios de Derecho en París. En
su juventud Flaubert estaba lleno de vigor y, a pesar de su timidez, poseía una
cierta gracia, era muy entusiasta e individualista y aparentemente no tenía
ninguna ambición. Conoció a Víctor Hugo y a finales de 1840 viajó con él por
los Pirineos y Córcega. De vuelta a París perdía el tiempo soñando despierto,
viviendo de las rentas que le proporcionaba su patrimonio. En junio de 1844,
Flaubert, que amaba el campo y detestaba la ciudad, dejó los estudios de
Derecho con el pretexto de reponerse de un acceso de epilepsia, mal que siempre
se esforzó en ocultar, y abandonó París para regresar a Croisset, cerca de
Ruan, donde vivió con su madre y más tarde con su sobrina. Esta propiedad, una
casa en una agradable parcela a orillas del Sena, fue el hogar de Flaubert
hasta el final de sus días. Aquí es también donde comenzó sus primeros trabajos
literarios, por ejemplo la primera versión de La educación sentimental.
En 1846 murieron su padre y su hermana, dos meses después de
que enfermaran. Flaubert se hizo cargo de su sobrina. Comenzó una tormentosa
relación con la poetisa Louise Colet (1810–1876), que duró diez años y de la
que resultó una importantísima correspondencia; las cartas que le dirigió
fueron preservadas, y, según Emile Faguet, esta relación fue el único episodio
sentimental de importancia en la vida de Flaubert, que nunca se casó.
En París asistió a la Revolución de 1848, que observa con
una mirada muy crítica (como en La educación sentimental). Durante el Segundo
Imperio Francés frecuentó los salones parisinos más influyentes y entre otros
se relacionó con George Sand.
Etapa productiva
Entre el 24 de mayo 1848 y el 12 de septiembre de 1849,
escribió la primera versión de La tentación de San Antonio. En esa época su
mayor amigo fue Máxime du Camp (1822–1894), con el que recorrió la región de
Bretaña en 1846 y realizó un largo viaje (1849–1851) en el que recorrió Italia,
Grecia, Egipto, Jerusalén y Constantinopla. Este viaje causó una gran impresión
en la imaginación de Flaubert.1 Desde entonces, y salvo ocasionales visitas a
París, no volvió a abandonar Croisset.
De regreso de su viaje a Oriente, en 1851 empezó a escribir
Madame Bovary. Anteriormente había escrito la novela La tentación de San
Antonio, pero no quedó contento con el resultado. Necesitó 56 meses para
escribir Madame Bovary, que fue publicada por primera vez en formato de
folletín en la Revue de Paris, en 1857. Las autoridades iniciaron acciones
legales contra la editorial y el autor, acusados de atentar contra la
moralidad, pero fueron declarados inocentes, a diferencia de Baudelaire, a
quien el mismo tribunal había condenado por las mismas razones por su obra Las
flores del mal, publicada también ese mismo año.
Cuando Madame Bovary apareció en formato de libro recibió
una cálida acogida. Flaubert pudo costearse una visita a Cartago entre los
meses de abril y junio de 1858,
a fin de documentarse para su próxima novela, Salambó,
que no terminó hasta 1862, a
pesar del trabajo ininterrumpido del escritor.
Retomó entonces el estudio de las costumbres de su época, y,
utilizando muchos de sus recuerdos de su juventud e infancia, el 1 de
septiembre de 1864 comenzó a escribir la segunda versión de La educación sentimental,
que fue publicada en 1869 por la editorial Michel Lévy. Hasta entonces la vida
de Flaubert había sido relativamente feliz, pero pronto sufrió una serie de
desgracias. Durante la Guerra franco-prusiana en 1870, soldados prusianos
ocuparon su casa. Flaubert comenzó entonces a padecer enfermedades nerviosas.
La muerte o la incomprensión lo alejaron de sus amistades.
En 1872 perdió a su madre, y su hasta entonces buena situación económica
empeoró. Su sobrina, Mme. Commonville, cuidaba cariñosamente de él. En ese
momento, entabló una relación de íntima amistad con George Sand, con la que
mantuvo una correspondencia de inmenso interés artístico, y de vez en cuando se
veía con sus conocidos parisinos, Émile Zola, Alphonse Daudet, Turgenev, Edmond
Rostand y Jules Goncourt; pero nada indicaba la proximidad de la muerte de
Flaubert, sumido en la desolación y la melancolía. Sin embargo, no dejó de
trabajar con la misma entrega de antaño. La tentación de San Antonio, de la que
en 1857 se publicaron algunos fragmentos, fue por fin concluida y publicada por
la editorial Charpentier en 1874. En ese año recibió un gran desengaño a causa
del fracaso de su obra de teatro El candidato. En 1877 Flaubert publicó en la
editorial Charpentier Tres cuentos («Un corazón sencillo», «La leyenda de San
Julián el Hospitalario» y «Herodías»). Pasó el resto de sus días trabajando
incansablemente en una sátira de la futilidad del conocimiento humano y la
omnipresencia de la mediocridad, que había iniciado en el periodo 1872–1874,
para luego dejarla abandonada y retomarla en 1877, pero que finalmente dejó
inacabada. Se trata de su deprimente y desconcertante Bouvard y Pécuchet,
publicada póstumamente en marzo de 1881 por la editorial Lemerre y que Flaubert
consideraba que iba a ser su obra maestra.
Flaubert envejeció rápidamente a partir de 1870, y parecía
un anciano cuando falleció en 1880,
a la edad de 58 años. Murió de una hemorragia cerebral
en Croisset, pero fue enterrado en el panteón familiar del cementerio de Ruan.
En 1890 se inauguró en el museo de Ruan un bello monumento de Chapu dedicado a
la memoria de Flaubert.
El carácter de Flaubert ofrecía varias peculiaridades. Era
tímido e incluso extremadamente sensible y arrogante, pasaba del silencio
absoluto a una vergonzosa y ruidosa verborrea; oscilaba entre una desesperación
poco menos que nihilista y una vitalidad y joie de vivre casi rabelesiana.
Tenía una gran tendencia a la soledad y el retraimiento social. Las mismas
incoherencias marcaban su físico; tenía una fisonomía robusta pero padeció una
molesta epilepsia desde la infancia; asimismo era un neurótico obsesionado con
la escritura, pretexto de sus depresiones y de sus entusiasmos, cuando
comentaba algunas de las páginas más felices de los clásicos. Este rudo gigante
fue secretamente corroído por la misantropía y el disgusto por la vida. Su odio
antiburgués comenzó en su infancia y se convirtió en una especie de monomanía,
especialmente visible en su última obra, el Bouvard y Pécuchet. Despreciaba la
vulgaridad, la mediocridad, el adocenamiento, el materialismo del burgués, y
además sus hábitos, su falta de inteligencia, su desprecio a la belleza con
tanta intensidad que ha sido comparado con un monje asceta.
Flaubert fue contemporáneo de Baudelaire, y como él, ocupa
una posición clave en la literatura del siglo XIX. En su época fue rechazado
(por razones morales) y admirado (por su fuerza literaria) al mismo tiempo, en
la actualidad es considerado como uno de los mayores novelistas de su siglo,
destacando sus obras Madame Bovary y La educación sentimental. Flaubert se
sitúa entre la generación romántica, la generación realista de Stendhal y
Balzac, y la generación naturalista de Zola y Maupassant (este último
consideraba a Flaubert su maestro). Su vasta correspondencia con Louise Colet,
George Sand y otros muchos es igualmente de un gran interés humano y literario.
Su preocupación e interés por el realismo y la estética de
sus obras justifica el largo trabajo de elaboración de cada una de sus obras
(somete a prueba sus textos leyéndolos en voz alta, sometiéndolos a la famosa
prueba del «gueuloir»).
Su mirada irónica y pesimista hacia la humanidad le
convierte en un gran moralista.
Maximiliano Reimondi
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