Silvina Ocampo
Silvina Inocencia Ocampo (Buenos Aires, 28 de julio de 1903
– Ib., 14 de diciembre de 1993)
Fue la menor de las seis hijas de Manuel Silvio Cecilio
Ocampo y Ramona Aguirre Herrera (Victoria, Angélica, Francisca, Rosa, Clara
María y Silvina). La posición privilegiada de su familia le permitió tener una
formación muy completa, con tres institutrices, una francesa y dos inglesas, un
profesor de español y otro de italiano, de manera tal que tanto Silvina como
sus hermanas crecieron aprendiendo a leer en inglés y francés antes que en
español.1 Esta formación bilingüe influiría posteriormente en su escritura, según
declaró la propia escritora.
En su juventud estudió dibujo en París con Giorgio de
Chirico y Fernand Léger. Entre sus amigos figuraba el escritor italiano Italo
Calvino, quien prologó sus cuentos. De regreso en Buenos Aires, trabajó la
pintura junto a Norah Borges y a María Rosa Oliver, y realizó varias
exposiciones, tanto individuales como colectivas. Cuando en 1931 Victoria fundó
la revista Sur, que publicó artículos y textos de muchos de los más importantes
escritores, filósofos e intelectuales del siglo XX, Silvina formó parte del
grupo fundador aunque, al igual que Borges y Bioy, no tendría un lugar
preponderante en las decisiones sobre los contenidos a publicar, tarea que
desempeñaban Victoria y José Bianco. En 1932 conoció a Adolfo Bioy Casares, con
quien se casó en 1940. Permanecieron juntos hasta su muerte, pese a las frecuentes
infidelidades de su esposo.
En 1937 publicó su primer libro de cuentos, Viaje olvidado.
Compuesto por relatos de extensión breve (la mayoría no superan las dos
páginas), el libro fue reseñado por Victoria Ocampo en la revista Sur, donde
señaló las marcas autobiográficas de los cuentos y le reprochó el haber
"distorsionado" esos recuerdos de infancia. A pesar de estas
negativas críticas iniciales, hoy en día el libro se considera un texto
fundamental dentro de la obra de la escritora, en el que ya aparecen los rasgos
y temas que caracterizan su escritura, y que iría desarrollando y perfeccionando
en libros posteriores. Unos años más tarde colaboró con Borges y Bioy en la
preparación de dos antologías: Antología de la literatura fantástica (1940),
con prólogo de Bioy, y Antología poética argentina (1941). En 1942 aparecieron
dos poemarios, Enumeración de la Patria y Espacios métricos, a partir de
entonces, alternó la narrativa con la poesía.
En 1948 publicó Autobiografía de Irene, cuentos en donde
muestra una mayor soltura en la escritura y aparece una mayor influencia de
Borges y Bioy; a pesar de lo cual, el libro tampoco tuvo mucha repercusión al
momento de su aparición. Dos años antes había escrito una novela policial a
cuatro manos con Bioy Casares, Los que aman, odian.
Tras varios años de publicar únicamente poesía (Los sonetos
del jardín, Poemas de amor desesperado, Los nombres, que obtuvo el Premio
Nacional de Poesía) volvió al cuento en 1959 con La furia, con el que
finalmente obtuvo cierto reconocimiento y suele considerarse el momento en el
que Silvina alcanza la plenitud de su estilo y del tratamiento de sus temas. En
1954 nació Marta, hija extramatrimonial de Bioy que fue criada por Ocampo como
si fuera propia.
La década de 1960 sería algo menos activa en cuanto a
presencia editorial, ya que sólo publicó el volumen de cuentos Las invitadas
(1961) y el poemario Lo amargo por dulce (1962). En contraste, la década de
1970 fue algo más fecunda. Aparecieron los poemas de Amarillo celeste, Árboles
de Buenos Aires y Canto escolar, los cuentos de Los días de la noche y una
serie de cuentos infantiles: El cofre volante, El tobogán, El caballo alado y
La naranja maravillosa.
La publicación de sus dos últimos libros, Y así
sucesivamente (1987) y Cornelia frente al espejo (1988), coincidió con la
aparición del Alzheimer, que fue mermando sus facultades hasta dejarla postrada
durante sus tres últimos años. Falleció el 14 de diciembre de 1993 a los 90 años, de los
cuales pasó sesenta junto a Bioy. Fue sepultada en la cripta familiar del
Cementerio de la Recoleta, donde también está enterrado su esposo.
Póstumamente aparecieron volúmenes que recogían textos
inéditos, desde poesías hasta novelas cortas nunca editadas en libro. Así, en
2006 se publicaron Invenciones del recuerdo (una autobiografía escrita en verso
libre) y Las repeticiones, una colección
de cuentos inéditos que incluye dos novelas cortas, El vidente y Lo mejor de la
familia, en 2007 se publicó la novela La torre sin fin por primera vez en
Argentina, y en 2008 apareció Ejércitos de la oscuridad, volumen que recoge
textos varios. Todo el material fue editado por Sudamericana, que también
reeditó algunas de sus colecciones de cuentos. Asimismo, en 2010 se publicó La
promesa, una novela que Ocampo empezó alrededor de 1963 y que, con largas
interrupciones y reescrituras, terminó entre 1988 y 1989, apremiada por su
enfermedad. La edición estuvo al cuidado de Ernesto Montequin.
Obra literaria
La obra de Silvina Ocampo es reconocida principalmente por
su inagotable imaginación y su aguda atención por las inflexiones el lenguaje.
Dueña de un lenguaje cultivado que sirve de soporte a sus retorcidas
invenciones, Silvina disfraza su escritura con la inocencia de un niño para
nombrar, ya sea con sorpresa o con indiferencia, la ruptura en lo cotidiano que
instala la mayoría de sus relatos en el territorio de lo fantástico.
Esta habilidad lingüística se advierte temprano en su
colección de cuentos Viaje Olvidado (1937), influida por el nonsense literario
de Lewis Carroll, Katherine Mansfield y seguramente por el surrealismo que
aprendió de sus maestros pictóricos. El título del libro se refiere al cuento
homónimo en que una niñita intenta recordar el momento de su nacimiento,
logrando su autora un tejido de imaginación pura sobre la base de una típica
duda infantil.
Si los relatos de este volumen parecían más bien miniaturas
o pequeños pantallazos de la memoria deformados por la imaginación, sus
siguientes colecciones (Autobiografía de Irene, y muy especialmente La furia o
Los días de la noche) conservan un poco más la estructura tradicional del
cuento y muestran a la Silvina Ocampo más prototípica. Metamorfosis, ironía,
figuras persecutorias, humor negro, y el reinado imperante del oxímoron y de la
sinestesia marcan esta serie de relatos donde aparecen incesantes galerías de
personajes y contextos dominadas por pasillos y patios de grandes caserones así
como por la enigmática presencia de niños ligados al horror y la crueldad como
víctimas o victimarios, según la ocasión.
Obra poética
Su labor poética estuvo dominada en un principio por los
metros clásicos y por rimas inocentes, muchas veces dedicadas a la descripción
y exaltación de la belleza de elementos naturales como las plantas (confesa
pasión de la escritora) como se puede apreciar en Espacios métricos o en Los
sonetos del jardín que tras el poemario Enumeración de la patria siguieron a
Viaje Olvidado. Sin embargo posteriores poemarios como Los nombres, Lo amargo
por dulce o Amarillo celeste muestran un verso más elaborado y a la vez
desinteresado por el clasicismo.
Con Espacios métricos, publicado en 1942 por la editorial
Sur, obtuvo el Premio municipal en 1954. Obtuvo el Segundo Premio Nacional de
poesía por Los nombres en 1953 y volvió a obtener una distinción en 1962 por Lo
amargo por dulce, el Premio Nacional de poesía.
En los últimos años el ámbito académico argentino ha
redescubierto a Silvina Ocampo, no muy leída ni apreciada en vida, coincidiendo
con la publicación de algunas obras inéditas en recopilaciones como Las
repeticiones y otros cuentos (2006) o Ejércitos de la oscuridad (2008).
Maximiliano Reimondi
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