Gregorio de Laferrère
Su madre era Mercedes Pereda, perteneciente a una
distinguida familia argentina y su padre fue Alfonso de Laferrère, un hacendado
francés de sólida fortuna. Su raigambre francesa tenía origen en Navarrenx y su
familia era de origen noble.1 Creció con sus tres hermanos en un hogar que
estaba ligado con las más prestigiosas familias del país. Cursó sus estudios
secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires, sin destacarse como alumno
pero mostrándose interesado por la lectura.
En 1888 se inició en periodismo con El Fígaro, que fundó con
su joven amigo Adolfo Mujica. En ese periódico de carácter satírico que se
publicó durante cinco años escribía con el seudónimo de Abel Stewart Escalada.
En 1889 viajó con su familia al país de origen de su padre,
Francia, que celebraba el centenario de la toma de la Bastilla con una gran
Exposición Internacional en París y allí su padre se enfermó y murió. En aquel
viaje fue asiduo espectador de las piezas de Molière interpretadas por la
Comédie y se familiariza con el género del vodevil que influiría en su obra.
Iniciación en la
política y el periodismo
Regresó a Buenos Aires en 1890 y se dedicó a la actividad política
en las filas del autonomismo porteño, junto a su amigo José María Miró, autor
de la novela La Bolsa con el seudónimo de Julián Martel.
En 1891 fue elegido como primer intendente de la comuna de
Morón (hasta entonces el cargo se denominaba Presidente de la Municipalidad),
donde residía entonces. Para asumir el cargo, que ejerció durante algunos
meses, sin ser interceptado por sus adversarios políticos, no vaciló en
disfrazarse de «grave señor con luengas barbas, lentes ahumados, negra levita
ceñida al cuerpo y lustroso y alto sombrero de copa» (Martínez Cuitiño) y
atravesar así los grupos opositores y, despojándose del disfraz, firmar
tranquilamente el acta de asunción.
Un año más tarde, en 1892 se acercó al radicalismo de
Hipólito Yrigoyen, sin enrolarse en el movimiento, en busca de una depuración
del viciado clima político de la época.
En 1893 resultó electo diputado provincial en la Legislatura
de Buenos Aires, por un período de cinco años. Organizó el Partido Nacional
Independiente en 1897, desprendimiento del Partido Nacional. En 1898 fue
elegido diputado nacional por el distrito electoral de Buenos Aires, cargo que
ocupó por reelecciones sucesivas hasta 1908. En 1903 fundó la Asociación
Popular («De nadie y para todos» era su enigmático lema), agrupación partidaria
desde la cual lanza candidaturas, que instaló en la acera de enfrente del
Círculo de Armas, el club más exclusivo de Buenos Aires, al que pertenecía.
Allí a diario atendía a decenas de solicitantes. Sobre todo, según Enrique
García Velloso, «a mujeres, que iban a pedirle dinero y su influencia sobre el
jefe de policía, don [Pancho Beazley], para que largasen al deudo que la noche
anterior se había desgraciado en alguna trastienda de almacén suburbano». Se
atribuye a Belisario Roldán el haber dicho que frente al Círculo de Armas,
Laferrère había puesto el «círculo de armas... llevar».
Era, esencialmente, un político conservador pero no ajeno a
las inquietudes sociales de su tiempo. Su gusto por el teatro (tenía un palco
permanente en el viejo San Martín de la calle Esmeralda, y frecuentaba muchas
otras salas porteñas, noche tras noche) lo llevaba a practicarlo. Elegantísimo
(«siempre de punta en blanco», lo describe Blanca Podestá) de piel un poco
oscura, apuesto, enarcadas las guías del bigote breve, muy simpático.3
En 1908 con apoyo estatal fundó el Conservatorio Lavardén
(homenaje al autor de la tragedia Siripo, de 1789), primero en su género en el
país, con un notable equipo de profesores que incluía a la actriz Angelina
Pagano, a los que en un momento se agregó la famosa actriz francesa Marguerite
Moreno, destinado a la formación de actores nacionales.
El 4 de julio de 1912, Gregorio de Laferrere —junto Pedro
Luro y Honorio Luque— fundaron la ciudad de Gregorio de Laferrere en el partido
de La Matanza, a 24 km
de la Ciudad de Buenos Aires.
Su dramaturgia
Desde su juventud Laferrère cultivó las letras en el género
de la novela pero como no lo hacía públicamente la aparición de su primera obra
fue una sorpresa en el ambiente de la aristocracia porteña al que pertenecía.
Su primera obra teatral fue ¡Jettatore! una comedia en tres actos que, según el
mismo autor, la escribió por humorada y sin imaginarse que alguna vez sería
representada. Un día, también por broma, se la leyó a un amigo quien le insistió
a enviarla al teatro de la Comedia donde actuaba la compañía de Jerónimo
Podestá, lo que hizo sin revelar que era el autor. La obra fue rechazada por
«irrepresentable» pero meses más tarde otro amigo, Mariano de Vedia, la hizo
llegar nuevamente y esta vez fue aceptada y estrenada el 30 de mayo de 1904 por
la compañía Podestá. La función de estreno fue un acontecimiento social que
tuvo en un palco al presidente de la Nación, general Julio Argentino Roca y
además contó con un público que no era asiduo concurrente a las funciones de
compañías nacionales.5 que
¡Jettatore! fue caracterizado por el crítico e investigador
Luis Ordaz como un vodevil con tema ingenuo pero desarrollado con mano diestra
y desbordante de humor satírico aunque sin caer nunca en lo burdamente
caricaturesco. Es la caricatura de la superstición que atribuye a ciertos
individuos una funesta influencia magnética; superstición muy difundida
entonces en Buenos Aires, especialmente en los clubes. El autor había leído un
cuento análogo de Théophile Gautier, que es citado en la segunda escena de la
obra por un protagonista, pero «Laferrère ha tomado casi todos los elementos
pintorescos de la realidad de nuestro ambiente. Don Lucas, protagonista
inocente de cien tragedias, es el personaje central, ligado a la obra por una
tenue fábula de amor, y rodeado por numerosas personas de su amistad, en
quienes se realizan episodios casuales o fatales que crean en torno de Don
Lucas una atmósfera de hilaridad o de terror».
Muerte
Gregorio de Laferrère falleció en Buenos Aires el 30 de
noviembre de 1913, luego de un breve período de enfermedad.
Maximiliano Reimondi
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