Severino di Giovanni
Infancia y juventud en
Italia
Nació el 17 de marzo de 1901 en Chieti, en la región
italiana de los Abruzos, a 180 kilómetros del este de Roma. Durante su
infancia se vio fuertemente impactado por las imágenes de posguerra: hambre, pobreza
y soldados mendigando en las calles. Severino empezó a rebelarse desde pequeño
contra cualquier tipo de autoridad. Comenzó estudios para ser maestro y pronto
comenzó a enseñar, antes de graduarse, en una escuela de su pueblo.
Autodidacta, aprendió el oficio de tipógrafo mientras en su tiempo libre leía a
Bakunin, Malatesta, Proudhon, Kropotkin y Élisée Reclus.
A la edad de diecinueve años quedó huérfano y en 1921 -a los
veinte años- se entregó por entero a la militancia anarquista. En 1922, el
mismo año en que los Camisas Negras de Benito Mussolini tomaban el poder tras
la Marcha sobre Roma, se casó con su prima Teresa Masciulli, una muchacha de
Chieti. El fascismo se impuso en Italia y la censura y las persecuciones a los
anarquistas decidieron a la pareja a exiliarse con su familia a la Argentina.
Severino y Teresa tuvieron tres hijos.
Argentina
Llegó a la Argentina y se estableció en el partido de Morón
(Buenos Aires), desde donde viajaba diariamente a Buenos Aires para trabajar
como obrero tipógrafo. La Argentina de la década de 1920 era gobernada por el
moderado partido radical, durante las sucesivas presidencias de Hipólito
Yrigoyen (1916-1922 y 1928-1930) y Marcelo T. de Alvear (1922-1928). Fue ese el
período de la última gran oleada de inmigrantes italianos. A ellos dirigiría
Severino la mayor parte de su propaganda política y escritos, principalmente a
través de su periódico más célebre, Culmine, que escribía durante las noches.
Fue un momento propicio, ya que muchos otros anarquistas italianos se
organizaban en Argentina, siendo el país sudamericano donde las ideas
libertarias más se propagaron.
La posición de Di Giovanni era cercana al grupo más radical
del anarquismo en la Argentina, nucleado alrededor de los sindicatos autónomos
y el periódico La Antorcha que dirigían Ramón González Pacheco y Teodoro
Antillí, opuesto al sector "moderado" que representaban la F.O.R.A. y
el periódico La Protesta que dirigían Emilio López Arango y Diego Abad de
Santillán.
Su primera actuación pública resonante tuvo lugar el 6 de
junio de 1925, cuando en Teatro Colón se realizaba una función especial en
celebración del 25º aniversario del acceso al trono de Italia de Vittorio
Emanuele III, con la presencia del presidente Alvear y el embajador fascista ,
conde Luigi Aldrovandi Marescotti. Un grupo de militantes anarquistas entre los
que se hallaba Di Giovanni interrumpió la función arrojando volantes y gritando
"¡Asesinos, ladrones!" a los dignatarios italianos. El incidente
terminó en una trifulca con los "Camisas Negras" que escoltaban al
embajador, y el encarcelamiento de Severino y sus compañeros.
Di Giovanni también participa y protesta en actos en
solidaridad por el arresto y ejecución de Sacco y Vanzetti en 1927. Gran parte
de su estadía en Argentina la pasó prófugo, debiendo mudarse continuamente de
un lugar a otro del país con su familia para evitar ser apresado.
Acción y bombas
Di Giovanni no se quedó en la teoría y los panfletos y no
fueron sus escritos los que lo volvieron famoso sino su accionar violento. Él
creía que era necesaria la 'revolución violenta'.
Dentro de los atentados asociados a él, se encuentran: la
voladura de la embajada de EE.UU. en Argentina (como consecuencia del asesinato
de Sacco y Vanzetti), la voladura del "City Bank" en el centro
porteño, y la voladura del consulado italiano en Buenos Aires (donde se
hallaban reunidos los mejores hombres de Mussolini en Argentina) donde murieron
siete fascistas, lo que provocó gran parte de la antipatía del resto de los
grupos anarquistas y su condena en los periódicos. También participó en robos e
hirió severamente a un policía desfigurándolo de un tiro en la cara. El mayor
robo del que participó fue a un camión pagador por 286.000 pesos, lo que le
permitió realizar su sueño de abrir su propia imprenta.
Captura y muerte
En su último panfleto Di Giovannni escribió:
Sepan Uriburu y su
horda fusiladora que nuestras balas buscarán sus cuerpos. Sepa el comercio, la
industria, la banca, los terratenientes y hacendados que sus vidas y posesiones
serán quemadas y destruidas.
Esa fue la gota que colmó el vaso. A las pocas horas de su
detención se dictaminó su sentencia, pese a la encendida defensa que hizo el
teniente Juan Carlos Franco, designado su defensor oficial. La defensa de Di
Giovanni le costaría a Franco su baja del ejército, encarcelamiento y
destierro. Severino fue fusilado el día siguiente, el primero de febrero de
1931.
Pocas horas antes de ser fusilado pide un café dulce desde
su celda. Lo rechaza al probar el primer sorbo: "Pedí con mucha azúcar...
No importa, será la próxima vez" dice con humor ácido. Muere fusilado al
grito de Evviva l'Anarchia! (¡Viva la anarquía!). El escritor Roberto Arlt
presenció la sentencia y escribió una redacción al respecto.
Su cuerpo está enterrado en el Cementerio de la Chacarita.
Maximiliano Reimondi
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